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Música
Bossa Nova: Cuando Brasil canta e interviene la comercialización
Revista Primera Plana
08.01.1963

Que Brasil estalla en ritmo es una verdad casi tan vieja como el continente, o sus habitantes. También lo es que Brasil invade con música. Los argentinos disponen de no pocas pruebas, entre las que el samba no es la menos expresiva. Si la invasión se hace con calidad o no, es un problema aparte. En general, se han consumido productos en buen estado. Pero no faltó —y tampoco faltará— "mercadería" adulterada. Este es un riesgo apenas inevitable en toda exportación.
Algo de eso ocurre con Bossa Nova, nombre de la última invasión de Brasil: una música agradable, inteligente y fina, un ritmo que calma los nervios y ayuda a pensar.
Un hombre de aspecto humilde y tímido, que mueve sus hombros como mueve los dedos en su guitarra y cuyos expresivos ojos jamás miran la cámara, fue la tarjeta de presentación oficial de Bossa Nova en Buenos Aires. Pero desde que Joao Gilberto cantó su música en la televisión argentina durante 1962, pasó ya algún tiempo y todavía no hay novedades. El impacto se redujo a un sector con "sensibilidad abierta" y nada más. La invasión de Bossa Nova, patrocinada por unos de sus "puros" creadores, no termina por hacer pie en Argentina, aunque sus fanáticos no falten. Pero si Bossa Nova sigue afuera, no faltan intentos de hacerla entrar por la ventana. La ventana se llama por ahora Christian Ponce, nombre de una personalidad enigmática e introvertida que canta tangos en Bossa Nova (?!) bajo el patrocinio de una casa de edición musical.
Todavía es prematuro hablar de fracaso: Bossa Nova también quedó encerrada en pequeños círculos de Brasil y hoy es el ritmo de todos, Carnaval 1963 mediante.

Copacabana contra las favelas
En esencia, ¿qué es Bossa Nova? La respuesta no existe. Lo concreto reside en que es una forma musical original de Brasil, relativamente libre: cada uno de sus intérpretes crea en función personal. Bossa Nova es vida, creación; su ritmo es etéreo y la letra de su música tiene algo que ver con la poesía de la vida, una vida que solamente puede encontrarse en un lujoso departamento frente al Corcovado, o sobre las doradas playas de Copacabana o Leblón.
También resulta imposible determinar en qué momento nació este ritmo. No hay unanimidad. Carlos Alberto (cantante de Pernambuco que reside ahora en Buenos Aires) fechó el nacimiento de Bossa Nova alrededor de 1948, cuando el guitarrista Toni empleó una nueva fórmula en el acompañamiento del samba. Paralelamente, el pianista y cantante Johnny Alf comenzaba a utilizar en Brasil la fórmula Bossa Nova, según Paulo Santos, un crítico paulista.
De todas maneras, el nacimiento de Bossa Nova está bastante lejos de esta increíble y contradictoria difusión que ha alcanzado hoy en Europa y en Estados Unidos.

"BN" en USA
Laurindo Almeida, guitarrista de Sao Paulo, no ha dejado de ser ubicado como la cabeza de puente de Bossa Nova en Estados Unidos, en la década del 50. Junto a Bud Shank, saxo alto-flautista, Almeida comenzó la producción de una serie de discos ("Brazilliance", "Hollyday in Brazil", etc.) que fusionaban jazz y samba. El resultado no fue exactamente Bossa Nova, pero hubo aproximación. Fue la unión de dos generaciones musicales con mucho en común. Por una parte, el folklore de Brasil, y por la otra, el jazz norteamericano. Común denominador: los ritmos afros. Shank y Almeida utilizaron la improvisación y la partitura. Recogieron influencias de música clásica y hasta incorporaron al ritmo el instrumento de percusión utilizado en el Este de la India: tabla (dos pequeños drums ejecutados únicamente por las manos del baterista Chuck Flores).
No pocas deformaciones nacieron en Estados Unidos después de la introducción de BN, o su aproximación, por Laurindo Almeida.

Falsificación, arte y negocio
Cuando el 21 de noviembre de 1962 se le preguntó al trombonista Willie Dennis qué pensaba del concierto realizado en el Carnegie Hall, todos pudieron escuchar: "Simplemente, fue el Supermarket de la Bossa Nova. . . ". Dennis no dejó de castigar lo que había sido el fracaso artístico más importante de la temporada. Veintiséis músicos de Brasil habían sido invitados especialmente para participar en el Festival de BN: Luis Bonfá, Sergio Ricardo, Carlos Lyra, Roberto Menescal, el sexteto del pianista Sergio Mendes y la intimidad, personificada en Joao Gilberto. La participación de estos músicos marcó el rudo contraste con la función comercial que cumple Bossa Nova en Estados Unidos. Y de ahí el fracaso. Para el mundo de Broadway es un negocio que podría llamarse Bossa Nova o el "Paso del gato". El nombre no importa, pero sí las ganancias que representa en estos momentos la avidez del público norteamericano por ese revolucionario ritmo de Brasil.
Los resultados de la invasión de BN en Estados Unidos son muy deprimentes. Prácticamente, se trata de una falsificación.
Muy pocos son los artistas norteamericanos que saben interpretarlo y menos aún suministrarle su personal significado. Y es comprensible. Imaginemos a Azucena Maizani tratando de imitar e igualar a Ella Fitzgerald sin haber visitado a USA, sin conocer
su idioma, ni siquiera disponer de su voz o sin entender a los negros.
Los únicos trabajos importantes en BN por norteamericanos se registraron después de visitas en profundidad a Brasil. Claro que no todo fue uniforme: la lista es breve y contradictoria :
• Una primera exclusión: el sexteto del saxo alto Paul Winter, encargado oficial de la recepción dedicada a Bossa Nova en Washington.
• El múltiple instrumentista Herbie Mann es otro de los típicos casos del "business" norteamericano. Primero explotó los ritmos afros en toda su extensión. Además, realizó una incursión por el folklore brasileño con conclusiones desastrosas en el Festival de Newport (julio, 1960). Actualmente, Mann abandonó la "inspiración" africana para volcarse de lleno en Bossa Nova, autodenominándose su "creador" en Estados Unidos.
• No hace mucho, con la supervisión de Nesuhi Ertegun, Herbie realizó en Brasil grabaciones con el sexteto de Sergio Mendes, Baden Powell y la Banda Escuela do Samba. En realidad, esto es un mito. Todo comenzó realmente en octubre de 1961 cuando el guitarrista Charlie Byrd mantuvo una serie de reuniones con el saxo tenor Stan Getz y decidieron grabar composiciones de autores brasileños (Jobin, Gilberto, De Moraes, etcétera). Una de ellas, "Desafinando", causó un impacto sensacional ofreciendo, además, una veta evidente para la comercialización de algo nuevo.
• El binomio Miles Davis-Gil Evans registró el tema "Spow samba", donde musicalmente se aprecia un valor notable pero evadido completamente de los conceptos de Bossa Nova.
• El long play "Wat's new" del saxo tenor Sonny Rollins es, en cambio, completamente opuesto al comercialismo; allí se observa el real significado del ritmo, sustando en la base del guitarrista Jim Hall.

Futuro con promesas
Durante su presentación en el Festival de Antibes, Dizzy Gillespie encendió el fuego de Bossa Nova en Europa, donde un público ávido de conocer algo más que su nombre demostró gran receptividad. Gillespie contó allí con la valiosa ayuda del argentino Lalo Schifrin, que aportó lo necesario para ofrecer la originalidad buscada. En Europa, el futuro inmediato de BN está asegurado.
También se registró una gran demanda en USA, después del fracaso de Carnegie Hall. Y esto es sólo una aparente contradicción. La fiebre colectiva por Bossa Nova en Estados Unidos es ahora similar al éxito que obtuvo el "twist" entre 1961 y 1962. Las empresas de grabación prensan los temas de BN con un ímpetu increíble, aunque en su mayoría desconocen exactamente qué hacen, como en el caso de Barney Kessel y su último LP.
En Brasil, donde Sergio Mendes es el hombre del porvenir, Bossa Nova no tendrá problemas de éxito. El Carnaval de 1963 se hará seguramente sobre la base de ese ritmo que hasta ahora perteneció a un grupo y que dentro de poco será patrimonio de todo el mundo. Pero el éxito comercial asegurado a Bossa Nova en Europa, Estados Unidos y quizás Argentina, ¿será leal o matará su esencia? Futuro, para Bossa Nova, es sinónimo de interrogante. . .

 

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