Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Santo Domingo
El infierno que la OEA no consiguió controlar
Revista Confirmado
21.05.1965

Durante cuatro días, un enviado de Confirmado, Alberto Garasino, recorrió las trincheras de Santo Domingo. Quizá ninguna información o documento puede ser más dramático que la reproducción misma del cable que ha enviado en la tarde del miércoles último, 19 de mayo.
A continuación, su texto.


Santo Domingo (Por cable) — Ambos bandos siguen luchando con ensañamiento. Es imposible determinar el número de víctimas, pero no resulta exagerado suponer que llega a 2.000 muertos. La Cruz Roja pidió una tregua de 24 horas para recoger los cadáveres, pero ninguno de los dos grupos aceptó. Virtualmente nunca ha existido cese de fuego. Desde el día 14 parece que la moral de las tropas de Wessin es mucho mejor. El general Imbert Barrera, jefe de uno de los dos gobiernos, me afirmó hoy que eso se debe a que han eliminado las disidencias internas en su bando, lo que parece exacto. La estrategia de este grupo radica ahora en atacar los bordes del sector "constitucionalista" y reducir paulatinamente su extensión hasta eliminarlo. Los ataques importantes comienzan sistemáticamente después de las 22 horas y decrecen durante el día. Se lucha casa por casa, con una inútil y desproporcionada pérdida de vidas civiles.
El domingo encontré al coronel Caamaño sereno y confiado en su cuartel. Sus oficiales me declararon que resistirán hasta el final, pero personalmente creo que sus fuerzas (muchos civiles armados, especialmente jóvenes de 14 a 20 años) no soportarán un ataque frontal a fondo. El ministro de Defensa de Caamaño me declaró que todo el interior del país apoyaba la revolución, pero no es cierto. Las provincias están tranquilas, sin tomar partido. De acuerdo a la situación militar pura, creo que la derrota militar de Caamaño es inevitable y el plazo lo determinará la capacidad combativa del elemento civil. Los "constitucionalistas" se encuentran rodeados entre el río Ozama, el mar y el cordón de seguridad norteamericano, y han perdido toda iniciativa militar. Los norteamericanos, después de los incidentes iniciales, mantienen la neutralidad.
No es difícil comprobar aquí que durante las primeras 72 horas de la revolución había una perceptible influencia comunista infiltrada. Esto explica claramente la urgente decisión tomada por Johnson, ya que su gobierno debía ganarle de mano a Castro. Ya hoy, el mando "constitucionalista" de Caamaño no tiene comunistas notorios en sus filas, quienes, al parecer, fueron eliminados por ahora de la escena. Conversé con Andrés Riviére, misterioso asesor francés de Caamaño: apenas un ex paracaidista de Indochina, ejecutivo, hábil, en busca de una posición. El error de Johnson está a la vista: utilizar la fuerza con la decisión de Kennedy, pero sin su imaginación política. Como resultado, se identificó con la impopularidad de la junta de Reid Cabral, e inevitablemente arrastró a la OEA en la desconfianza. Pero Johnson estaba en una carrera contra el tiempo y en un callejón sin salida.
Caamaño, perdido militarmente, ha tratado de dilatar una definición, negándose a mantener conversaciones conciliatorias con Imbert y buscando la intervención de la ONU, para lo cual cuenta con el apoyo de Rusia y Cuba en el Consejo de Seguridad. Por su parte, Imbert espera una solución en base a la misión de la OEA. De ese modo, la OEA y la ONU se superponen, y lo único que se logra es dilatar la solución.
Los expertos militares de la ONU me expresaron que el lamentable fracaso de los países latinoamericanos en formar una fuerza multilateral ha cerrado la salida adecuada a este sangriento conflicto, aumentando peligrosamente la tensión internacional. Esto, según los expertos, debe cargarse a la culpa de los gobiernos latinoamericanos, que han demorado una decisión al respecto. Hoy comenzó el patrulla je mixto de las tropas de USA, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, y se advierte simpatía y menos prevención en la población, harta de tanta crueldad.
Con la visita de los asesores de Johnson, se advierten síntomas de un cambio en la actitud norteamericana; parecen decididos a desligarse de Imbert y propiciar un gobierno sobre la base de figuras del ex gabinete de Bosch, insospechadas de relaciones con los comunistas. El general Imbert, en una reunión que mantuve con él, no me ocultó su desagrado por el nuevo cambio.
Mientras tanto, las tropas de Wessin siguen limpiando bolsones "constitucionalistas" aislados, si bien Caamaño mantiene firme el sector de la Ciudad Nueva. Wessin está mejorando su posición militar, pero Caamaño mejora en cambio su posición política con vistas a negociaciones futuras.
He recorrido las zonas de lucha con Mayobre, enviado de U Thant. La ONU se propone, como primer paso efectivo, el cese del fuego, y considera de suma urgencia la llegada de tropas latinoamericanas para reemplazar las fuerzas de USA. Siguen los tiroteos intermitentes, pero por presión de la ONU y la OEA, el general Wessin ha suspendido
completamente los ataques aéreos indiscriminados sobre zonas edificadas. La Cruz Roja sigue sin obtener una tregua para retirar muertos y heridos.
Creo que la solución se logrará gracias a la experiencia de los hombres enviados por la ONU. La OEA, por su parte, ha fracasado debido a su falta de experiencia y a la carencia de apoyo efectivo de algunos gobiernos latinoamericanos.
Mi última entrevista personal ha sido con el Nuncio apostólico. No es optimista y admitió que todavía hay serias dificultades para un arreglo. El enviado de U Thant, el venezolano Mayobre, trabaja denodadamente, conferenciando con el general Imbert, donde se encuentra la mayor dificultad. Creo que el Nuncio es un boschista decidido, y aparentemente ha complicado las cosas con sus intervenciones en la esfera política y militar.
Son las 2 de la madrugada del miércoles 19. Me encuentro en el hall del hotel con Mayobre, que me invita a una conferencia de prensa. Le digo que no veo solución pacífica por ahora. Coincide. En la conferencia anuncia que ha propuesto un cese inmediato del fuego a los dos bandos. Caamaño aceptó, pero Imbert se negó invocando "razones militares". Se ve que el ejército que respalda a Imbert no desea un arreglo antes de haber logrado la derrota militar de Caamaño. Es evidente que Caamaño adquirirá ahora una mayor ascendencia moral ante la opinión pública, y la situación de Imbert puede llegar a ser insostenible. Es posible que la única solución, apoyada por USA, sea la renuncia de Imbert y la progresiva eliminación de todos aquellos que se oponen al cese del fuego. Desde aquí, luego, un gobierno de coalición que sea una garantía contra la infiltración comunista.

 

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