Desarme El tigre y el dragón coinciden en Moscú
¿Fue Wilson emisario de Kennedy en Moscú, para decidir un
esfuerzo supremo de las dos mayores potencias y Gran Bretaña contra
los ensayos nucleares? Algunos comentaristas lo creen así. En
realidad, el anuncio de una reunión tripartita "en un nivel elevado"
lo hizo el presidente en Washington, durante su discurso de colación
de grados en una universidad, el mismo día en que el jefe laborista
—que el mes pasado fue huésped de la Casa Blanca— sostenía una
conferencia de tres horas con el jefe del Kremlin. Hay quienes
opinan, en cambio, que el presidente Kennedy no se arriesgaría a
incomodar en tal forma al primer ministro Macmillan, por seguro que
esté de que, en pocos meses más, será Wilson quien ocupe la morada
de 10 Downing Street. También se hace notar que, según el relato del
jefe laborista, Kruschev no tiene esperanzas de que pueda
concertarse en un futuro próximo un acuerdo sobre prohibición de los
ensayos nucleares. Sin embargo, es un hecho que Kruschev aceptó
esa conferencia —en cuyo éxito no confía— y que ofreció a Moscú por
sede, aun sabiendo que en esa fecha estará allí la delegación china
que va a discutir con los rusos el conflicto doctrinario del mundo
comunista. ¿No sé tratará —insinúan algunos— de una jugada
espectacular de Nikita Kruschev, tan poco imaginativo en los últimos
tiempos? ¿No tratará de poner cara a cara, si bien
extraoficialmente, a los chinos con el presunto "tigre de papel"? .
¿No amenazará simultáneamente a Washington y a Pekín con retirarse a
la vida privada si ambas partes no le hacen las concesiones
suficientes para que él pueda seguir adelante? En todo caso,
conviene recordar que la diplomacia soviética había aceptado al
máximo de tres inspecciones por año, y que ahora, en cambio, retira
esa propuesta con el pretexto de que los norteamericanos no la
aceptaron. Según él, ya existen medios técnicos suficientes para
detectar las explosiones de superficie en cualquier punto del globo;
por lo tanto, ya no se necesita un acuerdo que las prohíba, y sólo
se requiere otro sobre las explosiones bajo tierra (asunto que puede
esperar, puesto que esas pruebas tienen una utilidad bélica
reducida). En cuanto al discurso de Kennedy, deja la impresión de
que para él se acerca el memento en que será preciso interrumpir las
negociaciones de desarme si no se obtiene un acuerdo sobre control
de las pruebas nucleares. No trató de disimular la profunda
inquietud que le causa la perspectiva de esa ruptura. Quienes
sostienen que Wilson llevaba una misión confidencial a Moscú,
agregan que esa misión podría sintetizarse así: "Si usted no firma
un acuerdo, el año próximo deberá tratar con un Kennedy
intransigente o con un presidente republicano". Es, como se ve, un
argumento simétrico, que esgrime Kruschev cuando obliga a pensar en
la presión china. El 17 de junio, los chinos enviaron a Kruschev
una carta de 30.000 palabras que indicaba las veinticinco cuestiones
que desean discutir con él a partir de la semana próxima. Hay en
ella una alusión a las pruebas nucleares: "Sólo la lucha popular, en
todos los países, obligará a Occidente a proscribir esas pruebas". Y
hay también una amenaza: "Si el grupo dirigente de cualquier
partido
asuma la línea no revolucionaria, convirtiéndose en un partido
reformista, entonces los marxistas-leninistas, dentro del partido y
fuera de él, lo sustituirán, y dirigirán a los pueblos hacia el
camino de la revolución."
Berlín Impedidas las
fugas, crece la resistencia
¿Evasión o resistencia?
Es la pregunta que se formulan desde hace tiempo los berlineses.
Cada una de esas actitudes tiene una fecha símbolo: el 18 de junio
conmemora la insurrección (reprimida hace diez años) y el 13 de
agosto la erección (hace dos años) del muro que convierte a una
mitad de la ciudad en cárcel. Desde que Walter Ulbricht mandó construir el
muro, no pasa semana sin que un grupo de alemanes intente la fuga,
generalmente a través de túneles. Sin embargo, en vísperas del otro
aniversario, las fuerzas de resistencia volvieron a manifestar su
capacidad de lucha, haciendo estallar algunas bombas en Berlín Este.
El jefe del régimen comunista alemán logró su propósito de una
reducción drástica del número de orientales alemanes que escapaban,
pero cometió un grave error al no advertir el efecto de su muralla
en la opinión mundial. Berlín es "la vidriera de Occidente": de un
lado, terror y ruinas; del otro, libertad y bienestar. La muralla
acentúa ese contraste y expone ante los alemanes y extranjeros el
fracaso de Ulbricht. Pero hay más: privados prácticamente de la
posibilidad de evadirse, los berlineses vuelven a pensar en la
resistencia, por desproporcionada quesea la relación de fuerzas. Los
animadores de ese movimiento parecen creer que hoy los rusos,
comprometidos en la política de coexistencia, tendrían más
dificultades que entonces para aplastar con sus tanques una nueva
rebelión del pueblo berlinés. Los esfuerzos que hicieron en favor de
una distensión de la situación internacional se malograrían de un
solo golpe si procedieran como aquella vez. Página 15 - PRIMERA
PLANA 25 de junio de 1963
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