La siguiente es una crónica que relata, junto con
una parte de la vida de Eamon De Valera, los primeros tiempos de la
lucha que, contemporáneamente, mantiene el Pueblo irlandés contra la
opresión del Sistema. Carlos Frank, enviado especialmente por P.P. a
Irlanda y autor de la misma, dialogó extensamente con el
protagonista de este ardiente período combatiente y, en números
venideros, nos remitirá un resumen de las conversaciones mantenidas
en Dublín.
A través de las rutas cortadas y de los "desvíos
provisionales" que vuelven sinuosos todos los caminos desde 1969, es
posible llegar, con relativas dificultades. de Belfast a Dublín. Por
estos mismos caminos, confundidos con la población católica de
Irlanda del Norte, que huye de la histeria y el terror colectivo,
algunas decenas de miembros del I.R.A. hacen su camino. Pero a la
inversa. Ellos no sólo no huyen: se dirigen a engrosar las fuerzas
guerrilleras que luchan por la incorporación del Norte a la
República Irlandesa. Tampoco intentaron huir, en la sangrienta
primavera de 1916, los sublevados del "Lunes de Pascua" (24 de
abril) que habían constituido el primer Gobierno independiente y
proclamado la República Irlandesa: Thomas J. Clarke; Sea Mac Donagh;
Patrie H. Pearse; Eamon Ceant; James Connolly y Joseph Plunkett.
Todos fueron fusilados antes de que hubieran transcurrido quince
días desde el cese de las hostilidades. A Connolly, que resultó
herido en la ocupación del edificio del Correo (en Dublín), se le
curaron las heridas hasta dejarlo en buenas condiciones, y luego,
transportado en silla, fue puesto ante el pelotón de fusilamiento.
Mientras tanto, dos mil patriotas más, acusados de diversos cargos,
como los de "terrorismo", "posesión de armas de guerra" y
"subversión", hacinados en barcos ganaderos, anclados en las afueras
del puerto de Cobh, debieron aguardar más de un mes ante? de ser
trasladados a prisiones de Inglaterra. Entre los pasajeros de
esos barcos se encontraba Eamon De Valera. Para atravesar los
setenta y cinco kilómetros que separan las costas de la verde Erin
de las inglesas, a través del Canal de San Jorge, el barco-prisión
demoró seis meses. Amarrados a la sentina, los heroicos voluntarios
irlandeses debieron soportar la brutalidad de sus enemigos, el
hambre y la sed. De Valera había luchado al mando de un batallón de
voluntarios en la carretera de Dublín a Kinstown y fue juzgado por
ese hecho. Logró salvarse de la muerte, pero no de la cadena
perpetua ni de los trabajos forzados, debido a su nacimiento en
Nueva York.
EN LA "ISLA DE LOS SANTOS" Poco después de
1882, año en que nació, De Valera llega a la dulce y verde Erin,
tierra de pastores y poetas, llamada también "Isla de los Santos".
En ella creció, en un ambiente campesino. Por entonces, un núcleo
revolucionario, llamado Sociedad de Organización, luchaba para una
mejor distribución de la tierra, agrupando a los campesinos en
cooperativas, intentando rescatar las grandes extensiones en poder
de los "señores" ingleses. De Valera, expresión de la voluntad de
sus padres, que le habían infundido un gran sentido de
responsabilidad y un tremendo orgullo —trabajando en ásperas
tareas—, alcanzó las aulas universitarias y estudió ciencias e
idiomas. Al término de su carrera obtuvo una cátedra de matemáticas
en el colegio de Black Rock, en las cercanías de Dublín. En ese
justo momento, la lucha de los patriotas y revolucionarios
irlandeses por la autonomía de su país alcanzaba un momento
efervescente. En los últimos quince años del siglo XIX, el
Parlamento inglés rechazó el proyecto autonomista presentado por el
líder del Partido Liberal, Glasdstone. El Gabinete Asquith lo
intentó otra vez en 1913, pero los protestantes del Ulster,
dirigidos por Sir Edward Carson, se opusieron y amenazaron, incluso
con la violencia, a cualquier tipo de concesiones. Por otra parte,
el propio Gobierno británico alentaba a los unionistas,
autorizándoles la creación de las Milicias Armadas Orangistas.
Esta situación, endurecida paulatina y constantemente, dio un gran
vigor al Sinn Fein, términos gaélicos cuyo significado es el de
"Nosotros Mismos" (en el sentido de nosotros solos), que había sido
creado en 1905 por el periodista Arthur Griffith. Este propugnaba la
acción directa y el abandono de la política parlamentaria, a la cual
consideraba estéril, debido, particularmente, a que las discusiones
en Londres sólo reblandecían al Pueblo y le hacía caer en la utopía
de esperarlo todo de las negociaciones. El Sinn Fein, dispuesto a
la lucha total, organizó batallones de voluntarios en todo el país,
a los que se armaba con material recibido secretamente de las
organizaciones irlandesas de los Estados Unidos. De Valera se enroló
pronto en estas actividades clandestinas. Ya tenía la convicción de
que por la vía estrictamente pacífica no lograrían, los irlandeses,
alcanzar la independencia y la justicia social. Se hacía, pues,
necesario, derribar al coloso imperialista asentado en el Castillo
de Dublín.
1916 La iniciación de la guerra europea pareció
postergar el "caso" de Irlanda. Se paralizó la emigración, que venía
obrando como un "desangre" político y aliviaba las tensiones
internas. La atención inglesa se desvió, como era de prever, hacia
los problemas derivados de la conflagración. No obstante, no se
abandonó la "acción psicológica" sobre los irlandeses, pues la Gran
Bretaña se empeñaba en asumir el papel de buena matrona, protectora
de las nacionalidades menores, a las que se consideraba agredidas
por aquéllos. También aparecieron públicamente los Voluntarios
Irlandeses, con uniformes y armas. La razón era obvia: miles de
ellos luchaban en suelo europeo, incorporados al ejército inglés
que, ¡desde luego!, no permitió se crearan unidades especiales
irlandesas. De cualquier modo, la guerra provocó nuevos
erizamientos espirituales y políticos en Dublín, donde para colmo,
el último domingo de julio de 1914, el ejército inglés había
disparado sus armas sobre una multitud inerme. En julio de 1915, la
Liga Gaélica —creada por W. O'Brien en 1898— se convierte en
organismo político. Así se alcanza la primavera de 1916. El "Lunes
de Pascua", los Voluntarios irrumpen en forma violenta en el
edificio del Correo, en Dublín, dando lectura a un Manifiesto
vibrante : quedaba proclamada la República de Irlanda. El documento
lo firman los componentes del Gobierno Provisional. Cinco días
después, y en vista de que el alzamiento queda limitado a Dublín,
los patriotas se rinden y son fusilados. Haciéndose fuerte en una
fábrica de harina, el batallón mandado por De Valera resiste
largamente el asedio del ejército inglés. Su jefe da muestras de una
admirable predisposición hacia el oficio militar por su espíritu de
lucha, concepción estratégica y don de mando. Será el último en
rendirse en la noche de un sábado sangriento, iluminado por las
antorchas de los vencidos.
EL I.R.A. 1917. Gracias a ese
"admirable" espíritu constitucionalista del que los ingleses hacen
gala, la Gran Bretaña convoca a nuevas elecciones en Irlanda. Se
trataba de reemplazar a varios Diputados de Dublín fallecidos en el
curso de su mandato. El Conde de Plunkett, padre del más joven
miembro del Gobierno Provisional, logra una banca agitando el lema
de la independencia total. De Valera, para entonces en la prisión
londinense de Pentoville, también resulta elegido por el Condado de
Clare. En junio, el gobierno británico se ve obligado, con objeto de
calmar su retaguardia, a conceder el indulto a todos los
encarcelados por los sucesos de 1916. El futuro líder del pueblo
irlandés no acepta el acta de diputado y anuncia que continuará la
lucha "hasta el fin del imperialismo o el fin de mi vida". En
octubre, De Valera es elevado a la categoría de Presidente del Sinn
Fein e inicia la reorganización del mismo. Pero el hecho más
importante, protagonizado por este irlandés de Nueva York, es la
creación del I.R.A. (Irish Republican Army ), resorte fundamental en
la lucha de la liberación gaélica, expresión armada de los
sentimientos populares más genuinos. Sin embargo, los ingleses no se
duermen y ordenan la deportación a Londres de Griffith, Cosgrave, De
Valera y otros noventa y siete dirigentes del nacionalismo irlandés.
Al mismo tiempo son declaradas ilegales todas las organizaciones
nacional-populares y se clausura, en un alarde de democracia y de
libertad de prensa, a ¡veintiocho periódicos!, a los cuales se
considera "peligrosos y subversivos". Como estas medidas le resultan
exiguas, el rugiente león manda más tropas, convertidas en policía
represiva, y decreta el estado de sitio.
PRESIDENTE, PRESO Y
PROFUGO Noviembre de 1918. Concluye la guerra europea. Se plantea
el problema de las nacionalidades. El Partido Unionista de Belfast,
ante el modo en cómo se encarará la solución de aquél, acepta, sólo
como mal menor, el home rule. Por otra parte se debían celebrar
elecciones generales en toda Gran Bretaña y, consiguientemente, en
Irlanda. Estas se llevan a cabo en diciembre y constituyen un
rotundo triunfo de los republicanos. De los ciento cinco Diputados
que debían ingresar al Parlamento en Londres, setenta y nueve eran
nacionalistas y, de éstos, setenta y tres pertenecían al Sinn Fein,
mientras seis eran partidarios del Home rule. Los unionistas u
orangistas apenas si sumaban veintiséis. Lo cual equivalía a señalar
que las cuatro quintas partes del país se habían pronunciado por la
independencia y la justicia social. Los electos diputados del
Sinn Fein se dieron a sí mismos la denominación de Partido
Republicano Irlandés, negándose a ocupar las bancas de la Cámara de
los Comunes, en tanto se constituían en Asamblea de Irlanda (Dail
Eireann). El 8 de enero de 1919 se reunió, por primera vez, esa
Asamblea, en Dublín. En el transcurso de sus deliberaciones se
proclamó a Irlanda República independiente y a Eamon De Valera, que
seguía expatriado en la metrópoli, Presidente de la misma.
Vicepresidente resultó elegido Arthur Griffith, quien también había
participado en la organización del I.R.A. El electo Presidente se
fuga espectacularmente de la prisión de Lincoln. Pero no vuelve a
Dublín. Marcha a los Estados Unidos, donde reclama el apoyo de los
irlandeses, a quienes considera en obligado exilio por la política
de hambre y miseria protagonizada por Inglaterra en su tierra.
Mientras tanto, la clandestina República de Irlanda comenzó a
soportar las violentas intimaciones del Gobierno de Londres. En
tanto los republicanos crean las instituciones básicas de la vida
del país, que funcionan con notable regularidad, prueba de la
madurez política del Pueblo gaélico. Las fuerzas militares de la
Gran Bretaña, procediendo con una ferocidad hasta entonces poco
conocida —y que puso de relieve ante la opinión europea de qué modo
operarían en tierras más lejanas, como la India—-, admiten la
creación de una policía integrada por ex presidiarios, condenados a
cadena perpetua por los crímenes de que eran autores. Estos
"halcones", debidamente adiestrados, serán los encargados de
masacrar y torturar a la población. En setiembre se declara ilegal
el Dail Eireann, en tanto las palizas, los allanamientos sin
autorización de los jueces, los asesinatos e incendios de hogares se
prodigan por las fuerzas de ocupación y su brutal policía. La
tortura, sobre todo, crece a ritmo acelerado, creándose cuerpos de
"profesionales" en todo tipo de castigo físico. Los irlandeses de
entonces, como los justicialistas de hoy, en la Argentina
democrática del Gobierno lanussista, carecían de garantías, aun de
las más elementales, y nadie estaba seguro al salir de su casa, que
podría regresar o que, de quedarse en ella, no sería asesinado a
balazos o quemado, entre los escombros del hogar. Los famosos
Special B del Ulster, entonces llamados "constabularios", eran los
amos y señores de la situación.
LA GUERRA CIVIL Los
asesinatos, como el del Intendente de Cork, ciudad que había sido
previamente incendiada por los agentes del "orden", ocurrido en
1920, tenían como fin implantar el terror entre los mandos del
I.R.A.. El nacionalista que le sucede en el cargo, Terence Mac
Swiney, fue destituido y detenido. Llevado a Londres, donde lo
someten a torturas, muere en la cárcel de Brixton el 25 de octubre.
En diciembre de ese año de 1920, De Valera regresa clandestinamente
al país y ese mismo mes se promulga la ley de partición de Irlanda
que, hasta ahora mismo, sirve como base constitucional a Irlanda del
Norte. El 23 de abril de 1921, la policía británica abandona
oficialmente la búsqueda y captura del líder popular. Las garras del
león empiezan a entumecerse. El 22 de junio, los reyes ingleses
asisten a la ceremonia de apertura del Parlamento de Belfast.
Distinto a la brillante celebración del Norte, en el Sur no se reúne
el cuerpo parlamentario y sus sesiones se aplazan sine die. El país
no está para juegos democráticos y camina hacia la única y
lamentable "salida", aquélla que le había preparado, como una
celada, el Sistema liberal y capitalista: la de la guerra. El 6
de diciembre de 1921 se suscribe un acuerdo entre ambas partes —el
i. r. a. y el Gobierno inglés— para la creación del Estado Libre de
Irlanda. Pero, dos días después, en un mensaje a todo el Pueblo, De
Valera lo desautoriza. Los firmantes dicen que fueron obligados por
las amenazas de Lloyd George, quien les señaló que si no había
partición se implantaría un régimen de terror. Tras diversas
vicisitudes —entre ellas la escisión del Dail Eireann y la creación,
por parte de De Valera, de un nuevo grupo político—, el 28 de junio
de 1922 estalla, formalmente, la guerra. El 12 de agosto muere
Griffith y seis días más tarde es asesinado Michael Collins. El 9 de
setiembre, el Dail Eireann elige nuevo Presidente en la persona de
William Cosgrave, iniciándose los debates en torno a la Constitución
del Estado Libre. La guerra, que sigue, es implacable. En octubre
es fusilado Erskine Childers, a quien se acusa de rebeldía y alta
traición. El 6 de diciembre entra en vigor el texto constitucional y
Cosgrave es designado jefe del Gobierno, cargo que retendrá hasta
1932. Por fin, el 24 de abril de 1923, De Valera ordena el alto
del fuego, aceptando la amnistía propuesta por el general Mulcahy.
Elegido Diputado por dos veces consecutivas, por el Fianna Fail
("Soldados del Destino"), De Valera se niega a ocupar la banca.
Jamás prestaría juramento de fidelidad al Rey británico. En 1932,
luego de varios años de permanente lucha contra Cosgrave, a quien
acusaba, con razón, de cipayo, Eamon gana las elecciones y
constituye Gobierno: inmediatamente ordenó retener las cantidades
que los campesinos irlandeses, vasallos virtuales de los "señores"
ingleses, debían pagar a éstos por uso de la tierra: "Todo lo que
hay en la Patria es de los irlandeses", declaró ese día De Valera.
Desde entonces, paso a paso, con tenacidad que le ha sido reconocida
universalmente, el "Viejo" va estableciendo las bases para la
completa independencia de su país. Como Presidente de la Asamblea de
la Sociedad de las Naciones, en el mismo año de 1932, pronunció un
violento discurso en el cual denunció la ineficacia de la
organización multinacional para defender a sus miembros más débiles:
nunca más fue invitado a ocupar esa tribuna. Seis años más tarde,
Gran Bretaña abandonaba las bases militares mantenidas en la verde
Erin. La nueva Constitución, promulgada en 1937, había abolido el
concepto de "Estado Libre" y denominaba al país como Irlanda, en
clara alusión a la unidad nacional que Inglaterra se empeñaba en
fracturar. "El Estado de Irlanda —señalaba— es libre, soberano,
independiente y democrático y tendrá a su cabeza al Presidente de la
República, no perteneciendo a la Commonwealth". Era el comienzo
de la independencia total, que llegaría plenamente el 18 de julio de
1949. Lo demás, incluido lo atinente a las reelecciones
presidenciales del hoy cariñosamente llamado "Abuelo", es más
conocido y forma parte de la apasionante crónica de estos trágicos
días del Ulster, que tantas reflexiones nos sugiere a los
argentinos. A los del Pueblo argentino. Los que mandan, como se
sabe, han cometido los mismos excesos y "errores" de quienes manejan
a las logias orangistas desde las orillas del Támesis. CARLOS
FRANK 8/VIII/72 • PRIMERA PLANA Nº 497
Ir Arriba
|
|
Eamon De Valera |
|
|
|