Eran las 11 de la noche del martes 5 en el
aeropuerto de Fuerstenfeldbruck. En la pista, iluminados por
potentes reflectores, dos aviones, uno de Lufthansa y el otro de una
línea comercial iranía, acompañaban a tres helicópteros, que sólo
cinco minutos antes se habían posado en el cemento. Del aparato
alemán bajaron dos hombres portando metralletas. Pertenecían a la
organización palestina Setiembre Negro, y acababan de revisarlo,
pues era el que los llevaría a alguna capital árabe. De pronto se
apagaron las luces, una horrenda sombra cayó sobre máquinas y
humanos. Hubo unos segundos de silencio, después, cientos de
pequeñas luces cortaron la penumbra: las ametralladoras gritaron su
furia homicida. Duró varios minutos, hasta que un estruendo
ensordecedor, seguido por una enorme llamarada, marcó el principio
del fin: una granada voló el helicóptero donde se amontonaban nueve
rehenes y un piloto. Poco a poco cesaron los disparos. La
resistencia de los milicianos había llegado a su fin. Se prendieron
las luces. La función concluía. Los quince muertos desparramados en
la pista eran un macabro testimonio del engaño y la imprudencia del
Gobierno de Bonn. Todo había comenzado la misma madrugada del
martes, cuando a las 4.30, un grupo de milicianos palestinos
entraron en la Villa Olímpica vestidos de atletas. Por la fuerza,
penetraron en la finca en que convivían parte de la delegación judía
con uruguayos. Allí tomaron a los nueve rehenes: los ofrecieron
canjear a las autoridades israelíes por más de 200 prisioneros
palestinos. Dieron plazo hasta las 15.30. Pero las tratativas lo
prolongaron hasta las 22.10, en que los secuestradores y sus
garantías, con los ojos vendados, salieron de la villa en un ómnibus
rumbo a los helicópteros que los llevarían a la base, que sirve como
aeródromo militar a. la nato. Subieron todos a un aparato, mientras
otros dos les servían de escolta. Cuando llegaron a la base, no
sabían que el Gobierno alemán y los dirigentes de Baviera, en
complicidad con las autoridades del Comité Olímpico Internacional,
habían dispuesto un ataque. Manfred Schreiber, el jefe de la policía
de Munich, sería el frío ejecutor del mismo. Sus tropas comenzaron
el tiroteo. Bonn, aduciendo que los guerrilleros "pensaban" de
todas maneras matar a los rehenes, dijo que el ataque era necesario,
Olvidaba que, en casi todos los países del mundo, las organizaciones
de resistencia no eliminan a sus secuestrados sin antes agotar las
tratativas. Y sólo llegan a hacerlo si son atacadas por las fuerzas
oficiales. Y esa era la interpretación del hombre de la calle en
Munich: "No apruebo la matanza, pero si los guerrilleros fueron
engañados por las autoridades alemanas esto era de esperar". Una
hora después del hecho, otro elemento de confusión se agregaba a los
ya existentes: Conrad Ahlers, vocero del gobierno, afirmaba que los
rehenes habían salido sanos y salvos del ataque. ¿Pudo estar mal
informado de lo acontecido? Es difícil; es seguro que las razones
quedarán en los anales de lo incomprensible. Pero ¿qué persigue
esta organización que tan hondamente sacudió a la opinión pública
mundial? Setiembre Negro es un desmembramiento de Al Fatah. En su
comienzo, juzgaron que la organización dirigida por Arafat no era lo
suficientemente revolucionaria y se juramentaron para destruir, aun
a costa de sus vidas, los intereses sionistas internacionales, donde
éstos se encontraren. Su bautismo de fuego fue la muerte del Primer
Ministro jordano, Wasfi Tell, en noviembre, en el hotel Sheraton, de
El Cairo. Poco después, en febrero, atacaban la fábrica "Strener" de
Hamburgo, que suministraba equipos electrónicos al ejército judío.
Su último logro de resonancia fue el sabotaje del oleoducto
transalpino en Alemania Federal. Es sólo uno de los cinco grandes
grupos de resistencia en que se hallan nucleados los rebeldes
palestinos. El más fuerte, Al Fatah, dirigido por Yasser Arafat, que
es al mismo tiempo Jefe de la Organización de Liberación de
Palestina, es seguido, con una posición más agresiva, por el Frente
Popular de Liberación de Palestina, liderado por Georges Habache. El
secuestro de aviones o la matanza en el aeropuerto de Lod son
algunos de los hechos más resonantes de esta última agrupación.
Estas, como otras organizaciones, cumplen cada una, a su manera, el
papel que se han asignado en la lucha. Los métodos que utilizan
dependen de un sinnúmero de circunstancias: los países que los
cobijan, aquellos que los proveen de armamentos. Pero el objetivo es
común: la liberación de su tierra. Lo cierto es que desde hace
años una sórdida batalla ensangrienta la Tierra Santa. No es el caso
ya de analizar la coyuntura internacional que provocó la expulsión
de los palestinos de sus heredades. Sólo hay una realidad: miles y
miles de hombres, mujeres y niños quedaron sin hogares. Aun en la
franja de Gaza la desesperación impulsa a los refugiados a lanzar,
de vez en cuando, ataques contra las fuerzas de ocupación. Cientos
de cadáveres quedaron en los campos. Y ante esta masacre
ininterrumpida no se oye al mundo "occidental y cristiano" protestar
por las muertes, ni por la pobreza, ni por las torturas, ni por el
analfabetismo o la subalimentación, que son, al fin, otra forma de
morir. Es posible que haya sido inútil, es cierto; es posible que
las víctimas fueran inocentes, también es cierto. También es posible
que, por esta vía tan trágica, alguien abra los ojos ante el
espectáculo de una Palestina sufriente. Ya la reacción mundial
piensa en represalias. Munich puede ser un argumento más para
desatar una ola de violencia. Si se piensa terminar así a las
organizaciones de guerrillas no se percibe que el mayor criadero de
disconformismo es la presencia israelí en zonas que ni siquiera les
fueron adjudicadas por las Naciones Unidas en 1948. Subvencionados y
alentados por los Estados Unidos, los ocupantes se sienten
estimulados ante el retiro ruso de Egipto. Pero según todo parece
indicarlo, la guerrilla continuará. Y serán años de lucha. Ellos lo
saben.
REPORTAJE EXCLUSIVO: YASSER ARAFAT Días antes
de los sucesos de Munich, en algún punto del mundo árabe, mientras
inspeccionaba una unidad guerrillera, Y as ser Arafat fue reporteado
en exclusivo por primera plana. El periodista Hilario Giménez,
después de una prolongada espera, lograba las primeras declaraciones
del jefe de la Organización de Liberación de Palestina hechas a un
medio periodístico extranjero, tras varios meses de silencio. A
través de las mismas, el líder anuncia el regreso de la lucha armada
y revela aspectos trágicos de la realidad a que se ve sometido su
pueblo: las torturas que sufre, los asesinatos que presencia
impotente, la constante de un terror que le es impuesto desde las
alturas del Estado. Pero los hechos de la Villa Olímpica no harían
perder vigencia a sus palabras. Al contrario, las declaraciones de
Arafat pueden echar luz sobre un acontecimiento tan dramático.
La táctica de la prensa burguesa —aliada fiel del sionismo
internacional— ha intentado presentar un cuadro caótico de las
fuerzas de liberación de Palestina, difundiendo falsas informaciones
acerca de nuestra "debilidad interna", de las "flaquezas" de las
formaciones armadas y de "enfrentamientos" entre grupos rivales de
la Organización de Liberación. Entusiasmada con su propio juego no
advirtió, esa prensa, que nuestro silencio era positivo y que sólo
esperábamos el momento de contraatacar con eficacia. ¡Pues bien, ese
momento ha llegado!
Quienes conocen a Yasser Arafat, la
reciedumbre de su personalidad de jefe revolucionario y el estilo
seco, vehemente, a pesar de todo, de su lenguaje, no dudarán acerca
del sentido real de su declaración. No se trata de una amenaza y,
mucho menos, de una bravata. En los conceptos enunciados en el
primer párrafo se contiene una sola y gran verdad: la guerrilla
palestina vuelve a la lid. Interrogamos al líder liberacionista
acerca de la ruptura del actual statu quo vigente en la asolada
tierra palestina, víctima de la agresión imperialista. ¿Se puede
considerar como una situación de paz la que rige en Medio Oriente,
particularmente desde el ángulo de los palestinos? —La paz es la
gran asesinada de la presente etapa de nuestra lucha. ¿De qué paz se
puede hablar? ¿Es que el mundo se puede dar por satisfecho con
semejante estado de cosas? Está bien que una buena parte de la
humanidad se encuentre lo suficientemente corrompida como para
admitir como válida la opresión de que somos objeto los palestinos.
¡Pero que al menos tenga el valor de llamar a la esclavitud y al
genocidio por sus nombres! ¡Que no vengan a invocarnos el "espíritu
de la paz" y a tratar de alienarnos tras la inocente paloma herida
cuando nosotros estamos luchando por alcanzar la liberación nacional
social! La indignada voz de Arafat hace vibrar la aguja de
nuestro grabador al tiempo que provoca el aplauso de los milicianos
adictos en el cuartel provisorio, apresuradamente construido para
albergar la persona del jefe durante su visita de inspección.
Recobrado, más sereno, el líder de la resistencia retoma la palabra.
—Nosotros somos gente de paz. En realidad, la llevamos en nosotros
mismos, nos resulta doloroso ser violentos porque, en esta misma
tierra, nuestros antepasados aprendieron a vivir y a crecer en paz
con cuantos la cohabitaban. Todo eso del odio de religiones, de las
"guerras santas" y otras invenciones por el estilo, no son otra cosa
que el producto de la propaganda adversa, hábilmente realizada por
los enemigos del pueblo palestino. Pero, ¿cómo se puede esperar de
nosotros, ahora mismo, un solo gesto de concordia si se nos arrebató
el derecho a la vida? Piensen un poco en la condición de parias en
que el sionismo nos ha puesto. Piensen en los miles y miles de niños
palestinos que no tienen derecho ni a un pedazo de pan, ni a un
pupitre en un colegio. Son niños a quienes se les ha negado el amor
de sus padres, masacrados durante las invasiones y los bombardeas
posteriores o muertos en los apestosos campos de "refugiados", para
llamarlos de alguna forma, aunque en realidad son campos de
concentración. —Muy poco se habla de esta vocación pacifista de
los palestinos. —Ni lo indispensable. ¿Cómo pueden admitir los
sionistas que su famoso "estado socialista" es sólo un calco del más
brutal imperialismo y que todo cuanto poseen es ilegítimo, pues ha
sido arrebatado a un pueblo que, además de robado, ha sido
exterminado? Si el mundo supiera la verdad, tal como la sentimos en
nuestra carne y en nuestra alma, es posible que la dura piel del
egoísmo universal se resquebrajara. En ese caso, hasta sería sensato
el pensar que la razón penetrara, finalmente, en la inteligencia de
los que son capaces de decidir.
TORTURADOS, ASESINADOS ...
Los grandes titulares de los periódicos pueden producir la
mimetización de los sucesos que anuncian. De este modo, las imágenes
se convierten en clisés y la palabra, vaciada en molde, pierde su
calidez primigenia para transformarse en estereotipos. De acuerdo
con la técnica de la más primitiva propaganda (enunciar: repetir,
repetir, repetir ...), un palestino pasa a convertirse en un ser
primitivo, inculto, poco propenso a la actividad creadora y menos,
aún, al trabajo de todos los días. Por el contrario, los israelíes
se convierten en la suma perfección y en dechados de virtudes. Son
inteligentes, honrados, trabajadores, activos y hasta heroicos, por
cuanto defienden "lo suyo" de los ataques de esos terroristas de las
formaciones especiales palestinas. Las gentes que leen diarios y
revistas y ven televisión, reciben esas informaciones como
auténticas "sensaciones" que les penetran la actividad mental. En
realidad, resultan masivamente programadas para aceptar como válidos
unos hechos prefabricados, imaginados en los laboratorios de los
publicistas. La realidad, en cambio, es distinta, menos
monocorde, más llena de matices. Yasser Arafat la explicó del modo
siguiente. —Los sionistas dominan por el terror. Ni siquiera su
propia gente se encuentra segura. Sabemos, efectivamente, que en una
gran cantidad de "kibutz" se ha emplazado a sus habitantes al
aumento de los niveles de producción so pena de ir a parar a la
cárcel. Las amenazas no se detienen ahí. Como una parte de los
obligados agricultores-soldados se ha negado a ir a morir por
obedecer a un gobierno francamente impopular, se han añadido a sus
"kibutz" fuerzas del ejército regular. cuyo único objetivo es
vigilar a los forzados servidores del Estado. —Si así tratan a
los suyos, ¿qué ocurre con los palestinos presos? —Como toda
fuerza de ocupación que debe reprimir a la resistencia popular, los
sionistas no vacilan en torturar por sistema. Lo hacen porque, como
les dije anteriormente, el terror es su arma dilecta, a la que
subordinan todas las demás. La cantidad de denuncias que la Media
Luna Roja lleva presentadas a diversos organismos mundiales,
incluida la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
acerca de casos comprobados de torturas, alcanza el número de
quinientos veinte. Hemos comprobado que hasta niños de doce y
catorce años fueron víctimas de semejante barbarie. Ante hechos como
éstos y esos asesinatos, fríamente ejecutados, en los pueblos árabes
fronterizos, esos bombardeos de que son objeto las poblaciones
civiles, ¿qué opinión deben merecer sus ejecutores y cuál la que
implique a las organizaciones palestinas de la liberación?
LA
CAUSA DEL TERCER MUNDO Estamos obligados, por el compromiso
contraído oportunamente, a ser poco explícitos sobre el ambiente que
rodeaba a los protagonistas de esta entrevista. Debido a esto,
lógica medida de seguridad, el lector disculpará la desnudez
elemental de la presente entrevista. Creemos, de cualquier modo, que
lo más importante de ella es la palabra de Yasser Arafat, quien, al
referirse a los aspectos políticos de la lucha de su pueblo, se
expresó como sigue: —Resulta imposible pensar en la posibilidad
de que el pueblo de Palestina lleve su lucha en solitario, al margen
de la problemática del Tercer Mundo. Ni la realidad geopolítica —que
nos incrusta en el cogollo mismo de la arabidad- - ni la mas
elemental lógica política permiten suponer que tal cosa pudiera
ocurrir. Nosotros sabemos muy bien que, históricamente, la
liberación de Palestina solo puede sobrevenir en el marco de las
luchas nacionales y anticolonialistas en las que están embarcados
los países y los pueblos de América, Asia y África. —Eso,
paradójicamente, supone la interdependencia de las independencias
nacionales del Tercer Mundo ... —¡Por supuesto!, el orden
político revolucionario del futuro, ese que está surgiendo ahora
mismo de entre las brumas de un tiempo de transformación, será
totalmente distinto al actual, impuesto por las estructuras
económicas colonialistas. Los países que, como el de ustedes,
combaten por alcanzar su plena libertad política, su soberanía
nacional, habrán de ligarse entre sí, constituyendo grandes bloques
regionales, con objeto de compensar las insuficiencias del pasado
cipayo —como dicen ustedes mismos—, cuya herencia son la pobreza, el
atraso y la sumisión. Estas realidades nos obligan a ser coherentes
con nosotros mismos y, sobre todo, extremadamente honrados en las
alianzas que nos impongamos. Debemos pensar que el espíritu de la
Historia nunca es burlado en vano. Crece la actividad en el
transitorio cuartel general de la guerrilla palestina. La radio
transmite rápidos mensajes dirigidos a las unidades que ya están
operando en las cercanías de las líneas sionistas. Pronto caerá la
noche y entonces habrá que estar preparados para la evacuación del
lugar. Recordamos otra noche de hace algunos años, poco antes de "La
Guerra de los Seis Días", cuando desde Gaza era posible contemplar
la orilla opuesta y presentir el desembarco de los "comandos de la
muerte" egipcios en territorio de Israel. Entonces ni la tormenta
más pesada lograba oscurecer el cielo permanentemente, pues
centenares de luces de bengala lo horadaban en todas direcciones
durante horas y horas, hasta llegar el amanecer. Ahora, pensamos,
los combates se suceden del mismo modo, tenaces, solitarios, hombre
contra hombre. —Hemos de despedirnos. Dentro de un par de horas
debo estar presente en un lugar lo bastante distante de este de
ahora. Pero antes quiero ratificarle en la idea de que las
organizaciones de liberación de Palestina están más unidas que
nunca. Ya no se trata de un mero interés político empujándonos a una
unión que, en el fondo, no se desea. Se trata de un hecho espiritual
y moral insoslayable: la unidad la reclaman todos nuestros muertos,
con la fuerza que da la sangre, y el destino de un pueblo magnífico
que no se merece, por ningún concepto, ser traicionado, engañado o
postergado en sus aspiraciones de liberación nacional y social. No
hay lucha ideológica entre nosotros. No existen las disensiones
políticas. Todo fue postergado, olvidado, dejado atrás. Sabemos que,
andando en la lucha, llegaremos a la síntesis. Para cuando esto
suceda tendremos una Patria libre, un Estado soberano y un Pueblo
viviendo en justicia, o todos habremos desaparecido para siempre.
HILARIO GIMENEZ PRIMERA PLANA Nº 502 • 12/IX/72
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