Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

UN DECENIO DE DICTADURA
Alfredo Stroessner

Revista Panorama
Julio de 1964

Han transcurrido diez años desde que el general Alfredo Stroessner fijó sus fríos ojos celestes en el sillón presidencial y derrocó al "colorado" Federico Chaves, vigésimo octavo presidente del Paraguay en este siglo y centésimo decimoquinto gobernante del país, a partir del momento en que Carlos V envió a Pedro de Mendoza al Río de la Plata.
Solamente dos hombres (José Gaspar de Francia y Carlos Antonio López) gobernaron el Paraguay independiente por más tiempo del que lleva cumplido Stroessner. El pasado turbulento del país, conmovido por guerras civiles e internacionales, no permitió prácticamente que la nación progresara. Hoy, gracias a la experiencia atesorada por Stroessner en diez años de gobierno, y a las circunstancias favorables de la ayuda económica, inversiones de capitales y asistencia técnica brindadas desde el exterior, se multiplican los signos de un nuevo rumbo favorable.


Hoy más firme que nunca. En la plenitud de sus facultades, a los 51 años, Stroessner parece inconmovible en su puesto hasta 1968, fecha en que termina su mandato. Nunca ha sido tan sólida la confianza que inspira a sus partidarios, y sus propios detractores admiten que la economía ha recibido un gran empuje. Aunque es difícil establecer su monto, se puede afirmar que la inversión extranjera encontrará campo propicio en Paraguay (las perspectivas prometen estabilidad política, cosa muy importante en un continente atacado crónicamente de inestabilidad).
La maquinaria del partido colorado del Presidente hace mucho ruido con respecto a las libertades civiles concedidas a la oposición, la mayor libertad de prensa y la reducción (hasta habla de "desaparición") de la encarnizada represión política. El hecho es que Stroessner ha permitido que se avive el fuego de la democracia, pero no que adquiera proporciones. Se calcula en 300.000 el número de paraguayos exiliados políticos, y no sería muy fácil encontrar a una comunista convicto y confeso en el país.

Con vistas al exterior. — Stroessner ha aflojado un poco las riendas porque cree que es la posición más práctica en este siglo XX. Piensa que un estado totalitario puede funcionar con opositores, y que estos pueden también, si se los sabe utilizar, contribuir al progreso económico. Gran parte de la clase media empresaria o comerciante se opone al régimen colorado: este sector social apoya a los liberales, recientemente declarados fuera de la ley. Pero en tanto que los profesionales y comerciantes se ocupen de sus propios asuntos y no se dediquen a actividades subversivas, pueden vivir tranquilos. Además, Stroessner sabe que su régimen no es visto con buenos ojos en el extranjero. Si el Presidente puede mostrar al visitante un diario de la oposición, llevarlo a ver la Cámara de Representantes (donde un tercio de las bancas están ocupadas por un sumiso grupo opositor), alentarlo para que hable con los propios enemigos del gobierno, tal vez el observador se vaya con la convicción de que, después de todo, el régimen paraguayo no es tan despótico.
Las cosas no cambian muy rápidamente. Eso es indiscutible. Pero 1963 demostró ser un buen año y es probable que se prolongue el momento feliz de la economía paraguaya. El adelanto económico en la Argentina (país del que depende Paraguay para sus exportaciones) y la estabilidad política que precederá a la recuperación, ofrecen excelentes oportunidades para la nación mediterránea.

Año de vacas gordas. — Las exportaciones, encabezadas por las ventas de carnes, semillas oleaginosas, madera y tanino, han sido las más importantes desde el fin de la segunda guerra mundial y totalizaron 40,19 millones de dólares. Habiendo reducido levemente las importaciones a 32,6 millones, el país logró un saldo favorable de 7,50 millones de dólares, el primero desde 1959, y nada despreciable si se tiene en cuenta que el bajo nivel del río impidió en varias ocasiones y por tiempo prolongado el tránsito fluvial de lanchones. Lo que entusiasmó a los economistas locales fue que las exportaciones secundarias —algodón, cueros y tabaco —aumentaron sensiblemente, lo cual significa que no puede seguirse considerando a Paraguay un país monoproductor (de carne). La International Products Corporation, que aparte de la red distribuidora de Esso y el First National City Bank of New York, es la única inversión norteamericana en Paraguay en la actualidad, registró ganancias por valor de 300.000 dólares, en la venta de carne y quebracho, después de haber soportado pérdidas en 1961 y 1962. El producto nacional bruto, según las estadísticas, no sigue un ritmo tan acelerado, pero sobre la base de los informes del Fondo Monetario Internacional, subió de 198 millones de dólares el año anterior, a 225 millones. El costo de la vida se elevó solamente en un 1,1 por ciento durante los primeros once meses de 1963, lo que resulta sorprendentemente halagüeño si se lo compara con el 26 por ciento correspondiente a la Argentina y el 80 por ciento del Brasil.
Se han materializado pocas inversiones nuevas en Paraguay, pero hay ciertos indicios de que la situación cambiará. Es cada vez mayor el número de hombres de negocios extranjeros que se alojan en el suntuoso Hotel Guaraní —catorce pisos—, y aumentan los pedidos de informes en las embajadas paraguayas del exterior.
En los dos primeros años del programa de la Alianza para el Progreso, el Paraguay recibió 45 millones de dólares. Se ha instalado una gran fábrica de plásticos que trabaja con materia prima importada. Los nuevos equipos instalados en los ingenios permiten un mayor aprovechamiento de la caña de azúcar. Italianos y alemanes han efectuado algunas pequeñas inversiones en plantaciones de oleaginosas y tung, y modestos aserraderos han brotado como hongos en la zona oriental del país. Se estableció una nueva planta de envase de palmitos, y un préstamo del Banco Mundial (más de tres millones y medio de dólares) ayuda a los campesinos a mejorar alambrados, pozos de agua e instalaciones.

De todas partes se va a Asunción. — Poco antes de Navidad, el tan celebrado camino transchaqueño, que recorre 450 kilómetros desde Asunción hacia el noroeste, hasta la frontera boliviana, quedó concluido. Proyecto favorito del presidente; el camino solo tiene importancia y valor estratégico desde Filadelfia (a unos dos tercios del recorrido) hasta la frontera, puesto que Bolivia no ha hecho nada para empalmar sus rutas con la paraguaya. Pero, para los habitantes de esa vasta extensión, representa una apertura vital hacia el mundo. Stroessner espera que esa ruta llegue a formar parte del sistema vial panamericano. La construcción fue financiada en parte por los Estados Unidos (unos dos millones de dólares en maquinaria) y la llevaron a cabo conjuntamente una compañía norteamericana y el Cuerpo de Ingenieros paraguayo. Actualmente se está asfaltando el llamado "camino al Brasil", completado en 1958, que va desde Asunción hasta Puerto Presidente Stroessner.
Sigue en importancia a estas dos la ruta 1, que une a Asunción y Encarnación y atraviesa la zona más poblada y de agricultura más próspera del territorio. Se ha comenzado otra obra vial —a fuerza de pico y pala, empuñados por los reclutas del ejército— entre el puerto de Concepción, aislado de la capital por las aguas bajas, y la zona productora de café de Pedro Juan Caballero, cerca del límite con Brasil.

En bolsa guardada no entran manos. — Los gastos están mejor controlados de lo que podrían suponer quienes critican la política fiscal de Stroessner y, a pesar de que no ha habido desvalorización desde 1960, tampoco se ha registrado una tendencia depresiva muy marcada. Durante los últimos seis años, Stroessner ha hecho cada vez más hincapié en las obras públicas y disminuido levemente los gastos militares. En 1958, estos últimos representaban el 23,6 por ciento del presupuesto. Hoy apenas llegan al 18 por ciento. Igual porcentaje se destina a amortizar la deuda exterior (estimada entre 60 y 70 millones de dólares). Los principales acreedores son el Banco Mundial, el Banco Internacional de Desarrollo Interamericano, el Exim Bank, los Estados Unidos, Tapón, Italia y Gran Bretaña. La deuda con el extranjero se duplicó en los últimos cinco años. La educación absorbe el 14,6 por ciento del presupuesto, y un 8 por ciento las obras públicas. La maquinaria policial y de seguridad interna del ministro del Interior, Edgar Insfrán, ha representado un promedio del 9 por ciento del presupuesto en los últimos seis años. El resto se destina a los ministerios de Finanzas, Relaciones Exteriores, Justicia, Industria y Comercio.

Más libertad, pero no la suficiente. — A pesar de que el gobierno piensa que las libertades civiles son plenamente reconocidas, se han producido muy pocos cambios de importancia. El ambiente parece caracterizarse más por la tolerancia que por la libertad. Por un lado, Stroessner y sus allegados pregonan que todos los partidos políticos pueden actuar, mientras no se dediquen a la subversión. Por otro, la oposición se queja amargamente de que, a pesar de que ha disminuido la represión imperante en años anteriores, en realidad se les niega toda posibilidad de acceso al poder, y están en lo cierto.
En posición intermedia se halla un grupo separatista de liberales, reunidos en torno de Carlos Levi Ruffinelli, quien ha decidido que el único futuro posible para el Paraguay reside en la cooperación. Según muchos opositores de Asunción, Levi se ha vendido o bien es una hábil creación del ministro del Interior, para mostrar la "democracia" reinante en el país.

La oposición intransigente. — Justo Benítez es, a los 38 años, uno de los hombres de más garra de la línea dura de los liberales. Afirma que su partido cuenta con 14.000 adherentes en Asunción y varias millares más en el resto del territorio, "No hay posibilidad de practicar la democracia en este país —dice sobriamente—. La situación es volcánica y podría ser campo fértil para el comunismo. Puede que la economía esté progresando, pero la miseria es todavía enorme." "Nosotros estamos interesados en la ética, y el gobierno, en la ley...,su ley." El comunismo trabaja aquí en silencio: el gato está listo para saltar sobre el ratón. Claro que el gobierno es anticomunista, pero no hace nada por cambiar las condiciones en que prolifera el comunismo." De Levi opina que "no es un defensor de la libertad; no se puede saber cuáles son sus intenciones, pero está ayudando a la dictadura". Cuando se le pide que indique la forma concreta de salir del momento totalitario, Benítez se vuelve vago y reiterativo: "La solución vendrá cuando consideremos nuestros problemas en el panorama general de toda América latina. Si todos los países latinoamericanos y los Estados Unidos imponen una cuarentena a las dictaduras, habrá una oportunidad de que desaparezcan. Si no se les da ni ayuda, ni comercio, ni armas, no habrá dictaduras".
La oposición complaciente. — Por su parte, el opositor cooperacionista Levi piensa que las cosas están mejorando para la democracia en su patria, y declara que el grupo de veinte correligionarios en la Cámara de Representantes ha ejercido verdaderamente una influencia efectiva sobre la "legislación" del gobierno. "Nuestro número puede parecer reducido, pero tenemos el poder que nos da la posibilidad de introducir cambios. Nunca una oposición se sentirá satisfecha, pero hemos progresado considerablemente durante el año pasado." "Si nuestras opiniones no fueran respetadas por el gobierno, renunciaríamos." Levi sostiene que su grupo escisionista tiene 615 comités en todo el país y que se han efectuado 1.200 mítines en un solo año. "En el noventa por ciento de los casos, el tratamiento brindado por el gobierno ha sido perfectamente justo. En otros, ha actuado ilegalmente, impidiendo la realización de reuniones e interfiriendo en nuestras comunicaciones." Levi reconoce que. si las elecciones de 1968 se basan en los mismos principios que las del año pasado, "perderemos". Sin embargo, agrega, "tenemos mucho más optimismo que antes".

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