Astronomía
Un telescopio y una cámara de TV:
Óptimos exploradores de estrellas
Volver al índice
del sitio

Desde hace un tiempo, entre la Tierra y la Luna se extiende una maravilla de incongruencias técnicas.
En uno de los extremos, enfocados hacia la Luna, están los lentes de un telescopio de 100 años de edad. En el otro extremo, un complejo cilíndrico de aparatos electrónicos capaces de proyectar sobre las pantallas de la televisión las imágenes de los cráteres lunares situados a una distancia de 355.589 kilómetros.
Mientras el Observatorio Dearborn de la Universidad Northwestern, situada en Evanston, Estado de Illinois, Estados Unidos, mira hacia el pasado para conmemorar el centenario de su modesto, aunque excelente, telescopio, al establecer una relación entre el telescopio y la televisión se prepara para inaugurar una nueva e incitante era de exploración entre las estrellas.
Con el reciente complejo "astronomía de televisión" existen posibilidades prácticamente ilimitadas para llevar a las escuelas lo que ven en el universo los ojos del telescopio. Esta visión puede hacerse también extensiva a todo el mundo a través de las compañías comerciales de televisión.
La razón científica por la que es recomendable el empleo de la televisión en las técnicas astronómicas es que ciertas imágenes captadas por los tubos de orticón son cien veces más sensibles a la luz que los "films" más rápidos usados en astronomía. Por ejemplo, en vez de manipular durante dos horas o más el telescopio con el fin de que la imagen que se fotografía vaya fijándose lentamente en la placa, gracias a los tubos de orticón se logran los mismos resultados en una cámara de televisión en un minuto y medio. No se logran, evidentemente, imágenes tan precisas, pero si lo suficiente para su estudio.
La Universidad Northwestern está trabajando también en un proyecto de observación a gran altura denominado "Star Gazer" ("Mirador de Estrellas"). Un gran globo transportará un telescopio de 30 a 40 centímetros a una altura entre 24.000 y 30.000 metros, capaz de observar los espacios siderales sin la obstrucción de la atmósfera terrestre.
Últimamente, en una clara noche de luna, los señores Richard S. Aikens y William T. Powers, ingenieros del proyecto "astronomía de televisión" del Observatorio, demostraron la viabilidad de aquel sistema.
El nuevo sistema de propulsión enfocó el telescopio hacia la Luna. Los cráteres de nuestro satélite natural y sus "mares" pasaron lentamente través de la pantalla de televisión situada unos pies debajo del telescopio. Manipulando sabiamente las luces y los contrastes, los ingenieros fueron capaces de proyectar unas imágenes muy claras de los cráteres de la Luna y de los anillos concéntricos que parecen terraplenar su interior. La visión fue tan clara, que se dedujo la posibilidad de percibir cualquier señal de luz u otra comunicación visual desde la Luna, cuando el hombre llegue al satélite.
Algunas veces, sin embargo, los objetivos son tan tenues que es imposible localizarlos a simple vista. Y cuando esto ocurre, existen sincronizadores de control que coordinan la posición deseada. Este sistema no sólo hace que el telescopio enfoque constantemente su objeto mientras la tierra va girando, sino que da al astrónomo la posición exacta del objeto que se estudia.
Existen muchos telescopios más grandes que el de Dearborn, cuyo Refractor es sólo de 47 centímetros. Pero es dudoso que existan otros que lleguen a tal grado de precisión.
En 1962, cuando Alvan Clark estaba probando los lentes del telescopio, descubrió un compañero inseparable de la estrella Sirio cuya existencia era hasta entonces ignorada. Fue la primera "estrella blanca enana" descubierta.
Los lentes del sistema de Dearborn han sido limpiados últimamente con suaves rociaduras de agua jabonada y de aire, así como de algodón deshilado. Eran los primeros lentes de astronomía que se limpiaban en estos últimos 20 años, y la limpieza demostró la existencia de un pequeño fragmento de ladrillo refractario incrustado cerca de la orilla del lente delantero, demostrativo quizá de las dificultades con que los astrónomos de hace 100 años se enfrentaban cuando querían fundir vidrio para lentes tan precisos. (Los lentes de Dearborn fueron fundidos en Inglaterra).
La Universidad está ampliando sus terrenos y un sector de las nuevas zonas en construcción se llamará el "Parque del Observatorio". Se instalará allí el nuevo hogar del telescopio de 47 centímetros así como también el de otro nuevo; en construcción, de 91 centímetros.
Revista Primera Plana
12.02.1963

Ir Arriba

 

Telescopio y televisión