ARTES Y ESPECTACULOS
EL MACBETH DE POLANSKI
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Los personajes no necesitan presentación: Hugh M. Hefner, mandamás de una cadena de revistas, fanático del cine, quien acaba de anunciar la participación de Playboy en una serie de producciones cinematográficas; William Shakespeare, dramaturgo isabelino; Kenneth Tynan, guionista; Román Polanski, conocido con el apodo de "El Superpolaco", papá de El bebé de Rosemary, director de una estruendosa filmografía y, en este caso, coguionista; Víctor Lownes, presidente y director administrativo del Playboy Club de Londres y además hombre de confianza de Hefner en Europa; Macbeth, Rey de Escocia en el siglo XIII, cuya tragedia fue escrita por Shakespeare en 1605.
Además existe otro personaje: un presupuesto de 2 millones y medio de dólares cuya característica principal es que apenas un pequeño porcentaje irá a parar, como sueldo, a los bolsillos de los actores. Hay una razón: Polanski llama "cómicos" a los actores y no quiere saber nada con las "estrellas" que cobran alto cachet.
La historia de esta nueva versión de La tragedia de Macbeth comenzó en junio del año pasado. Polanski le dirigió una carta a Tynan. En ella clamaba: "Las anteriores, incluyendo las teatrales, han sido siempre pretexto para que se exhiban maduros Hamlets y Ofelias jubiladas". Tynan aceptó el desafío. Durante los meses de junio y julio, ambos trabajaron doce horas diarias, sin respetar los descansos hebdomadarios, en el chalet que Polanski tiene en Eaton Square. En casi todas las sesiones, estuvieron presentes Macbeth, Lady Macbeth, Benquo, Ducan, las Brujas del prólogo y el resto del cast. Cuando Tynan se acostó sobre una mesa, simuló dormir y el propio Polanski se le acercó en forma amenazadora con un cortapapel en la mano, los vecinos que espiaban por las ventanas se llevaron un susto mayúsculo.
En esa época fue cuando el "zar" Hefner anunció la entrada de Playboy en la producción de películas. Muchos esperaban que sus films estarían poblados de señoritas desnudas. Pocos, que
se decidiera a intervenir, nada más ni nada menos, en una tragedia de William Shakespeare.
Cuando el magnate llegó a Londres en el vuelo inaugural del Big Bunny, su Jet DC 9 privado con "cama circular y dos cinturones de seguridad", se le mostró el guión casi terminado. Según cuenta la leyenda, le gustó de inmediato y dio su ok.
Cualquiera que conozca realmente a Hefner, se daría cuenta de que Macbeth es un tema mucho más atrayente para el amo de Playboy que otros films de bajo presupuesto, abundantes senos y grupas provocativas. La Playboy Productions se proponía una sola cosa: no repetirse. Además, utilizar talentos juveniles, imaginación, un drama sin estrellas, un director de prestigio y un adaptador que ya había logrado un impacto comercial: Romeo y Julieta, de Franco Zeffirelli.
Tanto Polanski como Kejineth Tynan parten de un supuesto: Macbeth no es una tragedia hasta que los personajes se hunden en el crimen. Había, pues, que destrozar una vieja tradición teatral v hasta cinematográfica, de la cual ni siquiera el talento de Orson Welles pudo escapar.
Los dos protagonistas del nuevo Macbeth fueron elegidos según el deseo de
Polanski: "Ambos tienen que ser mucho, pero mucho más jóvenes que los Macbeth y Ladies Macbeth usuales". Él, se llama John Finch y tiene 28 años. Ella, Francesca Annis y acaba de cumplir los 25 abriles.
La Annis, sin embargo, ya era conocida como actriz de televisión. Su carrera artística se remonta a su infancia, cuando interpretó papeles para la Children's Film. Foundation y hacía anuncios para la tv británica. Tampoco le son ajenos los roles shakespearianos: su Ofelia para el Hamlet de Nicol Williamson, durante la gira norteamericana de 1969, le valió una nominación para el "Premio de los Críticos de Nueva York". En papeles secundarios, o terciarios, metió las narices en superproducciones tales como Cleopatra. El año pasado comenzó a hacerse notar en un escenario del West End: compuso un panel sobresaliente en El hereje.
Por su parte, John Finch, además, era poco conocido cuando lo eligieron entre 100 actores posibles. Nacido en Caterham, Surrey, su carrera osciló entre los meridianos más dispares: asistente de dirección, director de escena, electricista principal de un teatro y hasta guardián de un club nocturno en 1966. Al año siguiente hizo su debut en la BBC, en una serie de tv. También, trabajó en dos producciones de Hammer: Amantes vampiros y El horror de Frankestein.
En el film de Polanski, a pesar de los rumores, hay muy pocas escenas de desnudos. En la secuencia del sonambulismo, los cánones tradicionales muestran a Lady Macbeth con una vela en la mano, en camisón, tratando de quitarse la mancha de sangre invisible que tan sólo ella ve. Todo un contrasentido: los camisones se inventaron en el siglo XVI y la historia original transcurre en pleno medievo. Una buena razón para que en el estreno de Macbeth, en el Teatro de El Globo, "la protagonista" usara dicha prenda de dormir era que en esa época los papeles femeninos estaban cubiertos por adolescentes del sexo masculino.
"Hay algo patético —explica Tynan— y vulnerable en una mujer desnuda paseando sus pesadillas por los fríos corredores y pasadizos de un castillo." Además, al quitarle el camisón a Lady Macbeth, se destruirá una vieja y equivocada tradición que viene desde la época isabelina.
Hay otra escena también con desnudos: el prólogo. Allí, las brujas profetizan a Macbeth su trágico destino. Las hechiceras, en su aquelarre no llevarán ni siquiera una hoja de parra. Es que el desnudo y la brujería siempre tuvieron algo, una especie de relación íntima. En El bebé de Rosemary, durante las escenas donde los adoradores del diablo practican el más minucioso nudismo, a nadie se le ocurrió decir: "Eso lo hace Polanski porque trata de que Playboy respalde y financie su próximo film". Era natural de que los hechiceros se despojaran de todos sus trapitos para lograr una comunión más estrecha con los poderes sobrenaturales que invocaban.
Aunque este strip tease en Macbeth pueda justificarse —con o sin la participación de Playboy—, el guionista Tynan desea que una cosa quede en claro: Hefner entró tarde en la aventura, en forma casual, después de que la compañía productora original se vio en la imposibilidad de superar los apremios económicos causados por un verano plagado de lluvias torrenciales.
El cambio no afectó la extraña relación entre Polanski y Tynan. El primero admira sin retaceos la crueldad literaria del adaptador. Este, se embelesa con la obra del "Superpolaco" y siempre pensó que sería un colaborador salvaje y extravagante. Sin embargo, descubrió que era un hombre detallista hasta rozar lo enfermizo. Según sus propias palabras: "Tal descubrimiento terminó por noquearme".
"La mayoría de los guiones —comenta Tynan— están llenos de frases como ésta: «en una noche preñada de amenazas». Polanski se negó a poner en el guión nada que no fuera visible o audible. No habrá aderezos románticos ni nubes oscuras surcando el cielo."
Cuando el autor de 'El cuchillo bajo el agua' dirige, antes, él mismo realiza lo que quiere de sus actores. "¡Miren —grita desaforado—, yo les mostraré cómo se hace!" Y salta a caballo, toma una espada, se levanta una pollera imaginaria, hace un gesto obsceno o deja caer la cabeza como si fuera un ahorcado que agoniza.
El guión de Macbeth fue escrito a principios del verano de 1970. Se iba a filmar en Gales, tres meses después, en el otoño. Pero el cambio de productora hizo que el primer golpe de manivela se diera en febrero con 10 grados bajo cero y ráfagas de 85 kilómetros por hora. Algo que hizo pensar en la
mala suerte: las producciones de Macbeth siempre fueron acosadas por desastres. A los diez días del rodaje hubo rumores: el plan de filmación estaba retrasado diez días. Una semana después corrió la voz de que ya se había consumido el 28 por ciento del presupuesto de eventuales. La mayor catástrofe sobrevino el día en que, por un extraño error del laboratorio, todo el material se echó a perder.
Los exteriores (batallas y escena de las brujas) se realizaron en las montañas que rodean a Snowdon. El cuartel general de la unidad estaba en el Hotel Portmerion, un edificio de estilo Portofino diseñado por un imaginativo arquitecto de la belle époque. El lugar, habitualmente, está abierto a los turistas desde mayo a octubre. Pero la administración decidió prolongar la "temporada" para los 80 clientes garantizados por la Caliban Film, quienes pagan 35 dólares semanales per cápita, excluyendo las bebidas.
El restaurante Salutation fue transformado en sala de montaje. El Hércules Banquetin Hall, como su nombre lo dice, un lugar para homenajes lugareños, reuniones de solteronas parroquiales, socios del Rotary Club, fue invadido por los nuevos "turistas", quienes mantuvieron ruidosas asambleas después de cada jornada de filmación. Polanski, luego de alojar al personal técnico en casas de familias y aun en viejas fortalezas, instaló su cuartel general en el Unicorne Cottage.
A las 8 y media de la mañana se proyectan los rushes, material de filmación del día anterior. En uno de ellos Elsie, la actriz que hace el papel de la bruja ciega, es conducida por un chivo. Sus otras dos compañeras son Maisie, cuya manía más evidente es beber oporto y luego cubrir su vaso con un pañuelito, y Noelle, quien en la escena 77 "surge de la oscuridad, sonriendo y con su cuerpo regordete al desnudo".
En Hércules Baquetin Hall, todas las noches se exhiben películas para entretenimiento del personal. Antes, Polanski dicta un riguroso curso sobre la epopeya, una manera de calentar los ánimos para el día siguiente. El "Superpolaco" trabaja duro, con severidad, sin disculpas con nadie, ni para él mismo. Cuando hay que cavar, aventar el humo detrás de un cerro o proyectar sombras de almenas, cava, sopla y proyecta. Por la noche, llega a la cena una hora después que todos los demás. Come poco, saluda a la gente con afabilidad y es capaz de abandonar su plato para discutir algo con el productor, sus asistentes de dirección o su agente de publicidad. Cosa que muy rara vez hace con los actores.
Cuando esté terminado el film, en la semana próxima, la música de ambiente será interpretada por Third Ear. La banda sonora de todo lo que se ha filmado registra, por ahora, los ruidos más insólitos: voces de las comparsas, relinchos de caballos, ruidos de armas y los gritos desaforados de Polanski alentando a los actores o evitando que las cosas se salgan de los márgenes estrictamente calculados previamente por el autor en el libreto.
"Si yo tuviera mil libras esterlinas por cada película que se ha filmado en Escocia durante el invierno —masculló un campesino al término del rodaje— les aseguro que no sería muy rico."
El Macbeth de Polanski será, por cierto, bastante oneroso. Pero los interrogantes sobre su calidad y sobre cuántas personas irán a verlo por la atracción de las escenas de desnudo sólo tendrán una respuesta después del día en que se estrene. Mientras tanto, el "Superpolaco" ya está preparando otro guión. De él nada se sabe. Tan sólo que también hay brujos y brujas, aunque esta vez vestidos en forma conveniente como para que la censura y ligas de moralidad no pongan el grito en el cielo.
1 /VI/71 • PRIMERA PLANA Nº 435

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