RECRUDECE LA AGITACION OPOSITORA EN SANTIAGO DE CHILE
DE COMO ECHAR LENA AL FUEGO
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Chile, mayo de 1973
El gobierno de Salvador Allende soporta una oleada de disturbios que crecieron a partir de fines de abril, cuando la estudiantina chilena apedreó -durante dos días- edificios públicos de la ciudad capital

Anticipando lo que amenaza convertirse en un irremediable y definitivo enfrentamiento entre las fuerzas de la oposición y los partidarios del gobierno de Salvador Allende, el viernes 4 grupos antagónicos de manifestantes chocaron violentamente en el centro de la capital chilena. De esta forma, y con el saldo de un muerto y tres heridos graves, culminaba una campaña de intensa agitación alentada, desde mediados de abril, por la Federación de Estudiantes Secundarios, una importante organización liderada por el democristiano Jorge Salazar.
A modo de chivo expiatorio, la reforma educativa impulsada por las autoridades apareció como el blanco de las andanadas juveniles y sirvió de pretexto para que las coléricas hordas juveniles apedrearan el palacio presidencial, el Ministerio de Educación y las plantas de los periódicos progubernamentales Clarín, Puro Chile y Ultima Hora. El sábado 5, mientras la izquierda atribuía los sucesos de la jornada anterior a "una escalada fascista de ultraderecha", el Movimiento Nacionalista Patria y Libertad —el estudiante fallecido pertenecía a esa fracción— acusaba a miembros de la Unidad Popular de "un atentado frío y premeditado" y ganaba nuevamente las calles de Santiago para producir violentos enfrentamientos con la policía.
Para colmo de males, la de por sí delicada situación del presidente Allende se vio aún más comprometida por una huelga decretada por 12 mil obreros de las minas de cobre El Teniente, y por la incomprensible actitud de un sector de trabajadores portuarios que se negaron a desembarcar el primer cargamento de azúcar donado a Chile por el gobierno cubano. Ese día, finalmente, para hacer frente a la ola de creciente agitación social y previendo nuevas alteraciones del orden, las autoridades decretaron el estado de emergencia para la provincia de Santiago y prohibieron a los medios de prensa la difusión de informaciones tendenciosas y alarmistas que pudieran agravar todavía más la crisis.
Un par de medidas que, provisoriamente, parecieron sumir en una tensa calma a los sectores en pugna, pero que, en modo alguno, aseguran el fin de las hostilidades. Es que la oposición ha comprendido que la llegada a buen término del actual período presidencial —finaliza en 1976— equivaldría a su deceso político. Ocurre que la paciente y tenaz labor de Allende en la socialización de la economía chilena ya ha producido circunstancias irreversibles que —aun cuando la burguesía retomara las riendas del poder dentro de tres años— no podrán ser devueltas a su estado anterior: "Salvar lo que se pueda", parece ser la consigna de demo-cristianos y conservadores, unidos contra el gobierno y el conglomerado de tendencias que forman la Unidad Popular.
Sólo desde esta perspectiva puede explicarse la ofensiva estudiantil —a todas luces alentada y estimulada por los sectores de la oposición— desencadenada a partir del anuncio de la reforma educativa: "Mi partido —anunció la semana pasada el dirigente frentista Juan Hamilton— se valdrá de todos los medios, legales o no, para combatir el proyecto educativo gubernamental". Una declaración que preanuncia nuevos actos de terrorismo orquestados por la ultraderecha y que, hasta hoy, han dejado un saldo de más de 600 detenidos, un muerto y decenas de heridos de consideración. Quizás nada resuma mejor la situación imperante que las palabras del jefe de la Iglesia católica chilena, cardenal Raúl Silva Henríquez, quien el domingo 6 exhortó: "La paz social está amenazada. La violencia está alentando el rencor entre los chilenos".
Revista Siete Días Ilustrados
14.05.1973

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Chile mayo de 1973
Chile, mayo de 1973