Llegó a Norteamérica con los cabellos tupidos y rizados

Han preguntado a Yul Brynner, el nuevo mito de Hollywood, el secreto de su éxito. Contestó: "Navaja y misterio: cada tres días me afeito completamente, desde la cabeza hasta los pies, salvo las cejas. En cuanto al misterio, la regla fundamental es no revelarse jamás. Entre la ficción y la realidad, siempre elijo la ficción".
por Nantas SALVALAGGIO

 

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su cráneo liso ha sido factor de éxito en su carrera artística y en su influjo sobre las mujeres. Sin eso no habría logrado su papel de rey de Siam en la opereta de Hammerstein "EL rey y yo" papel que volvió a repetir en la versión cinematográfica, a la que pertenece la fotografía. Su compañera es Deborah Kerr


Una foto de gran valor histórico: Yul Brynner con bastante cabello junto a su esposa en una toma de 1944, el año en que se casó.

 

"LA calvicie es como el frac: hay que saber lucirla". Estas palabras de Yul Brynner pintan de cuerpo entero al actor que, con su cabeza brillante como una bola de billar y sus ojos fijos de hipnotizador, ha revolucionado los antiguos cánones de la belleza masculina. Es el nuevo mito de Hollywood, el "bello tenebroso" edición 1957. Solo Rodolfo Valentino, antes que él había logrado desencadenar los instintos de esa tigresa domesticada que es la mujer norteamericana. Yul Brynner ha roto las barreras de la convención. Las mujeres de veinticinco a sesenta años se hallan subyugadas por su rostro duro y ambiguo de mongol. Es el antídoto de los buenos modales de William Holden, así como de la brutalidad primitiva de Víctor Mature. Es el "capricho intelectual" de las damas que se aburren en compañía de maridos llenos de cualidades. Es la nota perversa, la "flor del mal" en aquella inmensa torta de bodas que constituye la sociedad norteamericana.
La noche en que ganó el 'Oscar', un actor bien parecido pero desafortunado le pregunto cual era el secreto de su éxito: "Hojitas de afeitar y misterio —respondió Yul—. Cada tres días me afeito completamente, desde la cabeza hasta los pies, salvo las cejas. Quien conozca historia sabrá que no soy más que un imitador. Ramses II lo hacía antes que yo. En cuanto al misterio, no bromeo. Es muy importante, la regla fundamental es no revelarse jamás. Entre la ficción y la realidad, elijo siempre la ficción. Ejercita el cerebro de uno, y el de los demás".
Quién es Yul Brynner, cuántos años tiene y de dónde viene, pocos son los que tienen la suerte de saberlo exactamente. En el curso de una sola entrevista, dijo haber nacido en 1920 y en 1915. Además, existen tres versiones de sus orígenes: 1) Yul es el hijo de Taídje Kan y de una descendiente de la familia de Gengis Kan; 2) la madre de Yul era una gitana rumana que fué a vivir con el diplomático Boris Brynner; 3) Yul nació En una antigua y rica familia de Mongolia. Pasó su infancia en el esplendor de un vieja castillo, entre decenas de sirvientes abnegados que obedecían cualquier orden suya.
Hasta los mismos agentes publicitarios de Hollywood, que algo entienden de biografías falsificadas, se hallan paralizados por las capacidades inventivas de Yul Brynner. Ahora que ganó el "Oscar", sus agentes le han aconsejado "aflojar un poco con las fantasías", pues se ha convertido en un actor de fama mundial. Le dijo uno de ellos: "Hay que poner un poco de orden en su biografía. Tenemos que contar una historia plausible, imprimirla y distribuirla a la prensa". Pero Yul no quiso saber nada. "¿Imprimir mi biografía? —protestó—. Seria mi tortura. Mi muerte. Figúrense: ¡ser siempre la misma persona! No, no, quiero cambiar de antecedentes cuando se me antoja".
Para cada peripecia, aun mínima, de su vida, Brynner brindó a sus amigas y enemigas una amplia selección de posibilidades. "¿Qué importa si las historias que cuenta son verdaderas o falsas? —dice Charlotte Paley, una antigua y graciosa amiga suya de la televisión—. Da color a todo lo que dice".
Vera Brynner, hermana del actor, sostiene que la vida real de Yul es lo bastante exótica, extraña y dramática para servir como fuente de inspiración de una decena de argumentos cinematográficos. "Por qué no le satisface eso —dice Vera—, es un misterio. Yo, francamente, no lo entiendo. Porque soy lo contrario de Yul. Mi vida es un libro abierto. No es que tenga algo contra las mentiras. Pero me cansan".
—Vera Brynner, la "ingenua" de la familia, no se ha dado cuenta de una regla fundamental —replica Yul— Las aventuras mas extraordinarias suceden a los hombres que no se satisfacen con la realidad. Los hombres que siguen los espejismos. Si no los encuentran, terminan por inventarlos.

MEDIO MILLÓN DE DÓLARES AL AÑO
Yul se casó con Virginia Gilmore hace trece años. Virginia era una actriz de segunde plano. Había tenido el papel de "ingenua" en algunas malas películas de los años de guerra. Pero la ingenuidad de Virginia quedó en el celuloide de sus mediocres actuaciones. En realidad, es una mujer hábil, directa y hasta algo áspera. Admite que son las cualidades que le permitieron conservar a Yul tantos añas. "Estoy segura de que mis palabras lo asombrarán —dice—, pero Yul es una de las personas más profundamente sinceras que jamás haya conocido. Solo bromea con las cosas que no tienen importancia. No creo que tome ligeramente las cosas que cuentan, es decir, lo que realmente le interesa en la vida".
Ahora que gana quinientos mil dólares el año. Yul Brynner no siente la menor amargura en recordar que en 1947 la Universal Picture le negó un pequeño papel porque en la prueba su rostro había resultado "demasiado oriental".
—¿Yo complicado? —dice—. No. Complejo, sí. Complicado es una palabra que siempre se me ocurre utilizar para una persona confusa
Yul domina la conversación con una apariencia de seguridad y "souplesse" que no debe atribuirse a su reciente fama. ¡Siempre fué así! Era así a los veinte años, cuando tenía cabellos tupidos y ondulados; y a los veinticinco, cuando su cráneo se volvió brillante. Yul actuó como un hombre exitoso hasta en los años en que no tenía un centavo de dólar y su mujer no sabia dónde comprar el pan. Virginia recuerda los tiempos en que se comprometieron: "Yo sabía que él no tenía un centavo, y él sabia que yo lo sabia. Sin embargo, siempre hubo en la heladera champaña y caviar". Uno de los lemas de Yul es que "hay que dar pasos más largos que las piernas". Y también: "Un hombre está realmente acabado cuando ya no tiene champaña en la heladera".
He aquí lo que narra el director Martin Ritt, que conoce a Yul desde 1940: "Jamás aceptó el hecho de que no tenia éxito. Fué uno de los aspectos mas interesantes de su personalidad. Aguardó dieciséis años para tener el verdadero éxito. Pero siempre se comportó como si la gloria le saliera del bolsillo, como si los diarios no hablaran mas que de él y de Charlie Chaplin. Esto explica por qué Yul no ha cambiado. Era rey antes de ser el "rey de Siam". Es una personalidad fantástica. Siempre supo vivir con un refinamiento natural. Jamás confundió una botella de vino o el color de una corbata. Siempre supo elegir un libro o un cuadro o un concierto".
Los hechos y los datos biográficos que pasamos a dar a continuación han sido reunidos evitando escrupulosamente la colaboración del propio interesado. Por lo tanto, son fidedignos. Para ello ha sido de gran utilidad Vera Brynner, hermana del actor y cantante lírica de reconocido talento. Según el "libro abierto" de la familia, Yul nació en Vladivostok, Siberia, el 11 de Julio de 1920. Su padre, Boris Brynner, era hijo de un cónsul suizo y una rusa de sangre Tsuriat" (tribu que vive —según la Enciclopedia Británica— cerca del lago Baikal y en la que predominan elementos de Mongolia del Norte). La madre de Yul, María Blagovidova, no era gitana ni rumana, sino simplemente una mujer muy hermosa. Estudió arte dramático y "bel canto" en el Conservatorio de San Petersburgo. Conoció a Boris Brynner y se enamoró de él. Era inevitable. A Boris se le conocía entre sus amigas por el sobrenombre de "devastador de mujeres". Yul sigue el ejemplo paternal, con la natural ambición de hacer siempre mejor.

LA EMIGRACIÓN A NORTEAMÉRICA
los Brynner eran ricos, sin ser millonarios. Después de la revolución rusa, tuvieron desgracias financieras, pero lograron vivir siempre con cierto decoro. Yul conoció a su padre hasta la edad de tres años. Luego Boris desapareció. ¿Otras mujeres? Es posible.
La madre de Yul decidió marcharse de Rusia en 1934. Vacilaba entre Francia y los Estados Unidas, pero finalmente optó por Francia porque le parecía que iba a ser "un salto menos brusco" para sus hijos. Yul tenía entonces catorce años. Durante seis años vagó, estudió y trabajó en París. Según el relato de su hermana, Yul no perdió un solo momento de su tiempo: 1) cantó en una "boite" del Barrio Latino, acompañándose con la guitarra; 2) fué contratado por un circo y durante dos años trabajó de trapecista, hasta qué interrumpió esa brillante carrera una caída de doce metros en la que se fracturó 47 huesos; 3) hizo de guardaespaldas para un magnate francés que vivía en Biarritz; 4) se recibió en la Sorbona; 5) estudió arte dramático con Georges y Ludmilla Pitoeff; 6) pasó las vacaciones en Inglaterra y ganó una beca de estudio.
—Yul tenía un cuerpo tan hermoso —cuenta Vera— que se publicó un retrato de él en la tapa de un programa de teatro. Mamá le compró una guitarra, una guitarra magnífica. Yul y yo aprendimos canciones gitanas en un "night club" situado cerca de la plaza de la Opera. Naturalmente, decíamos a nuestra madre que íbamos al cine.
Luego llegó el terrible año 1940. Yul, su hermana y su madre emigraron a Norteamérica. 'Durante el viaje, Yul anotó este pensamiento en que se refleja su ironía: "Dice mamá que hace falta creer en algo. Es justo. Yo, desde ahora en adelante, quiero creer con todas mis fuerzas en los proverbios chinos".
La "gran oportunidad" le tocó a principios de 1951. Resulta curioso, pero ese hombre inteligente y astuto, que ya había dirigido decenas de espectáculos populares en la televisión, no se dio cuenta. No comprendió la importancia del papel que se le ofrecía. No supo ver que el personaje de "El rey y yo" iba a hacer correr su nombre de boca en boca a través de los cinco continentes. Gracias a Dios, las mujeres de algo sirven. Fué Virginia Brynner la que se entusiasmó al leer el argumento: "Si no aceptas —le dijo a Yul— eres un loco". Yul volvió a estudiar el "musical" de Hammerstein y se convenció de que valía la pena hacer una prueba. La noche del 29 de marzo de 1951 Broadway descubrió un nuevo ídolo. Platea y palcos fueron electrizados, así como los críticos y hasta los bomberos. Un "rey" insólito había aparecido en los escenarios de Nueva York. He aquí los comentarios de aquella noche. Una periodista: "Lo que es el hueso para los perros, lo que es Marilyn Monroe para los hombres: todo eso lo es Brynner para las mujeres". Un director: "Apenas entró en escena, Yul parecía decir: Soy Brynner. Ahora quedaos tranquilos y escuchad". 

ONCE ANOS DE "COLA" EN LAS ANTESALAS DE BROADWAY
Los aplausos frenéticos del público no conmovieron mucho a Yul. Parecía un actor universalmente reconocido, en lugar del actor desconocido que era, un emigrante que había ido a Norteamérica para probar la suerte y por once años había hecho "cola"' en las antesalas de Broadway.
Yul desembarcó en Nueva York en el otoño de 1940. Tenía veinte años. Sus cabellos ondulados retrocedían en forma alarmante. Al cabo de cinco años, lo sabía, se iba a quedar calvo. Pero su ambición era inmensa y su confianza inquebrantable. En los diez años siguientes se desarrolló las articulaciones de la mano derecha a fuerza de llamar a las puertas de los productores. "Quizá; veremos; llámeme por teléfono; vuelva dentro de algunas semanas", tales fueron las palabras inglesas que aprendió de inmediato. "Pero hasta cuando le negaban un papel en una película o una comedia —cuenta un amigo de Yul— él recibía la noticia con un sentido de gran dignidad y de tranquila indiferencia, como si se hablase de su chofer".
Una valija, una guitarra y un centenar de canciones, eso fué todo cuanto Yul llevó consigo a Norteamérica. Hablaba francés correctamente, pero ni una palabra de inglés, salvo "I beg your pardon" (Discúlpeme). La misma noche de su llegada tomó el tren para Ridgefield, Connecticut, que era la Meca de cierto movimiento teatral de vanguardia. Yul iba ante todo a ver a Michael Chekov, el "maestro" del teatro artístico de Moscú que había instalado en Nueva Inglaterra su "cuartel general" en Norteamérica. Doce años más tarde, en la introducción a la "Técnica del arte dramático" de Michael Chekov, Yul Brynner escribía: "Me había enterado de que usted se había trasladado a Norteamérica con la mayor parte de su compañía para seguir trabajando. Tuve que recorrer el mundo durante años antes de desembarcar finalmente en Norteamérica con el único deseo de trabajar por fin con usted".
Con la compañía de Chekov, Yul hizo una breve aparición en Broadway, interpretando el papel de Fabián en "Noches de Reyes" y de Cornwall en "El rey Lear". Pero la compañía se disolvió prematuramente, por falta de dinero. Brynner repite a menudo ahora que siempre le quedaría su guitarra para ganarse la vida. Efectivamente, después del fracaso con Chekov, tuvo que tocarla todas las noches, en salones o "boites".
A principios de 1943 la madre de Yul falleció de cáncer. Durante las últimas semanas, Yul necesitó desesperadamente dinero para pagar médicos y remedios. Trabajó en tres puestos al mismo tiempo: como anunciador en francés para la radio, como cantante para la "cafe society", de Nueva York, y como maestro de ceremonias en un "night club".

LOS PRIMEROS PASOS HACIA LA FAMA MUNDIAL
Durante el mismo año 1943, Yul tomó un agente. No sabía cómo pagarlo, pero en Norteamérica todos deben tener agente, hasta los desocupados. El agente de Yul era una mujer, Margaret Lindley, quien llegó a la conclusión de que Yul necesitaba conocer alguna "buena muchacha norteamericana". Organizó una reunión en su honor y lo presentó a Virginia Gilmore, una fresca "starlet" que todavía no había entrado en el engranaje de Hollywood. "Hasta el día de mi encuentro con Virginia —confiesa Yul— me hallaba sumergido hasta el cuello en mi decadente "gigoloísmo". Fué ella quien me cambió. Dio vuelta a la llave y me convertí dé pronto en un novio respetable".
Después de su casamiento, Yul tuvo un periodo de miseria. Virginia no tenía trabajo y él ganaba catorce dólares por día interpretando una comedia intitulada "A casa". A menudo, Yul y Virginia no sabían si iban a comer al día siguiente. La actriz Haila Stoddard recuerda que durante tres días, antes de que Virginia firmara contrato para "Dear Ruth", los Brynner no comieron más que arroz. Hacía más de dos meses que comían una sola vez por día, pero ninguno de sus amigos sabia en qué condiciones vivían. Ciertas noches, cuando tenían una invitación a cenar, comían con exceso y luego debían guardar cama para curarse de la indigestión.
Fué entonces cuando Yul tomó su guitarra bajo el brazo y visitó al productor Michael Myerberg, que se hallaba preparando una comedia musical, "Lute Song". Por primera vez, quizá, Yul abandonó su famosa dignidad y su tranquila indiferencia. He aquí lo que cuenta Myerberg: "Yul llegó a mi despacho con su guitarra, se sentó en la alfombra y dijo: "Usted va a dar una comedia china. Tiene que haber algo para mí". Cuando terminó de cantar un par de baladas, agregó: "He tenido muy mala suerte estos últimos tiempos. ¿De veras no cree usted que pueda haber algún papelito para mí?". Yo contesté: "Sí, le doy el primer papel". "No se burle de mí —replicó Yul—. Hablemos en serio". Perdí dos días en convencerlo de que le iba a dar el papel principal".
Pero "Lute Song" no tuvo éxito. Al cerrar el teatro se halló nuevamente en dificultades. Virginia esperaba un bebé y él no encontraba trabajo. Finalmente le ofrecieron un papel en "Ojos negros", en Londres, y Yul dejó a su esposa en casa de una amiga. Pero al volver de Inglaterra el fisco se llevó la mayor parte de sus ganancias. Rocky Brynner nació en un período difícil, pocos días antes de que Yul aceptara un puesto en la televisión. Durante varios años hizo de actor y director. Quizá haya dejado mejor recuerdo como director, pues el productor Martin Ritt afirma que Yul fué "uno de los directores más brillantes de su época". Tenía un gusto refinado y una extraordinaria influencia sobre los actores. Las dificultades no lo alarmaban. Cuantas más dificultades había, mejor resultaba el espectáculo.
Ahora Yul vuelve a dirigjr, pero ya no para la televisión. En Hollywood está rodando "El pirata", con Cecil B. de Mille. Los dos son grandes amigos. El viejo patriarca de las superproducciones estima mucho a Yul y quisiera ayudarlo a ser un director de calidad. "¿Qué tipo de director quiere ser? —le preguntó a Yul—. ¿Como Elia Kazan o como de Mille?". Y Brynner le contestó: "Espero aprender los trucos del uno y del otro. Como puede ver, no soy ambicioso. Y además podría haber otra escuela: la de Yul Brynner. Tengo muchos defectos, pero ninguna falsa modestia".
—Pero, ¿cómo es realmente Yul? —le preguntó un actor a Virginia Brynner—. ¿Cómo es cuando está en su casa, solo, sin que el público lo observe?
—¡Oh! —contestó Virginia—. Yul es una cantidad de cosas juntas. Recuerdo, por ejemplo, cuando tuvimos que alquilar un pequeño departamento en Nueva York y no teníamos dinero para los muebles. Le dije a Yul que quería ir a Macy's (las grandes tiendas más importantes de Nueva York). Pero Yul replicó: "No te preocupes, los muebles los hago yo". Grité. Me mordí los labios. Por una vez, por una sola vez —supliqué—, trata de ser práctico. Déjame ir a Macy's. Esa misma noche, Yul se puso a trabajar. Construyó hermosos muebles que la gente todavía admira. Por ejemplo, esa mesita, y ese sillón, y ese aparador. El tercer día, se había cortado un dedo. El quinto día, la herida se había infectado. Estos muebles le costaron caro.
Por su parte, William Steif, redactor del "World Telegram", le hizo a Yul una pregunta original:
—¿Es usted feliz?
Yul se sonrió.
—Esto me hace pensar en Rocky, mi hijo —contestó—. Cuando estaba en tercer grado, le dieron este deber: "Eres un niño". Rocky escribió el deber más corto de toda la clase. Tres líneas en total. Helas aquí: "Soy un niño. Vivo feliz. Y a veces no". Esto fué el deber de mi hijo. Habría podido escribirlo yo mismo.
Amor, teatro, familia: de todo eso habló Yul en esta su "confesión". No podía faltar un aforismo sobre la muerte. Helo aquí: "Cuando esté muerto y cremado, quiero que escriban sobre mi tumba: "Ha llegado". Porque cuando uno tiene la sensación de haber "llegado" entonces está muerto".
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13/06/57