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a principios de año
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No habrá guerra por el desvío del Jordán
El Santo Padre llegó a Tierra Santa en momentos en que se incuba una nueva crisis entre Israel y los países árabes. Esta vez no se trata de incidentes fronterizos, sino de las obras para desviar las aguas del Jordán. Ya no hay duda de que el gobierno israelí ejecutará su proyecto de irrigación del desierto de Neguev este mismo año, y antes de las elecciones norteamericanas. La situación internacional sería propicia. Y la escasa resonancia que alcanzó, entre los gobiernos árabes, el reciente discurso del presidente
Nasser en Port Said, parece confirmar esa impresión.
El conductor egipcio propuso una reunión árabe en la cumbre, con el objeto de decidir las medidas que se adoptarían para impedir esa obra, que puede causar daños muy graves a la economía de Jordania y Siria, limítrofes de Israel. La secretaría de la Liga Árabe sugirió a los estados miembros que la reunión podría inaugurarse el 6 de enero en El Cairo, sede permanente de la institución. Pero las respuestas se hicieron esperar. El monarca jordano y los "baasistas" sirios no tenían interés en una confrontación directa con su antagonista, porque de esa manera podían verse comprometidos —frente a sus propios pueblos— por las decisiones impracticables que se adoptarían en la conferencia.
El gobierno del señor Levy Eshkol se propone desviar una parte de las aguas del Jordán a partir de una estación de bombeo instalada en la orilla occidental del lago Tiberíades. Para neutralizar, ese plan, los árabes habían pensado en desviar los afluentes del Jordán: el Hasbani (Líbano), el Banias (Siria) y el Yarmouk (Jordania). Pero no lo hicieron, sea por falta de financiación adecuada o de acuerdo político.
En vista de ello, los jefes de estado mayor de los estados árabes, reunidos en El Cairo a principios de diciembre, no pudieron sino comprobar que si desean oponerse a "los proyectos expansionistas del enemigo" (la irrigación del Neguev permitiría establecer en Israel otros dos millones de inmigrantes), sólo les queda recurrir a la acción militar.
Los estados árabes no parecen estar en condiciones de hacer la guerra. Jordania, que debería defender 800 kilómetros de frontera, sólo podría resistir con la ayuda de tropas egipcias o iraquesas; pero el rey Hussein sabe que esas fuerzas no se retirarían sino después de haber derrocado a la última dinastía del Medio Oriente. Por su parte, el Baas (partido socialista del resurgimiento árabe), expulsado del poder en Irak, siente que también en Siria el peligro se aproxima.
Con todo, en la reunión de los jefes de estado mayor, el representante sirio se mostró categórico, y fue su colega egipcio quien debió llamarlo a la realidad. El mariscal Amer habría señalado que buena parte de la infantería egipcia se halla todavía en Yemen, donde sostiene al régimen republicano contra las tribus que permanecen fieles al Imán; que el ejército iraqués está ocupado en sus operaciones contra los rebeldes kurdos; y que los jordanos han comenzado a realizar su parte del plan Johnston (la otra parte es la que se dispone a construir Israel).
Hay otros indicios de una actitud realista por parte de la RAU. Así, un artículo de la importante revista "Rosa El Youssef" provocó una conmoción en los círculos políticos de El Cairo. Allí se lee que Egipto "no desencadenará ninguna acción militar mientras no se haya logrado la unión árabe" —eventualidad que hoy parece más remota que nunca— porque los otros dirigentes "quieren empujar al presidente Nasser a una aventura militar".
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Perú
Cayo el gobierno: La reforma agraria sigue
La oposición unida de odriístas y apristas, que tiene mayoría en el Congreso peruano —aunque las recientes elecciones municipales demostraron que la ha perdido en el país—, pretende ahora que durante los cinco meses de gobierno del presidente Belaúnde, los indígenas del Cuzco, soliviantados por la reciente ley de reforma agraria, se incautaron ya de 400 mil hectáreas, "pasando sobre los cadáveres de decenas de terratenientes".
La minoría oficialista —Acción Popular y demócratas cristianos— respondió que esas cifras son absolutamente fantásticas. A su juicio, la oposición prosigue con su consabida "operación de pinzas". Mientras las fuerzas conservadoras, agrupadas alrededor del ex presidente Odría, amplificarían una campaña alarmista organizada por los propietarios, los agitadores de Haya de la Torre incitarían a la violencia con el fin de enemistar a los campesinos con el gobierno y perturbar la entrega regular de los títulos de propiedad.
Según los informes más responsables, la mayoría de los muertos son campesinos pobres, armados de fusiles y garrotes. La policía se ve obligada a impedir las invasiones, cuando puede. El presidente Belaúnde insiste: "Queremos justicia social y no balas para los campesinos."
Durante la interpelación al ministro de Gobierno, Oscar Trelles, dos diputados odriístas —Augusto Grandez y Domingo Muñoz— renunciaron a su partido; en adelante, como independientes, apoyarán con sus votos al gobierno. Sin embargo, la oposición unida pudo reunir la mayoría necesaria para dar un voto de censura al ministro de Gobierno, que era también primer ministro (el Perú tiene un régimen parlamentario atenuado).
Belaúnde confirmó a todo su gabinete, menos al ministro censurado: lo reemplaza Juan Languasco de Habich, otro dirigente de Acción Popular. La jerarquía de primer ministro ha sido transferida a Fernando Schwalb, que conserva la cartera de Relaciones Exteriores. Los ministros restantes fueron confirmados.
Según la prensa oficialista, la UNO (Unión Nacional Odriísta) y el APRA vengaron su derrota en las elecciones municipales a costa del afamado neurólogo de ascendencia indígena Oscar Trelles, pero han comprometido aún más su propia causa, tanto en el consenso público como ante las fuerzas armadas. Belaúnde estaría dispuesto a sacrificar sucesivamente a todos sus ministros, hasta que se haya probado el espíritu partidista del Congreso; si se llegara a ese extremo, no sería difícil la disolución de las Cámaras y un llamado inmediato a nuevas elecciones. Los observadores limeños parecen convencidos de que el ejército no se opone a la reforma agraria, sino que presiona en favor de ella.
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Brasil
Sutiles maniobras al borde de la cornisa
El ministerio de Finanzas, que resultó fatal a San Thiago Dantas, malogró también, al parecer, las ambiciones presidenciales de Carvalho Pinto. Se trata de hombres que gozan de la confianza de los círculos económicos, cualidad que no es frecuente entre los colaboradores del presidente Goulart. Ninguno de los dos pudo permanecer más de un semestre en el gobierno.
Carlos Carvalho Pinto es un representante típico de la vieja burguesía de Sao Paulo, que hace unos años sentó fama de administrador austero e integro, cuando puso orden en la hacienda de ese estado, saqueada por su predecesor Adhemar de Barros (quien, por lo demás, ha vuelto al cargo de gobernador). En el huracán electoral de 1960, desatado por Janio Quadros, él representó al sector más moderado de la coalición triunfante; y en la crisis del año siguiente ya se había alejado de la órbita presidencial. Desde entonces, aparecía como el político mejor situado para una "solución nacional", que evitase los riesgos de un enfrentamiento demasiado brusco.
Cuando Goulart, después de deshacerse de Dantas —otro personaje transaccional—, recurrió a él para el ministerio de Finanzas, Carvalho Pinto declaró que "sólo el deber y el patriotismo podían forzarle" a asumir esa tarea. Aceptaba ser la "caución burguesa" que necesitaba el presidente Goulart para negociar con Washington y para obtener el concurso del Parlamento.
El economista paulista no hizo, ciertamente, un ministerio conservador; por el contrario, adoptó ciertas medidas que lo tornaron sospechoso a los ojos de los libreempresistas. Al aplicar el viejo proyecto de emisión de bonos del Tesoro para absorber la liquidez creada por el aumento de la circulación fiduciaria, se atrajo la hostilidad de los altos intereses, puesto que ofrecía a dichos bonos condiciones de interés y desgravación iguales a las de los establecimientos privados, de modo que atrajo a las arcas fiscales un ahorro que hasta entonces sólo beneficiaba a los bancos. Pero, al mismo tiempo, advirtió que no estaba dispuesto a "envenenar más la vida económica del país con emisiones sin respaldo".
El motivo de su renuncia fue la creación, por Goulart, de un ministerio extraordinario para las contribuciones, cargo que fue confiado a César Prieto, un amigo personal del jefe de estado. Inmediatamente, Carvalho Pinto declaró: "Ningún hombre serio puede aceptar el loteo del ministerio de Finanzas". En su renuncia deja sentada su protesta contra "la demagogia de los unos y la codicia de los otros", fórmula que demuestra su propio aislamiento político.
El nuevo ministro de Finanzas, Ney Galvao, es otro amigo personal del presidente. Fue en un tiempo gobernador del Banco del Brasil, pero está vinculado al ala radical del partido Laborista, y su nombramiento elevó la cotización del dólar de 1.165-1.175 cruzeiros a 1.225-1.235. Lo sorprendente ha sido la ruptura entre él y Leonel Brizola, cuñado del presidente y jefe de la llamada "izquierda nacional". Se había dicho que Goulart estaba a punto de formar un gabinete de izquierda; pero quienes conocen su peculiarísima arte de la maniobra murmuraban que esa amenaza no tenía otro objeto que obtener la partida de Carvalho Pinto. Acaso estaban en lo justo; porque, tras la renuncia de Carvalho Pinto, el presidente no brindó a la izquierda otra satisfacción que el llamado a Ney Galvao. Los conservadores, que temían lo peor, sintieron alivio. Brizóla contraatacó: a su juicio, se trata de una maniobra para "dividir al campo nacional".
Los principales comentaristas de Rio y San Pablo aseguran que el ministerio de Finanzas no permanecerá mucho tiempo en manos de Ney Galvao, porque su nombre no complace a la derecha ni desarma a la izquierda, y su doctrina contemporizadora hace temer nuevos progresos de la inflación.
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España
Barcos para Cuba: Lo fugaz y lo permanente
Cuando no habían pasado sino dos meses desde la prórroga de los acuerdos hispanoamericanos de 1953 —aunque subsiste un desacuerdo acerca del uso de la base aeronaval de Rota (Cádiz) por submarinos norteamericanos equipados con cohetes Polaris—, las relaciones entre ambos gobiernos se enfriaron súbitamente en vista de la presión de Washington para que España rompa sus relaciones comerciales con Cuba, cada vez más asiduas y cuantiosas.
El gobierno del general Franco comprará en los próximos tres años 300.000 toneladas de azúcar a Cuba, por un valor de 80 millones de dólares, y una misión cubana visita actualmente astilleros españoles para firmar un contrato que, según el señor Fernando Rodrigo, director general de construcciones marítimas, implicaría compras de barcos por un valor total de 500 millones de dólares. Esta cifra parece exagerada y, sin duda, deberá ser reajustada ulteriormente. Por lo demás, Madrid posee una línea regular con La Habana, y en las primeras semanas de 1964, una nave, la Santa María, iniciará un servicio frecuente entre Bilbao y la capital de Cuba. Según el Departamento de Estado, estos tratos violan la ley de ayuda al extranjero, de cuyos créditos aún se está beneficiando España.
El diario falangista "Arriba" crítica violentamente la presión norteamericana, que obedecería "a razones electorales"; la política actual de los Estados Unidos frente a Cuba "empuja a Fidel Castro en brazos de Kruschev. No es justo —añade— que los norteamericanos obliguen a los otros pueblos del mundo libre a compartir su neurosis cubana; deberíamos ayudarles a curarse del traumatismo que sufrieron con su fracaso en Bahía de los Cochinos."
España acaba de recibir 100 millones de dólares del Imp-Export Bank para su desarrollo económico, pero no admite ninguna clase de restricciones a su política exterior. Es fácil imaginar que su gobierno no abriga la menor simpatía ideológica por el régimen cubano, el cual expulsó a muchos sacerdotes españoles y despojó de sus propiedades a la próspera colectividad española de la isla. Sin embargo, sus relaciones diplomáticas y comerciales son correctas y cada vez más consistentes, porque —en el pensamiento del general Franco— la ideología es mudable, pero los vínculos entre España y los países que civilizó son de naturaleza permanente.
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China
Chou En-lai, entre los árabes; Reto a Moscú
A los jefes supremos de los partidos comunistas, en todos los países, se les celebran los sesenta, los setenta, los ochenta años, como efemérides nacionales. Mao Tse-tung, septuagenario desde la última semana de diciembre, no consintió en ello. En su caso, el culto a la personalidad es refinado: la imagen que de él presenta la propaganda es la de un semidiós aislado del mundo, absorto e inaccesible.
Sin embargo, no pudo evitar que al menos un telegrama de felicitaciones subiera hasta su solitaria grandeza. Ese telegrama llevaba la firma de Nikita Kruschev, como secretario general del comité central soviético. "El partido comunista de la URSS se esfuerza incansablemente por consolidar la unidad entre nuestros dos partidos y entre todos los países socialistas —afirmaba Kruschev—. "Estamos seguros — añadía— de que el firme entendimiento entre nuestros dos partidos triunfará de todas las dificultades y asegurará el triunfo de nuestros ideales comunes."
Desde hace varias semanas, la prensa soviética ha suspendido su controversia con los chinos; la prensa china no adoptó la misma actitud. Por el contrario, insinuó que al cambiar su posición tradicional acerca de la composición del Consejo de Seguridad, la diplomacia rusa ha cometido algo así como una felonía contra su principal aliado. Se trata de un proyecto afroasiático que ampliaría la representación del Tercer Mundo en el órgano supremo de las Naciones Unidas; hasta ahora, los rusos habían bloqueado con su veto las propuestas de esa clase, explicando que no podía enmendarse la Carta mientras China, uno de los cinco miembros fundadores, no estuviera representada por su gobierno legítimo. La agencia Tass, en un comunicado, indicó que al proceder de esa forma la diplomacia rusa había tenido en cuenta un artículo del "Diario Popular", de Pekín, que parecía propicio a las demandas de las naciones afro-asiáticas. La irritada réplica china no se hizo esperar; los soviéticos deberían "aprender a leer".

Dos banderas enfrentadas
El trasfondo de la cuestión no puede ser más claro: rusos y chinos se disputan arduamente las simpatías de las nuevas naciones africanas y asiáticas. Los unos ponen en juego su poderío económico, su capacidad técnica, su presente respetabilidad internacional; los otros se presentan como los únicos voceros de la revolución auténtica, la revolución de los pueblos de color.
Esta lucha se ilustró en las últimas semanas con el viaje del primer ministro Chou En-lai por los países del norte de África. Los chinos llevaron sus artes diplomáticas y mercantiles no sólo hasta la República Árabe Unida, donde ya tenían relaciones muy cordiales, y hasta Argelia, que aún sigue en plena ebullición revolucionaria, sino que establecieron firmes contactos con el régimen occidentalista del presidente Habib Bourguiba, de Túnez, y hasta con la monárquica Marruecos, que tiene encarcelados a los principales jefes de izquierda.
Ciertos corresponsales de la prensa neoyorquina hacen notar que los diplomáticos norteamericanos en esos cuatro países no se esforzaron por balancear los esfuerzos de Chou En-lai, puesto que estaban dirigidos particularmente contra la influencia soviética en el mundo árabe.
Los principales éxitos recogidos por el primer ministro chino, durante su periplo africano, pueden resumirse así:
• Nasser aceptó una invitación para viajar a China.
• Ben Bella rehusó tomar partido en la disputa ideológica. La revolución argelina se declara equidistante entre la URSS, que le presta una importante ayuda económica, y China, que sólo puede ofrecerle remotas perspectivas de intercambio.
• Se intentará reunir una segunda conferencia de Bandoeng, que excluiría a las URSS como en 1955. Existe una solidaridad afro-asiática que tiende a dividir al mundo no en comunistas y capitalistas, sino en países industriales y países subdesarollados. En este esquema, los rusos quedan del mismo lado que los norteamericanos.
• A través de los países árabes de tradición francesa (Argelia, Túnez, Marruecos), prosigue el acercamiento entre Francia y China. "Aún no ha llegado el tiempo de responder a esta cuestión", contestó, prudente, el primer ministre, cuando se le preguntó si estaba próximo el reconocimiento del régimen de Pekín por el presidente de Gaulle.
• Pero nadie ignora que existen contactos cada vez más frecuentes entre las dos potencias que se negaron a suscribir el tratado antinuclear de Moscú. El más reciente fue la visita del ex primer ministro Edgar Faure a varias ciudades chinas.
• Pero la satisfacción más apreciada por Chou En-lai habría consistido en leer, durante su estada en Argelia, una declaración exclusiva de Kruschev a la prensa de ese país. "Nosotros apoyaremos por todos los medios —decía el jefe ruso— la lucha de los pueblos contra el imperialismo y el neocolonialismo. Siempre seremos hostiles a la coexistencia pacífica entre los opresores y los oprimidos." Hacía tiempo que Kruschev no empleaba este lenguaje: era la presencia de Chou En-lai en Argelia, sin duda alguna, la que le dictaba esas palabras.

El guerrero sin reposo
Nasser y Ben Bella alentaron visiblemente las manifestaciones entusiastas con que sus respectivos pueblos recibieron al representante de la revolución china; Hassan II y Bourguiba, por su parte, no las reprimieron. Chou En-lai, aristócrata de 65 años, el único dirigente chino con experiencias occidental (fue estudiante en París), guerrero implacable y fino diplomático, no se lo se siente cómodo entre las multitudes sino que, en los salones, seduce fácilmente a sus interlocutores. Aparentemente, Kruschev tiene razones para sentirse preocupado por esta incursión de sus rivales ideológicos por el mundo árabe.
Como era de prever, en su viaje de regreso Chou En-lai pasará por Albania. el minúsculo Estado rebelde del bloque comunista europeo.
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Conferencias
Reunión de estadistas en el rancho LBJ
Un nuevo estilo de conferencias internacionales hizo su aparición en la última semana de 1963, cuando el presidente Johnson recibió en su rancho texano, por dos días, al canciller Erhard. El sucesor de Kennedy, que en las próximas semanas tratará también con estadistas ingleses, italianos y de otros países miembros de la alianza atlántica, iniciaba sus tareas como conductor del mundo libre.
La comitiva alemana, integrada por el ministro de Relaciones Exteriores, Gerhard Schroeder, y por unos veinte funcionarios del gobierno de Bonn, no pasó siquiera por Washington o Nueva York. Voló directamente —17 horas en avión especial— de las plácidas orillas del Rhin a la rugiente base aérea de Houston, Texas, donde minuto a minuto levantan vuelo los miles de B-52 que mantienen la alarma aérea permanente alrededor de la URSS. Las conversaciones se llevaron a cabo en el rancho LBJ —las iniciales del primer mandatario norteamericano—, uno de los dos que le pertenecen. El horizonte que Johnson y Erhard tuvieron ante los ojos, en las horas que consagraron a sus conversaciones sobre la paz mundial, fue el de las infinitas planicies de Texas, marcadas por pezuñas de vacunos y torres de petróleo.
Los corresponsales de ambas nacionalidades, que convirtieron en su cuartel general a un hotelucho del Pueblito de Stonewall, a diez minutos del rancho LBJ, destacaron que Johnson, en su paisaje natal, es un hombre mucho más distendido que en Washington, donde su imagen aún evoca el luto con que hubo de llegar a la Casa Blanca. Por su parte, el profesor Ludwig Erhard —que recibió en el aeropuerto un enorme sombrero texano, como todos los miembros de su delegación, y se lo colocó varias veces, con infantil deslumbramiento— se mostró eufórico y expansivo como siempre, y en la aldea de Fredericksburg, fundada hace un siglo por pioneros alemanes —que conservaron tu lengua y sus costumbres—, cantó con el orfeón, bailó con las mozas y bebió un torrente de cerveza.
Había una razón formal para esta conferencia y las que le seguirán. A ella aludió Erhard cuando dijo al regresar a Bonn: "La política, después de todo, es obra de seres individuales". Después del drama de Dallas era indispensable que los aliados se reaseguraran sobre sus intenciones y compromisos recíprocos. No es que pudiera temerse, por ahora, una escisión cualquiera en la comunidad occidental; pero, psicológicamente, importaba mucho que Johnson, Erhard, Douglas-Home, Moro —hombres nuevos, todos ellos, en la conducción de la política internacional— se conocieran bien, para que cada cual pudiese atribuir un valor preciso a las palabras del otro, cuando se hallen en comunicación diplomática normal.
"No tenemos razón para dudar de la lealtad de los Estados Unidos a la alianza atlántica", dijo también Erhard a su regreso. Efectivamente, el presidente Johnson reafirmó que las seis divisiones norteamericanas estacionadas en Europa seguirán allí mientras sea necesario. En el almuerzo que hizo servir en el gran salón típico, con grandes ventanas abiertas ante sendas parvas de heno, dijo que su país está dispuesto más que nunca a "poner en juego su existencia y su honor sagrado" si los rusos amenazaran la integridad de Berlín Oeste.
Sin embargo, la prensa norteamericana y la europea especulan a menudo sobre los peligros que pudiera correr, en los próximos meses, la unidad del campo occidental.
• Se citan, a ese propósito, las nuevas conversaciones con el Kremlin, en el espíritu del tratado antinuclear; Erhard contempla esa perspectiva con menos suspicacia que Adenauer, pero estará vigilante para evitar que los intereses alemanes sufran el menor contraste.
• Otra cuestión engorrosa se refiere a la suerte que correrá la propuesta nor-teamerícana de crear en la NATO una fuerza naval nuclear cuyo comandante en jefe sería, en última instancia, el presidente de los Estados Unidos. Kennedy había logrado el consentimiento de Macmillan y de Adenauer, no el francés ni el italiano: se trataría de saber si las vísperas electorales que pronto vivirán Gran Bretaña y Alemania permitirán a ambos gobiernos mantener ese compromiso. Los laboristas harán campaña en contra.
• Pero, sobre todo, el elemento más discordante de la política occidental es el que está incitando a los periodistas a hablar con alarma creciente de una implacable "guerra comercial" entre los Estados Unidos y el Mercado Común Europeo. En los últimos meses se han estado aplicando restricciones arancelarias por ambas partes, y un desacuerdo neto en la próxima conferencia mundial de comercio (Ginebra, fines de marzo) podría rematar en consecuencias imprevisibles.
El comunicado conjunto de 800 palabras, sobre la primera "conferencia LBJ", menciona un entendimiento total. Erhard, que en la intimidad se mostró escéptico, admite que Johnson continúe "explorando todas las oportunidades" para mejorar las relaciones con el Este, con la esperanza de obtener "una respuesta favorable por parte de la URSS". A cambio de ello, obtuvo que "no deberá convenirse nada que tienda a perpetuar la división de Alemania".
Pero se trata de una eventualidad imaginaria o, si se quiere, de una definición teórica. La división de Alemania no necesita nuevos actos: existe, y no es buena norma de política negarse a reconocer la realidad. El propio gobierno alemán decidió ampliar sus contactos con el régimen de Berlín Este, en vistas de las perspectivas auspiciosas que abriera, durante las fiestas de fin de año, el relajamiento del muro berlinés.
Por otra parte, los observadores se sintieron impresionados por la insistencia y el tono categórico de Johnson acerca del nuevo ciclo de negociaciones con Moscú. En la conferencia de prensa que concedió en su rancho —a su derecha, el secretario de Estado Dean Rusk— afirmó el presidente: "No hay nada más importante que ese asunto. Estamos en el camino que conducirá a la paz".
Erhard también afirmó qué hacer cuanto sea posible en interés de la paz "es nuestra misión". Pero la diferencia de matices se hizo más sensible cuando el jefe del gobierno alemán declaró, por obvias razones rituales, su esperanza en que "llegará la hora de la liberación de todo Berlín". Johnson había dicho que "nunca estuvo Berlín tan segura como ahora", afirmación que parece excluir toda inquietud relacionada con el futuro de esa ciudad.
Despejada esa inquietud, hay menos razones para temer una explicación a fondo con el Kremlin sobre los problemas alemanes. "Haciéndome el intérprete de nuestros dos países —concluyó Johnson— imploro a Dios Todopoderoso que nos guíe, sea cual fuere el porvenir que nos esté reservado."
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URSS
No es tan fácil ser igualitario
Los ciudadanos moscovitas no han salido todavía de su estupor. Pocos meses después del pedido de amparo ante la embajada norteamericana, presentado por un grupo de Testigos de Jehová —que fueron devueltos a Siberia—, he aquí que los estudiantes ghaneanos de la Universidad Patricio Lumumba recorrieron la urbe con carteles injuriosos: "Moscú es otra Alabama".
En el primer caso se protestaba silenciosamente contra la política irreligiosa del régimen soviético, pero ahora se denunciaba no sólo al gobierno sino también al engreimiento racial y nacional del pueblo ruso. Los que entonces se consolaron pensando que la protesta tenía un carácter "reaccionario", ahora descubrían que el hombre ruso de hoy tiene enemigos a la izquierda.. Si bien profesa una ideología universal, fundada en la igualdad de todos los hombres, su idea de sí mismo es suficientemente elevada para que no pueda extenderla, sin repugnancia, a hombres de otras razas.
El hecho que desató las iras estudiantiles es por lo menos dudoso. Los estudiantes de Ghana, enviados por su gobierno para seguir estudios científicos, entendían que uno de los suyos había sido asesinado por el furor racista, que se vuelve incontenible cuando el negro aspira a una muchacha blanca. Las autoridades soviéticas aseguraron que el joven murió de frío, y la autopsia practicada en presencia de otros estudiantes africanos habría probado la veracidad de esta versión. Pero este incidente —además de otros que se produjeron en Bulgaria— prueba que existiría una cierta incomprensión entre los estudiantes de color que viven tras el telón de hierro y los pueblos —más que los gobiernos— de los países comunistas.
Hasta ahora no se tienen noticias de esta especie acerca de los estudiantes cubanos en tales países, que suman decenas de miles; pero, según parece, los africanos vuelven con cierta frecuencia decepcionados. El clima es riguroso, las dificultades de idioma son casi insuperables, los estudios mucho más severos que en cualquier universidad occidental. Antes, la situación era aún más grave, puesto que los extranjeros estudiaban junto a los muchachos rusos, que practican una competencia despiadada en la carrera hacia el diploma y no se dejan distraer por los universales goces de la juventud Fue esa la razón, sin duda, para fundar hace 3 años la universidad Patricio Lumumba, donde los profesores son excelentes y las condiciones de vida preferibles a las del estudiante soviético. Todo esto no agota la prevención de los africanos, inclinados a explotar en su beneficio el temor de sus interlocutores a ser tachados de racistas. Así, la creación de esa universidad equivaldría a una forma de "apartheid": sobre todo, se trataría de separarlos de las estudiantes rusas.
Si es verdad que el régimen soviético es más pudibundo que la vieja Rusia, el ciudadano debe escandalizarse ante la forma un poco desenvuelta con que los muchachos africanos hacen la corte a las congéneres de Valentina Tereshkova. Es probable que los chinos intenten aprovecharse de estas desavenencias entre rusos y africanos; pero también lo es que quienes prefieran estudiar en Pekín sucumban, con la experiencia, al mismo desencanto.
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Sudeste asiático
Los amigos del Oeste están envejeciendo
Las visitas casi simultáneas del secretario de Defensa norteamericano (Robert McNamara) a Vietnam del Sur, del jefe del estado mayor inter-armas (general Maxwell Taylor) a la India, y de Dean Acheson a Camboya (el ex secretario de Estado no viajó con carácter oficial, sino a título amistoso, porque en otros tiempos sirvió como abogado al gobierno de ese país), demuestran que el Sudeste asiático es una preocupación capital del presidente Johnson.
• La neutralización de Laos, convenida por Kennedy y Kruschev en Viena, es aún precaria: nacionalistas, comunistas y neutralistas conservan sus ejércitos propios. El primer ministro, príncipe Souvanna Phuma, no logró el consentimiento de ambas alas de su coalición para integrar esas fuerzas en el ejército nacional.
• Es inquietante la situación en Camboya, donde el príncipe-presidente Norodom Sihanouk expulsó a la misión militar y técnica norteamericana, sustituyéndola con expertos rusos y chinos. No sólo prohíbe las importaciones de los Estados Unidos y la entrada de corresponsales occidentales sino que está en conflicto con el embajador Yost, quien debería excusarse por haber calificado de "bárbara" una declaración oficial y retirar una frase por la cual preguntó si el gobierno de Sihanouk "se regocijaba por la muerte de Kennedy". Además, deberían cesar las emisiones de una minoría rebelde refugiada en Thailandia y en Laos.
Acheson es un viejo amigo del príncipe, quien declaró que lo recibiría con júbilo en Pnom-Penh. Hace unos años defendió a Camboya ante el tribunal de La Haya (era un conflicto con Thailandia a propósito de la posesión de un templo budista. El veterano diplomático se esfuerza por lograr que Sihanouk desista de sus tres condiciones.
• En la India, el problema central se refiere a la sucesión del pandit Nehru, ya desgraciadamente próxima. Para Kennedy, el sub-continente de 350 millones de almas era el "key country" (país clave) en Asia. Se trata de saber si podrá mantener su emulación con China cuando haya perdido al estadista impar que preside sus destinos desde el día de la independencia.
• Otro foco de peligro se abrió recientemente en Thailandia, una de las naciones más anticomunistas de Asia y centro de operaciones de grupos emigrados de Laos, Camboya y Vietnam del Sur. La muerte de su implacable primer ministro, mariscal Sarit Thanarat, ha conmovido al régimen, si bien el general Thanom Kittikachorn, que ocupa su puesto, continuará la misma política. Pero es probable que ahora estalle una lucha de fracciones.
• En realidad, toda la región está sobre ascuas desde el trágico fin del régimen mandarinal en Vietnam del Sur. El triunvirato militar que asumió el poder después de la muerte de Ngo Dinh Diem comienza a sentir, como se preveía, la tentación neutralista. Uno de sus representantes acaba de llegar a Camboya para mejorar las relaciones con Sihanouk, el "príncipe rojo".
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USA
La quinta enmienda ampara a comunistas
Los abogados no comunistas que defienden al partido comunista norteamericano en una demanda contra el gobierno de Washington obtuvieron un nuevo triunfo la semana pasada, cuando una corte federal de apelaciones anuló la sentencia de un tribunal inferior que le fijaba una multa de 120.000 dólares por haber violado la ley McCarran, sobre represión de actividades subversivas.
La corte del distrito de Columbia decidió que si el gobierno no presenta otra demanda, se deberá pronunciar el sobreseimiento definitivo.
El 17 de diciembre de 1962, el tribunal aludido condenó al partido comunista norteamericano por no haberse registrado como "agente de la Unión Soviética", según estipula la ley McCarran. Los abogados, que pertenecen a distintos estudios jurídicos neoyorquinos —alguno de ellos muy reputados por los servicios que prestan a importantes empresas—, alegaron que los comunistas estaban en su derecho al desacatar la ley, puesto que ésta contradice la Constitución norteamericana.
Inscribiéndose como agentes extranjeros, los dirigentes comunistas habrían caído bajo la acción de otras leyes represivas. Ahora bien: la quinta enmienda a la Constitución autoriza a todo ciudadano a no declarar ante la justicia si ello puede causar daño a sus propios intereses. En la primera instancia, el juez había estimado que sólo las personas pueden ampararse en la quinta enmienda, no las organizaciones. La corte de Columbia admite esa tesis; pero añade que los dirigentes comunistas, negándose a declarar, lo hicieron a título personal.
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Finlandia
Distrayendo al lobo feroz
La política finesa interesa siempre por una razón: en ese pequeño país limítrofe de la URSS, derrotado por su poderoso vecino en 1940 y 1945, el partido con más votos es el comunista, pero ése es el único partido que no integró la coalición en los últimos quince años. El presidente Urho Kekkonen es tan buen amigo de Kruschev, y sus sucesivos gabinetes han sabido conservar tan eficazmente la tranquilidad soviética, que se ha podido hablar de una Caperucita que sabe distraer al lobo feroz.
Sin embargo, la situación se está deteriorando. El primer ministro Karjaleinen (agrario) renunció a mediados de diciembre porque los partidos conservadores asociados a su gobierno se resistían a aprobar su plan radical de saneamiento fiscal y financiero. Los nuevos impuestos eran más duros para su clientela electoral que para los agrarios. Quien rompió las negociaciones fue el propio jefe de gobierno, que estaba enfermo y quizás deseaba, secretamente, acogerse al reposo.
La semana pasada, el presidente, sabiendo que no queda otra solución política, llamó a los secretarios generales de todos los ministerios y los exhortó a formar gobierno bajo la dirección de Reino Lehto, que ejercía esa función en el de Industria y Comercio.
A pesar de la competencia técnica de su jefe, este gobierno no podrá, desdé luego, atacar las raíces del mal. Todo el país conoce la naturaleza de ese mal —el nivel relativamente bajo de las inversiones—, pero nadie se atreve a emprender el tratamiento: abaratar el denso aparato de seguridad social y controlar la evasión de capitales.
Lo único que podrá hacer el gobierno Lehto es llamar a elecciones, pero es difícil que esta vez se pueda mantener lejos del gobierno a los comunistas y también a los socialdemócratas. Este partido terminó por eliminar a aquellos de sus dirigentes que resultaban inaceptables al Kremlin (por haber sido aliados de Hitler), y todo parece indicar que sus dos fracciones se están unificando. En ese caso, volvería a ser el primer partido finlandés y desplazaría a los agrarios de la dirección del gobierno.
Revista Primera Plana
07.01.1964

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