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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

1945
17 DE OCTUBRE
La Patria sublevada



Revista Dinamis
1972

 

 



 

Cipriano Reyes
"La columna más maravillosa fue la que partió de Berisso. Estaba integrada por más de cinco mil compañeros; por el camino iban requisando todo lo que pudiera servir como medio de transporte: autos, colectivos, tarros, también pedían a la gente que se sumara a la marcha. Llegamos a eso de las cuatro de la tarde, antes había estado trabajando en la movilización. Yo viajaba en un coche con el compañero Ernesto Cleve. Cuando llegamos a Puente Barracas nos encontramos con mucha gente, ya que habían levantado el puente y no se podía seguir. Los compañeros se largaban al agua como podían, usaban los botes, los trasbordadores de los frigoríficos, tiraban bancos viejos o cualquier cosa que flotara para hacer balsas, otros simplemente nadaban en las sucias aguas del Riachuelo.
"Así era el ansia por pasar al otro lado. Les dije que fueran por el puente del ferrocarril. A los pocos minutos bajaron Puente Barracas y la gente se aprestó a cruzar. La policía intentó cerrar el paso e hizo una descarga cerrada al aire. Escuché decir a un oficial a sus subordinados: '¡Déjenlos pasar!... ¿Quién ataja ésto?'.
"Nos desplazamos por Barracas, tomando la avenida Montes de Oca hasta Constitución, donde hubo una concentración parcial. Volvimos a Bernardo de Yrigoyen para avanzar sobre Plaza Mayo. En cada cuadra se incorporaban más hombres y mujeres a la manifestación, desde los balcones nos aplaudían. Fue maravilloso." Rev. Así, 27 de octubre de 1970.

Eva Perón
"Nació en los surcos, en las fábricas y en los talleres. Surge de lo más noble de la actividad nacional. Fue concebido por los trabajadores en el trabajo y su desarrollo contempla sus aspiraciones también en el trabajo.
"Soy peronista por conciencia nacional, por procedencia popular, por convicción personal y por apasionada solidaridad y gratitud a mi pueblo, vivificado y actuante otra vez por el renacimiento de sus valores espirituales y la capacidad realizadora de su Jefe, el General Perón. Esta es la definición de un peronismo auténtico, que tiene su raíz en la mística revolucionaria. Esta es la definición del peronismo del 17 de octubre de 1945, sin otro interés, sin otro cálculo, sin otra proyección que el bienestar de la Patria traducido en el bienestar de los trabajadores en sus múltiples actividades.
"Yo invito al pueblo a meditar sobre el significado, sobre la honda proyección del 17 de octubre. Es la única, la auténtica, la definitiva revolución popular que se opera en nuestro pueblo. Una revolución histórica se justifica cuando sus causas sociales, políticas y económicas las determinan. Y ahí está la justificación de la revolución histórica del 17 de octubre. Fue determinada por causas sociales, políticas y económicas. En lo social, el abandono total de la justicia, con el enquistamiento de los privilegiados y la explotación del trabajador. En lo político, con la sistematización del fraude en favor de los partidos que se turnaban en el Gobierno o se quitaban mutuamente según el menor o mayor apoyo de los intereses en juego y en lo económico, el entreguismo y la venta del país, surgidos de sus reyertas. "Contra ello, y para destruir este estado de cosas, el pueblo rescató a su Líder y lo ubicó en este balcón el 17 de octubre de 1945."
Discurso del 17 de octubre de 1949.

Nicolás Olivari
17 DE OCTUBRE
"Desde la negra barrera del otro lado de la villa,
donde el horizonte se fundía con la nada,
con salitre en la mejilla resecada
y una miel despavorida en la mirada
llegaron
los descamisados.
"Desde la fragua abierta cual granada de su sangre,
encajada en el molde de la muerte,
desde altos hornos pavorosos, crudo fuego enemigo
con las uñas carcomidas
y el cabello chamuscado en cansancio secular
sus mujeres desgreñadas por el hambre y sus crías
que no lloran porque miran,
llegaron
los descamisados.
"Sin más arma que el cansado desaliento que en sus trazos se hizo hueco
frente al río enchapado de alquitranes y petróleos, 
solfatara de mil diablos expulsados,
del ansioso cielo antiguo de los pobres,
detenido en el asombro de su paso,
la pupila desbarrada en la angustia esperanzada
en un hombre que hace luz en la tiniebla,
que levanta todo aquello que se daba por perdido,
por perdido y para siempre,
llegaron
los descamisados.
"Desde el otro lado de los puentes destruidos
por la mano codiciosa de los despechados
con un grito silencioso en la grieta de los labios,
clamoroso, esperanzado,
latir azulceleste en las venas que se crispan,
levantando los racimos en las manos,
hacia un hombre presentido,
que vibraba delicado,
llegaron
los descamisados.
"Desde el taller cerrado y la fábrica con su cara
clausurada de bondad,
patinada
por el antiguo sudor de sus familiares,
invadieron la ciudad
y el grito fue invadiendo las conciencias
hasta hacerle claridad.
"Claridad junto al Líder recobrado
por su pueblo, el gran pueblo, solo el pueblo,
y para siempre... para siempre, desde entonces
es nuestro, solo nuestro, recobrado por el pueblo,
en aquel día de gloria que empezó oscuro y trágico
hasta hacerse claridad,
cuando el nombre iluminado,
mi prójimo y vecino, mi compañero y hermano,
lo rezaran con el alma, cuando llegaron
los descamisados."
(Democracia, 16 de octubre de 1952.)

Arturo Jauretche
Me han pedido para DINAMIS que la colaboración de este número verse sobre el tema 17 de octubre.
Es difícil decir algo nuevo sobre la significación de un acontecimiento que para millones de argentinos define un momento límite de nuestra historia. Por otra parte la historia de ése momento no es tan historia como para un análisis objetivo del quehacer de cada grupo y cada hombre, en su gestación, desarrollo y culminación. La pregunta: ¿Quiénes fueron los actores, cual fue la participación de cada uno en algo en que todos fuimos actores?, introduce un elemento de subjetividad que en lugar de aclarar confunde. Para el soldado que está en uno de los centenares de campos de batalla de una gran guerra, la batalla definitiva es esa en la que él estuvo y ése el lugar preciso del acontecer histórico. Así cada uno de los actores tiene una versión propia del acontecimiento; propia y desmesurada, porque solo es una parte de lo colectivo. Si me tocara definir por ejemplo, quien hizo el 17 de octubre de 1945, yo tendría que contestar con las clásicas palabras de Fuenteovejuna: TODOS A UNA.
Estas son algunas de las razones por las cuales se me ha ocurrido que mi rememoración de la fecha en estas columnas, sea la reproducción de la que publiqué en DEMOCRACIA el 4 de abril de 1946, cuando la tinta estaba aún caliente del hecho nuevo.

El Aventino este, era escarpado como el monte aquel. No áspera roca ni verde colina, sino alta gradería de cemento o de madera; la herradura de Núñez o el círculo cerrado de "la bombonera", el "gasómetro" o cualquier otro.
Allí estaba la multitud retirada del foro, de la plaza pública y de la farsa del comicio. Y como no encontraba héroes nuevos, y los viejos la habían defraudado, los buscó entre los veintidós muchachos atléticos que allá abajo, en el verde de la cancha, cumplían su consigna poniendo toda la pasión en hacer su quehacer, de manera eficaz y completa.
Eran tiempos "falaces y descreídos" en el gobierno y abajo, tiempos de cálculo pequeño, con banderines de cantina y posturas de compromiso. No había en la política en qué creer y la necesidad de fe buscó otros derroteros y fue así que los héroes del deporte fueron los "Héroes".
En la angustia desesperada de los que buscaban la regeneración del país, se empezó a descreer en el pueblo, y hubo momento en que las voces clamantes del desierto parecían apagarse ganadas por un escepticismo angustiado que hacía paralelo al escepticismo gozoso de los que mandaban.
Y, sin embargo, esto tenía que ser así. Así ha sido siempre en la historia. En el espacio de tiempo que media entre una fe que muere, y una fe que nace, la frivolidad pone su imperio. Los viejos altares se van apagando y los nuevos tienen solo una llamita incipiente, que no alumbra aún el camino de las oscuras catacumbas donde fermenta el futuro.
Frívolas fueron en París las vísperas del 89. Frívolas en Petrogrado las vísperas del 17. María Antonieta jugaba a los pastores en Versailles, cuando alguien en los suburbios de París, afilaba guillotinas. Y en la corte del Zar nadie presentía tras las barbas de Rasputín, el rostro lampiño de los adolescentes de la marinería de Kronstand.
Aquí también la multitud se puso de pronto en movimiento. Comenzó a mirar hacia otro lado que el verde de las canchas, cuando en la mañana del 4 de junio vio avanzar, por Blandengues al centro, la columna militar. Y fue mirando, mirando, y creyendo, creyendo. El 17 de octubre ya tenía una fe y se volcó en la calle, a la carrera. Como si bajara los tablones y los escalones de cemento. Y porque ya tenía una fe, se quedó en la calle de guardia al lado del "héroe", que acababa de encontrar. Y sigue estando en la calle, rumorosa en el mitin, silenciosa en el sufragio, pero siempre al lado de la fe encontrada.
Es el Pueblo de la Revolución que ha vuelto al foro y que hoy estará presente en la Plaza de la República.
Pueblo de la Revolución. ¡Salud!
Reproducido en Mano a Mano entre nosotros, Juárez Editor, Buenos Aires, 1969.

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