Revista Primera
Plana
08.01.1963 |
"BOCCACCIO 70" (Italia, 1961), producción de Cario Ponti,
distribuida por Ultra Films. Libretistas: Ennio Flaiano.
Tulio Pinelli, Susso Checci d'Amico, Cesare Zavattini.
Fotógrafos: Giuseppe Rottuno, Otello Martelli. Elenco: Anita
Ekberg, Peppino de Filippo, Romy Schneider, Tomás Milian,
Romolo Valli, Paolo Stoppa, Sofía Loren, Luigi Giulanni y
Alfio Vita. Directores: Federico Fellini, Luchino Visconti.
Vittorio de Sica.
Hace 6 siglos que Juan Boccaccio, delicado poeta y
concienzudo ensayista, contemporáneo de Petrarca y Dante,
cambió de tesitura y escribió "El Decamerón", a instancias
de dos nobles damas. Es el libro suyo que más se recuerda,
el que le labró un sitio en la literatura italiana. No
ocurrirá lo mismo, seguramente, con este largo film (140
minutos) que se apoya en su apellido para construir un
Decamerón contemporáneo.
Ninguno de los tres episodios que lo integran (falta un
cuarto, dirigido por Mario Monicelli que quedó suprimido en
la copia para exportación) llega a respirar la atmósfera de
chispeante desenfado, de cinismo, de influyente imaginación,
ni mucho menos el soberbio estilo que hay en el Decamerón
del siglo 14. Aquí, Boccaccio es sólo una mención, un título
afortunado. Pero esto, sería tolerable. Ocurre que la
película, antes que nada, es una sabia operación financiera
y artística, típica de un hombre avezado como Carlo Ponti.
Valía la pena apelar a tres mayores del cine italiano y a
tres estrellas de diverso pero seguro renombre.
"Boccaccio '70" dice, en pantalla, que esa operación no
salió tan redonda. No obstante, como mero aparato de
espectáculo, brinda un 80 % de lo que el gran público suele
pedirle al cine: risa, color, buen vestuario, picardía,
claro que los nombres que armaron este paquete, por lo menos
Fellini y Visconti, debían dar más pero no es difícil
calcular que su genio debe tardar en activarse cuando
trabaja dentro de esquemas más mecánicos que los de
costumbre y para obras de corta duración.
El episodio más eficaz es el último ("La rifa", Zavattini-De
Sica), un cuadro de costumbres, donde el libreto despliega
rica capacidad de observación y el rendimiento de los
actores, inclusive Sofía Loren, se sostiene en un juego
brillante, divertido.
"La rifa" triunfa porque pertenece a la mejor picaresca del
cine italiano, la que sobrevino hacia 1952 (año de "Dos
centavos de esperanza") como un derivado comercial del
neorrealismo ya en crisis.
"La tentación del Dr. Antonio" (Fellini, Flaiano, Pinelli)
quiso ser una sátira hoffmanesca sobre los obesos del
moralismo y la severidad espiritual. Su argumento (la modelo
de un enorme cartelón cobra vida en la mente del Dr.
Antonio, lo persigue y lo enloquece) daba para una farsa
profunda y, por lo menos, de mayor invención.
Salvo un par de secuencias —la reunión en casa del Dr.
Antonio, fragmentos de la persecución de Anita Ekberg—, el
episodio resulta largo y repetido.
"El empleo" (Visconti-Checci d'Amico) pretendió convertirse
en la alta comedia del film y para eso se encerró en las
antiguas estancias de un palacio y en otras excelencias
exteriores. No obstante, es el más penoso de los "sketchs"
de "Boccaccio"', le sobra diálogo, le faltan acción y tema.
Posee el deslumbramiento visual acostumbrado en las obras de
Visconti (hay una excelente fotografía de Rotunno) y leves
toques de ingenio debidos, sin duda a la libretista: no
bastan.
Fatigoso y fatigante, "El empleo" puede perdurar por una
novedad: transforma a la almibarada Romy Schneider en una
insospechada actriz. No debe asombrar este cambio, sabiendo
que detrás de la cámara está Visconti, uno de los más
admirables directores de intérpretes del mundo; lo mismo
hizo, hace 5 años, con Marcello Mastroianni, en "Puente
entre dos vidas".
Tomar a "Boccaccio" como una antología del cine italiano
actual, según se ha pretendido, es equivocar el punto de
mira. Sólo proporciona un inventario de su potencia
industrial.
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Anita Ekberg y Federico Fellini, reunidos otra vez después
de "La dolce vita", se burlan, en esta oportunidad, de los
obesos del moralismo. |
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