Una fe no apta para occidentales: Musulmanes polígamos y
ayunadores Al anunciarse que la Argentina exportará carne
congelada a Marruecos la semana pasada, en Túnez, un grupo
de matarifes musulmanes se disponía a partir hacia Buenos
Aires con objeto de sacrificar el ganado según los ritos de
su fe. ¿Cuáles son esos ritos? ¿Qué significado tienen
para el creyente? En suma: ¿en qué consiste la religión
musulmana?
Oración y mano firme De acuerdo con
rígidos preceptos contenidos en el Corán — el libro sagrado
de los seguidores de Mahoma, que entre otras cosas prohíbe
comer carne cadavérica, animales estrangulados o ultimados a
golpes y beber sangre—, los animales para consumo deben ser
muertos por mano de un musulmán en la siguiente forma: •
El matarife empuña el cuchillo con mano firme (si en el
transcurso de la operación llegara a temblar, la carne ya no
podrá deglutirse). La hoja se introduce en forma plana entre
las dos yugulares hasta hacer sangrar copiosamente, sin
permitir que el cuchillo se levante. De esta manera, la
cuchilla entra en la nuez, que debe estar pegada a la
cabeza. Si la mano del oficiante llegara a moverse, la nuez
tiene entonces que formar una arandela cerrada. De lo
contrario — incluso si la arandela está ligeramente abierta
—, la carne ya no podrá comerse. El animal debe desangrarse
totalmente, y antes del degüello, el matarife pronuncia
estas palabras: "Sea Dios quien me ha otorgado el derecho de
matarte". • Aunque el Corán no habla de ello, una vieja
tradición religiosa señala que tanto el animal como el
oficiante deben estar de cara a la Meca, que en la Argentina
corresponde a la posición noreste. (Ello tiene su
explicación porque en la Meca se encuentra la alkaaba,
piedra negra sagrada, en cuya dirección también debe
orarse.) • En la Argentina, la populosa colectividad
musulmana — de la que no existe un censo aproximado — cuenta
con una decena de matarifes, que no llega a cubrir las
necesidades de la población. De aquí que miles de fieles se
ven forzados a no seguir escrupulosamente los preceptos
coránicos en este aspecto.
Un libio y un profeta
Cuatrocientos cincuenta millones de musulmanes esparcidos
por todo el mundo —pero en especial por Egipto, Siria,
Líbano, Irak, Yemen, Jordania, Transjordania, Túnez,
Marruecos y Argelia, países donde es religión oficial —,
veneran la memoria de Mohammed- ben - Abdu - I- lah-ben-abdu-I
-Mutalib, verdadero nombre de Mahoma, caudillo político y
religioso del siglo VII. La historia erudita del Oriente
medieval cuenta que el emperador Heraclio y los reyes de
Persia y Abisinia recibieron un día una carta de Mahoma,
quien los invitaba a convertirse al mahometanismo. En tanto
Abisinia aceptó la propuesta y Persia replicó en groseros
términos, Heraclio agradeció cortésmente, lamentando no
poder acceder a la gentil invitación. Y aunque acompañó su
diplomática negativa con fastuosos obsequios:, no pudo
impedir que Mahoma declarara la guerra a Bizancio,
invadiendo Damasco, Gaza, Siria, Heliópolis, Emesa,
Jerusalén, Alejandría y la misma Persia, donde la dinastía
Sasánida cayó en el año 641. Al lado de este hecho, que
revela excepcionales condiciones militares, se alinearon
otros de carácter espiritual, que fueron conformando la
nueva religión. La era preislámica se caracterizaba por
ciertas prácticas abominables — como la de enterrar vivas a
las hijas recién nacidas, en curioso antecedente
premalthusiano — y un estado de barbarie e ignorancia, con
adoración de ídolos nefandos. Mahoma luchó para cambiar las
bases del nómade pueblo árabe, y en su libro Al-Korán (que
significa "la lectura por excelencia"), habla constantemente
de la necesidad de ilustración. "Hacer la ciencia accesible
a todos", reza uno de sus preceptos. Los escritores
religiosos señalan que el Corán fue transmitido al Profeta
por el Angel Gabriel, pero críticos, orientalistas e
historiadores coinciden en adjudicarle una paternidad más
terrena: la del mismo Mahoma. De todos modos, no hay
discrepancias en torno de la gran influencia ejercida sobre
millones de almas a lo largo de trece siglos. (El escritor y
orientalista español Rafael Cansinos-Assens ha escrito un
libro muy difundido al respecto: Mahoma y el Korán.)
Filosofía del islamismo El Corán es un tratado político,
religioso, social y legislativo, que constituye la guía
permanente de los musulmanes. Es una síntesis ecléctica de
las religiones judía y cristiana, con ciertos agregados de
Mahoma. Además de vedar la deglución de carne en la forma
ya citada, el islamismo prohíbe la carne de cerdo por
considerarla sucia, de difícil digestión y —en un análisis
más moderno — con tendencia a producir triquinosis. Tampoco
pueden comerse animales con funciones menstruales (ejemplo
de la coneja), por su semejanza con funciones humanas.
Las características fundamentales del islamismo son: • Su
creencia en la supervivencia del alma, con la existencia del
Paraíso (poblado por huríes, es decir, por bellas odaliscas)
y del Infierno (caracterizado por fuegos eternos), cuyo
gobernador es Alyínn: versión árabe del Diablo. • Su
carácter fatalista: El musulmán cree en la resurrección de
los muertos, luego del Juicio Final, al que asistirá
Jesucristo como profeta de Dios (paradojalmente, no cree en
la resurrección de Mahoma, y acepta el dogma de la
Inmaculada Concepción. La Virgen María es muy venerada por
los árabes). Este carácter fatalista, a veces ha ocasionado
polémicas teológicas, pues podría significar la negación del
libre albedrío. • Los musulmanes creen y practican (en
los países donde ello es posible) la poligamia, instituida
para evitar la prostitución, conservar la raza y asegurar la
supervivencia. Si bien los teóricos islámicos indican que se
trata de una medida de profilaxis social —inquietud
advertida también en la circuncisión, que se practica a todo
musulmán—, reconocen que a la mujer se la consideró siempre
un mal necesario. • Su legislación penal: El Corán
establece con inquietante precisión: "Ojo por ojo, diente
por diente, nariz por nariz, oreja por oreja", precepto algo
olvidado en el moderno Islam. • Su legislación política:
También impone el Corán la "obediencia a las autoridades".
Muchos fieles se preguntaban si Gamal Abdel Nasser no había
violado el libro sagrado al alzarse contra la autoridad del
rey Faruk; pero sutiles disquisiciones políticas alejaron el
peligro de herejía ("Faruk no representaba la autoridad".
"Faruk violó todos los preceptos del Corán". "No hubo pacto
social entre Faruk y el pueblo"). • El poder de la
oración: Además de colocarse de cara a la Meca, el creyente
debe lavarse la cara, las manos hasta los codos y los pies
hasta los talones, antes de orar. Es tal la fe islámica en
la oración, que al morir un creyente (no existe la confesión
ni la absolución), se le lee el Corán durante una semana
sobre la tumba. A los cuarenta días se efectúa otra
ceremonia y se vuelve a leer el libro sagrado, mientras se
distribuyen confituras entre los presentes. (El cadáver, a
la usanza judía, se lava y se amortaja antes de colocarse en
el ataúd.) • El Ramadán: Quizás sea el Ramadán el signo
más distintivo de la filosofía islámica. Se trata del mes
sagrado del ayuno, que empieza cuando nace la Luna, y
termina cuando es plena. Desde antes de alborear, el
creyente se levanta, pudiendo comer hasta que aparezca la
raya blanca del alba. Pero luego no ingiere alimentos ni
bebidas hasta la caída de la noche. Durante el Ramadán, el
musulmán reza cinco oraciones diarias. Los enfermos,
naturalmente, están exentos de esta estoica disposición,
pero rige para todos los sanos, desde que tienen uso de
razón. "Ayunen y serán sanos", dijo Mahoma al establecer
el Ramadán. La esencia religiosa de este mes consiste en un
símbolo de paciencia y nivelación humana. Son todos iguales,
dice el islamismo: ricos y pobres. En el Ramadán, el rico
experimenta hambre igual que el pobre, y este hecho
colectivo los acerca. Los musulmanes de la Argentina —en
la práctica, divididos en tradicionalistas y
occidentalistas, es decir, entre quienes siguen los
preceptos coránicos y quienes se han amoldado a la usanza
occidental— tratan, sin embargo, de cumplir el Ramadán, uno
de los símbolos más sugestivos de la religión. Ahora se
encuentran sin jefe religioso —el último sheik está en El
Cairo—, pero esta circunstancia no los intimida. Los
musulmanes dicen no necesitar del sheik porque el Corán es
todo para ellos: guía, autoridad, luz y consuelo.
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Beatificaciones Edith
Stein: Al altar, vía Auchwitz Por disposición del
Arzobispo de Colonia, Cardenal Frings, se inició
recientemente en esa ciudad el proceso de beatificación de
Edith Stein, monja carmelita de origen judío, muerta por los
nazis en Auchwitz. Su muerte en las cámaras de gas fue la
culminación de su vida de sacrificio dedicada a Cristo para
la salvación de Israel. Cuando Holanda es ocupada por los
ejércitos alemanes y el Reichkomissar Seyss-Inoquart
comienza la aplicación de la "solución judía", su episcopado
inicia una violenta campaña contra las medidas vejatorias a
los judíos. Alcanza su punto crítico en una pastoral
colectiva fechada el 20 de julio de 1942: "Es nuestro deseo,
queridos fieles, que tengáis una conciencia más viva de las
calamidades así provocadas. Pero es justo que los autores
responsables de estas medidas de violencia las sufran, ellos
también, con todas las consecuencias". Como represalia, las
autoridades del Reich arrestan y deportan a campos de
concentración a los religiosos católicos de origen judío,
que hasta la fecha no habían sido molestados. Entre ellos se
encontraban Edith y Rosa Stein. Edith fue la hija menor
de un matrimonio judío tradicional. Nació en Breslau, el Día
de la Expiación de 1892. Creció en la Alemania anterior a la
primera guerra. La Alemania donde todavía convivían
fraternalmente los espíritus de Goethe y Heine. En 1912
llega a sus manos los dos tomos de las "Investigaciones
lógicas" de Edmundo Husserl, el creador del método
fenomenológico. En él vio Edith Stein al "filósofo de
nuestro tiempo". En 1916 ingresa en la Universidad de
Friburgo, donde tenía su cátedra Husserl. "Golpead la
piedra (stein) y saltará la sabiduría", reza el epigrama que
le dedica su maestro cuando termina sus estudios.
Inmediatamente después de recibida, Husserl la designa su
adjunto. Por esa época, los fenomenólogos se interesaban por
las obras de los grandes místicos españoles: Santa Teresa de
Avila y San Juan de la Cruz. En la casa de su amiga y
colega, Hedwige Conrad-Martius, Edith lee la "Vida de Santa
Teresa de Avila contada por ella misma". Después dirá que
allí encontró la verdad. Su conversión hizo derramar a su
madre las primeras lágrimas que sus hijos le vieron. Sin
embargo, Edith la acompaña siempre que puede a la sinagoga.
"Qué raro. Edith reza igual que nosotros con su libro",
comenta extrañada. De alguna manera, Edith Stein al
convertirse a Cristo "descubría" a Israel, Esto marcará toda
su vida como una vocación. Cuando Husserl inicia lo que
sus discípulos denominan "regreso al idealismo", Edith lo
abandona. Inicia el estudio de los filósofos escolásticos,
especialmente Santo Tomás de Aquino. Traduce el "De Veritate"
a un lenguaje intelegible para los filósofos
contemporáneos. Modestamente, la considerará siempre como su
obra maestra. En 1933 muere la República de Weimar en
manos de Hitler. Se inicia la persecución solapada a los
judíos. Edith Stein debe renunciar a su cátedra en el
Instituto Alemán de Pedagogía Científica. Su vocación
carmelita, entrevista aquel día en la lectura de Santa
Teresa, se revela ante ese acontecimiento. Hitler, al
condenarla al ostracismo, la conduce al Carmelo. El 15 de
abril de 1934 ingresa en el convento de Lindelthal (Colonia)
. Edith Stein poseía a la vez el don humano de amar lo
real y el don santificante de amar la verdad. Esto fue lo
que la condujo de su primer maestro al segundo. De la
fenomenología, estudio de la percepción de lo real y lo
inmediato, a la metafísica, que escruta las esencias y el
ser. Su gran obra, "El ser finito y el Ser eterno", trata de
continuar, en orden inverso, las verdades desarrolladas por
Santo Tomás en el "De veritate". Ella comienza por una
descripción de los fenómenos, para pasar en seguida a lo que
tienen de ontológico y ascender, finalmente, de las
realidades creadas a la Realidad increada. Su última
obra, "La ciencia de la Cruz", no es solamente un análisis
de los escritos y la vida de San Juan de la Cruz. Es, más
bien, una interpretación de las leyes que rigen el ser y la
evolución espiritual. Partiendo de la vida del santo,
prolonga su doctrina de la Cruz hacia una filosofía de la
persona. "La ciencia de la Cruz" quedó inconclusa en los
papeles. Su última parte debió vivirla. Cuando sobreviene
la persecución abierta a los "no arios", sus hermanas de
religión sienten su dolor ante la desgracia del pueblo de
Israel. Sor Teresa Benedicta de la Cruz (es su nombre de
religión) solicita, y se le concede, hacer oblación de todas
sus oraciones y dolores por la salvación y conversión de los
judíos. Ya la situación se hace insostenible en Colonia.
Se traslada al convento de Echt (Holanda). Sin embargo,
hasta allí llega la Wehrmacht. Después de la pastoral de los
obispos holandeses, es arrestada junto con su hermana Rosa,
con quien se había reunido en Echt; son internadas en el
campo de Westerbork. El 7 de agosto inician el viaje al
Este, a Silesia. Un ex alumno, un jefe de estación y un
desconocido llevan sendos mensajes de las hermanas Stein al
Carmelo. El último, una nota sin fecha, dice solamente: "En
ruta hacia Polonia, amistosos recuerdos de la hermana Teresa
Benedicta". Según datos recogidos por la Cruz Roja
Internacional en los registros de Auchwitz, sor Teresa
Benedicta de la Cruz, nacida Edith Hedwige Stein, murió en
ese campo de exterminio el 9 de agosto de 1942. El Carmelo
de Colonia, al recibir notificación oficial de su
fallecimiento, procede a efectuar el correspondiente aviso a
los demás conventos de la Orden. La carta circular,
emocionante en su sencillez, concluía: "No la buscaremos
sobre la Tierra, sino cerca de Dios, que acogió su
sacrificio y concedió el fruto de él al pueblo por el cual
ella oró, sufrió y murió". Revista Primera Plana
05.03.1963
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