Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


El teatro español ha perdido a su más firme columna
con la muerte de Jacinto Benavente
Revista Mundo Argentino
21.07.1954

Por J. H. Juárez
CARGADO de años y de gloria ha fallecido en Madrid el más famoso de los autores dramáticos españoles de nuestro tiempo. El "creador de obras tan inolvidables como Señora ama, La noche del sábado y La malquerida, fué un trabajador infatigable. Aun en plena vejez, con ochenta y ocho años intensamente vividos, seguía escribiendo sus admirables comedias, llenas de sutil ironía y de penetrante psicología.
Surgió Benavente en la escena española como una reacción contra el teatro efectista y truculento de Echegaray. Desconcertó en un principio con su diálogo que no tenía nada de altisonante, con sus personajes que no adoptaban actitudes violentas, y, sin embargo, tan humanos o más aún que los de otros autores. El teatro benaventino está hecho de agudeza y de penetración psicológica. No persiguió su autor nada más que la distracción pasajera, sino que tuvo el designio constante de enseñar, de señalar errores o malas costumbres sociales, pero poniéndose pocas veces grave: siempre en sus observaciones hay una sonrisa de piedad o de ironía, tal como la de Anatole France en sus novelas.
Hizo varios viajes a nuestro país y aquí se le admiraba y se le quería. Tuvo en Lola Membrives, la más eminente de las actrices de habla hispana, su digna intérprete. Escribió para ella piezas que fueron y son aplaudidas tanto en España como en la Argentina. Advirtió antes que nadie las dotes extraordinarias de nuestra compatriota y la honró al confiarle la interpretación de sus mejores obras. Puede decirse que se habían conocido para dar juntos el máximo brillo al teatro de nuestro idioma.
Desaparece con Benavente no sólo un gran autor dramático, sino un hombre de ingenio luminoso, siempre pronto a la réplica que hace brotar la sonrisa. Pero no se crea que por eso le fué negada la ternura. Amaba a los niños, para quienes tenía siempre pronta una golosina, una caricia. Para divertirlos no vaciló en convertirse en actor en festivales dedicados a la gente menuda o en manejar los títeres con manos hábiles y cariñosas. No fué solamente un poderoso cerebro, sino también un gran corazón. Protegió a no pocos escritores y cómicos en los comienzos de su carrera, aconsejó a muchos jóvenes que sentían inquietudes artísticas, y no se envolvió, como otros triunfadores, en la capa de su egoísmo.
¿Qué pensaba del público argentino? He aquí lo que publicó en España hace muchos años, después de haber realizado su primer viaje a nuestro país: "Es un público bien educado, que siempre acude bien dispuesto al teatro y no muestra nunca su desagrado en forma grosera; nada de patadas, berridos ni esas caras de indignación que aquí muestran algunos espectadores, como si se les injuriara gravemente desde el escenario. No es tampoco muy arrebatado en los entusiasmos, sobre todo el abono aristocrático; pero en un buen medio está la verdad tanto como la virtud."
La noticia de su fallecimiento ha repercutido dolorosamente en España y en el mundo, sobre todo en los países de habla hispana, donde sus obras obtenían y obtienen el aplauso que se merecen. El maestro de la escena que fué honrado con el Premio Nobel tenía amigos y admiradores en todas partes. Es incalculable la cantidad de reportajes, artículos y estudios que se han publicado acerca de su vida y de su obra. Es claro que también fué vapuleado en su larga carrera de autor dramático. Se le ha censurado, por ejemplo, la escasa acción de muchas de sus piezas. Pero todos coinciden en una cosa: en el brillo de su diálogo. Jamás es chabacano, sino que se levanta hecho de luz para hablar a la inteligencia y llegar a la sensibilidad.
Así como la muerte de Pirandello fué una gran pérdida para el teatro italiano, la de Benavente lo es para España y nuestra América. Pirandello fué un innovador de la escena de su patria. Benavente lo fué de la suya. Obras como 'Los intereses creados, 'La malquerida', 'La noche del sábado', 'Señora ama' y 'Pepa Doncel' no morirán nunca y se seguirán representando por todas las compañías que cuidan el prestigio de su repertorio.
Las obras de Jacinto Benavente representan algo más. Son la expresión de un espíritu privilegiado que supo captar sagazmente la mentalidad contemporánea y llevarla a la escena, poniendo de pie a una serie de personajes que serán inmortales como su creador.

 

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Jacinto Benavente
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Benavente
Jacinto Benavente