Con la camisa desprendida y el rubio pelo en desorden,
parapetado tras el enorme cigarro que se mueve entre sus
labios como un animal asustado, Darryl F. Zanuck le dice al
hombre que tiene delante: "O hacemos películas gigantescas o
no hacemos nada. Si las hacemos, puedo pagar con uno solo de
esos elefantes veinte pequeños ruiseñores, veinte films de
jóvenes con ganas de decir lo suyo y sin dinero para
decirlo." Parece que así empezó el diálogo entre el viejo
Zanuck y Cornelius Ryan cuando los dos se encontraron por
primera vez en las oficinas de la Fox para conversar sobre "The
Longest Day" (800.000 ejemplares), una novela de Ryan que se
estaba vendiendo a todo vapor en las librerías de USA. A los
tres meses, ya Darryl estaba en la costa normanda, con 13
millones de dólares en el bolsillo, listo para quitarle las
cadenas a su Moloch. Ese día, el más largo y solitario de
mi vida —como ha dicho—, tenía medio universo a su
alrededor: • Un bloque de 42 actores famosos, inclusive
ilustres, entre los que asomaban John Wayne, Henry Fonda,
Peter Lawford, Robert Ryan, Rod Steiger, Mel Ferrer (USA),
Jean-Louis Barrault, Bourvil, Daniel Gélin, Arletty, Jean
Serváis (Francia), Richard Burton, Kenneth More, Richard
Todd (Gran Bretaña), Curd Jürgens, Gert Froebe, Peter van
Eyck (Alemania). • Ciento sesenta y siete actores
secundarios. • Un equipo de 5 directores expertos en
temas de acción: Gerd Oswald, Bernhard Wicki, Ken Annakin,
Elmo Williams y Andrew Marton. • Dos mil soldados
franceses, mil ciento diez ingleses, setenta y cinco
paracaidistas, veinte mil extras. • Cuarenta lanchas
anfibias. 70 camiones, 22 barcos de la VI Flota de los
EE.UU. • Quinientas mil balas de fogueo para
ametralladora, dieciocho mil balas de cañón. • Un cañón
tipo Wehrmacht de 200 milímetros, doce cañones antiaéreos de
50 milímetros y mil doscientas ametralladoras: todo eso
exhumado de los museos de guerra o pedido en préstamo a
batallones ingleses de instrucción. • Cuatro helicópteros
con sus respectivos equipos de filmación. Lo que Zanuck
quería era abarcar en una sola mirada y con una minuciosa
objetividad los movimientos de aliados y nazis durante el
desembarco en Normandía, el 6 de junio de 1944. Se tomó
nueve meses para contar esa historia (que, en rigor, dura 24
horas): la primera toma hízose el 2 de agosto de 1961. Es
notorio que Zanuck se empeñó en trasladarse con toda su
gente (alimentada por 450 cocineros) a los lugares exactos
de la historia, a Port-en-Bessin, Ouistreham y la isla de
Re, sin amedrentarse por el aluvión de gastos que dejaba
detrás. Quiso que toda la empresa se manejara en escala
mayor, "porque estoy seguro de que el público devolverá diez
veces más de lo que he invertido". Esa certeza lo llevó a
contratar a James Jones y a Román Gary para que escribiesen
el libreto, y lo impulsó a gastarse dos millones de dólares
extra en la presentación de "The longest day" ("El día más
largo del siglo"), consumada en París hace un par de meses.
Un cuarto de esa cifra invirtióse en colocar sobre la torre
Eiffel dos carteles luminosos con el título del film.
Según todos los informes, ese lanzamiento en la sala del
Richelieu-Gaumont fue una genial operación publicitaria:
fascinados por las declaraciones previas del propio Zanuck,
tanto los alemanes como los franceses, los ingleses como los
norteamericanos se precipitaron ávidamente y en
manifestación para revivir su propia parte en la epopeya.
Operación "Prestigio" Ya a esa altura, el viejo
Darryl había visto acrecentarse su prestigio personal dentro
de la Fox, una empresa que contribuyó a fundar en 1933,
cuando tenía 30 años. Llamado por los 35 mil accionistas,
ocupó la presidencia de esa productora inmediatamente
después de que Spyros Skouras fuera obligado a dimitir, por
sus derroches en "Cleopatra" y "Something Got to give", el
film póstumo de Marilyn Monroe.
Oro que no reluce
Pero todo ese poder concentrado en sus manos, todo ese
dinero desplegado a los cuatro vientos, no alcanzó para
evitar algunas violentas invectivas contra el film, en París
y Nueva York, y algunas revoluciones internas dentro del
propio equipo de filmación. Se ha hecho ya famoso un
documento de Guenaël Bolloré, uno de los 37 asesores
contratados, en el cual Zanuck es acusado de "fantasear
impudorosamente en "The longest day". "La escena capital
de la película es el asalto a un casino —escribió Bolloré en
Arts—: ese casino ya no existía en 1944, y había sido
reemplazado por un blockhaus. Resulta, pues, inútil haber
invertido medio millón de dólares en la reconstrucción de un
edificio que había desaparecido antes de la guerra. Pero eso
es quizá un error venial, que empalidece ante la narración
del desembarco aliado. Esa narración es absolutamente
fantasiosa: se nos muestra cómo un obús de pequeño calibre
hace polvo un edificio de 3 pisos, y cómo un regimiento de
monjas surge misteriosamente en mitad de la batalla. Mr.
Zanuck hizo lo que le dio la gana, sin prestar atención al
asesoramiento de los militares que había contratado." Con
enojo profesional, Bolloré invitó a los ex combatientes
aliados a que boicotearan el film. "En lugar de este mamut,
en el que se gastaron 15 millones de dólares, los hombres de
buena fe hubiéramos preferido ver una obra en pantalla
normal, con los noticieros tomados durante el día D.
Hubiéramos gozado con una obra más corta, más verosímil e
infinitamente menos tediosa. Los 200 minutos de "The longest
day" me parecieron dos mil". Imperturbable ante tanto
reproche, el viejo Darryl se hincha de entusiasmo cada vez
que se le atribuye a él la dirección del film (lo que, en
rigor, parece exacto), cada vez que se menciona a Marton o a
Wicki como simples testaferros suyos, o cada vez que los
críticos hablan de "The longest day" como de una "batalla
librada por el general Zanuck". El film obtuvo 44 mil
dólares durante su primera semana de exhibición en Nueva
York, y sobrepasó el medio millón en su primer mes. Si hay
que creerle a Zanuck, las guerras del cine sólo se ganan de
esa manera. 12 de Febrero de 1963 PRIMERA PLANA -
Página 40
Ir Arriba
|
|
|