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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

1945
17 DE OCTUBRE
La Patria sublevada



Revista Dinamis
1972

 

 



 

Oscar Camilión
Fue una fecha polémica que ha pasado a convertirse en símbolo pacífico de aceptación casi universal entre los argentinos. Lo que ha ocurrido en tal sentido es síntoma del profundo progreso político que a pesar de todos los obstáculos se viene registrando en el país. Esto es obvio para las generaciones que no vivieron con conciencia el 17 de octubre de 1945 lo que como mínimo supone a todos los argentinos menores de 35 años.
Para los que lo vivieron, la aceptación por parte de la conciencia colectiva de lo ocurrido en ese día, sin duda histórico, tiene todavía más significado. Porque es lo cierto que buena parte del país lo vivió con asombro y en buena medida con miedo. La virtual invasión de Buenos Aires por la Argentina desconocida y nueva, llena de brío y de energía, bullente de capacidad creadora, pareció a muchos el inicio de una era de caos y de
desorden. Desde luego, a todo eso se sumaba el contenido político circunstancial, altamente político, concretado en el debate en torno de la figura del entonces coronel Perón que jugaba en los acontecimientos su futuro personal.
Nadie puede dudar que ese contenido político fue decisivo en la historia del país. Sin el 17 de octubre tal vez no hubiera llegado al gobierno el general Perón. Pero la significación de la fecha se proyecta todavía más ya que puede decirse que ella simboliza la incorporación de la clase obrera a la vida política, social y cultural argentina en términos de participación antes desconocidos. En la historia de la democracia argentina se puso en marcha una nueva etapa, que la profundizó y nacionalizó hasta el extremo de configurar un proceso típico que no ha tenido repetición en ninguna otra parte del mundo. Si la esencia de una revolución es la incorporación de una clase hasta entonces excluida de la sociedad a la participación en los más altos valores que esa sociedad crea, el 17 de octubre es la fecha simbólica que define la revolución concretada por el peronismo. Es un dato alentador que todos los argentinos pueden recordarlo como un hito en el proceso de integración nacional.

Borges y el Día de la Lealtad
JORGE LUIS BORGES: ¿Por qué asunto viene?
DINAMIS: Quisiéramos que hiciera una declaración sobre el 17 de octubre...
J.L.B.: ¿De qué 17 de octubre?
D.: Del 17 de octubre de 1945.
J.L.B. (pensativo): ¿Como, ese día de los peronistas?
D.: Sí.
J.L.B.: No, caramba, de eso no hablo.
D.: ¿Por qué?
J.L.B.: Cómo por qué. Usted no se acuerda porque por la voz me doy cuenta que es muy joven, pero usted no sabe lo que fue eso, horrible. Algo tremendo.
(Aparece la secretaria, le da el brazo y Borges se retira indignado. La señorita Santillán, que colabora con el director de la Biblioteca, refuerza: "Le dijimos que sobre esas cosas no quiere hablar porque se pone nervioso. ¡También ustedes los periodistas, preguntan cada cosa!")
J.L.B. (desde lejos): Como en el truco, cerramos.

Juan José Hernández Arregui
"El proceso de industrialización que venía de la Primera Guerra Mundial y acrecentado rápidamente en el transcurso de la Segunda, había dado origen a un proletariado industrial destinado a una decisiva experiencia histórica en medio del pánico los partidos directa o indirectamente complicados con el pasado. Esas masas, decepcionadas del socialismo, ajeno a la realidad nacional, de radicalismo en plena descomposición histórica después de la muerte de su gran caudillo Hipólito Yrigoyen, y del comunismo, cuyas consignas nunca entroncaron con demandas populares del país, carecían de compromisos. El 17 de octubre no sólo fue una lección histórica para las fuerzas del antiguo orden sino la gigantesca voluntad política de la clase obrera. Su adhesión a un jefe no se fundó en artes demagógicas sino en las condiciones históricas maduras que rompían con las antiguas relaciones económicas del régimen de la producción agropecuaria, que superaban los programas de los partidos pequeño-burgueses de centro izquierda. La revolución política exigía la reforma social. La recuperación de la economía, enajenada al extranjero y la elevación del nivel de vida del hombre argentino explotado, son la doble faz de un mismo fenómeno: la toma de conciencia histórica de las masas. Todo el problema político de la Argentina actual se reduce a esta irrupción consciente de los trabajadores en la historia nacional."
(Imperialismo y Cultura, 1957)

Mariano Grondona
1 — El 17 de octubre marca la aparición del sector obrero como un protagonista central del proceso político pero "a través" de la exaltación de un líder militar, lo que asegura su carácter nacional por una parte mientras, por la otra, consolida tendencias paternalistas que venían de la época conservadora.
2 — El 17 de octubre revela, a la vez el papel de factores ajenos a los factores militares en medio de un gobierno de facto y a favor de la división del Ejército. Dividido el Ejército, es posible la intervención arbitral de las otras dos fuerzas armadas. Divididas las Fuerzas Armadas, es posible la intervención en medio de un gobierno militar de actores civiles.
3—La fuerza del 17 de octubre es tal que proyecta a la vez el activo carismático de un líder sobre quienes le deben su aparición en la escena política y el "anticarisma" de quienes ven en ese líder y en su movimiento un fenómeno insuperablemente negativo. La energía de esta renovación política, compromete, así, los esfuerzos democráticos de una generación al trazar una frontera casi insalvable entre los seguidores y los enemigos de un carisma demasiado intenso para la tolerancia recíproca.

Marcos Merchensky
El 17 de octubre de 1945 estuve en la Plaza de Mayo desde hora muy temprana, hasta que el extraordinario acto se desgajó por las calles de la ciudad. Lo seguí hasta la Plaza LavaIle donde, a las dos de la mañana del día 18, hombres del pueblo se habían hecho de tres o cuatro caballos de "la montada" y ensayaban pintorescas carreras con increíbles costaladas. Antes, con Rodríguez Lorenzo, jefe de fotógrafos de Clarín, hicimos una pasada por frente a Crítica, escenario de una de las escasas violencias de la jornada. Finalmente tuvimos que seguir de a pie casi hasta Plaza Italia, donde pudimos tomar un taxi. La huelga decretada en solidaridad con el líder que se pretendía liberar y se liberó, se cumplía con severa estrictez.
Podría escribir detalles increíbles de aquellas casi 12 horas, en cuyo lapso, de tanto en tanto, pasaba por la redacción del diario para hacer balance de lo ocurrido. Los redactores nos habíamos dividido en dos bandos y la mayoría vivía con emoción los acontecimientos. El director, Roberto J. Noble, pensaba que, de alguna manera, el episodio tenia contenido revolucionario. Yo, y otros, negábamos hasta la evidencia. Vi a la multitud enardecida, pero prevaleció en mi espíritu la idea de que era la policía la que los empujaba a llenar la plaza. Vi los muchachones fatigados que se "lavaban las patas" en la fuente, en un gesto casi especular del de aquellos caudillos que ataron sus caballos en el cerco de la Pirámide, pero solo admití que quienes actuaban así eran expresión de un pueblo humillado y sometido, sin advertir en el gesto la rebelión que entrañaba. Cuando se hizo cierto que Perón llegaba y se movieron los dispositivos para facilitar la comunicación, primero en un hotel sobre Yrigoyen y luego desde la Casa Rosada, descreí, como político y como periodista, de la realidad de los preparativos. Finalmente el mensaje de Perón me pareció trivial y no capté la corriente que se establecía entre él y la masa. Cuando mencionó a la madre y la multitud coreó "un abrazo para la madre", opiné que había burla en las voces y una cierta nostalgia de tango.
Sin embargo, pocos días antes, cuando salimos de Devoto, donde estábamos presos tras la ocupación de las facultades, para dirigirnos a la Plaza San Martín, la manifestación oligárquica nos impresionó como lo que realmente era, una revancha política de la oligarquía, sin más objetivo que afirmar en el poder a la reacción. Junto a otros dirigentes universitarios proclamamos nuestra oposición a la "salida" que se buscaba. Pero hasta ahí no más llegamos. Nos habíamos quedado al margen de un proceso histórico.
Pienso que la ceguera política que padecimos puede ser una experiencia útil para las actuales generaciones jóvenes. Al formalismo revolucionario debe oponerse la revolución en los hechos. Aquel activismo impregnado de ideología, solo formalmente nacional, nos puso en el bando equivocado. Y sin embargo, no es tan difícil ver la realidad profunda de los hechos y meterse en la acción concreta nacional, revolucionaria.

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