Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ


1943-1983
(tercera parte)
Revista Primera Plana
Abril 1983

un aporte de
Carlos Enrique Podestá

 

ULYSES PETIT DE MURAT
"El enfrentamiento hizo desaparecer las peñas"

En esa época, la vida nocturna de Buenos Aires era particularmente intensa. Estaban en pleno apogeo las llamadas "peñas", que no eran otra cosa que las habituales reuniones de amigos con afinidades literarias y culturales en un determinado bar. A las del Tortoni, por ejemplo, solían concurrir personalidades del ambiente musical: allí cantó con su magnifica voz la soprano Lily Pons y mientras duró su estadía en Buenos Aires —había venido a dar una serie de recitales en el Colón— no faltó a ninguna de esas citas.
De ese año, también recuerdo a Carmen Amaya cuando no tenia ninguna influencia espuria y estaba en la plenitud de su arte; por supuesto que la hacían bailar todas las noches sobre las mesas de café y era un espectáculo estremecedor.
Otra peña que recuerdo con cariño es la que funcionaba en el bar de la esquina de Cangallo y Carlos Pellegrini, hoy desaparecido, donde me reunía con Homero Manzi, los González Tuñón, Sixto Pondal Ríos y otros tantos intelectuales que frecuentaban a Alvear cuando éste era presidente. En ese bar se gestó "La guerra gaucha". Pero el advenimiento del régimen militar, primero, y el peronismo, después, creó enfrentamientos muy duros entre los argentinos e hizo que esas peñas desaparecieran. Cuando Manzi se hizo peronista, me distancié de él y hasta tuve que exiliarme en México. En esa época, era más importante ser que tener.

 

 

ROGELIO FRIGERIO, DESARROLLISTA
"Lo que pasó en el '43 es el desafío del '83"
En las cuatro décadas que van del 1943 al 1983 el país sufrió cambios y mutaciones importantes, aun cuando el signo general del proceso vivido desde entonces ha sido el de la acentuación y profundización de la crisis del subdesarrollo que se hizo manifiesta desde la quiebra de la división internacional del trabajo, clásica en 1930.
En 1943 el país había agotado las instancias de lo que se llamó la "década infame", con sus graves consecuencias para los sectores laborales sobre los cuales se descargó el peso de la crisis. Durante la década del '30, y especialmente mientras se desenvolvió la Segunda Guerra Mundial, se había realizado un proceso de industrialización importante, que sin embargo no había sido completa. Se venía registrando un proceso de migraciones internas —que sería continuado en los años siguientes— de importantes contingentes de compatriotas del interior que se trasladaban al centro capitalino en busca de nuevas oportunidades laborales. Al emplearse en la industria accedían también a la sindicalización, lo cual implicaba un paso importante hacia la participación más completa en la vida política y social.
Los nuevos sectores
Perón respondió a las aspiraciones de esos nuevos sectores sociales emergentes, planteando consignas muy generales, pero en el sentido correccional de las masas. Mediante los planes quinquenales que puso en práctica, favoreció la movilización de la economía que promueve la industrialización, pero sin plantear la prioridad de la industria pesada, en lo cual ese proceso generó nuevas vulnerabilidades externas. La prioridad en los hechos fue asignada a los gastos de carácter social, descuidándose los aspectos fundamentales de la inversión en la producción siderúrgica, en la energía en general y especialmente en la producción petrolera. Se llegó así al absurdo económico de dársele más importancia a las instalaciones de agua potable que a los sectores cuya capacidad reproductiva iban a poner al país —en el caso de hacerse— en condiciones de asumir con muchos más recursos todas las necesidades de su pueblo.
Ahora la crisis que no ha tenido solución a lo largo de todos estos años ha llegado a un punto limite. Es indispensable oponerle un programa capaz de enfrentarla con éxito, para lo cual hay que atender a su universalidad y su gravedad, pero fundamentalmente hay que apuntar al centro de gravedad, que está en el aspecto económico-social. Es necesario, asimismo, construir el Frente Nacional, que sirva de motor y apoyo logístico a ese programa de desarrollo que será, dado el punto de deterioro en que estamos, un verdadero esfuerzo de resurrección. Ante lo que ocurrió en 1943, éste es el desafío de 1983.

EMILIO HARDOY, CONSERVADOR
"En 1943 se instauró el sistema que ahora agoniza"
Haciendo un paralelismo entre el '43 y el '83 creo que la historia no se repite aunque las situaciones presentan analogías llamativas. En 1943 se iba a producir un hecho importante, significativo, que es la incorporación de un gran sector de la ciudadanía a la vida activa de la política nacional; hay una participación masiva más significativa que es lo único concreto y positivo que ha quedado en el largo periodo transcurrido desde entonces. Así como la clase media llega al poder en 1916 por intermedio de los representantes, hijos de los inmigrantes que habían llegado a ser doctores, con todo derecho, en 1943 hay una expresión popular que no debe ser subestimada. En cambio también en 1943 se instaura un sistema político y social que ahora agoniza, que se está cayendo a pedazos, oneroso, ineficiente, corruptor. Nunca fue cambiado, pero el país ya no puede pagarlo, es anticuado, ya no sirve. Y esos son los cambios que van a ocurrir a partir de los acontecimientos que se están viviendo. Queriéndolo o no, las nuevas autoridades del país van a asistir a ese cambio. Sería de desear que un gobierno lúcido hiciera la transformación que el país necesita en la forma más ordenada y menos costosa posible. De lo contrario, la crisis económico-social implicará un costo incomparablemente mayor. Pero el estado deforme, inmenso, inservible, burocrático, las oligarquías y privilegios que ha creado, los feudos estatales, la inflación, el desorden, el atraso, la regresión que están revelando las cifras del producto, todo eso termina, porque termina el sistema, está agonizando.
Ahora va a existir una fuerza que aglutine a todos los sectores conservadores del país: en aquella época, el país se dividió en peronistas y antiperonistas, entre totalitarios y liberales y eso explica la ausencia —en ese momento— de una fuerza que agrupara a los sectores conservadores. Ahora, en cambio, tanto el radicalismo como el peronismo tienen coincidencias ideológicas fundamentales, se parecen como dos gotas de agua; sólo con alguna diferencia de estilo.
En este contexto actual, la contrapartida la van a representar las fuerzas políticas del centro; se van a unir y van a tener una actuación descollante en el comicio electoral que viene.

ABEL SANTA CRUZ
"En el 43 empezó una época nefasta"
Solía concurrir a una peña en la confitería "La Real" (ahora hay allí una pizzería) ubicada en la esquina de Talcahuano y Corrientes, y que se caracterizaba por tener el piso de madera. Ahí era posible ver casi todas las noches a Luis Ángel Firpo, Raúl Riganti, Enrique Cadícamo, Troilo, Discépolo, los que pernoctaban alrededor de las mesas de mármol fileteadas de bronce. Aquello era un "avispero". En la otra esquina, la de Libertad, estaba "La Nobel" con una "orquesta de señoritas". Era la época del Marabú y de Troilo. Pero cuando se enferma Ortiz empieza el derrumbe, entra la coima y, en 1943, empieza una época nefasta. La censura empezó de una manera muy dura con el régimen militar y, de golpe, terminó con todos los programas radiales de un día para otro. En nuestra profesión era imposible vivir. Aunque soy un hombre para el que la política carece de todo interés, opino que el gobierno militar que subió en 1943 era una descarnada dictadura, al punto tal que cuando un actor estaba prohibido, no podía nombrárselo por radio y, por lo mismo, no se transmitía la obra que trabajaba por las emisoras. Era la época del cine de teléfono blanco y radio rosa. Así era, por otra parte, el cine norteamericano: bélico o comedias rosas. El teatro era del mismo tipo: la comedia brillante de -Pondal Ríos y Olivari en las que se lucían Gloria Guzmán, Delia Garcés, Enrique Serrano, Esteban Serrador. El tango 'Uno' hizo furor y fue el apogeo de los grupos literarios Martín Fierro, Boedo y Florida.

OSCAR ALBRIEU, PERONISTA
"Entonces había que crear, ahora que reconstruir"

El año 1946 traía de arrastre una serie de situaciones especiales. La conducción económica, por ejemplo, de neto corte liberal, que con la crisis del 29' en adelante arrasa con el gobierno del doctor Yrigoyen, es encarada por el gobierno de general Justo con una serie de medidas de conducción de la economía de corte estatal, detrás de las ideas del doctor Pinedo, que no en vano venia de una formación socialista. Entonces ya no es el Estado neutro que interviene sólo en conflictos, sino que es el Estado que conduce e interviene en la cuestión económica. Asi se crean las Juntas reguladoras de granos, el Banco Central y otros instrumentos aptos para la conducción económica, aunque esas medidas son adoptadas con un cierto sentido empresarial y de sujeción a la dirección internacional que ejercían los intereses británicos. El Banco Central mismo se hace por asesoramiento y consejo de Otto Niemeyer, un gran economista inglés ligado a todos esos intereses británicos.
En lo que hace a la cuestión política, las mayorías populares,representadas entonces por el radicalismo, estaban prácticamente proscriptas de los triunfos electorales por el fraude y la violencia que se ejercían con mayor magnitud en la provincia de Buenos Aires, aunque también en las demás reglones del territorio nacional.
Terminada la guerra, se presenta con mayor patetismo la situación de inferioridad de un gran sector de la población de la República: los trabajadores. Por eso la idea de Perón es esencialmente reparadora en lo social pero también integradora en lo institucional. Asi es como se proponen las medidas para el derecho laboral, se crea la justicia del trabajo, una justicia especializada para entender en esos problemas; se le da primacía a la función gremial dentro del contexto general de la República. En fin, todas medidas reivindicatorías del hombre argentino, e integradoras, cuando al cuerpo social de la Nación le agregamos esa mitad siempre proscripta que han sido las mujeres.
Es decir, en el campo económico, a aquellas decisiones de conducción económica creadas por el gobierno de Pinedo se les da otro carácter y se las hace servir con gran sentido nacionalista a los intereses del país. Se nacionaliza el Banco Central, se crea el Inder en los seguros y comienza una nueva política con otras formas de Estado distintas de las formas creadas por Roca y la generación del '80.
En cuanto a las equivalencias entre el presente y el 43', digamos también que en aquel momento se trataba de construir una nueva faz de la Nación. Más cerca, con el golpe militar de 1976, y toda la situación que estamos viviendo con la proscripción durante largos años de la actvidad gremial y política se ha creado una situación distinta de la de entonces pero también más acuciante. En ese tiempo debíamos crear muchas cosas; aquí tenemos que empezar por reconstruir muchas cosas y la responsabilidad esencial de todos los políticos es comprender que esta emergencia nacional no puede ser superada por un sólo partido político sino que tiene que ser superada por todos los que, con gran sentido nacional, quieran coadyuvar a esa reconstrucción olvidándose de etiquetas. Como dijo Perón," "a este país lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie". Lo dijo en 1972 y ahora vale más aún.
En cuanto a las incidencias que podría tener la muerte de Perón en la política nacional creo que la aparición de Perón como Iíder de un movimiento nacional ocurre cuando ya habían pasado 10 años de la desaparición de otro líder, del pueblo argentino. Nuestro país se ha hecho casi con un sentido personalista, detrás de determinados liderazgos: pueden llamarse Rosas, Mitre, Roca, Yrigoyen, Justo, De la Torre, Perón.
Creo que, por inercia, Perón sigue gobernando hasta después de muerto. Además, creo que los liderazgos surgen siempre. Tenemos el caso de un Roosevelt gobernando 16 años en forma ininterrumpida; o un Churchill liderando su país durante muchos años difíciles.

FACUNDO SUAREZ, RADICAL
"Los radicales nos equivocamos en el 43 como ahora se equivocan los peronistas"

Remontarse a la situación política argentina de hace cuatro décadas me sugiere una primera reflexión que me parece destacable: al igual que los radicales de los primeros años de la década del '40, reacios a cualquier negociación con el entonces coronel Juan Domingo Perón partiendo de la base de que eran el partido mayoritario, los peronistas del 83, convencidos de que pueden ganar las elecciones por mayoría abrumadora, desestiman la presencia de un radicalismo pujante que, en los últimos años, viene ocupando el espacio vacio que dejó el peronismo. Con esa evaluación, los actuales seguidores de Perón están cometiendo el mismo error en el que incurrieron loa radicales del '40. Es fundamental entender que la Argentina del '83 supone una gran transformación de la vida política nacional.
Respecto del contexto político de hace cuatro décadas, puedo decir que en 1943, a los 20 años, yo tenia una marcada tendencia y militaba politicamente. Estaba afiliado a la UCR desde los 18 años pero nunca había podido votar debido a los grandes fraudes. En aquél año, existían dos hechos políticos importantes: uno, a nivel internacional, que era la Segunda Guerra Mundial y que había provocado una profunda división entre los argentinos; el otro, a nivel nacional, se remitía a la presidencia de Ramón S. Castillo, un hombre de notoria simpatía por el Eje (la alianza polltico-militar entre Alemania, Italia y Japón), por el fascismo, pero que había realizado algunas obras de neto corte nacionalista. Varias de ellas, la creación de la Flota Mercante Argentina por ejemplo, lo habían hecho simpático a sectores populares.
Por entonces, los estudiantes estábamos decididamente a favor de la democracia y luchábamos abiertamente contra lo que denominábamos "la era del fraude", que en esos años ya agonizaba. Por otra parte, el sistema ya se mostraba incapaz de dar respuesta a los grandes problemas del país. Fue en ese momento en que el radicalismo intenta una alianza con algunos militares democráticos del Ejército y comienzan los aprestos para una revolución. El golpe del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) se adelanta a ese proyecto para evitar lo que se entendía como un pronunciamiento democrático cívico-militar.
El del GOU, como todos los procesos militares que hemos conocido en el país, fue una asonada con imprecisiones ideológicas y políticas: los oficiales saben cómo empiezan pero no cómo acabarán. Ellos decían que eran de derecha pero para la mayoría de los sectores democráticos del país eran de tendencia corporativa. La cuestión es que con su intervención lograron abortar el pronunciamiento de un frente popular que en Mendoza ya se había formado con radicales, socialistas y lencinistas.
Cabe reconocer que estos oficiales del GOU evolucionaron rápidamente hacia una ideología popular con el paso de los días. Algunos militares jóvenes -como los entonces coroneles Perón, Mercante y Russo— logran ejecutar una real política de apertura social a la que el país no estaba acostumbrado o, por lo menos, aparecía como inédito. Nosotros, los estudiantes, calificamos de fascista a esa apertura social. Los acontecimientos nos demostraron luego que estábamos equivocados.
Pienso que el hecho realmente novedoso de ese proceso es la irrupción en el panorama político argentino del coronel Perón quien, desde la Secretarla de Trabajo y Previsión, pone en marcha un enérgico programa de transformaciones sociales. Recuerdo, de aquellos tiempos, el primer discurso de Perón. Los estudiantes lo escuchamos con mucha prevención pero, no puedo negarlo, nos impresionó profundamente. Nos gustaba lo que decía, pero rechazábamos el entorno, el contexto en que se desarrollaba aquel programa. Resumiendo, nos oponíamos a la presencia militar de ese proceso.
En aquel momento político, el discurso de Perón prendió mucho en la gente. Hablaba del "fin de una era", del comienzo de la participación social, de las organizaciones sindicales, en contra del fraude, y por el logro de un país industrial. Pienso que fue un discurso revelador que habría que volverlo a leer con sentido histórico.
Pero, simultáneamente, se registraba una gran confusión, ya que la mayoría de los ministros del nuevo gobierno militar eran conservadores o nacionalistas de extrema derecha.
Con esas presiones, Perón comenzó a llamar para que colaborasen con su programa a socialistas y radicales que estaban cansados del fraude como el caso de Antonio Benitez, luego legislador y ministro del gobierno peronista. También convocó a Hortensio Quijano —luego integrante de la fórmula presidencial junto con Perón—, un político radical muy respetado (dicen que era el único militante de la UCR ante quien Alvear
dejaba la lapicera y se paraba para saludarlo). Es decir, que los radicales que fueron con Perón no eran "flor de ceibo", de segunda, sino personalidades destacadas de la UCR.
Desde ese punto de vista, hay similitudes evidentes entre las dos épocas: el peronismo está muy convencido de que puede ganar las elecciones por abrumadora mayoría sin tener en cuenta que Perón ha muerto. En el '40, nosotros no tuvimos presente que había muerto un sistema, que, con la revolución del '43, el fraude y el autoritarismo llegaban a su punto final y surgía un nuevo concepto social de la política.
Actualmente, al peronismo le está pasando exactamente lo mismo. Ellos no valoran la presencia de un radicalismo pujante que está convocando a grandes sectores de la clase media y que, incluso, ya tiene bases sindicales. Lo que ocurre es que la UCR ha ocupado una franja del espectro social que el peronismo abandonó, al revés de lo que sucedió en 1946. Muerto el líder del peronismo, ocurrió lo que pasó en 1943, al morir un sistema. En el caso del peronismo, ha muerto Perón, que era el sistema mismo.
Respecto del hecho de repetir los fenómenos registrados en los primeros años del '40, recuerdo que el mismo Perón me dijo en Madrid que fue un error político del radicalismo que él facilitó al querer dividirlo, en lugar de insistir en pactar con éste.
He sido partidario de que un candidato presidencial común surgiera de la Multipartidaria en esta coyuntura electoral. Un candidato común que comparta los presentes riesgos que, si bien se parecen politicamente a aquellos del 40, presentan también grandes diferencias.
Por ejemplo, en 1946, Perón pudo obtener un gran apoyo popular porque realizó una inteligente redistribución de la riqueza. El país salía de la Segunda Guerra Mundial con las arcas repletas de oro y divisas. Teníamos una reserva de más de 2.000 millones de dólares que, a los valores de entonces, significaban más de 50.000 millones de dólares.
Ahora, en cambio, no hay nada para distribuir. Hay que reconstruir un país que sale de una verdadera guerra de la que fue protagonista y no proveedor. Los hechos demuestran que no se puede gobernar con un solo partido. A la Argentina hay que gobernarla entre todas las agrupaciones políticas no habrá soluciones.


Testimonios de vida
"Me acuerdo bien: el 43 fue un año difícil. Había problemas políticos, la vida estaba cara y hasta yo mismo, que en esa época trabajaba de mecánico, vi algunas "ollas populares" cerca de la General Paz. Pero qué quiere que le diga... A veces pienso que aquello fue un paraíso si uno lo compara con esto", dice Atilio Suárez, de 68 años, con un amplio gesto.
En un ademán vago pero revelador. "Esto" es el '83, un país "que ya no puedo entender". Acaso por eso mismo, el pasado aparece más vivido. "Por esa época, vivir no era fácil. Pero uno tenia las cosas claras a pesar de la guerra en Europa, las dificultades para conseguir alimentos, el racionamiento de combustible y electricidad. Hubo unos meses de gran desocupación —los primeros de 1943— aunque la industria del país seguía creciendo. Se comentaba además que los barcos en el puerto reventaban de trigo y otros cereales".
Lúcido e Irónico ("es que tengo algunas lecturas y hasta milité politicamente", comenta), Suárez, Jubilado con la asignación mínima, no puede evitar las comparaciones: "Hay que consolarse pensando que, en el '43, Martínez de Hoz era un pibe y no podía decidir el destino de los argentinos como lo hizo en este proceso".

Las "verduritas"
Más allá de los problemas políticos, Alfonsina de Politti, 70 años, viuda, recuerda lo de "las verduritas". "Una iba a comprar en la verdulería y le regalaban el apio, el perejil, la zanahoria, la albahaca o el puerro, tampoco se cobraba el "bofe" y los huesos con caracú. La fruta, en algunos lugares, se vendía en canastas a 30 centavos cada una", cuenta. "En mi familia apenas sabíamos lo que estaba pasando en la guerra de europa. Yo estaba más preocupada por conseguir carne barata —durante dos o tres meses los precios fueron inalcanzables— y nos dábamos "maña". El día del golpe —había una especie de neblina— una vecina y yo fuimos corriendo al almacén pero llegamos tarde. La gente ya había agotado el azúcar, la harina y los fideos secos".
La memoria de la viuda de Politti conserva intacto el 4 de junio: "Mi esposo, que murió en el '72, estuvo cerca del tiroteo que se produjo frente a la Escuela de Mecánica de la Armada y hasta vio un herido. Mi marido ganaba 105 pesos (era tornero) y generalmente nos alcanzaba para vivir, salvo los primeros meses de 1943. También recuerdo que en ese verano hubo un día de más de 40º, un record. ¡Qué época! Se vivía mejor, le aseguro".

"La esperanza era importante"
En la revisión de Angela Nazar, 69 años, jubilada de la docencia, el estreno de "La guerra gaucha", los libros de Elias Catelnuevo (especialmente su obra "Tinieblas") y las famosas matines cinematográficas son evocaciones que se mezclan con sus afanes consumistas de clase media: "Yo era maestra y podía tener una lustradora de piso pagando 15 cuotas de un peso por mes. Con el sueldo de mi marido (ganaba 120 pesos y era un fanático del fútbol, la pasión deportiva de entonces) y el mío (cerca de los 90 pesos) pudimos ahorrar, sacar un crédito y comprarnos una casita en Flores".
En el mismo año en que Ernesto Sábato, por entonces un joven y brillante científico, da a conocer "Uno y el universo", la señora Nazar asegura que ya los medios intelectuales discutían a Jorge Luis Borges, "objeto simultáneo de grandes alabanzas y denuestos, mucho peores de los que se pudo leer en publicaciones en las últimas décadas.
"Podría comentarle que fue un año en el que sucedieron muchas cosas. Prefiero señalarle, en cambio, que para los argentinos de esa época la esperanza era un sentimiento importante".

La libertad y sus márgenes
Livio Hugo Mastromarino, 57 años, gráfico, lo recuerda como el año en el que nacieron (en diciembre) los quintillizos Diligenti, una época en que ya la rivalidad entre los boxeadores Alfredo Prada y el "Negro" Gatica comenzaba a atraer grandes cantidades de público.
"Lo que me sigue impresionando —dice— es el clima de libertad que se vivía por esos tiempos. Nosotros éramos un grupo de siete u ocho muchachones que salíamos disfrazados de presos con leyendas en la espalda que ahora me da vergüenza repetir. Uno salía a las 5 de la mañana con una mina y tenía garantías de que la policía no lo iba a molestar. ¡Si hasta se podía circular por la calle sin documentos! Después del golpe de junio, las cosas comenzaron a mejorar en el país y se veía a la gente más contenta."
Mastromarino puede reconocer que el paso de los años trajo aparejado "un mayor número de comodidades para que la gente pueda vivir mejor". "En el '43 no había televisión pero nunca volveré a divertirme como en esa época; recuerdo que se armó un lío durante el gobierno de Castillo cuando se descubrió que una bolilla de la lotería había sido manipuleada. A la distancia, ese escándalo aparece como un juego de niños si pensamos en lo que pasó últimamente".

Sin dólar ni "bicicletas financieras"
Obsesionado por la economía, Pablo Criscuolo, 72 años, ex empleado bancario que ganaba 180 pesos en el '43. confiesa que a pesar de que la palabra inflación comenzó a cobrar sentido ese mismo año ("los precios subieron abruptamente en la primera mitad del '43"), no fue de ninguna manera el fantasma actual. "El dólar y los depósitos a plazo fijo no significaban lo que actualmente. Eso sí, antes de la revolución de junio —creo que fue en abril de ese año—, el Departamento Nacional de Trabajo Informó oficialmente que la situación del obrero había empeorado y que la mayoría de la población estuvo forzada a reducir su nivel de vida".
"Pero simultáneamente —agrega—, un amigo mío pudo alquilar, en Santa Fe, una casa pagando tres pesos por mes, debido a una concesión oficial del gobierno de la provincia para los que no tenían techo. Después, con el paso del tiempo, la cosa mejoró.

 

 

Google
Web www.magicasruinas.com.ar