Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


La decadencia de las diosas del sexo
Revista Panorama
02.1964

Qué pasaría si las compañías Swift y Armour dejasen de envasar carne y comenzasen a vender, en cambio, chauchas empaquetadas?
Esto es, a grandes rasgos, lo que está haciendo Hollywood. Antes, sus actrices solían ser cada vez mejores y llenas de sex-appeal. Desde Mae Murray, en 1920, cuyo recuerdo todavía intranquiliza a nuestros padres, hasta Marilyn Monroe, la última gran leyenda de Hollywood, fueron proyectadas hacia los cielos diosa tras diosa del sexo. A los combatientes norteamericanos que se entrenaban para los ataques de Montecassimo y Saipán, se les dieron cientos de fotos de afroditas cinematográficas: Janne Russell, recostada sobre el heno; Rita Hayworth, en négligée; Betty Grable, con tacones altos, una cadenita alrededor del tobillo y malla de baño de una pieza.
Ya se acabaron estas muchachas. No obstante, en los dormitorios de los colegios para varones y en las barracas de los cuarteles, abundan las fotografías de actrices del tipo que hizo decir al humorista Mort Sahl que tienen la culpa de que toda una generación de
muchachos norteamericanos esté creciendo con la esperanza de que sus esposas serían verdaderas odaliscas.
Hedy Lamarr, considerada una de las más incendiarias, dijo una vez: "Cualquier chica puede ser glamorosa. Lo único que tiene que hacer es quedarse quieta y poner cara de estúpida". La nueva generación desprecia olímpicamente esta receta. Todas las muchachas quieren actuar, o al menos lo intentan. Susan Kohner, Natalie Wood, Tippi Hedren, Carol Lynley, Jane Fonda, Rita Lee, Christine Kaufman, Joey Heatherton, están todas enloquecidas por Strasberg y Stanislavsky. Pero como ''bombas" son lamentables.
Cada tanto surge alguna chica que sugiere posibilidades explosivas; actualmente, de estas la principal es Yvette Mimieux. Pero es difícil que se produzca una explosión. Para convertirse en nueva diosa del sexo, la muchacha tendría que interpretar varios papeles de diosa. Pero cada vez se producen menos películas, y cuando se hace alguna que reúna las características de que hablamos, el papel se le da a alguna actriz delgada y sobria; la película más adecuada para el lucimiento de una "bomba" que se hizo en los últimos años fue 'Irma la dulce'; sin embargo, el papel central lo representó Shirley MacLaine, cuyos generosos escotes no lograban disimular el aire de niña cándida y bien criada que tiene al natural.
Sin mujeres fatales como la Garbo, y sin mujeres con el esplendor animal de Ava Gardner, Hollywood ha perdido su cetro ante la competencia de Europa, donde Sofía Loren preside incuestionablemente la asamblea. A su lado, la Bardot y la Lollobrigida están esfumándose. Pero Romy Schneider, Mylène Demongeot, Claudia Cardinale y Elke Sommer pueden perfectamente barrer con todas las "bombas" que eventualmente produzca el cine norteamericano. En realidad, Hollyoood está tan escaso en este sentido, que hace poco la Universal Pictures tuvo que organizar un concurso de belleza en el Americana Hotel de Nueva York, para encontrar tres chicas que otorgasen relieve a la nueva película The Brass Bottle (La botella de bronce), junto al gordito y veterano Burl Ives.

 

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diosas
Dos momentos sintomáticos en la historia del cine-mujer-espectáculo: la exuberancia y la gracia primitiva de Jane Russell, y la picante y sofisticada elegancia de Natalie Wood.

 

 

diosas
-La sensualidad de una Jane Fonda no es la heredera de del sex appeal de las antiguas reinas de Hollywood.
-La estudiada languidez de Rita Hayworth era símbolo de aquellas épocas en que el cine yanqui lanzaba sus "diosas inalcanzables"