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INTERNACIONAL

Argelia y De Gaulle en la misma encrucijada
La reiteración de los graves actos de terrorismo de la OES comprometen seriamente el porvenir de Argelia y la estabilidad del gobierno francés

por Samuel Said
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junio 1962


fotografía sacada durante los acontecimientos del mes de mayo de 1958, aparecen los generales Raoul Salan y Edmond Jouhaud, además del ex gobernador francés de Argelia Jacques Soustélle

 

 

 

EL ALTO comisionado francés en Argelia, señor Christian Fouchet, declaró en Rocher Noir que, "suceda lo que suceda", la autodeterminación del pueblo argelino se verificará el 1º de julio próximo. En tal oportunidad, nueve millones de nativos y algo más de un millón de colonos europeos, entre los cuales hay que computar a unos 300.000 judíos sefardíes, optarán en las urnas por la independencia del país o por su permanencia dentro de la comunidad francesa. También se elegirán los miembros que integrarán la Asamblea Nacional Argelina, que recibiría el poder político del actual gobierno de transición formado después del 18 de marzo último y asumiría las responsabilidades de la conducción del nuevo Estado, de acuerdo a lo dispuesto en el tratado firmado en Evian entre la delegación gubernamental francesa encabezada por Louis Joe y la representación del Consejo Nacional de la República Argelina (CNRA) presidida por Krim Belkacem.
Aparentemente, las cosas siguen el curso previste en la reunión que puso término al largo conflicto armado mantenido entre los dos países, pero los hechos que rápidamente se sucedieron tras la firma del armisticio, revelan que la paz todavía no reina en Argelia. Más bien, puede afirmarse que una nueva y tremenda encrucijada viven por igual franceses y argelinos. El armisticio concertado trastabilla frente a los renovados ataques de la OES (Organización del Ejército Secreto) y la intranquilidad ya hizo crisis en algunos sectores del FLN (Frente de Liberación Nacional) que había depuesto sus armas después de la firma del acuerdo. Aun cuando la mayoría de los dirigentes argelinos cree en la sinceridad de las declaraciones del presidente de Gaulle, son muchos los que opinan que el gobierno francés no ha podido frenar las actividades terroristas de la OES, que si bien no cuenta con el apoyo del pueblo ni de la mayoría de las fuerzas armadas francesas, tiene un considerable sector que la respalda en su propósito de mantener vigente el postulado de "Argelia Francesa", como si nada hubiera ocurrido desde el 1º de noviembre de 1954 hasta la fecha. Las capturas de los generales Edmond Jouhaud y Raoul Salan, agregan toques de dramatismo a la tensa situación que se está viviendo en Argelia, cuya población creía haber ganado en Evian el derecho a la vida libre. La decisión de la OES amenaza con hacer trizas el armisticio y los entendidos en la materia anticipan que sólo la férrea voluntad del presidente de Gaulle impide considerar el acuerdo de Evian como una mera tira de papel. Pero los tratados no pueden ni deben quedar supeditados a la voluntad de un hombre, sea quién sea. De ahí, entonces, que los más realistas se preguntan: ¿qué pasaría en Argelia si de Gaulle desapareciese del escenario político por muerte, enfermedad o destitución? (Días pasados circuló la versión de un supuesto atentado contra la vida del presidente).
La respuesta a este interrogante no sólo preocupa a los funcionarios legalistas de París, Rabat, Túnez o El Cairo, sino a los de Roma, Madrid, Londres y Washington. Preocupa también por igual a los países miembros de la NATO, a los del bloque neutralista y en última instancia, a los del Pacto de Varsovia.

"TIERRA ARRASADA"
Los corresponsales extranjeros y observadores políticos acreditados en Rabat, confirman que efectivamente "algo no anda" entre franceses y argelinos, después del 18 de marzo. En esferas árabes, se asegura que una "gran maniobra" se está gestando contra Argelia a espaldas del gobierno francés y del CNRA, con los desesperados golpes que a diario asesta la OES. Recientes estadísticas revelan que desde el 19 de enero a la fecha, los atentados terroristas ejecutados a diestra y siniestra, sin ninguna clase de discriminación, han causado 5.000 muertos y más de 8.500 heridos. Los corresponsales coinciden en señalar que las capturas y procesos de los generales Jouhaud y Salan, lejos de atemperar el furor homicida de la OES, lo ha avivado notablemente. "Las matanzas continúan como no se habían conocido en las peores horas de la guerra y subrayan esta teórica paz adquirida a costa de tantos esfuerzos mutuos", dicen los despachos que salen de Argel, Rabat o Túnez. En la actualidad, el caos impera en el territorio; nadie puede sentirse seguro en él ni en las inmediaciones. "Estar con la OES es comulgar con Francia y con el mundo occidental; enfrentar a la OES implica un desafío a la Nación francesa y admitir la presencia de un intruso peligroso en el dispositivo defensivo de la NATO", parece ser el "slogan" de los propagandistas de la OES, cuyas actividades pretenden compararla con las que realizaron los "maquís" durante la ocupación alemana.
En Roma, se ha denunciado recientemente la presencia de conocidas personalidades francesas sospechadas de tener vinculaciones con la OES. Son ellas el ex primer ministro y ex canciller de la IV República, Georges Bidault; el ex gobernador de Argelia y ex ministro del Interior, Jacques Soustélle; el diputado Pascal Arrighi, el periodista Philippe de Massey y el coronel Arnaud. En seguida, altos funcionarios italianos como Enrique Mattei, presidente del grupo petrolero ENI, recibieron amenazadoras cartas firmadas por la OES, que algunos políticos consideran aliada al Movimiento Social Italiano. La amenaza se concreta después de haberse fijado en algunos sectores de la Ciudad Eterna leyendas favorables a "Argelia Francesa" y de obligar a varios periodistas italianos que se hallaban en Argel, a abandonar la ciudad so pena de tomar represalias contra sus actividades consideradas como contrarias a la Organización. Asimismo, el semanario "Le Ore" denunció que había sido "condenado a muerte" por la OES el propio primer ministro Amintore Fanfani. Estímase que en Italia actúan 30 células de la OES.
Un corresponsal periodístico argentino en París, el señor José Antonio Mendía, buen conocedor del problema argelino, explicó hace poco tiempo: "Encarcelados los generales, la OES ha resultado sólo podada y sus raíces siguen siendo vivas gracias a un grupo de coroneles que ha tomado el relevo. El objetivo es el mismo: provocar el enfrentamiento abierto de las dos comunidades (europea y musulmana) con el fin de que el Ejército, encerrado entre dos fuegos, se coloque de parte de los mismos provocadores. La situación sigue corrompiéndose en Argelia al punto de que ya se considera al Ejército francés como "impotente" y hasta como "cómplice" en la lucha que debería llevar a efecto contra la OES. Los acuerdos de Evian se encuentran así comprometidos gravemente".
Entre tanto, las masas nativas han permanecido disciplinadamente quietas después del 18 de marzo. Obedecieron la orden de cesar el fuego y se resisten a la idea de volver a empuñar las armas para tomar represalias contra el terrorismo. Pero esta situación no puede prolongarse indefinidamente. El primer ministro Ben Kheda advirtió a los europeos que se abstuvieran de ejecutar actos que favorecieran las actividades terroristas de lo OES, pues en caso contrario, dijo, "el futuro gobierno argelino se vería en la obligación de revisar sus planes con respecto al porvenir de las comunidades europeas". Sin embargo, son muchos los dirigentes argelinos que creen que los golpes de la OES no son meros intentos homicidas, como se ha dicho, sino que llevan implícitamente un determinado objetivo: Concretar el plan de hacer de Argelia una "tierra arrasada", siguiendo el ejemplo que diera notoriedad a Stalin en la Segunda Guerra Mundial. Logrado ese objetivo, Francia mantendría su hegemonía económica en Argelia, aun ante la eventualidad de transferir el poder político. Como la mayoría de las industrias, comercios, medios de transporte y de riego se encuentra en manos francesas, la destrucción sistemática de dichas instalaciones, obligaría al futuro gobierno argelino a concertar fuertes empréstitos para su restauración. Los intereses que demandaría la amortización de tales préstamos, retrasarían la recuperación del país y aumentara su dependencia con la ex metrópoli.
Los que efectivamente creen que se está urdiendo tal maniobra recuerdan los procedimientos de que se valieron otras potencias cuando llegó el momento de transferir la soberanía de sus ex colonias. Se desprendieron del poder político, pero se reservaron el monopolio económico. En tales condiciones, les resultaría muy difícil a los argelinos la tarea de organizar al Estado, ya que las bases económico-financieras del mismo dependerían, exclusivamente, de los capitalistas franceses. Y, si tal ayuda o asistencia es retaceada o negada, ¿qué podría acontecer al gobierno argelino? Pues, estaría obligado a buscarla en cualquier parte, incluso dentro del área comunista. De producirse tal situación, Bidault, Pineau, Lacoste y otros calificados enemigos de la desmembración del imperio colonial francés, lanzarían a la palestra toneladas de discursos y de declaraciones para justificar la actitud de intransigencia que tuvieron desde el gobierno y, además, pretenderían demostrar que la OES había asumido tal responsabilidad ante la "traición de de Gaulle" para salvaguardar a Argelia contra "el peligro comunista". Ante el evento, por razones obvias, tanto Estados Unidos como Gran Bretaña, Italia y Alemania Federal se verían obligadas a modificar sus planes con respecto al futuro argelino. Se invocarían razones de seguridad, de defensa de la Alianza Atlántica, de la libre navegación por el Mediterráneo y de la civilización cristiana, para que el Departamento de Estado o el "Foreign Office" retire sus promesas de ayuda. Algo similar ocurrió a Egipto cuando Foster Dulles negó el crédito de 250.000.000 de dólares que había prometido para la construcción de la represa de Assuan, que permitirá incorporar a la superficie cultivable unos 12.000.000 de hectáreas. Ante esa negativa, Nasser nacionalizó el Canal de Suez y luego golpeó a las puertas del Kremlin en demanda de apoyo. Otro tanto le ocurrió al primer ministro de Irán, Mohamed Mossadegh, sancionado por la nacionalización de la riqueza petrolífera y la famosa refinería de Abadán. Pidió ayuda a Moscú y ese pedido lo defenestró ante los aliados. Pero admitiendo la hipótesis de que todo esto no fuera más que conjeturas, ¿qué podría suceder en Argelia, si el FLN, harto de las provocaciones de la OES, decide tomar por su cuenta la tarea de responder golpe por golpe? Pues, asistiríamos al enfrentamiento de las dos comunidades —como lo vaticina Mendía— y Argelia se convertiría en un nuevo Congo. Esa perspectiva nada halagadora por cierto, determinó la conferencia secreta del 12 de mayo entre el presidente de Gaulle y el rey de Marruecos, Hassan II, en la localidad de Champs-sur-Marne. Se dijo que se trató el futuro de Argelia y de los países que integran la zona de África del Norte y aunque no hubo ningún comunicado oficial al respecto, trascendió que el joven monarca árabe transmitió a de Gaulle la grave preocupación que tenían los líderes nordafricanos sobre el futuro de Argelia. Tal preocupación había sido expuesta en el curso de una reunión, celebrada en Rabat, poco antes entre él, el presidente de Túnez, Habib Burguiba y el ex primer ministro argelino Ferhat Abbas.

LOS JUICIOS A JOUHAUD Y SALAN
El desenlace del juicio al general Raoul Salan, jefe de la OES, resintió ante el mundo árabe el prestigio que había logrado obtener el presidente francés, que también se sintió visiblemente contrariado con el fallo que dictaron los magistrados. Si bien el episodio del proceso y condena de los generales Challe, Zeller y Jouhaud, protagonistas del abortado "putsch" de los "generales jubilados" de abril del año pasado, sirvió para demostrar la firmeza de de Gaulle, el resultado del juicio al general de las 45 condecoraciones crea una inquietante "impasse" en torno al problema.
Es por ello, que los abogados defensores del general Jouhaud han aprovechado el momento psicológico y solicitaron el indulto del condenado con vistas a lograr en un futuro cercano la revisión del proceso o su libertad mediante una ley de amnistía. Con toda razón los letrados arguyen que, si al propio jefe de la OES, se le han podido encontrar "circunstancias atenuantes", que trastrocaron la pena capital en la de prisión perpetua, su subordinado no tuvo la misma suerte y esa disparidad de las sentencias "está torturando la conciencia nacional de Francia". Una agencia noticiosa semi oficial francesa, dice: "Como se ve, la paradoja es clara, pues mientras el principal responsable escapa al castigo máximo, su segundo es condenado a la pena capital".
El gran dilema puede ser resuelto únicamente por el Consejo Supremo de Magistrados cuya jefatura puede ser ejercida por el presidente de la República. Claro está que no es fácil para de Gaulle la tarea de mandar al patíbulo a dos militares de la talla de Salan y Jouhaud. Se recuerda que Francia nunca ha ejecutado un militar de tal graduación desde la época del mariscal Ney y que el juicio que se le siguió al mariscal Petain por su colaboración con Hitler, terminó con la conmutación de la pena capital por la de prisión. Sin embargo, el deber obligaría a de Gaulle a tomar la histórica decisión de acabar con la amenaza que implica la actividad sediciosa de estos dos generales que se jactaron de haberse alzado contra sus decisiones para llevar la paz a Argelia. Mientras se dilucida la trama, de Gaulle queda entre dos frentes antagónicos.
El 28 de mayo circuló la versión en París de que Salan sería juzgado nuevamente, después de las "revelaciones sensacionales" que se hicieron en el juicio, y según las cuales, Salan siguió dirigiendo las actividades de la OES, aun después de su arresto. Esta versión tomó cuerpo en el curso de una reunión realizada por el Consejo de Ministros en la que varios miembros del gobierno se mostraron hondamente preocupados por las posibles repercusiones que tendría la eventual "clemencia presidencial" para los dos condenados. El titular de Informaciones, Alain Peyrefitte anunció, para tranquilizar a los más exaltados, que se "tomarían nuevas medidas en el sector judicial", aludiendo así a la posibilidad de reabrir el juicio a Salan y que dicho juicio podría estar a cargo del Alto Tribunal Militar creado el 27 de abril de 1961, luego de haberse dado plenos poderes a de Gaulle.
Cabe señalar que el periodismo francés no acostumbra discutir los fallas de los magistrados, pero en este especialísimo caso, muchos diarios se han apartado de esas normas tradicionales para hacerse cargo del creciente clamor de la opinión pública, no sólo francesa, sino mundial. Respecto a la sentencia, el director del diario "Le Figaro", Pierre Brisson, expresa: "El tribunal, al dictar la sentencia, dio el veredicto que tenía que dar. Pero —añade—, es partidario de la clemencia presidencial". Por su parte, el director de "Le Monde", Hubert Beuve-Méry, dice: "El gran problema actual es cómo llevar nuevamente la paz a Argelia". Luego de manifestar que es partidario de un continuado control francés en Argelia, señala que "su eliminación total no requerirá menos prudencia que energía en la represión, no menos generosidad que firmeza".
El matiz más dramático de los casos Jouhaud y Salan, es la forma cómo se iban a llevar a cabo las ejecuciones. Según las leyes francesas, un militar de tales méritos no puede ser fusilado sin que previamente sea declarado "reo" y privado del uniforme. Si a esto se llegara, entonces no correspondería el fusilamiento, sino la guillotina que se emplea para ajusticiar a los delincuentes comunes. ¿De Gaulle y el pueblo francés aceptarían esto? Tal es el dilema, que según los magistrados que han pedido el indulto para Jouhaud, está torturando la conciencia nacional francesa.

ORGANIZACIÓN DEL ESTADO
Mientras tanto, el gobierno francés sigue firmemente decidido a respetar los acuerdos de Evian. Luego del plebiscito de julio, el Estado argelino entrará de lleno en la tarea de su organización. Según lo postulado en el tratado del 18 de marzo, el nuevo país se estructurará sobre la base de un régimen democrático, representativo y federal. Su Constitución la hará la Asamblea Nacional Constituyente que reemplazará al actual Consejo Nacional de la República Argelina (CNRA), que actúa hasta el momento bajo la presidencia del doctor Ben Yussef Ben Kheda y a los funcionarios franceses y argelinos que después del 18 de marzo ejercen las funciones ejecutivas en Argelia.
En el plano internacional, el Estado argelino suscribirá sin reservas la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, pedirá su incorporación a las Naciones Unidas y se descuenta su inclusión en la Liga de los Estados Árabes. Se descarta, en cambio, su participación en la NATO o en el Pacto de Varsovia y se cree se alineará con el bloque de los países "no comprometidos". En lo que concierne al problema de los europeos, el futuro gobierno argelino no admitirá el "status" de comunidad o el principio de la "doble ciudadanía". Habrá una sola ciudadanía: la argelina. Sin embargo, se ofrecerá a los franceses residentes en Argelia, la posibilidad de optar por la nacionalidad argelina, v para los que resolvieran continuar siendo franceses, se organizará una Convención. Se dejarán sin efecto les leyes discriminatorias que regían durante el período anterior en materia electoral, laboral, cultural y educacional. En un discurso dirigido a sus connacionales, Ben Kheda expresó: "Hago un llamado a los europeos concientes de la realidad de nuestra época y cuidadosos de su porvenir, para que se aparten de los racismos y de los "ultras" retrógrados. A los europeos que deseen vivir en una Argelia independiente y trabajar en paz en el marco de una fructífera cooperación, les hemos ofrecido las garantías necesarias y justas".

COOPERACIÓN CON FRANCIA
Junto con las bases para la organización del Estado, fueron dados en Evian los lineamientos de la futura cooperación franco-argelina. Tras la dilucidación de las cuestiones militares consistentes en el mantenimiento de la presencia francesa en la base de Mers-El-Kebir y la gradual evacuación de sus fuerzas armadas, el acuerdo establece: "Las relaciones entre Francia y Argelia estarán basadas en el respeto mutuo de su independencia, en la reciprocidad de ventajas y en el interés de las dos partes. Argelia garantiza los intereses de Francia y los derechos adquiridos de personas físicas y morales en las condiciones fijadas por las presentes declaraciones. Por su parte, Francia otorgará a Argelia su asistencia técnica y cultural y aportará una ayuda privilegiada a su desarrollo económico y social. Por un período de tres años, renovable, la ayuda francesa se fijará en condiciones comparables a un nivel equivalente a los de los programas en curso. Dentro del respeto a la independencia comercial aduanera de Argelia, los dos países determinarán los diferentes renglones en que los intercambios comerciales resultarán beneficiados por un régimen preferencial. Argelia formará parte de la zona del franco, tendrá su propia moneda y sus propios haberes en divisas. Habrá entre Francia y Argelia libertad de transferencias en condiciones compatibles con el desarrollo económico y social de Argelia. En los departamentos de Oasis y Saura, la explotación de las riquezas del subsuelo se harán según los siguientes principios:
1) La cooperación franco-argelina estará asegurada por un organismo paritario. Su tarea será la de desarrollar la infraestructura necesaria para la explotación del subsuelo, aconsejar lo necesario para la elaboración de los respectivos proyectos de ley y de reglamentos sobre minería; instruir las demandas relativas a las concesiones de títulos mineros, reservándose el Estado argelino la legislación sobre esta materia con entera soberanía. 2) Los intereses franceses están especialmente asegurados por: a) El ejercicio, según las reglas del Código Petrolero Sahariano, tal como existe actualmente, de los derechos inherentes a los títulos mineros otorgados por Francia; b) La preferencia a igualdad de ofertas, a las sociedades francesas, en la concesión de nuevos permisos mineros, según las modalidades previstas por la legislación argelina; c) El pago en francos franceses de los hidrocarburos saharianos en concurrencia con las necesidades de aprovisionamiento de Francia y de los otros países de la zona del franco. 3) Tanto Francia como Argelia desarrollarán sus relaciones culturales y cada país podrá crear en territorio del otro una oficina cultural y universitaria cuyos cursos estarán abiertos a todos. Francia aportará su ayuda a la formación de técnicos argelinos por personal francés. Técnicos y maestros serán puestos a disposición del gobierno argelino por acuerdo entre las partes".
Estas cláusulas son las que al parecer darán la definitiva estructura económica del Estado argelino, pues según el testimonio de Albert Camus, en su libro "Problemas de nuestra época", una Argelia puramente árabe, "no podría llegar a obtener la independencia económica sin la cual la independencia política no es más que una añagaza". Esta declaración, sumada a las garantías formuladas por Ben Kheda, ¿podrá detener el éxodo de los colonos a la metrópoli, asustados por la reiteración de los atentados de la OES? Esa es la gran cuestión que en estos momentos compromete el porvenir argelino.