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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

¡¡GUERRA EN EL PLANETA
DE LOS SIMIOS MARINOS!!

 

Revista Expreso Imaginario
febrero 1981

 

 



 

El doctor Florentino Nebbiolo carraspeó. "Tenemos un serio problema, señores. Las ciudades están sobrepobladas por estos, estee... 'animalitos' y su índice de crecimiento es cada vez más alto. Desde que decretamos la construcción de las Piletas Centrales, los de la Liga Ecológica han comenzado una campaña muy activa, organizando manifestaciones y emitiendo comunicados a la prensa. Por supuesto, la prensa que no ha comprado La Empresa aprovecha para ensañarse, acusándonos de cosas tan dispares como 'desquilibrar el biosistema' y 'monopolio de la zoología'. Es necesario que arribemos a una decisión con vistas a largo plazo, porque nuestros abogados ya no saben cómo responder a las acciones legales y las computadoras anuncian, en su cálculo prospectivo, la necesidad de inversiones crecientes en el campo del control de la natalidad, antes de que el producto se abarate como consecuencia de su proliferación. Sabemos que hay varios laboratorios clandestinos elaborando alimentos y preparando una distribución relámpago a precios mucho menores que los nuestros. Espero sus respuestas señores. Creo que son concientes del peligro".
Hubo un largo y pesado silencio. El habitual clima de euforia de la Sala de Directorio había sido substituido por una angustia casi palpable.
Como siempre, Nelson Armeniz, el Creativo, esperó unos minutos para dar dramaticidad a su solución. Relajadamente estirado en su sillón de cuero y acero inoxidable, las manos juntas sobre la corbata de seda azul-fondo-de-mar, habló, sin siquiera mirar a su alrededor, a un docena de gerentes ansiosos. "Habrá que empezar a producir una línea de peces pequeños que se coman a los M.M. Es elemental".
"No es tan fácil, Armeniz, no es tan fácil. Los chicos han desarrollado una dependencia afectiva con los bichitos y sería muy difícil convencerlos de que hace falta un pescadito que se los coma".
"Si los hemos convencido de que los bichitos estos son simpáticos, no veo porqué no aceptarán un pescadito que, después de todo, es un animalito lindo. Busquemos alguna especie colorida, de esos tropicales con largas colas..."
"Tomará tiempo. Los peces tardan mucho en desarrollarse. Además, hace falta localizar la especie, juntar sus huevos, empaquetarlos, etc. La campaña publicitaria sola tomaría seis meses. En ese lapso, el oxígeno del aire descenderá un 4,87 o, la putrefacción de los excrementos de M.M. estará en un estado muy avanzado, y las Grandes Piletas no darán abasto".
"¿Y qué propone usted, señor Glencoe?" preguntó irritado el Creativo.
"Desaparecer. Ir abandonando los mercados que ya están saturados, y dejar a los gobiernos que resuelvan el asunto. Después de todo, nos quedan aún los países de África del norte y Asia, incluyendo el enorme mercado chino".
"Pero algunos gobiernos pueden verse en problemas serios, y no nos dejarán escapar fácilmente". Un escalofrío recorrió a los
presentes. "Cuando deban exterminar a los bichos, millones de chicos y jóvenes se enardecerán, y usted sabe lo que pasa con esas cosas. Además, yo creo que todavía hay posibilidades en nuestro mercado actual. Lo que se requiere es imaginación y una mediana inversión publicitaria. El profesor Nebbiolo debería estudiar la posibilidad de una manera de controlar la natalidad de los M.M., que podamos producir en nuestros laboratorios de inmediato, mientras investigamos el nuevo producto, los pescaditos de colores. ¿Qué opina, Nebbiolo?".
"Si... estee... bueno , creo que debe haber alguna bacteria que esterilice a los animalitos, puede ser. Habrá que estudiar las consecuencias de desarrollar excesivamente una nueva especie de bacterias. El ecosistema..."
"¡Má qué ecosistema! ¿Cómo no se dan cuenta que es un negocio que no tiene límites? Después venderemos algo que combata a las bacterias. Y después algo que combata a eso, y así infinitamente. Lo importante es preveer todo antes que los laboratorios clandestinos salgan con el producto, o el gobierno piense que el asunto se nos está yendo realmente de las manos; todo esto lo debimos calcular desde el principio!".
"Señor Armeniz, creo que debe calmarse. No está demás recordarle que su rol se limita a proponer ideas. Sé bien que usted, antes de tomar el mando de nuestra campaña, era un simple redactor publicitario, y que su fortuna personal recientemente adquirida está muy ligada al destino de los M.M. Pero si desea conservar su puesto, debe respetar tanto a nuestro Vicepresidente: el Señor Glencoe, como al inventor del proceso biológico, el doctor Nebbiolo". Rodríguez Merida habló con seriedad y dureza. Antes de sentarse murmuró en alta voz, para que lo oyeran: "Hay muchos jóvenes ingeniosos en el mundo que pueden inventar publicidades. Nosotros tenemos las marcas registradas y el capital". Armeniz sintió que no podía achicarse. Siempre había demostrado seguridad en el Directorio. "Perdón, señores, pero me parece que estoy viendo nuestro futuro muy claramente. Creo que es mi deber llevarlos más allá de las cifras y los problemas aparentes, hacia la visión de millones de niños jugando a que son Dios, creando vida y destruyéndola mediante otra vida, aprendiendo cómo las especies se alimentan las unas de las otras, comprando renacuajos y almejas para que vivan en sus pequeños ecosistemas caseros, aprendiendo el ciclo reproductivo de los peces tropicales..."
"Pero, ¿y las Grandes Piletas? ¿Opina usted que debemos sembrarlas de especies diferentes, sin tener en cuenta el peligro de que se desaten epidemias en plena ciudad?".
"Y los de la Liga? ¿Qué hacemos con ellos?. No aceptan nuestras donaciones y están dispuestos a acabar con nosotros. Tienen sus abogados y sus influencias...". El Directorio estaba verdaderamente asustado. "Yo creo que la propuesta de Glencoe es razonable, si podemos arreglar con los gobiernos que destruyan los animales aduciendo peligro nacional. Nosotros desapareceremos, simplemente. Ya hemos explotado bastante las posibilidades de la idea. Creo que seguir es peligroso ¿Qué opina el resto del Directorio?"
Jarvison y Marcall estaban de acuerdo. Softmind asintió quietamente desde la cabecera de la mesa. Y Averman dudaba. Armeniz comprendió que sus minutos dentro de la Corporación estaban contados. Se lanzó al contraataque, tratando de parecer razonable, a pesar de que ardía de miedo y rabia. "¿Han calculado cuánto nos saldrá arreglar con los gobiernos?. ¿Y los gobiernos que se nieguen?. No tienen porque aceptar la pesada carga de pelearse con sus propios hijos. Yo creo que la investigación del control de la natalidad y la creación de un nuevo equilibrio ecológico en las Grandes Piletas requerirá menos inversiones y entrañara riesgos menores para todos. Todavía podemos salvar el buen nombre de la corporación de Ciencia Educativa y continuar el negocio, quizás con mejores controles. Nuestro error fue pensar sólo en la ganancia rápida, vendiendo todos los bichitos y peceras que pudiéramos, en vez de diseñar un programa a largo plazo que previera la fabricación progresiva de un supuesto Ecosistema . Educativo Casero. Pero aun estamos a tiempo".

MIENTRAS TANTO, NO LEJOS DE LAS OFICINAS DE LA CORPORACIÓN... "¿Qué hacemos, señor director?" "A ver, explíqueme bien la situación" "Bueno, hace más de quince años que los animalitos se venden en todo el mundo. A principios de la década del setenta se empezó a popularizar el sistema de los sobrecitos y las peceras, y ya en el 78 unos ingeniosos argentinos inventaron la pecera de aumento, porque como los bichitos son muy pequeños... Lo demás fue muy rápido. Cuando se fundó la Corporación, que monopolizó toda la publicidad y distribución mundial, empezaron a manejarse cifras realmente grandes. En 1983 sesenta millones de chicos en todo el mundo tenían su pecera especial, su decoración, iluminación, aparato para producir ruidos de naturaleza, etc. Se imagina usted que cientos de empresas de todo el mundo dependen de la suerte de los bichitos. En1984 se crearon las Grandes Piletas Públicas de Aumento, para que la gente pudiera seguir las evoluciones de los animalitos durante el día, fuera de sus casas. Eso requirió la construcción de esas enormes lagunas artificiales, empleados de mantenimiento, etc. Además, el volumen de dinero que la Corporación ha destinado a publicidad es, en estos últimos años, mayor que el de algunas fábricas de automóviles y aparatos de audio. Nuestro propio periódico contiene, diariamente, dos o tres páginas de publicidad relacionada con los M.M.
Por otro lado, tanto la Liga Ecológica, como los partidos opositores de varios países, han convertido a los animalitos en tema de debate nacional, aprovechando el reciente descubrimiento de que transforman el oxígeno en dióxido de carbono, poniendo en peligro la atmósfera. Pero es mucho dinero el que está en juego.
Algunos gobiernos los han prohibido, otros han puesto límites a la venta y publicidad, pero en casi toda Europa y América el fenómeno sigue creciendo. Un reciente estudio opina que las generaciones más jóvenes, desde los cinco a los diez años, son el sector menos explotado del público consumidor. Y los niños de esa edad son más ahora que en ningún período de la historia. Hace diez años la producción para jóvenes se centraba en la franja que va entre los trece a los veinte años, y por lo tanto las empresas que más rápidamente crecían eran las que fabricaban discos, equipos de audio, motos, ropa deportiva, etc. La Corporación previó, hace tiempo, el cambio en el mercado, y aprovechó los bichitos estos".
"¿Todo esto pensaba poner usted en su nota?", preguntó el director mirando fijamente a Anderson, el periodista más sagaz del Washington Informer, "¿No le parece que pone en peligro esas tres páginas diarias de
publicidad que usted mismo mencionó?. Vamos a esperar un poco más el desarrollo de los acontecimientos. Usted limítese a informar sobre las reuniones de directorio en la Corporación, y las declaraciones de la Liga. Al fin de cuentas, somos un medio de información objetivo, no un manifiesto ecológico".
"Sí, señor".
"A partir de ahora, tenemos que poner 'Industria Nacional' en cada sobrecito", se quejaba la señora Elsa Aguirre en el local 24 de la Galería Apolo, cuartel general de la invasión de monos marinos. "Cada vez nos joroban más, porque dicen que los bichitos son artículo de lujo, no de primera necesidad como los útiles o el guardapolvo". "Pero si es un hobby lindo para los chicos", la alienta un hombre que se acercó interesado en distribuirlos por la zona de Bahía Blanca. "Sabe, allá ni los conocen, porque ustedes hacen propaganda solamente en los diarios de la capital".

Mientras tanto, en una pecera, cientos de bichitos corretean por el agua, impulsándose con unas primitivas patas amontonadas en la parte delantera, y una larga cola que les sirve de timón. Los bichitos, que crecen naturalmente en las lagunas de agua salada, miden apenas medio centrímetro. Y hay que mirarlos con lupa. Hasta ahora se llamaban "Artemias Salinas" y sólo servían para alimento de los peces de las lagunas. Pero el ingenio de Harold Braunhut (un norteamericano que tuvo la idea de patentar la "vida instantánea"), los convirtió en Sea Monkeys, lanzándolos a la primera plana del mundo del espectáculo, mediante una hábil campaña publicitaria. En realidad, con el mismo método se podrían vender mosquitos, o bichos bolita; sólo hace falta cambiarles el nombre por alguno más simpático, imaginar una serie de "entretenidas habilidades" a partir de las costumbres del bicho en cuestión, y fabricar un llamativo cartón con dibujos de maravillosos mundos de armonía biológica. Imagínese usted: este "helicóptero de verano" que los científicos llaman "mosquito", es capaz de atravesar una tela o un cuero humano para comer su rico manjar! ¡Téngalo hoy en su casa y véalo volar, zumbando alegremente!. Por supuesto, cuando la Transcience Corporation de Nueva York, le dio a Olga Rebisso, Yamil Abraham, y Alberto y Susana Ashabar el permiso para distribuirlos en la Argentina con el mismo nombre norteamericano de Sea Monkeys, el rebusque porteño no tardó en aparecer. Rápidamente surgieron los "Monos Marinos"de la señora de Aguirre, que según reza la propaganda, "son avalados, por una prestigiosa empresa nacional, que se esmera en desarrollar condiciones óptimas de vida para los animalitos, en constante estudio de la fórmula constitutiva y de los procedimientos de fabricación". No sólo eso: "Las mascotas hacen saber, también, que habrá muy pronto concursos y competencias de éxito entre los entusiastas criadores de Monos Marinos, en cuanto a la calidad, tamaño y destreza de los mismos". Aunque los folletos y el "Manual Oficial de los Monos Marinos" anuncian que se puede verlos "cobrar vida" ante nuestros ojos a partir de "cristales químicos inofensivos", en realidad el contenido del cartoncito con tres o cuatro bolsitas (según se trate de la versión "nacional" o "importada"), es el siguiente: El primero anuncia "Purificador de Agua", y contiene en realidad huevos secos de Artemias Salinas recogidos en la laguna de Pehuén Provincia de Buenos Aires (los nacionales). El segundo dice "Vida Instantánea" y contiene sal gruesa molida y algunas algas microscópicas. El tercero, "Plasma" o "comida", trae más algas, sal, y algunas bacterias. O sea que se trata de simples huevos de Artemia, que están capacitados para permanecer por decenas de años en vida latente, y vuelven a crecer al ponerlos en contacto con el agua. Es cuestión de ir con una pala al borde de la laguna salada y recoger huevos secos, ensobrarlos y venderlos. El precio del cartón inicial con los huevos oscila entre 10.000 y 30.000 pesos ley, aunque ya salieron los "Bebés de Mar" a 4.900 pesos, y los "Caballitos de las Lagunas Pampeanas", a 3.500. Por supuesto, después se vende el "alimento especial" en sobres, a 3.900.
La batalla publicitaria de las Artemias fue realmente interesante, Al principio, los "Sea Monkeys" se ,declaraban "único distribuidor autorizado", mientras que los "Monos" aseguraban su orgullo nacionalista: "En la Argentina, una Empresa Argentina, asesorada por científicos también argentinos, con mano de obra y materia prima también argentina...". Con respecto a su alimento, "Monos Marinos" asegura también que: "en defensa de la especie, dicho alimento sirve para animalitos argentinos y extranjeros. Y esto es importante, pues cabe suponer que productos similares llegados del exterior no tienen previsto en nuestro país el suministro del vital alimento"
La Dirección Nacional de Lealtad Comercial decidió , a mediados de abril, "verificar la promoción y comercialización" tanto de los "Monos Marinos" como de los "Sea Monkeys" porque en sus avisos, displays de venta y folletos de instrucciones "figuran dibujos de animales acuáticos con características humanas, creando falsas expectativas y una imagen distorsionada que no guarda ninguna semejanza con el crustáceo artemia salina, que sería el real producto ofrecido, induciendo a error o confusión al público". Y más adelante dice: "En consecuencia, se dispuso el cese publicitario de ambos productos".
Al día siguiente, un anuncio en el Clarín proclamaba: "¡Basta de engaños importados! Estos son los "caballitos" de las lagunas pampeanas. Son argentinos y asombran al mundo". Figuraban en la publicidad un par de dibujos de una especie de delfín con sombrero de gaucho y látigo, bajo el cual se leía: "Representación gráfica caricaturizada de Artemia Salina". Había también un dibujito parecido a una artemia, y se aclaraba: "variedad de Artemia Salina cosechada en la laguna de Chasilauquen, variedad de exportación". La publicidad seguía informando que "Revista de Biología, en su número presentación, y en adhesión al Año Internacional del Niño, entrega esta mascota viviente". Finalmente, los ocurrentes creadores del "Caballito de las lagunas pampeanas", aseguraban que "Este aviso reúne las normas de Lealtad Comercial".
Pero aquí no termina la historia. Porque ni "Sea Monkeys" ni "Monos Marinos" fueron los descubridores de la artemia en nuestro país. La revista Billiken, a principios esta década, regaló sobrecitos con huevos de Artemia a sus lectores. Los sobres venían adheridos a la revista, con un dibujo realista de una Artemia y una detallada explicación acerca de los animalitos y sus huevos, que habían sido recogidos en el Gran Lago Salado del Estado de Utah, Estados Unidos. "Ustedes los harán nacer, y los llamarán 'Billikines'".
Por supuesto, desde el inocente entretenimiento propuesto por Billiken, a la furiosa propaganda actual, hay un largo camino, y este es solo el principio, ya que todavía falta construir las Grandes Piletas.
Pipo Lernoud

 

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