No habrá guerra por el desvío del Jordán El Santo Padre
llegó a Tierra Santa en momentos en que se incuba una nueva
crisis entre Israel y los países árabes. Esta vez no se
trata de incidentes fronterizos, sino de las obras para
desviar las aguas del Jordán. Ya no hay duda de que el
gobierno israelí ejecutará su proyecto de irrigación del
desierto de Neguev este mismo año, y antes de las elecciones
norteamericanas. La situación internacional sería propicia.
Y la escasa resonancia que alcanzó, entre los gobiernos
árabes, el reciente discurso del presidente Nasser en
Port Said, parece confirmar esa impresión. El conductor
egipcio propuso una reunión árabe en la cumbre, con el
objeto de decidir las medidas que se adoptarían para impedir
esa obra, que puede causar daños muy graves a la economía de
Jordania y Siria, limítrofes de Israel. La secretaría de la
Liga Árabe sugirió a los estados miembros que la reunión
podría inaugurarse el 6 de enero en El Cairo, sede
permanente de la institución. Pero las respuestas se
hicieron esperar. El monarca jordano y los "baasistas"
sirios no tenían interés en una confrontación directa con su
antagonista, porque de esa manera podían verse comprometidos
—frente a sus propios pueblos— por las decisiones
impracticables que se adoptarían en la conferencia. El
gobierno del señor Levy Eshkol se propone desviar una parte
de las aguas del Jordán a partir de una estación de bombeo
instalada en la orilla occidental del lago Tiberíades. Para
neutralizar, ese plan, los árabes habían pensado en desviar
los afluentes del Jordán: el Hasbani (Líbano), el Banias
(Siria) y el Yarmouk (Jordania). Pero no lo hicieron, sea
por falta de financiación adecuada o de acuerdo político.
En vista de ello, los jefes de estado mayor de los estados
árabes, reunidos en El Cairo a principios de diciembre, no
pudieron sino comprobar que si desean oponerse a "los
proyectos expansionistas del enemigo" (la irrigación del
Neguev permitiría establecer en Israel otros dos millones de
inmigrantes), sólo les queda recurrir a la acción militar.
Los estados árabes no parecen estar en condiciones de hacer
la guerra. Jordania, que debería defender 800 kilómetros de
frontera, sólo podría resistir con la ayuda de tropas
egipcias o iraquesas; pero el rey Hussein sabe que esas
fuerzas no se retirarían sino después de haber derrocado a
la última dinastía del Medio Oriente. Por su parte, el Baas
(partido socialista del resurgimiento árabe), expulsado del
poder en Irak, siente que también en Siria el peligro se
aproxima. Con todo, en la reunión de los jefes de estado
mayor, el representante sirio se mostró categórico, y fue su
colega egipcio quien debió llamarlo a la realidad. El
mariscal Amer habría señalado que buena parte de la
infantería egipcia se halla todavía en Yemen, donde sostiene
al régimen republicano contra las tribus que permanecen
fieles al Imán; que el ejército iraqués está ocupado en sus
operaciones contra los rebeldes kurdos; y que los jordanos
han comenzado a realizar su parte del plan Johnston (la otra
parte es la que se dispone a construir Israel). Hay otros
indicios de una actitud realista por parte de la RAU. Así,
un artículo de la importante revista "Rosa El Youssef"
provocó una conmoción en los círculos políticos de El Cairo.
Allí se lee que Egipto "no desencadenará ninguna acción
militar mientras no se haya logrado la unión árabe"
—eventualidad que hoy parece más remota que nunca— porque
los otros dirigentes "quieren empujar al presidente Nasser a
una aventura militar". *.*.*.*.*.*.*.*.* Perú Cayo
el gobierno: La reforma agraria sigue La oposición unida
de odriístas y apristas, que tiene mayoría en el Congreso
peruano —aunque las recientes elecciones municipales
demostraron que la ha perdido en el país—, pretende ahora
que durante los cinco meses de gobierno del presidente
Belaúnde, los indígenas del Cuzco, soliviantados por la
reciente ley de reforma agraria, se incautaron ya de 400 mil
hectáreas, "pasando sobre los cadáveres de decenas de
terratenientes". La minoría oficialista —Acción Popular y
demócratas cristianos— respondió que esas cifras son
absolutamente fantásticas. A su juicio, la oposición
prosigue con su consabida "operación de pinzas". Mientras
las fuerzas conservadoras, agrupadas alrededor del ex
presidente Odría, amplificarían una campaña alarmista
organizada por los propietarios, los agitadores de Haya de
la Torre incitarían a la violencia con el fin de enemistar a
los campesinos con el gobierno y perturbar la entrega
regular de los títulos de propiedad. Según los informes
más responsables, la mayoría de los muertos son campesinos
pobres, armados de fusiles y garrotes. La policía se ve
obligada a impedir las invasiones, cuando puede. El
presidente Belaúnde insiste: "Queremos justicia social y no
balas para los campesinos." Durante la interpelación al
ministro de Gobierno, Oscar Trelles, dos diputados odriístas
—Augusto Grandez y Domingo Muñoz— renunciaron a su partido;
en adelante, como independientes, apoyarán con sus votos al
gobierno. Sin embargo, la oposición unida pudo reunir la
mayoría necesaria para dar un voto de censura al ministro de
Gobierno, que era también primer ministro (el Perú tiene un
régimen parlamentario atenuado). Belaúnde confirmó a todo
su gabinete, menos al ministro censurado: lo reemplaza Juan
Languasco de Habich, otro dirigente de Acción Popular. La
jerarquía de primer ministro ha sido transferida a Fernando
Schwalb, que conserva la cartera de Relaciones Exteriores.
Los ministros restantes fueron confirmados. Según la
prensa oficialista, la UNO (Unión Nacional Odriísta) y el
APRA vengaron su derrota en las elecciones municipales a
costa del afamado neurólogo de ascendencia indígena Oscar
Trelles, pero han comprometido aún más su propia causa,
tanto en el consenso público como ante las fuerzas armadas.
Belaúnde estaría dispuesto a sacrificar sucesivamente a
todos sus ministros, hasta que se haya probado el espíritu
partidista del Congreso; si se llegara a ese extremo, no
sería difícil la disolución de las Cámaras y un llamado
inmediato a nuevas elecciones. Los observadores limeños
parecen convencidos de que el ejército no se opone a la
reforma agraria, sino que presiona en favor de ella.
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
Brasil Sutiles maniobras al
borde de la cornisa El ministerio de Finanzas, que
resultó fatal a San Thiago Dantas, malogró también, al
parecer, las ambiciones presidenciales de Carvalho Pinto. Se
trata de hombres que gozan de la confianza de los círculos
económicos, cualidad que no es frecuente entre los
colaboradores del presidente Goulart. Ninguno de los dos
pudo permanecer más de un semestre en el gobierno. Carlos
Carvalho Pinto es un representante típico de la vieja
burguesía de Sao Paulo, que hace unos años sentó fama de
administrador austero e integro, cuando puso orden en la
hacienda de ese estado, saqueada por su predecesor Adhemar
de Barros (quien, por lo demás, ha vuelto al cargo de
gobernador). En el huracán electoral de 1960, desatado por
Janio Quadros, él representó al sector más moderado de la
coalición triunfante; y en la crisis del año siguiente ya se
había alejado de la órbita presidencial. Desde entonces,
aparecía como el político mejor situado para una "solución
nacional", que evitase los riesgos de un enfrentamiento
demasiado brusco. Cuando Goulart, después de deshacerse
de Dantas —otro personaje transaccional—, recurrió a él
para el ministerio de Finanzas, Carvalho Pinto declaró que
"sólo el deber y el patriotismo podían forzarle" a asumir
esa tarea. Aceptaba ser la "caución burguesa" que necesitaba
el presidente Goulart para negociar con Washington y para
obtener el concurso del Parlamento. El economista
paulista no hizo, ciertamente, un ministerio conservador;
por el contrario, adoptó ciertas medidas que lo tornaron
sospechoso a los ojos de los libreempresistas. Al aplicar el
viejo proyecto de emisión de bonos del Tesoro para absorber
la liquidez creada por el aumento de la circulación
fiduciaria, se atrajo la hostilidad de los altos intereses,
puesto que ofrecía a dichos bonos condiciones de interés y
desgravación iguales a las de los establecimientos privados,
de modo que atrajo a las arcas fiscales un ahorro que hasta
entonces sólo beneficiaba a los bancos. Pero, al mismo
tiempo, advirtió que no estaba dispuesto a "envenenar más la
vida económica del país con emisiones sin respaldo". El
motivo de su renuncia fue la creación, por Goulart, de un
ministerio extraordinario para las contribuciones, cargo que
fue confiado a César Prieto, un amigo personal del jefe de
estado. Inmediatamente, Carvalho Pinto declaró: "Ningún
hombre serio puede aceptar el loteo del ministerio de
Finanzas". En su renuncia deja sentada su protesta contra
"la demagogia de los unos y la codicia de los otros",
fórmula que demuestra su propio aislamiento político. El
nuevo ministro de Finanzas, Ney Galvao, es otro amigo
personal del presidente. Fue en un tiempo gobernador del
Banco del Brasil, pero está vinculado al ala radical del
partido Laborista, y su nombramiento elevó la cotización del
dólar de 1.165-1.175 cruzeiros a 1.225-1.235. Lo
sorprendente ha sido la ruptura entre él y Leonel Brizola,
cuñado del presidente y jefe de la llamada "izquierda
nacional". Se había dicho que Goulart estaba a punto de
formar un gabinete de izquierda; pero quienes conocen su
peculiarísima arte de la maniobra murmuraban que esa amenaza
no tenía otro objeto que obtener la partida de Carvalho
Pinto. Acaso estaban en lo justo; porque, tras la renuncia
de Carvalho Pinto, el presidente no brindó a la izquierda
otra satisfacción que el llamado a Ney Galvao. Los
conservadores, que temían lo peor, sintieron alivio. Brizóla
contraatacó: a su juicio, se trata de una maniobra para
"dividir al campo nacional". Los principales
comentaristas de Rio y San Pablo aseguran que el ministerio
de Finanzas no permanecerá mucho tiempo en manos de Ney
Galvao, porque su nombre no complace a la derecha ni desarma
a la izquierda, y su doctrina contemporizadora hace temer
nuevos progresos de la inflación. *.*.*.*.*.*.*.*.*.*
España Barcos para Cuba: Lo fugaz y lo permanente
Cuando no habían pasado sino dos meses desde la prórroga de
los acuerdos hispanoamericanos de 1953 —aunque subsiste un
desacuerdo acerca del uso de la base aeronaval de Rota
(Cádiz) por submarinos norteamericanos equipados con cohetes
Polaris—, las relaciones entre ambos gobiernos se enfriaron
súbitamente en vista de la presión de Washington para que
España rompa sus relaciones comerciales con Cuba, cada vez
más asiduas y cuantiosas. El gobierno del general Franco
comprará en los próximos tres años 300.000 toneladas de
azúcar a Cuba, por un valor de 80 millones de dólares, y una
misión cubana visita actualmente astilleros españoles para
firmar un contrato que, según el señor Fernando Rodrigo,
director general de construcciones marítimas, implicaría
compras de barcos por un valor total de 500 millones de
dólares. Esta cifra parece exagerada y, sin duda, deberá ser
reajustada ulteriormente. Por lo demás, Madrid posee una
línea regular con La Habana, y en las primeras semanas de
1964, una nave, la Santa María, iniciará un servicio
frecuente entre Bilbao y la capital de Cuba. Según el
Departamento de Estado, estos tratos violan la ley de ayuda
al extranjero, de cuyos créditos aún se está beneficiando
España. El diario falangista "Arriba" crítica
violentamente la presión norteamericana, que obedecería "a
razones electorales"; la política actual de los Estados
Unidos frente a Cuba "empuja a Fidel Castro en brazos de
Kruschev. No es justo —añade— que los norteamericanos
obliguen a los otros pueblos del mundo libre a compartir su
neurosis cubana; deberíamos ayudarles a curarse del
traumatismo que sufrieron con su fracaso en Bahía de los
Cochinos." España acaba de recibir 100 millones de
dólares del Imp-Export Bank para su desarrollo económico,
pero no admite ninguna clase de restricciones a su política
exterior. Es fácil imaginar que su gobierno no abriga la
menor simpatía ideológica por el régimen cubano, el cual
expulsó a muchos sacerdotes españoles y despojó de sus
propiedades a la próspera colectividad española de la isla.
Sin embargo, sus relaciones diplomáticas y comerciales son
correctas y cada vez más consistentes, porque —en el
pensamiento del general Franco— la ideología es mudable,
pero los vínculos entre España y los países que civilizó son
de naturaleza permanente. *.*.*.*.*.*.*.*.*
China
Chou En-lai, entre los árabes; Reto a Moscú A los jefes
supremos de los partidos comunistas, en todos los países, se
les celebran los sesenta, los setenta, los ochenta años,
como efemérides nacionales. Mao Tse-tung, septuagenario
desde la última semana de diciembre, no consintió en ello.
En su caso, el culto a la personalidad es refinado: la
imagen que de él presenta la propaganda es la de un semidiós
aislado del mundo, absorto e inaccesible. Sin embargo, no
pudo evitar que al menos un telegrama de felicitaciones
subiera hasta su solitaria grandeza. Ese telegrama llevaba
la firma de Nikita Kruschev, como secretario general del
comité central soviético. "El partido comunista de la URSS
se esfuerza incansablemente por consolidar la unidad entre
nuestros dos partidos y entre todos los países socialistas
—afirmaba Kruschev—. "Estamos seguros — añadía— de que el
firme entendimiento entre nuestros dos partidos triunfará de
todas las dificultades y asegurará el triunfo de nuestros
ideales comunes." Desde hace varias semanas, la prensa
soviética ha suspendido su controversia con los chinos; la
prensa china no adoptó la misma actitud. Por el contrario,
insinuó que al cambiar su posición tradicional acerca de la
composición del Consejo de Seguridad, la diplomacia rusa ha
cometido algo así como una felonía contra su principal
aliado. Se trata de un proyecto afroasiático que ampliaría
la representación del Tercer Mundo en el órgano supremo de
las Naciones Unidas; hasta ahora, los rusos habían bloqueado
con su veto las propuestas de esa clase, explicando que no
podía enmendarse la Carta mientras China, uno de los cinco
miembros fundadores, no estuviera representada por su
gobierno legítimo. La agencia Tass, en un comunicado, indicó
que al proceder de esa forma la diplomacia rusa había tenido
en cuenta un artículo del "Diario Popular", de Pekín, que
parecía propicio a las demandas de las naciones
afro-asiáticas. La irritada réplica china no se hizo
esperar; los soviéticos deberían "aprender a leer".
Dos banderas enfrentadas El trasfondo de la cuestión no
puede ser más claro: rusos y chinos se disputan arduamente
las simpatías de las nuevas naciones africanas y asiáticas.
Los unos ponen en juego su poderío económico, su capacidad
técnica, su presente respetabilidad internacional; los otros
se presentan como los únicos voceros de la revolución
auténtica, la revolución de los pueblos de color. Esta
lucha se ilustró en las últimas semanas con el viaje del
primer ministro Chou En-lai por los países del norte de
África. Los chinos llevaron sus artes diplomáticas y
mercantiles no sólo hasta la República Árabe Unida, donde ya
tenían relaciones muy cordiales, y hasta Argelia, que aún
sigue en plena ebullición revolucionaria, sino que
establecieron firmes contactos con el régimen occidentalista
del presidente Habib Bourguiba, de Túnez, y hasta con la
monárquica Marruecos, que tiene encarcelados a los
principales jefes de izquierda. Ciertos corresponsales de
la prensa neoyorquina hacen notar que los diplomáticos
norteamericanos en esos cuatro países no se esforzaron por
balancear los esfuerzos de Chou En-lai, puesto que estaban
dirigidos particularmente contra la influencia soviética en
el mundo árabe. Los principales éxitos recogidos por el
primer ministro chino, durante su periplo africano, pueden
resumirse así: • Nasser aceptó una invitación para
viajar a China. • Ben Bella rehusó tomar partido en la
disputa ideológica. La revolución argelina se declara
equidistante entre la URSS, que le presta una importante
ayuda económica, y China, que sólo puede ofrecerle remotas
perspectivas de intercambio. • Se intentará reunir una
segunda conferencia de Bandoeng, que excluiría a las URSS
como en 1955. Existe una solidaridad afro-asiática que
tiende a dividir al mundo no en comunistas y capitalistas,
sino en países industriales y países subdesarollados. En
este esquema, los rusos quedan del mismo lado que los
norteamericanos. • A través de los países árabes de
tradición francesa (Argelia, Túnez, Marruecos), prosigue el
acercamiento entre Francia y China. "Aún no ha llegado el
tiempo de responder a esta cuestión", contestó, prudente, el
primer ministre, cuando se le preguntó si estaba próximo el
reconocimiento del régimen de Pekín por el presidente de
Gaulle. • Pero nadie ignora que existen contactos cada
vez más frecuentes entre las dos potencias que se negaron a
suscribir el tratado antinuclear de Moscú. El más reciente
fue la visita del ex primer ministro Edgar Faure a varias
ciudades chinas. • Pero la satisfacción más apreciada por
Chou En-lai habría consistido en leer, durante su estada en
Argelia, una declaración exclusiva de Kruschev a la prensa
de ese país. "Nosotros apoyaremos por todos los medios
—decía el jefe ruso— la lucha de los pueblos contra el
imperialismo y el neocolonialismo. Siempre seremos hostiles
a la coexistencia pacífica entre los opresores y los
oprimidos." Hacía tiempo que Kruschev no empleaba este
lenguaje: era la presencia de Chou En-lai en Argelia, sin
duda alguna, la que le dictaba esas palabras.
El
guerrero sin reposo Nasser y Ben Bella alentaron
visiblemente las manifestaciones entusiastas con que sus
respectivos pueblos recibieron al representante de la
revolución china; Hassan II y Bourguiba, por su parte, no
las reprimieron. Chou En-lai, aristócrata de 65 años, el
único dirigente chino con experiencias occidental (fue
estudiante en París), guerrero implacable y fino
diplomático, no se lo se siente cómodo entre las multitudes
sino que, en los salones, seduce fácilmente a sus
interlocutores. Aparentemente, Kruschev tiene razones para
sentirse preocupado por esta incursión de sus rivales
ideológicos por el mundo árabe. Como era de prever, en su
viaje de regreso Chou En-lai pasará por Albania. el
minúsculo Estado rebelde del bloque comunista europeo.
*.*.*.*.*.*.*.*
Conferencias Reunión de estadistas
en el rancho LBJ Un nuevo estilo de conferencias
internacionales hizo su aparición en la última semana de
1963, cuando el presidente Johnson recibió en su rancho
texano, por dos días, al canciller Erhard. El sucesor de
Kennedy, que en las próximas semanas tratará también con
estadistas ingleses, italianos y de otros países miembros de
la alianza atlántica, iniciaba sus tareas como conductor del
mundo libre. La comitiva alemana, integrada por el
ministro de Relaciones Exteriores, Gerhard Schroeder, y por
unos veinte funcionarios del gobierno de Bonn, no pasó
siquiera por Washington o Nueva York. Voló directamente —17
horas en avión especial— de las plácidas orillas del Rhin a
la rugiente base aérea de Houston, Texas, donde minuto a
minuto levantan vuelo los miles de B-52 que mantienen la
alarma aérea permanente alrededor de la URSS. Las
conversaciones se llevaron a cabo en el rancho LBJ —las
iniciales del primer mandatario norteamericano—, uno de los
dos que le pertenecen. El horizonte que Johnson y Erhard
tuvieron ante los ojos, en las horas que consagraron a sus
conversaciones sobre la paz mundial, fue el de las infinitas
planicies de Texas, marcadas por pezuñas de vacunos y torres
de petróleo. Los corresponsales de ambas nacionalidades,
que convirtieron en su cuartel general a un hotelucho del
Pueblito de Stonewall, a diez minutos del rancho LBJ,
destacaron que Johnson, en su paisaje natal, es un hombre
mucho más distendido que en Washington, donde su imagen aún
evoca el luto con que hubo de llegar a la Casa Blanca. Por
su parte, el profesor Ludwig Erhard —que recibió en el
aeropuerto un enorme sombrero texano, como todos los
miembros de su delegación, y se lo colocó varias veces, con
infantil deslumbramiento— se mostró eufórico y expansivo
como siempre, y en la aldea de Fredericksburg, fundada hace
un siglo por pioneros alemanes —que conservaron tu lengua y
sus costumbres—, cantó con el orfeón, bailó con las mozas y
bebió un torrente de cerveza. Había una razón formal para
esta conferencia y las que le seguirán. A ella aludió Erhard
cuando dijo al regresar a Bonn: "La política, después de
todo, es obra de seres individuales". Después del drama de
Dallas era indispensable que los aliados se reaseguraran
sobre sus intenciones y compromisos recíprocos. No es que
pudiera temerse, por ahora, una escisión cualquiera en la
comunidad occidental; pero, psicológicamente, importaba
mucho que Johnson, Erhard, Douglas-Home, Moro —hombres
nuevos, todos ellos, en la conducción de la política
internacional— se conocieran bien, para que cada cual
pudiese atribuir un valor preciso a las palabras del otro,
cuando se hallen en comunicación diplomática normal. "No
tenemos razón para dudar de la lealtad de los Estados Unidos
a la alianza atlántica", dijo también Erhard a su regreso.
Efectivamente, el presidente Johnson reafirmó que las seis
divisiones norteamericanas estacionadas en Europa seguirán
allí mientras sea necesario. En el almuerzo que hizo servir
en el gran salón típico, con grandes ventanas abiertas ante
sendas parvas de heno, dijo que su país está dispuesto más
que nunca a "poner en juego su existencia y su honor
sagrado" si los rusos amenazaran la integridad de Berlín
Oeste. Sin embargo, la prensa norteamericana y la europea
especulan a menudo sobre los peligros que pudiera correr, en
los próximos meses, la unidad del campo occidental. • Se
citan, a ese propósito, las nuevas conversaciones con el
Kremlin, en el espíritu del tratado antinuclear; Erhard
contempla esa perspectiva con menos suspicacia que Adenauer,
pero estará vigilante para evitar que los intereses alemanes
sufran el menor contraste. • Otra cuestión engorrosa se
refiere a la suerte que correrá la propuesta nor-teamerícana
de crear en la NATO una fuerza naval nuclear cuyo comandante
en jefe sería, en última instancia, el presidente de los
Estados Unidos. Kennedy había logrado el consentimiento de
Macmillan y de Adenauer, no el francés ni el italiano: se
trataría de saber si las vísperas electorales que pronto
vivirán Gran Bretaña y Alemania permitirán a ambos gobiernos
mantener ese compromiso. Los laboristas harán campaña en
contra. • Pero, sobre todo, el elemento más discordante
de la política occidental es el que está incitando a los
periodistas a hablar con alarma creciente de una implacable
"guerra comercial" entre los Estados Unidos y el Mercado
Común Europeo. En los últimos meses se han estado aplicando
restricciones arancelarias por ambas partes, y un desacuerdo
neto en la próxima conferencia mundial de comercio (Ginebra,
fines de marzo) podría rematar en consecuencias
imprevisibles. El comunicado conjunto de 800 palabras,
sobre la primera "conferencia LBJ", menciona un
entendimiento total. Erhard, que en la intimidad se mostró
escéptico, admite que Johnson continúe "explorando todas las
oportunidades" para mejorar las relaciones con el Este, con
la esperanza de obtener "una respuesta favorable por parte
de la URSS". A cambio de ello, obtuvo que "no deberá
convenirse nada que tienda a perpetuar la división de
Alemania". Pero se trata de una eventualidad imaginaria
o, si se quiere, de una definición teórica. La división de
Alemania no necesita nuevos actos: existe, y no es buena
norma de política negarse a reconocer la realidad. El propio
gobierno alemán decidió ampliar sus contactos con el régimen
de Berlín Este, en vistas de las perspectivas auspiciosas
que abriera, durante las fiestas de fin de año, el
relajamiento del muro berlinés. Por otra parte, los
observadores se sintieron impresionados por la insistencia y
el tono categórico de Johnson acerca del nuevo ciclo de
negociaciones con Moscú. En la conferencia de prensa que
concedió en su rancho —a su derecha, el secretario de Estado
Dean Rusk— afirmó el presidente: "No hay nada más importante
que ese asunto. Estamos en el camino que conducirá a la
paz". Erhard también afirmó qué hacer cuanto sea posible
en interés de la paz "es nuestra misión". Pero la diferencia
de matices se hizo más sensible cuando el jefe del gobierno
alemán declaró, por obvias razones rituales, su esperanza en
que "llegará la hora de la liberación de todo Berlín".
Johnson había dicho que "nunca estuvo Berlín tan segura como
ahora", afirmación que parece excluir toda inquietud
relacionada con el futuro de esa ciudad. Despejada esa
inquietud, hay menos razones para temer una explicación a
fondo con el Kremlin sobre los problemas alemanes.
"Haciéndome el intérprete de nuestros dos países —concluyó
Johnson— imploro a Dios Todopoderoso que nos guíe, sea cual
fuere el porvenir que nos esté reservado."
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
URSS No es tan fácil ser
igualitario Los ciudadanos moscovitas no han salido
todavía de su estupor. Pocos meses después del pedido de
amparo ante la embajada norteamericana, presentado por un
grupo de Testigos de Jehová —que fueron devueltos a
Siberia—, he aquí que los estudiantes ghaneanos de la
Universidad Patricio Lumumba recorrieron la urbe con
carteles injuriosos: "Moscú es otra Alabama". En el
primer caso se protestaba silenciosamente contra la política
irreligiosa del régimen soviético, pero ahora se denunciaba
no sólo al gobierno sino también al engreimiento racial y
nacional del pueblo ruso. Los que entonces se consolaron
pensando que la protesta tenía un carácter "reaccionario",
ahora descubrían que el hombre ruso de hoy tiene enemigos a
la izquierda.. Si bien profesa una ideología universal,
fundada en la igualdad de todos los hombres, su idea de sí
mismo es suficientemente elevada para que no pueda
extenderla, sin repugnancia, a hombres de otras razas. El
hecho que desató las iras estudiantiles es por lo menos
dudoso. Los estudiantes de Ghana, enviados por su gobierno
para seguir estudios científicos, entendían que uno de los
suyos había sido asesinado por el furor racista, que se
vuelve incontenible cuando el negro aspira a una muchacha
blanca. Las autoridades soviéticas aseguraron que el joven
murió de frío, y la autopsia practicada en presencia de
otros estudiantes africanos habría probado la veracidad de
esta versión. Pero este incidente —además de otros que se
produjeron en Bulgaria— prueba que existiría una cierta
incomprensión entre los estudiantes de color que viven tras
el telón de hierro y los pueblos —más que los gobiernos— de
los países comunistas. Hasta ahora no se tienen noticias
de esta especie acerca de los estudiantes cubanos en tales
países, que suman decenas de miles; pero, según parece, los
africanos vuelven con cierta frecuencia decepcionados. El
clima es riguroso, las dificultades de idioma son casi
insuperables, los estudios mucho más severos que en
cualquier universidad occidental. Antes, la situación era
aún más grave, puesto que los extranjeros estudiaban junto a
los muchachos rusos, que practican una competencia
despiadada en la carrera hacia el diploma y no se dejan
distraer por los universales goces de la juventud Fue esa la
razón, sin duda, para fundar hace 3 años la universidad
Patricio Lumumba, donde los profesores son excelentes y las
condiciones de vida preferibles a las del estudiante
soviético. Todo esto no agota la prevención de los
africanos, inclinados a explotar en su beneficio el temor de
sus interlocutores a ser tachados de racistas. Así, la
creación de esa universidad equivaldría a una forma de
"apartheid": sobre todo, se trataría de separarlos de las
estudiantes rusas. Si es verdad que el régimen soviético
es más pudibundo que la vieja Rusia, el ciudadano debe
escandalizarse ante la forma un poco desenvuelta con que los
muchachos africanos hacen la corte a las congéneres de
Valentina Tereshkova. Es probable que los chinos intenten
aprovecharse de estas desavenencias entre rusos y africanos;
pero también lo es que quienes prefieran estudiar en Pekín
sucumban, con la experiencia, al mismo desencanto.
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
Sudeste asiático Los amigos
del Oeste están envejeciendo Las visitas casi simultáneas
del secretario de Defensa norteamericano (Robert McNamara) a
Vietnam del Sur, del jefe del estado mayor inter-armas
(general Maxwell Taylor) a la India, y de Dean Acheson a
Camboya (el ex secretario de Estado no viajó con carácter
oficial, sino a título amistoso, porque en otros tiempos
sirvió como abogado al gobierno de ese país), demuestran que
el Sudeste asiático es una preocupación capital del
presidente Johnson. • La neutralización de Laos,
convenida por Kennedy y Kruschev en Viena, es aún precaria:
nacionalistas, comunistas y neutralistas conservan sus
ejércitos propios. El primer ministro, príncipe Souvanna
Phuma, no logró el consentimiento de ambas alas de su
coalición para integrar esas fuerzas en el ejército
nacional. • Es inquietante la situación en Camboya, donde
el príncipe-presidente Norodom Sihanouk expulsó a la misión
militar y técnica norteamericana, sustituyéndola con
expertos rusos y chinos. No sólo prohíbe las importaciones
de los Estados Unidos y la entrada de corresponsales
occidentales sino que está en conflicto con el embajador
Yost, quien debería excusarse por haber calificado de
"bárbara" una declaración oficial y retirar una frase por la
cual preguntó si el gobierno de Sihanouk "se regocijaba por
la muerte de Kennedy". Además, deberían cesar las emisiones
de una minoría rebelde refugiada en Thailandia y en Laos.
Acheson es un viejo amigo del príncipe, quien declaró que lo
recibiría con júbilo en Pnom-Penh. Hace unos años defendió a
Camboya ante el tribunal de La Haya (era un conflicto con
Thailandia a propósito de la posesión de un templo budista.
El veterano diplomático se esfuerza por lograr que Sihanouk
desista de sus tres condiciones. • En la India, el
problema central se refiere a la sucesión del pandit Nehru,
ya desgraciadamente próxima. Para Kennedy, el sub-continente
de 350 millones de almas era el "key country" (país clave)
en Asia. Se trata de saber si podrá mantener su emulación
con China cuando haya perdido al estadista impar que preside
sus destinos desde el día de la independencia. • Otro
foco de peligro se abrió recientemente en Thailandia, una de
las naciones más anticomunistas de Asia y centro de
operaciones de grupos emigrados de Laos, Camboya y Vietnam
del Sur. La muerte de su implacable primer ministro,
mariscal Sarit Thanarat, ha conmovido al régimen, si bien el
general Thanom Kittikachorn, que ocupa su puesto, continuará
la misma política. Pero es probable que ahora estalle una
lucha de fracciones. • En realidad, toda la región está
sobre ascuas desde el trágico fin del régimen mandarinal en
Vietnam del Sur. El triunvirato militar que asumió el poder
después de la muerte de Ngo Dinh Diem comienza a sentir,
como se preveía, la tentación neutralista. Uno de sus
representantes acaba de llegar a Camboya para mejorar las
relaciones con Sihanouk, el "príncipe rojo".
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
USA La quinta enmienda ampara
a comunistas Los abogados no comunistas que defienden al
partido comunista norteamericano en una demanda contra el
gobierno de Washington obtuvieron un nuevo triunfo la semana
pasada, cuando una corte federal de apelaciones anuló la
sentencia de un tribunal inferior que le fijaba una multa de
120.000 dólares por haber violado la ley McCarran, sobre
represión de actividades subversivas. La corte del
distrito de Columbia decidió que si el gobierno no presenta
otra demanda, se deberá pronunciar el sobreseimiento
definitivo. El 17 de diciembre de 1962, el tribunal
aludido condenó al partido comunista norteamericano por no
haberse registrado como "agente de la Unión Soviética",
según estipula la ley McCarran. Los abogados, que pertenecen
a distintos estudios jurídicos neoyorquinos —alguno de ellos
muy reputados por los servicios que prestan a importantes
empresas—, alegaron que los comunistas estaban en su derecho
al desacatar la ley, puesto que ésta contradice la
Constitución norteamericana. Inscribiéndose como agentes
extranjeros, los dirigentes comunistas habrían caído bajo la
acción de otras leyes represivas. Ahora bien: la quinta
enmienda a la Constitución autoriza a todo ciudadano a no
declarar ante la justicia si ello puede causar daño a sus
propios intereses. En la primera instancia, el juez había
estimado que sólo las personas pueden ampararse en la quinta
enmienda, no las organizaciones. La corte de Columbia admite
esa tesis; pero añade que los dirigentes comunistas,
negándose a declarar, lo hicieron a título personal.
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Finlandia Distrayendo al lobo
feroz La política finesa interesa siempre por una razón:
en ese pequeño país limítrofe de la URSS, derrotado por su
poderoso vecino en 1940 y 1945, el partido con más votos es
el comunista, pero ése es el único partido que no integró la
coalición en los últimos quince años. El presidente Urho
Kekkonen es tan buen amigo de Kruschev, y sus sucesivos
gabinetes han sabido conservar tan eficazmente la
tranquilidad soviética, que se ha podido hablar de una
Caperucita que sabe distraer al lobo feroz. Sin embargo,
la situación se está deteriorando. El primer ministro
Karjaleinen (agrario) renunció a mediados de diciembre
porque los partidos conservadores asociados a su gobierno se
resistían a aprobar su plan radical de saneamiento fiscal y
financiero. Los nuevos impuestos eran más duros para su
clientela electoral que para los agrarios. Quien rompió las
negociaciones fue el propio jefe de gobierno, que estaba
enfermo y quizás deseaba, secretamente, acogerse al reposo.
La semana pasada, el presidente, sabiendo que no queda otra
solución política, llamó a los secretarios generales de
todos los ministerios y los exhortó a formar gobierno bajo
la dirección de Reino Lehto, que ejercía esa función en el
de Industria y Comercio. A pesar de la competencia
técnica de su jefe, este gobierno no podrá, desdé luego,
atacar las raíces del mal. Todo el país conoce la naturaleza
de ese mal —el nivel relativamente bajo de las inversiones—,
pero nadie se atreve a emprender el tratamiento: abaratar el
denso aparato de seguridad social y controlar la evasión de
capitales. Lo único que podrá hacer el gobierno Lehto es
llamar a elecciones, pero es difícil que esta vez se pueda
mantener lejos del gobierno a los comunistas y también a los
socialdemócratas. Este partido terminó por eliminar a
aquellos de sus dirigentes que resultaban inaceptables al
Kremlin (por haber sido aliados de Hitler), y todo parece
indicar que sus dos fracciones se están unificando. En ese
caso, volvería a ser el primer partido finlandés y
desplazaría a los agrarios de la dirección del gobierno.
Revista Primera Plana 07.01.1964
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