Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

1945
17 DE OCTUBRE
La Patria sublevada



Revista Dinamis
1972

 

 




 

Raúl Scalabrini Ortiz
"Es increíble y hasta admirable el poder de persuaden y de ejecución de nuestra oligarquía. En el mes de octubre de 1945, el coronel Perón fue destituido y encarcelado. El país azorado se enteraba de que el asesor de la formación del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje a quien no puede calificarse sino con la ignominia de su propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas había sido ofrecido al ingeniero Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda sería ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco Central y presidente de la Cade, entidad financiera que tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios.
"La oligarquía vitalizada reflorecía en todos los resquicios de la vida argentina. Los judas disfrazados de caballeros asomaban sus fisonomías blanduzcas de hongos de antesala y extendían sus manos pringadas de avaricia y de falsía. Todo parecía perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón estaban presos o fugitivos. El pueblo permanecía quieto en una resignación sin brío, muy semejante a una agonía.
"Con la resonancia de un anatema sacudía mi memoria el recurso de las frases con que hace muchos años nos estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en este continente, había escrito. Cuando tienen dictaduras, quieren democracias. Cuando tienen democracia, buscan dictaduras. Los pueblos trabajan para imponerse un orden, articularse, organizarse y configurarse, pero, en definitiva, vuelven a combatir. No pueden soportar a nadie sobre ellos. Si hubieran tenido un Cristo o un Napoleón, lo hubieran aniquilado".
"Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad.
"Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.
"Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.
"Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón."
(En Hechos e Ideas, febrero 1946.)

Alberto Baldrich
El 17 de octubre es la culminación de los movimientos de masas en nuestro país, los que se iniciaron con Artigas y continuaron con Dorrego, Rosas, Yrigoyen y Perón.
Estos cinco movimientos de masas tienen el mismo objetivo: la lucha contra la dependencia y el colonialismo y el ascenso social.
El 17 de octubre tiene características propias y especiales que son:
1—Ante todo se realiza por la propia iniciación de grandes oleadas populares en ofensiva contra el régimen que había apresado a su líder, y que superaron las bizantinas deliberaciones de los dirigentes de entonces. Es un movimiento que se autodetermina.
2 — En ellas aparece el elemento nacional criollo —cabecita negra— desbordando el sentido meramente urbano.
3—Su principal ideal es la justicia social y el propósito de ascenso del pueblo al poder político, espiritual, cultural y económico.
Por estos aspectos el 17 de octubre se coloca a la cabeza de los movimientos de liberación en virtud de las condiciones carismáticas de su Jefe el general Perón, las que a su vez lo convierten en uno de los grandes arquetipos de América y de la historia universal.

Raúl Matera
El 17 de octubre de 1945 se produjo uno de tos hechos fundamentales de la Argentina contemporánea; el reencuentro de las masas populares con la Nación. Minimizar el 17 de octubre, hasta el punto de convertirlo en un resultado accidental y sin sentido de una confluencia de factores caprichosos o aleatorios, solo puede ser fruto de una actitud bélica o de una embestida irracional que perturbe el juicio y enturbie el espíritu.
El 17 de octubre de 1945 fue producto de lealtades esenciales, gestadas y desarrolladas en el seno del pueblo; jamás de las irresponsabilidades o de la audacia de nadie. Fue el producto político y social de muchos, de miles de argentinos, que venían desde el fondo de la historia con una dura carga de frustraciones e injusticias a cuestas. Nunca la aventura exitosa fundada en la audacia o el disparate.
Quienes, seducidos por un novedoso anacronismo o perturbados por su instinto irracional, vienen hoy a replantear la antinomia peronismo-antiperonismo y a extrapolar los acontecimientos de su propio momento histórico, dejan afuera al verdadero protagonista, el pueblo, representado en octubre por esos "descamisados" que confluyeron sobre la Plaza de Mayo como otras veces, a lo largo de nuestra historia.
En el desarrollo de los acontecimientos hubo quienes tienen nombre y apellido para la historia. Primero entre todos, el de Eva Perón, de quien el líder del Movimiento Nacional dije que en poco tiempo colocó una carga explosiva en el alma de la Nación. Pero no hubo milagros ni fortuitas epifanías en la histórica jornada del 45. Sí hubo, entonces, quienes se asombraron de ver por el centro de Buenos Aires algo para ellos inexistente jamás visto en su escenario de minoría oligárquica: esos representantes de la Argentina sumergida que buscaban su líder, hacía poco surgido de la institución militar. A su lealtad y naciente conciencia política se debió esa marcha sobre la Plaza de Mayo que hoy todavía parece asombrar a algunos pocos, resabiados con la misma incredulidad de hace 27 años.
Los que hoy minimizan el sentido y contenido del 17 de octubre parecen olvidar que dicho acontecimiento dio capacidad de maniobra y consolidó al único gobierno militar de este siglo que produjo cambios sociales y culturales en la Argentina; y que esto pudo ocurrir no por el aislamiento o el sectarismo de las Fuerzas Armadas, sino por su reencuentro con el pueblo en sus más multitudinarias expresiones.
¿Es que se teme, acaso, un nuevo 17 de octubre, con cantos y gritos argentinos, que haga peligrar estados e intereses minoritarios tan ciegos y sin patria como aquellos que se aliaron con Braden en 1945?
Las grandes decisiones de la Patria en marcha o en avance encuentran al pueblo participando en ellas y en gran medida determinándolas con su sola presencia. Correlativamente, la institución militar no se mantuvo al margen de los hechos populares, ni se redujo a ser mero fiscal de la ciudadanía. Hoy, como ayer, en las horas decisivas no existen opciones para el país y el camino a seguir no ha de ser diferente del recorrido en la preparación de las mejores victorias nacionales. 

Leopoldo Marechal
"Era muy de mañana, y yo acababa de ponerle a mi mujer una inyección de morfina (sus dolores lo hacían necesario cada tres horas). El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de la calle Rivadavia. De pronto, me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular, y en seguida su letra:«Yo te daré, / te daré, Patria hermosa, / te daré una cosa, / una cosa que empieza con P, / Perooón». Y aquel «Perón» resonaba periódicamente como un cañonazo.
"Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina «invisible» que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista."
(Palabras con Leopoldo Marechal, por Alfredo Andrés, 1968.)

sigue

 

 

Google
Web www.magicasruinas.com.ar