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crónicas del siglo pasado

 


Religión
Revés conservador en el Concilio: el Papa vetó el Informe Ottaviani
Revista Primera Plana
04.12.1962

"Un primer ministro hubiera renunciado."
El comentario del observador demuestra desconocimiento del apego que ciertos ministros tienen a sus cargos, e incapacidad para penetrar la personalidad del cardenal Alfredo Ottaviani, a quien iba dirigida la frase.
Las últimas noticias del Concilio Ecuménico informan sobre las reacciones que provocó (dentro del impropiamente denominado grupo "liberal", llamado así por oposición al "conservador" que componen los miembros de la Curia Romana y algunos obispos como los de Italia, España e Irlanda) el informe presentado por Ottaviani, sobre las Fuentes de la Revelación; reacciones que culminaron con la intervención del papa Juan XXIII, quien pronunció su última palabra en favor de los "liberales".

El personaje
Cuando la revista "Time" encomendó a David Lees que fotografiara la mayor cantidad posible de cardenales, éste no encontró mayores dificultades en su trabajo. "El único rechazo cortante fue el del viejo y cascarudo cardenal Ottaviani" (dijo el "Time").
El desconcertado fotógrafo, descartando, tal vez, que la actitud pudiera responder a un problema de fotogenia, decidió inquirir la razón de tan absurda postura: "Usted es el único que se niega", le comentó. "¡Por eso es que soy Ottaviani!", contestó el purpurado.
El viejo y cascarudo cardenal tiene 71 años, ha perdido parcialmente la vista, es gordo, su cuello denuncia un visible bocio, y su solemnidad bordea las características que se podrían adjudicar satíricamente a un jerarca romano, cuyo cargo fuera precisamente el de secretario del Santo Oficio (resabio de la antigua Inquisición).
El "líder" de los conservadores, antes de ocupar su actual cargo de secretario de la Sagrada Congregación del Santo Oficio, fue rector del Ateneo Lateranense, hoy transformado en Universidad Pontificia.
El día en que se celebraba la elección de Pío XII (2-3-1953). Ottaviani se convirtió en "noticia" para todo el mundo, gracias a su discurso,, sobre "Iglesia y Estado". El discurso se basaba en el principio de que "el error no tiene derecho sobre la verdad" y continuaba haciendo consideraciones acerca de que "un gobierno católico' en un país predominantemente católico está obligado moralmente a limitar las libertades de otras religiones". De esta manera apoyaba las ideas del españolísimo cardenal Segura, quien acababa de lanzar sus críticas contra los rudimentarios derechos reconocidos al protestantismo en la península.
Las peculiares declaraciones del cardenal Ottaviani, que sorprendieron hasta a los propios miembros del gobierno Vaticano, no pararon allí. Cuando apareció el "Movimiento por un Mundo Mejor", su opinión fue: "la chiesa non si muove", concepto que podría interpretarse como que en la Iglesia no hay movimiento ni movimientos. Sus ideas corroboran la locución que sirve de emblema a su escudo de "príncipe de la Iglesia": "Semper Idem" (Siempre idéntico o siempre inmutable).
El choque de los "liberales" con el último inquisidor (cronológicamente hablando) tenía que resultar un hecho inevitable. Tanto su idea de permanecer Semper Idem, como la de negar movimiento a la Iglesia, se oponen radicalmente a las de los "liberales", quienes parecen inclinados a proclamar junto con Galileo "E pur' si muove", esta vez, sin temor al Santo Oficio.
Ahora, Ottaviani fue acusado por los "liberales" de estar atrasado 700 años.

El símbolo
Se dijo más arriba que Ottaviani podía ser considerado el último inquisidor. ¿Qué significa esto?
Hay que comenzar por explicar que la Curia Romana, organizada por la Constitución Apostólica "Sapienti Consilio" (29-6-1908) de San Pío X, consta de 11 Sagradas Congregaciones, 3 Tribunales y 4 Secretarías. Las Sagradas Congregaciones podrían equivaler a un ministerio en un gobierno de Estado. La más importante es la del Santo Oficio, que "vigila las doctrinas referentes a la fe y a la moral, las herejías, las indulgencias, los impedimentos matrimoniales entre católicos y no católicos, y las enseñanzas dogmáticas relativas al matrimonio y demás sacramentos". El prefecto es el Papa, y el primer secretario que tuvo la Curia Romana fue el cardenal Merry Del Val, hombre de mentalidad diametralmente opuesta a la de Ottaviani. A Del Val ya se le ha iniciado "causa de beatificación".
En la actualidad el Santo Oficio es un resto de la famosa Inquisición. Más precisamente, es una Inquisición ideológica que pretende evitar todos los desviacionismos doctrinales que el esfuerzo de reflexión de los pensadores católicos podría traer consigo.

El Concilio se rebela contra el "Zar"
El tema en discusión en las últimas reuniones estuvo referido, como se dijo más arriba, a Las fuentes de la Revelación.
El problema podría aclararse así: El protestantismo sostiene que la única fuente de revelación (es decir, donde está lo dicho por Dios) son las Sagradas Escrituras. El Concilio de Trento (1840-1880), rechazando la idea del "libre examen", encuentra la revelación en a Escritura "tal como ha sido comunitariamente interpretada por la Iglesia Católica en el correr del tiempo". Los protestantes, en cambio, aceptan la interpretación individual.
A esa interpretación comunitaria, la Iglesia la denomina "de tradición". El exacerbamiento de la polémica, engendrada después del Concilio de Trento, llevó a los teólogos católicos a hablar de dos fuentes de revelación: las Sagradas Escrituras y la "tradición".
Los teólogos protestantes interpretaron lo establecido en el Concilio de Trento como una inferiorización de las Sagradas Escrituras, cosa que consideraban una profanación, por ser las Escrituras "la palabra de Dios".
Puesto el objetivo de este Concilio en la posibilidad de unificación con las Iglesias Protestantes, se trata de buscar una fórmula de la "verdad" enunciada en el Concilio de Trento (comunitarismo de interpretación) que manifieste el supremo respeto que la Iglesia Católica tiene por las Sagradas Escrituras como "palabra revelada de Dios", y constituya una base de acercamiento con la afirmación protestante.
En Trento se preguntaron si la interpretación podía ser individual o debía ser comunitaria. No se discutía entonces si las Sagradas Escrituras eran o no la norma suprema: tal cosa se daba por sentada. La polémica posterior a Trento ha llevado a un mal entendido. El acento está ahora puesto sobre otro interrogante: ¿son las Sagradas Escrituras la fuente definitiva de la revelación por ser la palabra de Dios? Y de allí la necesidad de buscar una nueva fórmula.
Dado el secreto de las reuniones conciliares, se desconoce cuál fue el esquema presentado por el cardenal Ottaviani. pero el caso es que gran parte de los componentes del Concilio no ocultaron su oposición y propusieron que el informe pasara a una comisión especializada. De acuerdo con los antecedentes de Ottaviani se supone que el anciano cardenal se mantiene aún en la polémica del "libre examen", es decir: interpretación individual versus interpretación comunitaria. Eso es lo que hizo decir a los obispos que Ottaviani quiere "reiterar los mismos principios que la Iglesia Católica viene sosteniendo desde hace siete siglos".
También trascendió que, cuando habló Ottaviani, al cumplirse el tiempo reglamentario fijado para cada orador, el encargado de señalarlo lo hizo como de costumbre, pero el anciano cardenal ("Por eso es que soy Ottaviani") siguió en el uso de la palabra. Inesperadamente fue interrumpido por un aplauso. Allí intervino Monseñor Rufini (Sicilia), recordando "la prohibición de los aplausos. . ., más aún, si éstos tienen un carácter reprobatorio". Salomónicamente recordó también que todos debían atenerse al tiempo establecido para exponer.
El incidente con Ottaviani se resolvió con la mediación del Papa Juan XXIII, quien intervino para abreviar una "laboriosa y prolongada discusión", según rezan los cables. Fiel a sus propósitos de unidad, el Papa desestimó el informe de Ottaviani que, de haberse aprobado, hubiera significado una traba más para la posible unificación con las Iglesias Protestantes.
Hay que destacar que los "liberales" ya habían perdido la votación destinada a resolver sobre el destino del "informe Ottaviani", situación que no inhibió a Juan XXIII para ponerse de parte de ellos y enviar el informe a la comisión especial.

 

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Juan XXIII
Al volcar con su Pontificia mano el fiel de la balanza el Papa Juan XXIII ha sancionado un triunfo de las corrientes llamadas "progresistas"

 


 

Cardenal Ottaviani
"Por eso es que soy Ottaviani", sostiene el anciano Cardenal que más se opone a las nuevas tendencias advertidas en la atmósfera del Concilio

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