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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

Las guerrillas
diagnóstico y terapia
Revista Extra
octubre 1971

 

Mucho se ha escrito sobre el asunto de las guerrillas. Las especulaciones sobre su origen, naturaleza y conformación han llegado al infinito. Existen los que aseguran que la violencia ha reemplazado a una vida política congelada por decreto. De ser veraz está hipótesis, el llamado a elecciones concluirá con el problema insurreccional. Son más los que aseguran que las causas y las soluciones están ubicadas a un nivel más profundo. En la nota que sigue, un grupo de personalidades de distintas tendencias se ocupan, desde sus respectivos puntos de vista, del asunto respondiendo a dos preguntas fundamentales: 
a) ¿cuáles son las causas de que exista la guerrilla en nuestro país?, y 
b) ¿qué hechos o factores decretarían su extinción? 
Un tema para conversar largo y tendido.


Ramos

Frondizi

Anchorena

Kelly

Sáenz

Palma

Rosa

 

 

RAMOS:
"Violencia colectiva"
Jorge Abelardo Ramos, uno de los ideólogos de la "izquierda nacional", enfoca así el asunto:
"Cuando Simón Radowitsky le arrojó la bomba al coronel Ramón Falcón, jefe de Policía, atentado que ocasionó su muerte y la de su secretario, el joven Alberto Lartigau, se dice que las últimas palabras del coronel Falcón fueron «Son gajes del oficio...». Falcón sabía que si las fuerzas a su mando y por su orden dispararon sus armas contra la pacífica manifestación de la FORA, el 1º de mayo de 1909, mientras los oradores de la FORA pronunciaban sus discursos, no podía esperar que le enviaran cajas de bombones como testimonio de gratitud.
"Esa masacre, la primera semana trágica, provocó 8 muertos y 105 heridos. Radowitsky encarnó la cólera impotente de la multitud diezmada por los máuseres de los «cosacos». Es la historia de siempre. Ahora hasta hay «sociólogos» que andan pretendiendo estudiar las «motivaciones», según se dice en la jerga, que originara las acciones en los grupos armados. Nada hay más sencillo de explicar. Hace quince años que el pueblo argentino ha sido despojado de sus derechos políticos y la Argentina de su soberanía económica. Todas las tentativas políticas realizadas por las Fuerzas Armadas y los partidos para encarrilar al país hacia una «salida normal» (excluyendo a Perón de esa salida) han fracasado. Por lo contrario, el periodo de Onganía aceleró todos los errores anteriores y multiplicó todos los crímenes. Bernardino Rivadavia es un poroto al lado de Onganía y sus sucesores, que han establecido el más absurdo unitarismo de que se tenga memoria desde 1819. Las provincias han sido saqueadas y han comenzado a despoblarse. Históricamente, las metrópolis imperiales explotan sus crisis internas hacia las colonias y semicolonias y las capitales de estas últimas las reexportan hacia sus «hinterland». Buenos Aires realizó esta política hasta el punto crítico en que las provincias con sus levantamientos populares devuelven a la Capital la contramarea revolucionaria. El «cordobazo», el «tucumanazo», y las restantes conmociones del pueblo de provincias desencadenan la caída de Onganía y Levingston.
"En tal cuadro político y económico no es difícil explicarse que los actos de lucha armada y terrorismo individual o de grupo constituyen la respuesta simétrica al terrorismo oligárquico y a la burla imperialista. ¿Qué esperaban? Yo no confío en la eficacia de estos actos; pero ellos continuarán hasta que el pueblo, con su violencia colectiva o con elecciones inmediatas sin proscripciones, arroje del Poder a los usurpadores y establezca la voluntad de las mayorías nacionales. Puesto que el terrorismo o los actos de lucha armada, tal cual se han manifestado en los últimos años en la Argentina, son la desesperada réplica a la dictadura inescrupulosa e irresponsable que padece el país, no desaparecerá pura y simplemente por la represión. De esto pueden estar seguros tanto los «sociólogos» como los represores.
"El comandante en jefe del ejército peruano dirigió la lucha contra los guerrilleros en 1965. Luego, en 1968, tomó el gobierno de Lima y comenzó a realizar la revolución agraria, por la que habían luchado y muerto los guerrilleros. Ahora, Velasco Alvardo tiene el apoyo de Héctor Bejar, uno de los guerrilleros sobrevivientes, con quien acaba de mantener una entrevista de cuatro horas en el Palacio Pizarro, que ahora se llama Palacio Túpac Amaru. En 1965 Velasco Alvardo hacía «guerra contrarrevolucionaria»; ahora hace una política revolucionaria. Antes, reprimía a los campesinos. Ahora, al entregarles las tierras, les dijo: «Campesinos, el patrón ya no comerá de tu pobreza».
"En Chile reinaba el terrorismo antes de Allende. El MIR asaltaba bancos. Allende los ha nacionalizado a todos y el MIR actualmente se ocupa de custodiar la seguridad personal del presidente socialista de Chile.
"Todo esto es muy difícil de entender ¿verdad?"

FRONDIZI:
"Los combustibles naturales"
El doctor Risieri Frondizi profesor de filosofía, de dilatada actuación universitaria en nuestro país y en el exterior, es autor de "El punto de partida del filosofar". "Sustancia y función en el problema del yo", "La Universidad y sus misiones", "Qué son los valores" y "El ideal y su determinación como obra de arte en la estética de Hegel". Esta fue su respuesta a nuestro planteo:
"La guerrilla es la reacción natural frente a la crisis. A la entrega profunda de la economía nacional a los monopolios extranjeros y otras formas agudas de pérdida de la soberanía nacional se suma actualmente el grave problema de la carestía de la vida y otros modos de padecimientos cotidianos. Si bien algunos existieron en épocas pasadas, dos hechos nuevos son los que han producido el surgimiento vigorizado de la guerrilla. El primero es la falta de libertad. Cuando existe libertad auténtica se puede luchar contra la injusticia social de modos muy diversos. La dictadura, en cambio, cierra estas formas de desahogo y aumenta la presión interior a falta de los escapes naturales. Por otra parte, la dictadura es un acto de violencia, y la propia Constitución señala que los ciudadanos tienen el derecho y el deber de armarse para defender sus principios fundamentales.
"El segundo, es la desesperación, al perder el pueblo toda confianza en el Gobierno. Compárese la actitud actual de la gente con la que tenía durante el primer año de la llamada Revolución Argentina. Muchos abrigaron entonces la esperanza de que se produciría un cambio real. El Gobierno se encargó de disiparla.
"El pueblo no cree en las promesa del Gobierno porque éste las desmiente con los hechos. ¿Quién puede creer en el llamado Acuerdo Nacional si es público y notorio que las fuerzas armadas están dispuestas a entregar el Gobierno pero retener el Poder? Cuando todas las rutas están bloqueadas, se corta a campo traviesa.
"Es una ilusión suponer que se aventará la guerrilla con la represión, aunque se la tecnifique bajo la dirección de expertos extranjeros. Tampoco se la eliminará con las torturas, la aplicación de la pena de muerte sin juicio previo y otros procedimientos vergonzosos que comienzan a usarse entre nosotros. Ellos son el combustible natural de la guerrilla. Sirven para abatir a unos hombres y alimentar la violencia en el ánimo de miles de almas juveniles.
"Hay que ir a las causas profundas: la injusticia social, el hambre y la miseria. Hay que abrir efectivamente las posibilidades democráticas de cambio y empeñarse en liberar al país del dominio extranjero.
"En una palabra, no se pondrá fin a la guerrilla combatiendo sus efectos, sino sus causas. La dictadura y la injusticia social son las dos causas principales".

ANCHORENA:
"La revolución federal"
El doctor Manuel de Anchorena lidera, desde hace algunos años, el Movimiento Federal. Ese grupo une a una vehemente reivindicación de Rosas su adhesión a la figura de Juan Perón. Este es su argumento:
"La existencia del fenómeno guerrillero obedece a múltiples causas de carácter interno y externo. Pero fundamentalmente éstas se pueden resumir en el estado patológico de la sociedad en que nos toca vivir. La permanente frustración de la juventud, sin posibilidades en un futuro incierto, constituye el caldo de cultivo ideal para el surgimiento de reacciones violentas. La erradicación de dichas causas terminarán con la existencia de la guerrilla y ello se logrará únicamente con la concreción de la revolución nacionalista, federal y popular. Si no se produce un cambio estructural que nuestro país necesita, serán inútiles todas las medidas para reprimir los efectos, permaneciendo incólume la situación generadora".

KELLY:
"No hay trabajadores guerrilleros"
A Guillermo Patricio Kelly no hace falta presentarlo:
"Es necesario comenzar por definir qué es la guerrilla. A mi juicio, es la respuesta violenta, disgregadora y desesperada de los sectores juveniles —especialmente de clase media— a la violencia ejercida desde los grupos comprometidos con el statu quo. Por eso la violencia de abajo entronca con la de arriba para crear el círculo vicioso en que naufraga toda perspectiva de unidad nacional para el bien común.
"En los países industrializados —en la sociedad de consumo— la violencia la engendran los grupos monopolistas, creando con necesidades superfluas unas ansias desmedidas de acumulación capitalista. Pero, en nuestra América, el motor de la violencia reside en el subdesarrollo. Aquí la violencia es generada por la miseria y la opresión. Esta no surge de una manera arbitraria o caprichosa. Su hábitat es la frustración nacional. Por eso se eleva de nivel cuantitativo cuando los movimientos nacionales están en derrota o divididos por el enemigo. Porque la juventud impaciente no encuentra vía para canalizar positivamente su natural rebeldía.
"En la Argentina, la violencia (sabotaje, terrorismo en 1955 y guerrilla urbana a partir de 1968) se manifiesta a raíz de la caída de Perón y de la transformación del pronunciamiento militar de 1966, que proclamaba la revolución, en gobierno contrarrevolucionario y comprometido con el statu quo. La frustración de los anhelos y esperanzas populares se traduce primero en indignación y luego en desesperación (especialmente en los sectores juveniles de la clase media).
"Los trabajadores no participan en los fenómenos guerrilleros. Y no lo hacen, no por razones éticas o morales, sino porque además de tener sus organizaciones propias, su estrategia y su táctica, esas organizaciones les permiten oponerse a la injusticia social con sus medios naturales de lucha. La juventud de la clase media no tiene organizaciones de clase que le permitan hacer frente socialmente a la injusticia. Entonces se lanzan al terrorismo urbano para dar salida a su frustración.
"La guerrilla urbana cesará cuando aparezca un movimiento nacional que ofrezca garantías de acción a la juventud argentina con sentido generacional. Ahí está el ejemplo uruguayo: apenas la juventud integra el Frente Amplio, los tupamaros se manifiestan comprometidos a paralizar la acción guerrillera apenas triunfe el movimiento.
"En consecuencia: 1) la guerrilla no desgasta al «régimen» sino que lo consolida en la media que conforma con la violencia de arriba el círculo vicioso de la frustración nacional y popular; 2) ésta se alimenta de la desesperación de los sectores juveniles de clase media. Los trabajadores que tienen, sus medios de lucha no caen en la trampa guerrillera; 3) dado que la juventud guerrillera sólo encontrará cauces para su agresividad constructiva en un movimiento revolucionario nacional y popular, mientras éste no se estructure no hay razones que anulen esa actividad guerrillera. Además, como lo demuestra la experiencia de Blanco (Perú), Guevara (Bolivia), Torres (Colombia), donde haya un ejército nacional la guerrilla campesina carece de posibilidades prácticas. El caso de Cuba es la excepción: allí no hubo nunca ejército nacional. El apoyo logístico de Castro fue exterior (norteamericano). Y eso no puede repetirse en ningún país latinoamericano.
"Importante: el ejército nacional no es el ejército de la represión. Es aquel que, como parte activa y armada del pueblo, se identifica con él en los cuadros de la lucha por la autodeterminación nacional. Es esa identificación la que abre los caminos de la independencia económica, la soberanía política y la justicia social."

SAENZ:
"Tiene que volver Perón"
Dalmiro Sáenz, escritor de abundante popularidad, autor de obras que tuvieron significativo éxito de venta, se caracteriza en los últimos tiempos por adoptar contundentes posiciones personales. Esta, su opinión, lo demuestra:
"La guerrilla es, simplemente, la primera línea de fuego de un pueblo levantado en armas. La guerra ya está declarada, y todo argentino que amparado tras su duda no esté física o anímicamente enredado en la guerrilla es un desertor de sí mismo o un centinela del conformismo o un cómplice de ese despotismo ilustrado que los dueños de las ideas denominan el orden constituido.
"La guerrilla argentina, sin el respaldo popular con que actualmente cuenta, no tendría la menor razón de ser ni de existir, porque así como una idea adquiere la forma del gesto que la defiende, también los gestos son cincelados por los ideales que a punta de pistola son rescatados día a día por el mandato del pueblo.
"El pueblo argentino no pide sino exige la vuelta del general Perón a la Casa Rosada para continuar la liberación nacional que él iniciara con su gobierno. Una vez logrado esto, las armas guerrilleras serán la permanente custodia de esa liberación, dado que por el momento es la guerrilla el único grupo eficaz con estatura moral suficiente como para empuñar las armas de la patria.
"Digo esto absolutamente consciente del deliberado agravio que infrinjo a aquellos que trastrocaron las funciones libertadoras del Ejército de los Andes en funciones policiales; para ellos y para los «comandos» o «escuadrones de la muerte», y a fin de evitar injustas confusiones, aclaro que vivo en la calle Peña 2332, noveno piso, departamento A."

PALMA:
"Los cavernarios"
El contralmirante Jorge Palma enfoca así la cuestión:
"La guerrilla y el terrorismo constituyen las tácticas que últimamente vienen siendo utilizadas por las ideologías extremas para debilitar la autoridad gubernamental, crear el caos y finalmente tomar el poder por el camino de la subversión.
"Estos métodos violentos y brutales pueden observarse en distintas partes, en países con gobiernos de diferente tipo, y una de las zonas del mundo donde aparecen con más virulencia es en América del Sur.
"Por otra parte, la delincuencia común va en aumento y resulta a veces difícil distinguir entre la común acción delictiva y la llamada ideológica. En realidad se trata en gran parte de los casos de grupos constituidos por delincuentes fanatizados y resentidos sociales en general jóvenes, que encuentran en alguna ideología extrema una especie de justificativo moral para sus delitos.
"La guerrilla y el terrorismo como método de lucha no constituyen una táctica nueva, pues se trata del método preconizado por Lenin para la toma del poder inspirado en algunas doctrinas de Clausewitz.
"Algunos Justifican la violencia como el medio necesario para lograr el cambio de la actual situación económico-social, aunque en la realidad ninguno de los grupos que actúan en este sentido propician sistemas coherentes de reemplazo. Simplemente quieren destruir lo actual.
"Estas acciones brutales lejos de constituir métodos modernos y civilizados implican retroceder a la época de las cavernas para resolver conflictos sociales. Por este camino corremos el riesgo de transformarnos en cavernarios pero con bombas atómicas en la mano.
"A nuestro juicio resulta manifiesto que estos métodos tienen inspiración comunista, pero sus causas más profundas deben buscarse en el seno de la propia sociedad.
"Entendemos que las causas principales de esta subversión en aumento es la quiebra de los principios y moral fundamental de nuestra civilización y el debilitamiento progresivo de una auténtica autoridad por parte de los gobiernos para el mantenimiento del orden y la paz social.
"Los hombres, en especial los jóvenes, no pueden vivir sin ideales que orienten y justifiquen su existencia. La actual falta de fe en los principios fundamentales de Occidente y el consecuente pragmatismo en las ideas están conduciendo, en particular a los más jóvenes, a un estado permanente de rebeldía y a plegarse a ideologías que algunos mantienen firmemente sin perjuicio de su falsedad.
"El mal no reside en la fortaleza de esas ideologías extremas sino en la decadencia de aquellos que deben defender la libertad. Nuestra civilización está perdiendo la capacidad de educar y por otra parte se está creando una concepción puramente materialista de la vida, donde el fin justifica los medios.
"Si el ejemplo que damos a los jóvenes es el de obtener la mayor cantidad posible de bienes materiales, sin reparar en los medios y sin respetar lo ajeno, lo más coherente para estos jóvenes así educados es elegir cuál banco van a asaltar.
"Por otra parte, para que una autoridad sea auténtica debe ser legítima y principalmente debe despertar la libertad.
"La libertad y una auténtica autoridad van juntas, no pudiendo existir una sin la otra. Libertad sin autoridad conduce a la anarquía y una autoridad sin libertad hace que su legítima fuerza degenere en terror.
"Uno de los problemas fundamentales de nuestro tiempo es recobrar la autoridad sin dañar la libertad y ello sólo se obtiene por la vía de la institucionalización dentro del sistema de la libertad.
"Finalmente, los gobiernos así legítimamente constituidos deben aplicar la ley legítima con todo su rigor para preservar el orden y la paz. Así también serán muy populares entre los hombres de bien, que todavía estimo son mayoría.
"Creemos sinceramente que debemos cambiar las actuales estructuras —que son la deformación del sistema de la libertad— quitando así el motivo del error a los honestamente equivocados y la excusa a los que solapada o violentamente llevan a cabo su obra de disgregación o destrucción. Pero creemos que la solución está en acercarse y no en alejarse de dicho sistema de la libertad, fruto de la civilización occidental. Creemos que la correcta solución está en recobrar lo que nunca debió dejar de ser la ley, la conciliadora de intereses legítimos y no el bando con que un grupo anuncia su triunfo sobre otro."

ROSA:
"Ni regulares ni irregulares"
José María Rosa es uno de los historiadores más prestigiosos del país. Desde su punto de vista considera el problema de la siguiente manera:
"Si se entiende por «guerra de guerrillas» la que se hace por tropas irregulares que cuentan con base y apoyo popular, no me atrevo a condenarlas por el solo hecho de su irregularidad. Las guerrillas populares son tan viejas como la historia argentina. Desde las invasiones inglesa de 1806-07, su presencia es constante: las encontramos en los ejércitos libres de Artigas, los gauchos de Güemes, las «republiquetas» del Alto Perú, las montoneras del Litoral y del Noroeste, etc. Además debemos aceptar que nuestras fuerzas «estables», o de línea, nacieron de las milicias ciudadanas de Patricios, Húsares, Artilleros y demás, que no eran otra cosa que tropas populares enfrentadas a los «fijos» que defendían los virreyes españoles. No quito que hubo algunos militares veteranos (San Martín, Güemes, Balcarce) que dejaron de servir en las tropas regulares para ponerse al frente de las milicias revolucionarias. Tampoco nuestros marinos surgieron de los cuadros navales estables: toda la Marina de Guerra del virreinato, concentrada en Montevideo, se pronunció contra la Revolución de Mayo y debieron equiparse las escuadras patriotas con corsarios extranjeros, es decir, con marinos irregulares. Gringos acriollados que valieron mucho más que los criollos agringados de Montevideo.
"La misión de las fuerzas armadas en un país como el nuestro es inseparable del pueblo. Nuestras guerras no serán nunca (no debieran ser nunca) guerras ofensivas contra países vecinos tan débiles y dependientes como el nuestro. El único enemigo exterior posible sería una gran potencia que, valida de su superioridad, pretendiera imponerse y llegara a ocuparnos. La única táctica viable sería la guerrilla interna con base popular. Una concepción equivocada, a mi juicio, nos ha hecho modelar armamentos y fuerzas semejantes a los grandes países, que tienen otros problemas militares.
"Condeno por principio todo empleo de las armas que se sustituya al pueblo, sea de armas regulares o irregulares. Francamente, no encuentro motivo para condenar solamente a éstas y no a aquélla. He dicho «sustituirse al pueblo»; si el pueblo ya está sustituido, entiendo que debe recuperar su soberanía de cualquier manera, con fuerza de línea o con guerrilla. ¿Cómo podrían eliminarse las guerrillas... ? Si un gobierno cumple una política claramente nacional y cuenta con apoyo popular, no veo la posibilidad de guerrillas."

 

 

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