Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Brasil
El parlamentarismo duró un año y medio: La oposición se ausentó
Revista Primera Plana
15.01.1963

El aspecto más significativo del plebiscito brasileño del 6 de enero no fue la prevista y abrumadora confirmación del sistema presidencialista tradicional, sino la ausencia de la oposición. Ningún partido, ningún dirigente, hicieron campaña por el mantenimiento del régimen parlamentario.
La oposición conservadora que hace un año y medio encerrara a Janio Quadros en un dilema de hierro — asumir la dictadura o abandonar el poder— y que luego impuso a Joao ("Jango") Goulart un drástico recorte de las prerrogativas presidenciales, consiguió en esa forma evitar una derrota segura.
Simplemente, puso sus esperanzas en una caudalosa abstención, de modo que el resultado del plebiscito no pudiera ser interpretado por Goulart como un cheque en blanco. La abstención fue respetable (el 38,7 %). pero tampoco puede ser estimada como expresión numérica de los adversarios del presidente laborista. Muchos no votaron porque no había dudas sobre su victoria.
En realidad, los social-democráticos y los democráticos nacionales pueden darse por satisfechos con haber evitado que el plebiscito se hiciera en la misma fecha que la renovación parlamentaria. En ese caso, hubieran sufrido un verdadero cataclismo. Pero en los comicios del 7 de octubre, si alguien triunfó fue el señor "Statu Quo". Leonel Brizola, por ejemplo, salió elegido senador en Río, pero ya no cuenta con su formidable base de operaciones: la gobernación de Río Grande do Sul. En el palacio Piratini acampan hoy los conservadores.

Ejército legalista
En agosto del año 1961, los ministros militares del presidente Quadros se opusieron a la posesión del vicepresidente Joao Goulart, señalado por la propaganda adversa como un peligroso "comunista". La mayoría legalista del ejército, con el general José Machado Lopes a la cabeza, frustró ese golpe de Estado; pero Goulart aceptó que el parlamento le retaceara sus facultades, contra la voluntad de su cuñado Leonel Brizola.
Quince meses de inoperancia gubernativa, en medio de una inflación alucinante, desacreditaron el régimen parlamentario. Los gabinetes de Tancredo Neves, Francisco Brochado da Rocha y Hermes Silva se desgastaron en estériles luchas contra las propias fracciones parlamentarias de las cuales habían surgido.
Entre tanto, Goulart, con su famosa sonrisa y su leve cojera, apareció a los ojos de sus compatriotas como un político de primera magnitud. No por azar, su paisano Getulio Vargas se había fijado en él, apenas adolescente, y al suicidarse le dirigió su carta póstuma, que hoy los niños de las escuelas se saben de memoria. Si su fuerza radicaba sobre todo en los sindicatos, y ello le valía ciertas prevenciones, a mediados del año 1962 volvió de su viaje a Washington con un prestigio que el presidente Kennedy, visiblemente, trató de afianzar.
Fue otro ministro de Guerra, el general Nelson de Melo, quien notificó al parlamento que debía someter a referéndum aquella enmienda constitucional hecha por las camarillas políticas bajo presión militar. Los social-democráticos, a pesar de las exhortaciones de su jefe Juscelino Kubitschek, y los demócratas-nacionales, adictos a Carlos Lacerda, maniobraron largos meses para evitar la consulta, que fue fijada, finalmente, para el 6 de enero de 1963. Es que corrían el riesgo de ser desbandados por una nueva intervención del ejército, ahora legalista.
La desconfiada Marina y la irritable Aviación —"de la democracia a la democracia popular hay un solo paso", les dice Carlos Lacerda— aún se encabritan ante cualquier amago de "caudillaje". Pero los ministros militares de Goulart las sometieron a continua depuración. En cuanto al Ejército, está muy poseído de su misión tutelar: en 1955, con Teixeira Lott, protegió al presidente electo Kubitschek, y en 1961, con Machado Lopes, evitó la destitución de Goulart. Ya no parece posible empañar su mentalidad nacionalista, y hasta la prensa de Chateaubriand desiste últimamente de presentar ese nacionalismo como disfraz del comunismo.
El gobernador de Guanabara, Lacerda, tan devoto de los golpes de Estado, ya no tiene ante sí otra perspectiva que el camino electoral, sembrado de espinas; y si bien faltan tres años para buscarle un sucesor a Goulart, es probable que él, por su parte, comience a nutrir aspiraciones más modestas.

La visita de "Bob"
"El día en que Adolf Berle, enviado especial del presidente Kennedy, salió del despacho de Janio Quadros rojo de cólera, nació la política independiente del Brasil. La semana pasada, cuando Robert ("Bob") Kennedy salió radiante de la oficina del presidente Goulart, esa política había muerto".
Como se ve, el agudo y veterano observador Hermano Alves, en "Jornal do Brasil", atribuye una significación exorbitante al rápido viaje del secretario de Justicia a la neurasténica Brasilia, viaje oficialmente motivado por el deseo de fijar fecha —cosa que no se hizo— para una visita oficial del presidente Kennedy, ya suspendida por dos veces. La revista "Time", después de citar a Alves, opinó que "las cosas no sucedieron realmente así", pero daba a entender que el más impetuoso de los Kennedy expuso con elocuencia la dificultad de insistir demasiado en las discrepancias con Washington cuando se recibe de USA una ayuda de casi un millón de dólares por día. Según parece, la queja más original fue ésta: el gobierno brasileño no gasta los dólares con la misma rapidez que los recibe. Buena parte de los 60 millones otorgados por la Alianza para el Progreso no fue invertida aún.
Goulart habría contestado que después del 6 de enero, cuando él fuera "presidente de veras", gastará con una velocidad que tal vez aterre a los teóricos de la estabilidad monetaria. El Brasil, que hace un año compraba un dólar con 300 cruceiros, ahora necesita casi 800, y la inflación que se le reprochaba al presidente Kubitschek resulta ahora cómica. La pausa en el desarrollo —indican ciertos voceros de "Jango"— no contiene la inflación: la precipita, como se ha visto desde la renuncia de Quadros. La caída de los precios del café y el cacao sigue drenando la economía brasileña; y mientras no se cierre ese boquete es pueril, sin duda, pensar en la defensa de la moneda. Puesto que, de todos modos, habrá inflación, que sea inflación con desarrollo, habría concluido "Jango".

El plan trienal
El primer día del año, el presidente anunció al país un plan trienal que promete un aumento del 7 % anual en la producción nacional bruta y otro del 3,9 % en la renta nacional por habitante. Sin duda, el aporte exterior de dólares será indispensable para reducir la presión inflacionaria: pero la balanza comercial no cambiará de signo (debería obtener superávit de 197 millones de dólares este año, 237 el próximo y 261 el último) sino a través de la explotación de los mercados del Este. Actualmente, el embajador Andrei Fomin procura firmar un nuevo convenio de pagos para comprar más café a cambio de trigo, maquinaria y petróleo crudo, y Goulart acaba de formar un Grupo de Coordinación del Comercio con los países socialistas de Europa, con la abierta complacencia de las fuerzas de la producción.
La destitución del ministro del Trabajo, Joao Pinheiro Neto, quien había criticado al embajador Lincoln Gordon, a varios miembros del gabinete y al Fondo Monetario Internacional, demuestra que el profesar Hermes Lima no tolerará, mientras sea primer ministro, la influencia de Leonel Brizola en el gobierno. Pero las sanciones disciplinarias impuestas por el ministro Pedro Paulo Suzano a los 48 oficiales de Marina que devolvieron sus medallas como protesta por el ingreso del hermano político del presidente (Brizola) a la Orden Nacional del Mérito, indican que el otro bando tampoco hallará indulgencia.
En estas condiciones, cuando Lima haya devuelto sus poderes a Goulart como consecuencia del plebiscito, el presidente hará todo lo necesario — pero sólo lo necesario— para que la Casa Blanca pueda, sin temor al Congreso, sancionar nuevos créditos para el Brasil, así vayan dirigidos a entes estatales como Petrobras, Electrobras o la Sudene (plan de reactivación del Nordeste), y así consoliden en el poder a hombres como el juvenil planificador Celso Furtado, que el año pasado obtuvo una inmediata respuesta crematística del presidente Kennedy .

 

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Juscelino Kubitschek, Kennedy, Alberto Lleras
Juscelino Kubitschek (con el presidente Kennedy y Alberto Lleras): defensor del interés brasileño ante la Alianza para el Progreso

 

 

Goulart
Goulart será "presidente de veras" en los próximos tres años. Recuperó los poderes que había perdido al suceder a Janio Quadros