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Alemania se acerca

Heinrich Lübke: el primero en llegar
HIJO DE UN ZAPATERO Y AGRICULTOR, EL PRESIDENTE HEINRICH LÜBKE SE HA GANADO EL TITULO DE "EL MEJOR EMBAJADOR DE LA CAUSA ALEMANA" Y ES EL PRIMER JEFE DE ESTADO DE SU PAÍS QUE VIENE A LA AMÉRICA LATINA, HACIÉNDOLO EN EL INSTANTE HISTÓRICO EN QUE ALCANZAN FUERZA INCONTENIBLE LAS IDEAS DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL

por Guillermo Ángel León
Revista Vea y Lea
1964

 


Heinrich Lübke

 

 

 

"DE PURA casualidad cabe calificar el hecho de que tanto el jefe del Estado francés como el presidente de la República Federal Alemana se dispongan, en el transcurso del año actual, a realizar sendos viajes a América Latina. Pero es menester reconocer en ello una coincidencia más profunda. Europa vuelve una vez más su mirada hacia las naciones latinoamericanas. En esto coinciden ambos viajes..." Así se expresaba en su edición del día 7 de febrero último, el diario "Frankfurter Allgemaine". Y agregaba más adelante: "Francia tiene muchos tantos a su favor, empezando por las influencias que la Revolución Francesa ejerció sobre las naciones latinoamericanas... Y junto a los franceses tienen que intervenir también otras naciones europeas, entre ellas la República Federal Alemana... El viaje del presidente federal dará a este convencimiento una expresión oficial".
A su vez, en uno de sus habituales comentarios, el servicio "Inter Nationes" del departamento de Prensa e Informaciones del Gobierno de Bonn señaló que "el viaje, planeado desde hace largo tiempo, no es solamente un gesto de reciprocidad a la visita de los jefes de Estado de esos países a la República Federal, sino también la expresión de la tradicional amistad que desde hace decenios une a Alemania con los pueblos latinoamericanos. Se espera, además, que ese viaje aporte nuevos estímulos hacia una colaboración económica, cultural y política todavía más estrecha".
Para señalar el hecho de que la visita que en estos momentos realiza a nuestro país el doctor Henrich Lübke, presidente de la República Federal Alemana, trasciende los límites formales de cortesía, aunque así lo señale el protocolo, resulta interesante repetir conceptos del señor Walter Scheel, ministro federal de Cooperación Económica y, precisamente, "alma mater" del plan de "ayuda para el desarrollo" puesto en práctica por el gobierno de Bonn: "Como nosotros procedemos en nuestra política de desarrollo según el sistema de puntos de gravedad errantes, Latinoamérica deberá ser en el futuro objeto de mayor consideración que hasta ahora en cuanto a la ayuda de capitales".
El mismo Scheel se encarga de informar que "en el decenio 1952-62, la industria alemana ha invertido en total, en el ámbito latinoamericano, 1.258.000.000 de marcos, lo que supone el 25 por ciento de las inversiones privadas extranjeras en el mismo tiempo."

EL PRIMERO EN LLEGAR
Y para destacar la importancia que este viaje del doctor Lübke reviste para América latina en general y Perú, Chile, Argentina y Brasil en particular, baste citar una especialísima circunstancia: el doctor Heinrich Lübke es el primer jefe de Estado alemán que visita América latina en toda su historia. Los alemanes han dicho que el doctor Lübke es el "mejor embajador que tiene la causa alemana", porque también Alemania tiene problemas que requieren la comprensión del resto del mundo.
A esta altura en que se ha querido demostrar —no con razonamientos propios, sino con expresiones de figuras representativas del gobierno de Bonn—, que la visita del doctor Lübke tiene un significado mayor que el señalado por el protocolo, cabe trazar una semblanza del ilustre visitante.
El doctor Heinrich nació en Westfalia el 14 de octubre de 1894; su padre, zapatero, debió trabajar intensamente para subvenir a las necesidades de su prolífico hogar, al que contribuía también con el cuidado del campo. Los esfuerzos de la familia Lübke no fueron vanos; terminado el bachillerato, Heinrich estudia en Bonn, Berlín y Munich, geodesia, técnica de cultivos, derecho administrativo, economía agrícola, economía política y filosofía. La primera guerra mundial interrumpió sus estudios y el año 1918 lo sorprende como teniente del ejército alemán luego de haber obtenido en acción, las cruces de hierro de Primera y Segunda clase. ¿Presintió desde su juventud Heinrich Lübke la suerte que le deparaba su destino y su vocación de patria y de servir al prójimo?
A partir de 1923 actúa en organizaciones agrícolas y en política; en 1932 alcanza un escaño en el parlamento prusiano representando al partido del Centro. El nazismo lo destituye de la función pública y por dos veces lo lleva a la cárcel, la que alterna con actividades de colonización y de industrialización. Ama la libertad ("Una cosa es ser libre y otra no estar atado", gusta decir), y el campo ("Una gran parte de mi labor la he dedicado a este mundo campesino al que me une un profundo amor.").
En 1945, el doctor Lübke se incorporó al partido Cristiano Demócrata; ese mismo año ocupa una banca en el parlamento provincial de Westfalia y en octubre de 1962 es electo diputado del parlamento de Nordrhein-Westfalen; de 1947 a 1952 fue ministro de Agricultura y Alimentación del mismo estado. Más tarde interviene en el movimiento agrícola-cooperativo, y el 14 de agosto de 1949 es elegido miembro del primer parlamento Federal Alemán, al crearse la República Federal Alemana mediante la reunificación de las zonas británica, francesa y norteamericana en que había quedado desmembrado el Tercer Reich al término de la segunda guerra mundial; la zona soviética (provincias orientales del territorio germano), fue incorporada al bloque del Este. En 1953, el entonces canciller Adenauer lo nombra ministro federal de la Alimentación, Agricultura y Bosques, y el 19 de julio de 1959, el doctor Heinrich Lübke es elegido, por la Asamblea de la Federación, reunida en Berlín, segundo presidente de la República Federal de Alemania, sucediendo en el cargo al profesor doctor Teodoro Heuss.
El 15 de septiembre siguiente, el doctor Lübke asume la primera magistratura, y sus palabras de entonces resultaron anticipaciones del plan de "ayuda para el desarrollo" más tarde puesto en práctica y del que, seguramente, forma ahora parte del viaje: "La lucha contra el hambre significa prácticamente colaborar con los países subdesarrollados o en desarrollo, aprovechar al máximo sus fuentes de alimentación propias y así disminuir con sus propios medios el problema de la alimentación; afrontemos correctamente esta tarea de un modo desinteresado, y entonces ayudaremos a otros, pero con ello también a nosotros mismos".

POLÍTICA ECONÓMICA
La política económica de la República Federal Alemana para con el exterior, está dada por el programa puesto en práctica en noviembre de 1961, a cargo del ministerio para la Colaboración Económica, y consiste en la acción mancomunada de las esferas privadas y públicas que fomentan la ayuda a países en desarrollo.
Su titular es un experto en la materia, el ya citado doctor Walter Scheel, ex presidente de la Comisión del Parlamento Europeo; conoce más de cincuenta países (entre ellos varios latinoamericanos) y sus cuarenta y cuatro años de edad, son garantía de dinamismo.
Con el criterio de que la política de desarrollo no debe limitarse ni a repartir limosnas ni a realizar proyectos que impliquen exclusivamente extraer ventajas políticas, pero sin prescindir de ella, Scheel ha dicho con toda claridad: "La política de desarrollo es, en última instancia una parte de nuestra política de seguridad. Las agudizadoras crisis en los conflictos sociales entre los países ricos y pobres amenazan nuestra seguridad casi lo mismo que las diferencias entre Este y Oeste".
Para agregar: "Hoy tenemos la posibilidad —y tal vez sólo hoy— de ganar para nosotros y nuestros hijos amigos verdaderos".
Pero el subsecretario del citado ministerio para la Colaboración Económica, profesor Friedrich Karl Vialon, va más allá aún, cuando recuerda:
"Un refrán africano dice: El que sonríe a una doncella es su pretendiente; el que sonríe a los países en desarrollo no es solamente su hermano y buen amigo, sino como su acompañante en un nuevo mundo de bellezas no sólo económicas y de alto nivel de vida, sino a un mundo de una nueva y completa sociabilidad. Una sociabilidad que comprende lo cultural y lo social, lo humano, el alma, lo espiritual, el estómago y la libertad. El que ha asimilado este concepto del 'prometido' y no sólo el de amigo político y futuro «partner» comercial, ya no considera la ayuda al desarrollo románticamente como un puro proceso económico de ostentación y réditos".

EJECUCIÓN DE LA AYUDA
La República Federal Alemana es un pequeño país si tenemos en cuenta su superficie: 248.000 kilómetros cuadrados, 13 veces menos que la India, 35 menos que Brasil y menor - todavía- que la provincia de Buenos Aires. Su población alcanza a 57.000.000 de habitantes, de los cuales más de 20 millones son obreros, empleados y funcionarios; en los últimos años, la falta de mano de obra ha obligado a la industria alemana a incorporar una cifra del orden de los 900.000 obreros, en su mayoría españoles e italianos. Pero, no obstante lo reducido de su territorio y la densidad de población por kilómetro cuadrado —228—, el ingreso "per cápita" equivale a 16 veces los de un hindú y a cuatro veces los de un brasileño.
Es decir, que la República Federal Alemana es lo que se llama "un país rico"; económicamente, es una de las naciones más importantes del mundo y forma parte del tercio del globo que ha alcanzado bases económicas que aseguran ingresos suficientes y estabilidad social. Esta tercera parte, produce y consume casi el 90 por ciento de la producción esencial mundial, mientras que el 10 por ciento restante va a satisfacer parcialmente las necesidades de los otros dos tercios de la población mundial. También puede recordarse, a la luz de las estadísticas, que el 70 por ciento del género humano pasa hambre y que, anualmente, de acuerdo con cifras de Naciones Unidas, 25.000.000 de personas mueren por falta de alimentación. El 30 por ciento restante, por el contrario, debe acudir a la ciencia para aliviar las consecuencias de un exceso de comida. Aún hay más para objetivar mejor este ajedrez que es la economía alimentaria. El mundo puede dividirse en tres sectores: el occidental, el oriental y el que pasa hambre. Las naciones industriales de occidente poseen el 21 por ciento de la población; las orientales, el 10 por ciento. Es decir, que el sector que pasa hambre —compuesto por los países en desarrollo—, representa el 69 por ciento. Y es a este sector que Alemania Occidental orienta su plan de ayuda, según lo sostienen sus propulsores. Para ello, también el ministerio de Colaboración Económica, ha precisado una definición de "país en desarrollo": "Un país que es más pobre de lo que debiera ser en relación con el estado de conocimiento y potencia humanos"; antes, se decía que un "país en desarrollo" era "un país agrícola" o un "país con sobrante de materias primas".
Los países en desarrollo representan unos 2.000 millones de habitantes que, a su vez, se dividen en dos grupos: el menor de ellos, con unos 700 millones, se encuentra dentro del mundo comunista; el segundo, con los 1.300 millones restantes, o sea el 45,5 por ciento de la población mundial, nuclea a 85 países; en su mayoría en Oriente Medio y Lejano y en África. También en América latina, es elevado el porcentaje de "países en desarrollo" o con poblaciones en estado de "país en desarrollo". Desde el punto de vista político, la tendencia general de este importante cúmulo de naciones, es "tercerista"; es decir, marginando los dos grandes nucleamientos: capitalismo y comunismo.
Según sus creadores, la decisión de ayuda para el desarrollo de la República Federal no se vincula a ninguna clase de condiciones políticas, ideológicas o militares. Para definir esta política, el pueblo alemán tiene —como todos los pueblos— gran sentido gráfico y al mismo tiempo del humor. La define como "política de regadera", porque tiende a "rociar" a todos por igual ya todos los países en desarrollo del mundo uniformemente y sin tener en cuenta características particulares y "con una tibia corriente de buenas obras, aunque fueran a fondo perdido".

TEORÍA Y PRACTICA
Hasta aquí, la teoría y los elementos reunidos para trazar la teoría. En la práctica, Alemania —teniendo en cuenta solamente una de las zonas "en desarrollo"— colabora con 36 países africanos. Hasta fines de 1963, sus promesas en firme de ayuda eran del orden de los 1.300.000.000 de marcos (unos 325 millones de dólares), es decir, a razón de dos dólares "per cápita" en total del volumen de la población africana. Con este aporte, anticipan los técnicos, se contribuirá a apresurar la transformación y mejora de la infraestructura de los países en desarrollo del continente negro, especialmente en transportes y agricultura. La ayuda se complementa con programas de asistencia técnica estimados en otros 77 millones de dólares.
Al referirse recientemente a la decisión alemana de cooperar al desarrollo del "tercer mundo", Bruno Toepfer, consejero del Ministerio Federal de Economía, explicó: "Mi país ha contribuido adecuadamente, en el marco de sus posibilidades, al desarrollo económico de América latina". Las importaciones de la República Federal procedentes de Latinoamérica han aumentado, de 3,18 mil millones de marcos en 1958, a 4,1 mil millones en 1962. La exportación aumentó, de los 2,69 mil millones en 1958 a 3,5 mil millones en 1961, y descendió a 3,1 en 1962. "Estas cifras, que corresponden desde la fecha en que se creó la Comunidad Económica Europea, demuestran que de ninguna manera han sido menores con motivo de la existencia del Mercado Común Europeo". De los 5.000 millones de marcos que Alemania Occidental lleva invertidos en el exterior desde el fin de la segunda guerra mundial hasta 1962 inclusive, Latinoamérica ha recibido 1.400 millones; África, en el mismo período recibió 300 millones, y Asia, 200. Con relación a Latinoamérica, Argentina y Brasil recibieron las mayores inversiones del total mencionado.
En cuanto a la ayuda procedente de fondos públicos alemanes, hasta 1962, la proporción de las contribuciones, por continente, fueron éstas: América latina, 6 por ciento; África, 21 por ciento y Asia, 54 por ciento. Y explicando esta situación, el propio doctor Toepfer señala: "No puede ignorarse que la mayoría de los países de la América latina no empezaron a elaborar sus planes de desarrollo hasta la sanción de la Alianza para el Progreso, en Punta del Este, en agosto de 1961; recién entonces se trazaron directrices y objetivos. En muchos casos —agrega—, antes de prestar la ayuda hay que esperar a ver cómo se articulan los distintos proyectos en los planes nacionales o incluso en las regiones de desarrollo". Por su parte, al asumir el cargo el actual ministro federal de Cooperación Económica, dijo: "Asia ayer, África hoy. Latinoamérica mañana". Para repetir en una ocasión posterior: "El camino hacia una Latinoamérica políticamente estable, pasa exclusivamente por un desarrollo económico rápido. A pesar de los muchos e innegables problemas, puede contemplarse con cierto optimismo el futuro económico y político de América latina. Esto lo demuestra también la actitud del Banco Mundial que, como es sabido, aplica rigurosos criterios a los créditos y el cual ha concedido, con todo, el último año, a esa parte del Continente, 328 millones de dólares, más que a ninguna otra región en desarrollo. Yo creo que puede verse en la América latina una región en desarrollo de gran porvenir, también para las inversiones privadas alemanas".

EL MILAGRO ALEMÁN
Hablar de la República Federal de Alemania y no hacer, al menos, una somera mención a lo que se ha dado en llamar "el milagro alemán", sería una omisión irreparable. Nos referiremos muy brevemente a ello, pero sólo para relatar una anécdota:
Estábamos muellemente sentados en un cómodo despacho de altos funcionarios del Ministerio de Economía, en Bonn, un tibio día del mes de octubre de 1963. Nuestra misión obligaba a preguntar y a aquellos, a responder. Pero no todo iba a ser así. Cuando menos lo esperábamos, uno de nuestros interlocutores nos preguntó:
—¿Saben cómo se llama el "milagro alemán"?
La verdad, que nos quedamos cortos y sin respuesta. Sólo atinamos a responder con otro pero lacónico interrogante:
—¿Cómo?
Una amplia y casi bondadosa sonrisa iluminó el rostro del alto funcionario. Dio la impresión de que estaba acostumbrado a la escena y a los efectos del impacto de su pregunta.
—El "milagro alemán" del que tanto hablan ustedes, los periodistas, se llama mil ochocientos millones de dólares que nos prestaron y que nosotros supimos utilizar en bienes de capital y no de consumo y que, además, hemos devuelto sin olvidar los intereses.
Han bastado menos de dos décadas para que Alemania, con su territorio y población cercenados —totalmente destruida al cabo de la derrota militar—, se convierte en uno de los países de economía más poderosa y floreciente de la Tierra.
En 1963, la industria germana batió todos sus récords de venta con 305.000 millones de marcos (más de 75.000 millones de dólares), en 1962, el monto fue de 73.000 millones de dólares. Esto permite adelantar que en este año, 1964, la industria alemana reinvertirá una suma del orden de los 1.000 millones de marcos más que en 1963. Y un dato más: en marzo del corriente año, se iniciaron las conversaciones para concretar "una nueva ayuda de Alemania Occidental a Inglaterra, con el fin de aliviar su balanza de pagos".

AMISTAD GERMANO ARGENTINA
Nuestro ilustre huésped de hoy, se encargó en junio de 1960, en ocasión de visitar la República Federal el entonces presidente argentino doctor Frondizi, de referirse a la amistad de ambas naciones: "La Argentina ocupa un plano especial en la atención de Alemania. Esa preferencia se debe no sólo al hecho de que la Argentina, dentro de las naciones sudamericanas de lengua española es la primera en número de habitantes y en riquezas naturales, sino porque las estrechas y sólidas relaciones con la Argentina pertenecen al grupo de las relaciones extranjeras inconmovibles de Alemania". Y recordó que un alemán, Ulrich Schmidt, participó en la primera fundación de la Ciudad de Buenos Aires. A esto que pertenece a la historia se agrega que en el presente una colonia alemana de 500.000 almas trabaja en la Argentina y contribuye decisivamente en su progreso.