Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Agnés Varda
Cléo de 5 a 7: cuando la muerte es una íntima metamorfosis
Revista Primera Plana
08.01.1963

La muerte se ha desmoronado sobre Cléo, tan justamente hoy, día del solsticio de verano, hoy, 21 de junio de 1961, entre las 5 y las 7 de la tarde, aquí en este París hinchado por el sol y asfixiado por el ruido de sus automóviles. A las 5, Cléo tuvo su primer presentimiento: estaba entonces en el gabinete de una, cartomántica, ,rue de Rivoli, y ha sentido que la muerte le corroía las vísceras, le echaba abajo esa cáscara de futilidad con la cual ella siempre se había defendido. Por las cartas, Cléo supo que estaba enferma de cáncer, o no de cáncer, de algo misterioso, de algo que la transformaba y la obligaba a percibir toda la oscura respiración del mundo. La pobre Cléo, deliciosa y frívola y cantante. La pobre Cléo, condenada a conocer y a saber.
La madre de Cléo se llama Agnés Varda, y Agnés es la única mujer que haya hecho cine en Francia, cine seriamente, desde los tiempos de Germaine Duliac (1882-1942). Ella nació el 30 de mayo de 1928, en Bruselas, de padre griego y madre francesa. Según
Enrico Rossetti, "Agnés es pequeñita, regordeta, nada bella, con un perfil que denuncia a la legua su ascendencia helénica. Cléo la ve afable, alegre, llena de vitalidad, y nunca podría imaginarse que en su film «Cléo de 5 a 7» esté alentando un tan violento pensamiento de muerte".
Hasta que cumplió 12 años, Agnés vivió en Bélgica. La guerra la arrastró hacia París: allí estudió literatura, llegó a licenciarse, se apasionó por la fotografía y el teatro y concilio ambas pasiones al ser aceptada como fotógrafa oficial del T.N.P., durante el Festival de Avignon. En 1954, descubrió el cine: con 7 millones de francos (2 millones propios, y 5 prestados por un tío) realizó un largo metraje en 35 milímetros, "La pointe courte", sobre tema propio y con montaje de Alain Resnais. Agnés dijo que ése "era un film para leer", y, apoyándose en tal afirmación, Resnais escribió en "Arts" un casi fanático ensayo de interpretación y homenaje, cuyo título era "Varda, el joven cine te debe todo". La obra fue
realizada en la aldea de Pointe Courte, cerca de Sète, y sus interiores y exteriores eran absolutamente reales, hecho insólito —entonces— dentro de la producción francesa. Agnés se había negado a contratar un equipo técnico profesional, y por esa transgresión, el Centre National du Cinéma consideró a "La pointe courte" como una obra "amateur", y se negó a gestionar su exhibición comercial Hasta ahora, el film no ha sido presentado sino en salas de arte y en cine clubes. A pesar de eso, ningún crítico francés ha negado que este primer ejercicio de Agnés es el núcleo de ese gigantesco ovillo llamado "nouvelle vague".
Hasta 1960, Agnés sólo trabajó en cortos metrajes: de 1957 data "Les chateaux de la Loire", una obra didáctica, con poemas de Ronsard y Charles de Orléans; por encargo del Comisariato General de Turismo realizó, en 1958, "Du côté de la Côte", obra que debía exaltar la magnificencia de la Riviera, y que concluyó siendo una virulenta y humorística desmitificación de ese "paraíso para millonarios". Su tercer corto es "Opera-Mcuffe" (1958), en el cual —según Jacques Siclier— "se traducen las sensaciones y las obsesiones de una mujer encinta, mientras contempla la vida bullente e insólita del barrio Mouffetard".

La educación sentimental
Luego, Agnés se casó con Jacques Demy —el realizador de "Lola"— y comenzó a trabajar en su segundo largo metraje, "La mélangite". Mélangite es una palabra inventada, quiere decir enfermedad de la mélange, de la mezcla, de la confusión, de la superposición. "Es —dice Varda— la historia de un hombre que mezcla no solamente su pasado, su presente y su futuro, no solamente los lugares sino también la vida soñada y la vida vivida. Habita en Séte, y repentinamente se encuentra transportado a Venecia. Allí descubre a una mujer excepcional —excepcional para él—, que se le convierte en obsesión. Cuando retorna a Séte, vive como si estuviera en Venecia. Séte es para ese hombre una Venecia horrible, de una podrida belleza".
"La melángite" fue realizada en colores, a un costo altísimo, y debió ser interrumpida por razones financieras cuando sólo se había filmado el prólogo, en setiembre de 1930. Agnés quisiera terminar la obra a toda costa, pero teme que no pueda hacerlo "Tendría que filmar en Ferrara, en Roma, en Venecia, con demasiados personajes, y no hay dinero que alcance". Los actores elegidos eran Christianne Minazzoli, Jean-Claude Brialy, Robert Postee y Henry Beylie. Todo el comienzo del film estaba resuelto con ruidos y sin imágenes, con la pantalla a oscuras. Luego, esos ruidos iban gradualmente transformándose en música de Vivaldi y de Monteverdi.

La muerte, ese temor
Agnés dice que "Cléo de 5 a 7" fue una venganza que le permitió olvidar la frustración de "La mélangite". Esa venganza es ya célebre: convulsionó a los críticos en el Festival de Cannes 1962, y uno de ellos, Jean-Louis Bory, dijo que era "una obra tan importante para el cine, como "Mrs. Dalloway", de Virginia Woolf lo es para la novela".
Son dos horas en la vida de Cléo, una cantante, dos horas durante las cuales espera el resultado de un análisis bacteriológico y hace algo más que existir: se transforma. "Hoy me asombra todo —dice Cléo—, me asombran las gentes, y también me asombro yo". Hasta ese momento de su vida, hasta las 5 de la tarde de un solsticio de verano, Cléo no había hecho otra cosa que mirarse a sí misma. Desde entonces, contempla el mundo, y entre el mundo y ella se establece un incesante vaivén, una especie de osmosis.
Del gabinete de la cartomántica, Cléo va a un café, y del café a una sombrerería, y de la sombrerería a su casa del barrio Vavin, una casa increíble (columpios para relajarse; barras para suspenderse; espejos para mirarse; cama con doseles para imaginar el amor), increíble y hecha a su medida, donde conversará con su ocupado amante y con un par de músicos que la hacen sonreír y le traen canciones macabras. Hasta que Cléo varará en el cine "Delamare" y en el parque Montsouris. En el cine, desde la cabina del operador, asistirá a la proyección de un corto cómico, un corto que podría ser de Keaton o de W. C. Fields, pero que es de Agnés Varda, y, por lo mismo, trata de muertes y resurrecciones. Los cuatro personajes de ese corto han sido encarnados por gente famosa: la adolescente con rostro de muñeca, que es aplastada por un carro fúnebre, se llama Anna Karina; el funebrero, Sammy Frey; el enamorado que la salva, Jean-Luc Godard; el regador callejero que provoca la muerte, Eddie Constantine.
Cléo ha llegado al parque y se ha encontrado con Antoine, un soldado que saldrá para Argelia dentro de unas horas. Antoine habla todo el tiempo, y es la última figura humana, la definitiva figura que permite a Cléo acceder a un estado de transparencia y de pureza.
La protagonista absoluta del film es Corinne Marchand, una ex "vedette" de opereta, que adora a Cléo, al film sobre Cléo, "porque es la descripción de la mujer, con todos sus defectos, con todas sus cualidades y con todas sus ideas". Los otros personajes han sido interpretados por Dorothy Blank, José Luis de Villalonga, Michel Legrand y Antoine Bourseiller.
A Agnés Varda no le complace que se atribuya el éxito de "Cléo..." a su sensibilidad femenina. "Un hombre —ha dicho— hubiera podido dirigir igualmente bien esta obra, y quizá la única diferencia estaría en ciertas anotaciones marginales. Por lo demás, ahora estoy a punto de realizar un film sobre un adolescente, sobre un muchacho que descubre el amor con miedo y con alegría. Psicología masculina, pues «Los amores de Valentín» será, por lo demás, un film muy importante para mí desde el punto de vista técnico".
Esas declaraciones de Agnés datan de hace un par de meses, y aunque no hay una aclaración precisa, parece seguro que ella se estaba refiriendo a "La mélangite".
Una reflexión final: en la primera parte de "Cléo...", la protagonista canta estos versos: "Roída por los gusanos, muerta en un ataúd de vidrio, me cubro de arrugas —sin ti, sin ti—; y si vienes demasiado tarde, me habré sumergido en la tierra, sola, lívida —sin ti, sin ti." No hay síntesis mejor para definir la poesía que alienta en "Cléo de 5 a 7".

 

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