OPUS DEI Mitos y realidades Volver al índice
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José Luis Atienza, en un informe especial para EXTRA, analiza con abundante información la historia y los objetivos del Opus Dei, la misteriosa asociación de laicos católicos, ¡que ya existe en la Argentina, donde podría alcanzar el predicamento que tiene en otros países.
La radio Erpa de Cañete (Perú), que imparte enseñanza elemental y media para Jóvenes y adultos (izquierda, arriba), integra lo que el Opus Dei denomina "labor corporativa". Las residencias para estudiantes son típicas dentro de dicha labor. En el grabado central de la izquierda puede advertirse la que funciona en Colonia Alemania, habitada por jóvenes universitarios. A la izquierda, abajo, el Centro Elis de Roma. Funciona en el barrio obrero del Triburtino y está dedicado a capacitar a operarios no especializados. A la derecha, monseñor José María Escrivá de Balaguer. que fundó el Opus Dei. Sus propósitos (lograr la santidad sin huir de lo cotidiano) fueron considerados casi heréticos por la jerarquía de entonces, pero el Concilio Vaticano los consagró como fundamentales. El fundador del Opus Dei resida actualmente en la ciudad de Roma.


UNA de las dificultades Inmediatas que encontramos los periodistas para explicar hechos nuevos, reside en la falta de puntos de referencia para el público al que se dirigen. El receptor busca siempre establecer relaciones con lo cotidiano. Hechos diarios, vivencias, que sirvan de pauta para establecer relaciones y diferencias. Las comparaciones, aún cuando entrañan un notable riesgo para la comprensión de los hechos, son el punto de partida inmediato del público receptor.
Es importante tener en cuenta esta circunstancia para entender lo que es el Opus Dei. Si tomamos como punto de partida la doctrina sobre los laicos que surgió del Concilio Vaticano II, incurrimos de inmediato en un desfasaje histórico: el Opus Dei apareció tres décadas antes. Exactamente: el 2 de octubre de 1928. Pero si partimos de la fecha de su fundación, la comparación con lo que se conocía en esos días —las órdenes y congregaciones religiosas— podrían llevarnos a otro error. Tal sería el entender que los socios del Opus Dei son una especie de religiosos sin hábito.
Quizás por esto, un método adecuado sea el de combinar la historia de la Asociación con el conocimiento del laicado que tenemos en nuestros días. Con este punto de partida, la referencia a otros hechos que hemos visto en la crónica cotidiana, nos dará la dimensión real de un tema sobre el que existe tanto interés informativo.
La doctrina que expuso desde su fundación el Opus Dei es muy simple: la posibilidad de la santidad de todas las personas en medio de sus ocupaciones habituales. Desde hace siglos —prácticamente desde los albores del medioevo hasta la aparición de esta Asociación— la inmensa mayoría de los cristianos que aspiraban a la santidad, sólo veían posible la realización de este ideal mediante el alejamiento de sus trabajos regulares. El Pueblo de Dios asistía como espectador de esa vocación a la santidad. En otras palabras: existía el implícito consenso de que la única respuesta para esa aspiración era que todos, sin exclusión, dejaran el mundo y se alejaran de él.
La doctrina que difundió Mons. Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, cambió el panorama hasta entonces imperante. Para algunos, su vocación les lleva a apartarse del mundo y hacerse religiosos. Para otros, su vocación no los aparta de lo cotidiano, de los quehaceres normales para cualquier persona que se gana honradamente la vida.
Esta doctrina resulta hoy en extremo comprensible, particularmente por el hecho que señalamos al comienzo. Entre la aparición del Opus Dei y el momento presente tuvo lugar el Concilio Vaticano II, y en él la reafirmación de la doctrina sobre el laicado (Véase, especialmente, los Cap. IV y V de la Const. Dogmática "Lumen gentium", y el "Decreto sobre el apostolado de los laicos").
Peter Forbath recoge en una entrevista para el "Time", estos conceptos de labios de Mons. Escrivá de Balaguer: "Siendo este el espíritu de nuestra Obra comprenderá que ha sido una gran alegría para nosotros ver cómo el Concilio ha declarado solemnemente que la Iglesia no rechaza el mundo en que vive, ni su progreso y desarrollo, sino que lo comprende y ama".
Conceptos similares recogen Enrico Zuppi y Antonio Fugardi en "L'Osservatore della Domenica": "Una de mis mayores alegrías —afirma el fundador del Opus Dei— ha sido precisamente ver cómo el Concilio Vaticano II ha proclamado con gran claridad la vocación divina del laicado. Sin jactancia alguna, debo decir que, por lo que se refiere a nuestro espíritu, el Concilio no ha supuesto una invitación a cambiar, sino que, al contrario, ha confirmado lo que —por gracia de Dios-veníamos viviendo y enseñando desde hace tantos años. La principal característica del Opus Dei no son unas técnicas o métodos de apostolado, ni unas estructuras determinadas, sino un espíritu que lleva precisamente a santificar el trabajo ordinario".
Las cosas corrientes, los sucesos diarios que los ciudadanos vivimos en nuestro mundo, la vida tranquila en las ciudades provincianas o el alboroto de la turbulenta Buenos Aires son materia de la santificación ordinaria en la vida de un cristiano. No existen circunstancias de excepción para la llamada universal a la santidad.
Un ama de casa no varía su tarea para corresponder a los deseos de ser mejor. No deberá dejar sus quehaceres domésticos o su preocupación por la familia, esposo o hijos. Los procurará hacer con mayor cariño, cumpliendo fielmente sus deberes de estado, sobrenaturalizando sus acciones. Igual papel le cabe al padre de familia o a la prole que crece. Sin ir muy lejos, el propio Evangelio no narra nada excepcional en lo que para un cristiano es modelo de imitación: la familia de Cristo. El mismo, de sus 33 años de vida, pasa 30 en lo cotidiano, si es que entendemos como excepcional la vida pública de un profeta en Judea.
Un socio del Opus Dei, por tanto, al corresponder a su vocación divina no varía para nada su condición. Como cualquier ciudadano cristiano que busca mejorar día a día su vida, es natural que día a día crezca en sus virtudes humanas y sobrenaturales. Algo tan natural como la barba que aparece en un muchacho que llega a la adultez. Sigue siendo el mismo y lo seguirá siendo cuando aparezcan las primeras canas.
La vocación de un socio del Opus Dei le lleva a mejorar en su trabajo, en su responsabilidad, en su servicio a la sociedad. Mejorará en su alegría, en su generosidad o en su fortaleza y sobriedad. Ni más ni menos que lo que todos exigimos de los demás en una sociedad que pretende vivir los principios de un cristianismo cuya naturaleza no es destruida nunca por la gracia.
Uno de los puntos controvertidos recientemente ha sido la actuación política de los socios del Opus Dei con motivo del cambio de gabinete en el gobierno de España.
Dentro de los socios del Opus Dei —los hay por miles en España— una pequeña minoría tiene como profesión la política. Para éstos su profesión no es ni una desgracia ni un beneficio. Es, simplemente, su profesión, como para otros es la arquitectura, ser mineros en Asturias o guardabosques en el Pirineo. O artistas de cine o televisión. O ejecutivos o ejecutores.
Es una deformación pretender ver al Opus Dei como un conjunto de elementos dedicados a la política. Es natural que si se engripa la reina Isabel II de Inglaterra se entere todo el mundo. Es natural que si se engripa una mucama inglesa no se entere más que su familia.
Con el Opus Dei pasa algo parecido. Nadie conoce a los miles de socios que trabajan en el sector de los que no son noticia. Pero todos conocemos a los que integran el gabinete de España.
Los socios del Opus Dei tienen como exclusivo común denominador la doctrina de la Iglesia. Es decir, lo que tienen los demás
católicos. En el resto, en lo opinable, cada uno hace lo que le da la gana. O, lo que es lo mismo, cada uno es sujeto de derechos y obligaciones como los demás ciudadanos.
¿Qué opina el Opus Dei de Onganía? Nada. ¿Qué opina cada socio del Opus Dei de Onganía? Cada uno tendrá su opinión. ¿Qué opina el barrio Belgrano de Onganía? Hagan un censo y recojan cada opinión.
El Opus Dei, como tiene fines exclusivamente sobrenaturales y apostólicos, da una formación a sus socios y a los que participan de sus apostolados. Como decía una carta aclaratoria suscripta por el director de la Residencia Universitaria Los Aleros el 4 de noviembre, "el Opus Dei no coordina la actividad temporal de sus socios de acuerdo con una línea común, ni tiene como finalidad específica ejercer una influencia cristiana en la sociedad mediante la formación de profesionales destacados. Esa es una finalidad que pueden perseguir legítimamente otras asociaciones —siempre que empleen medios lícitos y honestos—, pero no es la finalidad del Opus Dei ni de las personas que se asocian a él".
Sin embargo, las noticias de fines del 69 afirmaban otra cosa. No es que fueran muy intensas, más bien tenían la posibilidad de la extensión. Bastó que dos corresponsales —de UPI y AFP— indicaran que el Opus Dei en España había tomado el poder para que, por ejemplo, en España, el 68 % de los diarios explicaran esto mismo a sus lectores. Piénsese en la difusión de estas dos agencias en los cinco continentes para entender la magnitud que cobró el hecho.
Se afirmó que todos los ministros del nuevo gabinete pertenecen al Opus Dei.
Nada importaría que lo fueran si por la idoneidad profesional de cada uno se les hubiera llamado para el cargo. (También podría haber resultado que el 80 % de los elegidos fueran hinchas del Real Madrid).
La realidad, sin embargo, es que sólo tres ministros están relacionados con el Opus Dei: son López Rodó, Mortes y López Bravo.
También se afirmó que era algo montado sobre la Falange. Aun cuando por lo expuesto precedentemente el Opus Dei es ajeno a cualquier hecho político, se da, además, la curiosa circunstancia de que uno de ellos es falangista de alma y considera a la Falange —atentos a sus recientes declaraciones— su promotora en lo social.
Por otra parte, ligar al Opus Dei con la política española es dejar de considerar su extensión universal Pertenecen a la asociación personas de 73 países.
Hablar del pluralismo de los socios del Opus Dei es análogo a hablar del pluralismo de los católicos. Una persona, por el hecho de ser católica, sólo se compromete a vivir las virtudes propias de su confesión. En su actuar político, profesional, social, cultural, etc., debe pensar en primera persona sin comprometer a la Iglesias ni a sus hermanos católicos en lo que es de su exclusiva incumbencia. Eso mismo vive un socio del Opus Dei.
En España son socios del Opus Dei los ministros citados. Pero también es socio Calvo Serer, poco propicio al régimen falangista y que tiene más de un exilio en el extranjero; y Andrés Garrigó, actualmente fuera de España, y Antonio Fontán y José Luis Cebrián. tres periodistas a los que se les ha sancionado en varias oportunidades por su oposición a Franco. Es decir, algo normal en una asociación con fines sobrenaturales. En política toman la postura que más desean.
También hay otros muchos socios a los que les tiene sin cuidado la política —son los más— y que viven como cualquier ciudadano argentino al que la política le sea indiferente.
El 8 de octubre de 1967 el fundador del Opus Dei afirmaba "a un cristiano jamás se le ocurre creer o decir que él baja del templo al mundo para representar a la Iglesia, y que sus soluciones son las soluciones católicas a aquellos problemas. ¡Esto no puede ser, hijos míos! Esto sería clericalismo, catolicismo oficial o como queráis llamarlo. En cualquier caso, es hacer violencia a la naturaleza de las cosas. Tenéis que difundir por todas partes una verdadera mentalidad laical, que ha de llevar a tres conclusiones:
• A ser lo suficientemente honrados, para no eludir la propia responsabilidad personal.
• A ser lo suficientemente cristianos, para respetar a los hermanos en la fe, que proponen —en materias opinables— soluciones diversas a la que cada uno de nosotros sostiene.
• A ser lo suficientemente católicos, para no servirse de nuestra madre la Iglesia, mezclándola en banderías humanas.
Un socio del Opus Dei actúa en nombre propio, como hace cualquier persona honrada en una sociedad libre. Un socio del Opus Dei nunca va por la calle pregonando su pertenecía a la asociación. Esto resulta hoy muy claro. Es más, hacer lo contrario seria como pretender poner en las tarjetas de visita Eugenio Gómez, católico. Si lo es, que lo demuestre con su vida. Pero pretender vivir de ser católico, estar violento para la gente honrada como lo es para nosotros los periodistas observar un periódico que se rotule católico para poder vivir: es poco noble buscar la venta por esta vía y terminar con que los lectores deben luego hacer otro desembolso para comprar alguno mejor informado.
El Opus Dei tampoco posee diarios, ni revistas, ni bancos, ni compañías de seguros. Como tampoco es propiedad de la parroquia, donde un católico se forma espiritualmente, las empresas que éste posee, en las que trabaje o aquellas a las que ofrezca servicios. De esta forma, dada la mayoría de católicos que existe en Argentina, los ferrocarriles. Aerolíneas Argentinas, el Banco Central, ,los clubes River Plate y Boca Juniors, por poner un ejemplo, deberían ser de la Iglesia católica.
El Opus Dei sólo se responsabiliza de la dirección de aquellas actividades que tienen un fin exclusivamente espiritual y apostólico. Tal puede ser el caso de obras de beneficencia, residencias universitarias, actividades docentes o casas de retiro. Por otra parte, nunca la propiedad física de esos entes le pertenece al Opus Dei.
El Opus Dei es, por tanto, una asociación de fieles con fines espirituales y apostólicos, al que no debe confundirse con las actividades de sus socios. Forma cristianamente y difunde entre personas de todas las clases sociales la llamada a la santidad: búsqueda de la perfección cristiana a través de la santificación del trabajo ordinario. Doctrina del Opus Dei que fue considerada casi como una herejía hace 41 años y que ha sido proclamada como santa por el Concilio Vaticano II.

EN ARGENTINA
La labor del Opus Dei en Argentina se inicia a los 22 años de su fundación, es decir, en 1950. No existe ninguna profesión tipificable, pues pertenecen a la asociación personas de todos los sectores. Madres de familia y obreros, comerciantes y empleados, estudiantes o profesionales. La labor principal es formar el espíritu cristiano de sus socios y conseguir que un volumen de personas aún más numeroso pueda recibir la misma ayuda espiritual.
Algunos de los socios dirigen diversos centros profesionales en los que el Opus Dei se responsabiliza de la atención espiritual y apostólica de quienes libremente lo solicitan. El resto de sus asociados no tiene otra relación con la asociación que la atención que reciben para su vida espiritual.
En Buenos Aires el Opus Dei dirige cuatro Residencias Universitarias, dos para varones y dos para mujeres; un centro cultural para trabajadores, dos escuelas de hogar y cultura para empleadas del servicio doméstico (son estudios intensos de alta capacitación que duran varios años, divididos en cinco programas distintos) y una casa de retiros. En Rosario se repiten también las Residencias —una para varones y otra para mujeres— y el centro de capacitación para el servicio doméstico.
Todos estos centros de formación no son ni oficial ni oficiosamente católicos, sino centros dirigidos por profesionales donde pueden acudir todo tipo de personas sin distinción de clase ni credo religioso. De su alta capacitación puede colegirse por los comentarios de "Life". Esta revista dijo que Los Aleros es la residencia estudiantil en la que habita el mayor porcentaje de alumnos que, en Argentina, logran terminar la Universidad.
Revista EXTRA
marzo 1970

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