"La decadencia del idioma francés comenzó en 1789", discurría Víctor
Cousin. "¿Sí? ¿Y a qué hora?", le preguntó Víctor Hugo, en una
sesión de la Academia Francesa. Como entonces, nadie sabe hoy a qué
hora se inició la metamorfosis, o el giro de los 'provos'
holandeses, padres directos de tanto hippie o joven protestador que
luego proliferó en todo el mundo: ahora son partido político,
cambiaron hasta de nombre. Desde luego los Países Bajos gozan de
una armazón política, en el que los provos no hacen verano: ya es
bastante peculiar de por sí. La mayoría de sus 12 millones de
habitantes parece seguir prefiriendo la coalición cuatripartita que
gobierna desde 1967: a fines de marzo de este año, en las elecciones
para asambleas provinciales, los holandeses arrimaron 387 bancas
—sobre un total de 689— a la alianza en el poder de los tres grupos
confesionales (la protestante Unión Histórico-Cristiana, el católico
romano Partido del Pueblo, el núcleo calvinista Antirrevolucionario)
y el Partido Liberal. La oposición (los laboristas, comunistas y el
Grupo Democracia 66) juntó 195 escaños. Otras 17 agrupaciones, de
alcance local o provincial, se repartieron los 107 restantes. El
Socialismo Pacifista, por ejemplo, cuyo programa es sumamente módico
—tiene un solo punto— pero nada humilde: exige el desarme planetario
general. Precursores de los "contestatarios" de París, de Roma o
de cualquier otra ciudad del mundo, los provos holandeses —los
primeros en acometer— parecían a punto de extinguirse suavemente.
Con nuevos hábitos, sin embargo, acaban de producir un shock a los
viejos partidos que se burlaban de sus travesuras. El electorado
de Ámsterdam les entregó, quince días atrás, el 11 por ciento de los
votos y 5 bancas de consejero en las elecciones municipales: Instala
así, sobre sus desgreñadas cabelleras, laureles políticos que ellos
recibieron con gracia. Para celebrar la victoria, centenares de
muchachos y de chicas brotaron de las embarcaciones enmohecidas que
ocupan al borde de los canales, y —tras su Jefe, Roel van Duyn, 27
años, estudiante de filosofía— formaron un cortejo que cantó 'La
Canción de la lechuza', su himno nacional. Ya no son más "los
provos": ahora se llaman kabuters, o sea, elfos o trasgos, esos
espíritus juguetones que le dieron aire a la pesada mitología
nórdica. La violencia Izquierdista es algo profundamente ajeno a los
kabuters: se los ve deambular por la calle agitando sus guedejas.
Odian el gas carbónico que los motores diseminan y, cuando se
sienten fuertes, levantan barricadas con bicicletas para hurtar
calles o barrios enteros a los autos.
A PLENO SOL. Para los
elfos, la revolución es, ante todo, el derecho a la clorofila. Y la
sociedad es nada, a sus ojos, si no se convierte en espacio verde.
Observan una severa disciplina dietética, sólo consumen alimentos no
polutos por la química. Enemigos de toda autoridad, empiezan por
rechazar la de la Casa de Orange, encarnada en la persona de la
reina Juliana. Su irónica divisa se reparte en cuatro palabras: "Un
Estado sin Orange" (sin naranja). Las bases de ese falansterio
fueron echadas el 27 de enero, cuando un estudiante de sociología,
Rund Vermeer, decidió que para el movimiento había llegado la
hora de emerger a la luz pública y de ofrecer una alternativa
política a través de un "contra-gobierno". Cuya dirección Vermeer
confió a Van Duyn; una semana después, el nacimiento de la secta era
debidamente proclamado en el número 1 del periódico oficial. En
1969, Van Duyn había escrito un ensayo —Discurso de un duende sabio—
que actualizaba las fantasías del príncipe anarquista Pedro
Kropotkln y anunciaba que el hombre moderno debía elegir entre la
catástrofe y la "ciudad ideal", la de los duendes. A la cabeza del
"gabinete fantasma", Van Duyn desarrolló su teoría del poder
ambidextro: "Con la mano Izquierda, vamos a construir una nueva
sociedad para mostrarle a la gente el modelo que queremos realizar.
Con la derecha, procuraremos reformar la vieja, democratizarla".
Pero si los comuneros ponen el acento sobre la necesidad de promover
formas "anti-autoritarias" de educación, al mismo tiempo consagran
lo mejor de su esfuerzo al problema de la vivienda. La caza de
departamentos vacíos es realizada por 350 "voluntarios". Quienes
ubican en ellos especialmente a personas ancianas, mientras, se
dedican a prestarles pequeños servicios: les lavan las ollas o les
hacen de lector.
AL CAMPO. Discípulos de Jean-Jacques
Rousseau, los elfos que brotan en los Países Bajos sueñan con abolir
"la contradicción entre Natura y Cultura". Algunos trabajan en el
campo, sin otro salario que un pan caliente, recién sacado del horno
labriego. "Nuestro Estado libre es un tigre de papel, pero aún así
será capaz de dar miedo", aventura Vermeer. Aparentemente, este
tigre humanitario sólo come margaritas. Y esto es lo que, sin duda,
enterneció a los electores de Ámsterdam. PANORAMA, JUNIO 23, 1970
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-Juliana y Bernardo: La naranja -Un mitin de los provos
en Ámsterdam: la contradicción entre cultura y natura (nota:
la foto en la que se ve a Harrison, Lennon, etc. en realidad
es del festival de la Isla de White, Inglaterra, 1969) |
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