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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

Las metáforas del tango

Por Ricardo Bellini

"Las letras de tango marcan de más en más la trascendencia de una pequeña metafísica del espíritu porteño". Raúl Scalabríni Ortiz, "El Hombre que está solo y espera".

Revista Dinamis
1972

 

 


Gardel: voz para la poesía

 

La cita es elocuente y se puede decir que no es exagerado afirmar que no hay temática social, política, económica, antropológica, filosófica, sentimental, de ciencia, arte y/o cualquier otra actividad de la vida cotidiana que no haya sido tratada por una letra de tango.
Esa variedad hace que las letras compongan una heterogeneidad de características especiales. A primera vista parecería que abordar temas tan dispares y complejos en un tango, daría como consecuencia un tratamiento superficial, en especial por la poca extensión que puede tener su letra. Sin embargo sucede todo lo contrario, encontrándonos frente a un análisis profundo, que trasluce a través de un proceso de síntesis -tan difícil de lograr- una poesía llena de contenido.
Es justo destacar el aporte de los "letristas tangueros", ya que si bien nadie (o casi nadie) niega la repercusión musical del tango como expresión instrumental, es común encontrarse con una opinión generalizada que adjetiva a los estribillos como cursis, chabacanos, sensibleros y otros términos despectivos indicando que las letras son simple expresión de descontento, resentimiento, inseguridad, frustración y rencor.
Esa opinión revela un desconocimiento casi total y, lamentablemente, tiene como una de sus causas más importantes la escasa difusión de buenas letras, para dar cabida a otras, que sí podrían entrar en las calificaciones señaladas y que se emiten por un egoísta criterio de tipo comercial.
La importancia de las letras de tango está claramente señalada por el solo hecho de que figuras de la talla de Sábato, Alfonsina Storni, Cortázar, T. Carella, L. Lugones, Borges, Macedonio Fernández, Blomberg, Carriego, Ricardo Güiraldes y muchos otros se han ocupado extensamente de ellas.
Es casi imposible sintetizar todos los matices de las poesías tangueras, dado que las formas de lenguaje usadas en los tangos son en extremo variadas. Por ello, nos limitaremos a dos que aparecen como opuestas y que sin embargo y paradójicamente, tienen muchas semejanzas: la escrita en lunfardo y la que se ha dado en llamar poesía culta del tango.
Ambas han sido utilizadas en forma constante. El lunfardo supo cantarle al tango y le dijo: "Chimento rantifuso y porteñero / que trabajas el corazón de paco / piropo taita, dentrador, mañero / que vas de balancín y cadenero / rumbiando para el lao del lado flaco". Tango viejo, de la 'Crencha engrasada' de Carlos de la Púa. Y el tango le pagó la deuda dándole al lunfardo pasaporte de cultura. Hace muchos años Miguel Cané había augurado a esa forma de lenguaje muy escasa vida. Y nadie puede dudar que hoy es tema de estudiosos. Porque el lenguaje es creación popular y la fuerza dinámica que emerge de lo popular le da al lunfardo su institucionalización. Y de ser en sus orígenes "orillero", idioma de delincuentes, forajidos o malandrines, pasa a través y gracias al tango, a ser uso del hombre medio y luego a ser analizado a nivel casi científico. Y el lunfardo soporta entonces, estoicamente, no solo la predicción de Cané sino también medidas gubernamentales que pretendieron abolirlo, pero continúa vigente.
Es usado por el tango para cantarle a los temas más variados; a la vida "fulera": "esta vida es puro grupo / qué me vas a hablar 'e vida / si habré corrido la liebre / mangando pa mal comer". Esta vida es puro grupo, de E. Carrera Sotelo y A. Tavarossi; al momento económico y social: ". . .y en medio del caos que horroriza y espanta / la paz está en yanta y el peso ha bajao" ¿Qué sapa, Señor?, de Enrique Santos Discépolo; a la pinta del varón: "era un mozo bacán y arrogante / bien peinado al coty con gomina / por el cual se trenzaban las minas / mendigando una frase de amor". El Rey del Cabaret, de Manuel Romero y Enrique Delfino; al duelo de guapos por la mina: "... el pardo Miranda llegó con la Ester / falta un invitado de fama temida/y ese es Maldonado que está por caer / El Tano Nicola que los relojea / y que de la cita conoce el porqué / sabe que la cosa se va a poner fea / cuando llegue el otro guapo de ley. / Ni bien Maldonado se acercó al umbral /
el pardo Miranda tanteó su puñal..." 'La cosa fue en un boliche?, de O. Roma y J. Clauso. Y Esteban Celedonio Flores hará del lunfardo un juego de exquisitos, logrando metáforas de honda calidad y significación y dirá en 'Gorriones' para referirse al amanecer que: "la luna es la bruja fulera que raja y el sol una rubia que se suelta el pelo" y adjetivará al sol como "el poncho del pobre" o "la pilcha caliente que se pone el día". Y en nuestros días Norberto Aroldi usará del lunfardo para expresar la condición de hombre al decir: "No me gusta ser ortiba / ni nací pa'lengua larga/y aunque me apure la yuta se 'cayar' en la ocasión / no le doy bola a los grasas que me miran y se amargan / conservando la distancia se engrupir con distinción". 'Pa que sepan cómo soy'.
Pero el tango pasó a armonizar con otros ámbitos. Del suburbio se va al extranjero, llega a salones aristocráticos y el lenguaje se va afinando y llega a lo que se conoce con el nombre de "cultísimo".
Con esa forma produce obras de excepcionales valores literarios. Y le canta a los temas mas variados; así a una pintura: 'Te compré una tarde paisaje lejano el marco dorado y el tema otoñal / Te colgué en el muro frente a su retrato / frente a su retrato que hoy ya no está más. / Es tal vez por eso que hoy recién me angustia / tu tono velado, tu sombra, tu gris / tu cielo cubierto de nubes y brumas / tu parque llorando con lluvia de abril". 'Paisaje', de Homero Manzi y S. Piana; o al criminal arrepentido: "Mi drama señor Juez es una historia que puede comenzar por el final / Yo sé que en lo grotesco de mi gloria / no es fácil parecer sentimental / Yo quiero señor Juez con esta historia / de un crimen tan perverso y tan brutal / que no haya ni una mancha en su memoria / que sepan que era buena y le hice mal". 'Un crimen', de Luis Rubinstein. O a la espera en la cita que no se producirá: "El cigarrillo me quemó los dedos / el ruego inútil se apagó en mi voz / y en esa esquina de los viejos sueños / quedamos solos tu recuerdo y yo. / Dolor de noches que se hicieron largas / rencor de encono que negó el perdón / después la fiebre de apurar sin pausa / la copa amarga que sirvió tu adiós". 'Noches largas', de Carlos Bahr y Astor Piazzolla (primera obra de Piazzolla llevada al disco); o al que vuelve arrepentido: "Hoy, recién, recién / vuelvo otra vez a tu lado con mi vida / escondiendo los fracasos / ocultando las heridas / y hoy al encontrar la protección de tus manos tan serenas / recién siento que me apena / saber que te hice mal". 'Recién', de Homero Manzi y Osvaldo Pugliese; o a un personaje de novela: "Y el octeto de tu amor que me ha quedado / verso inútil, fruto hueco / fuiste un eco sin pasado / vieja historia repetida / del amor de Pigmalión". 'Pigmalión', de H. Expósito y A. Piazzolla; o al recuerdo de la adolescencia: "Nada más que tus ojos castaños / en un año perdido y marchito / nada más que un rondín pequeñito / y un pequeño poema en menor / nada más que un afán de distancia / en tu infancia feliz de novela / y tu trenza rebelde y tu espuela / nada más, nada más, nada más". 'Carroussel', de Federico Silva y A. Pontier; o a un nombre de mujer: "En la evocación vuelve a soñar mi corazón / y el sueño eres tu Marión / amor de mi juventud que no se olvida / amor que llena de luz toda mi vida". 'Marión', de L. Rubinstein; "¿Dónde estarás? Ivon / que en cada barrio mi amor te nombra / ¿Dónde estarás? Ivon / que en cada calle te busco alondra / Y me parece que estás huyendo de mí / sintiendo terror de mi sombra / Y con razón Ivon / y yo llorando sin tu perdón". 'Ivon', de H. Sanguinetti y L. Visca; "Naná, la nieve ha vuelto a aparecer / y está tan pálida y tan gris / como ayer tu París / Naná no quieres como antaño / soñar, mirando los castaños blanquear". 'Naná', de C Castillo y E. Barbato.
Y también le canta el tango al idilio terminado: "Por eso es que esta estrofa al muerto idilio no es afán / de hacerlo entre los dos resucitar / Si acaso algo pretendo es por ofrenda al corazón / salvarlo del olvido y nada más". 'Volver a soñar', de F. García Jiménez y A. M. Fraga; y a la vejez del gaucho: "Contemplando las tardes a la sombra del rancho / parecieras un alma que se ha puesto a fumar / arrugada la cara, retorcidos los dedos / desteñidos los ojos de mirar y mirar / Tu Jacinta descansa en la casa del cielo / tus muchachos son hombres y los hombres se van / Solo quedan tus huesos, sosteniendo recuerdos / y sobando correas, esperando el final". 'Sosteniendo recuerdos', de Homero Manzi y L. Demare.
El viento y la lluvia no escapan al amplio matiz: "Gime, gime el viento / y es un lánguido lamento su canción de abril / Gime y el murmullo de las hojas / trae los ecos de mi ayer feliz". 'Gime el viento', de O. Rubens y A. Bruni. "Llueve y un látigo de luz me azota / relámpago de fiebre loca". 'Llueve otra vez', de J. Guichandut.
También se canta el agradecimiento por el amor que llegó: "Gracias porque al borde del abismo / cuando estaba ya perdido / alentaste mi esperanza / Gracias por el bien que a mi existencia, sin fortuna / trajo la ternura de tu voz". 'Gracias', de C. Bahr y E. Randal.
En otros casos, se canta al tango mismo: "Vengan a ver, qué traigo yo / en esta unión de música y palabras / es la emoción que me inspiró la evocación / que anoche me aquejaba". 'Una emoción', de José M. Suñé y R. Kaplún; "Tango querido suena para mí /y que me arrulle tu doliente son / ayúdame a cantar y déjame soñar". 'Déjame soñar', de E. Scalise y L. Bayardo. O a los amigos del pasado: "Dónde están mis amigos / mis amigos de ayer / Si me vieran llegar / como un duende rodar y llorar al volver". 'Mis amigos de ayer', de José M. Contursi y F. Lomuto.
Esta breve reseña culmina con aquellas letras que se refieren a la propia poesía: "Turbio sueño total / noche y deseo / se fue tu drama azul por las cenizas / anunciadas en páginas fugaces / en el roto mensaje de tu fe". 'Fugitiva', de Juan C. Lamadrid y A. Piazzolla; y la máxima creación de simbolismos metafóricos -de acuerdo a nuestra particular opinión- cuando para llorar la muerte de un muchacho de veinte años Homero Expósito dice en 'Óyeme': "Óyeme, hablemos del adiós / tu forma de partir nos dio la sensación / de un arco de violín clavado en un gorrión / sálvame de todo mi dolor / que anoche comprendí que es corta una canción / para poder llorar la desesperación / de tanta soledad / Óyeme, me tienes que escuchar / si ayer que pude hablar pensaba de perfil / ahora que no estás, no sé pensar en ti / Fue en abril, ¿el año para qué? / la tarde estaba gris / llovía aquí también / un canto de violín y un verso de papel. ¡Basta ya! / que es fácil comprender, que abril puede volver / que el sol ha vuelto ya / que volverá a llover / y tú no volverás / Óyeme, me tienes que escuchar/ Por más que quiera más / la ausencia será más cruel / aquí todo está igual e igual te esperaré". Posiblemente esta poesía puede constituir el símbolo de lo que intentamos mostrar; existen infinidad de excelentes tangos que no han adquirido la difusión que merecen y son suplantados por otros en los que la vulgaridad es una costumbre. Pero no puede negarse la riqueza poética del tango.
Este trabajo que busca señalar la gran importancia a nivel poético de las letras de tangos, fue ejemplificado con temas muy poco conocidos para rescatarlos de su injusto olvido, tratando de hacer el desagravio que ellos se merecen.
Porque es cierto que todos "nos quemamos un poco con Carlitos Gardel" (César Fernández Moreno, "Argentino hasta la muerte") pero también que las poesías de las letras de tangos, por la belleza que encierran, merecen ser escuchadas como lo señalaba Raúl Scalabrini Ortiz: "Suena un tango, la densidad del silencio se intensifica. . . los hombres encorvan ligeramente sus testas y distraen sus ojos en el borde de la taza en que desprenden la ceniza de los cigarrillos. Meditan. Están ensimismados. Hurgan sus días irreconciliablemente distanciados de la realidad . . . Sueñan".

 

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