Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

 

Brigitte Bardot
38 de edad, 20 de cine

 

Revista Panorama
marzo de 1973
un aporte de Héctor Álvarez

La semana última se estrenó en París el más reciente film de Brigitte Bardot, Don Juan, realizado por su primer ex marido, Roger Vadim. Después de 20 años de cine, ¿en qué está Brigitte? Interrogada por el semanario L'Express, BB habla de ella en un tono a veces sorprendente:
Brigitte Bardot. —Jamás sentí un inmenso placer de actuar, ésa no fue nunca la base de mi existencia. Es una profesión. Cuando, voy al estudio, digo: "Voy a la oficina". No me he hartado del cine, pero el cine a lo mejor se ha hartado de mí. Tengo sobre mis espaldas veinte años de cine ... Soy siempre "célebre", pero intuyo algo... Ahora me dejan en paz, mientras que hace diez años... Tuve fracasos terribles. Siempre es triste cuando no es por voluntad propia que uno deja a alguien. Es por esta razón que yo dejaré el cine, antes de que el cine me deje a mí. En la vida me conduzco siempre así: dejo antes de que me dejen. Soy yo quien decide. De todas maneras, mi profesión no es el centro de mi vida. Hasta pienso que si Don Juan no es mi último film, será el penúltimo.
—¿Y después?
—Me gustaría ser granjera. El 28 de septiembre cumpliré 38 años, lo que quiere decir que me quedarán apenas dos años para prepararme a vivir de otra manera. Yo encuentro mi equilibrio en la naturaleza, entre los animales. Me gusta la gente simple, muy simple, la gente del campo. Son rectos, son personales y veraces. Y, sobre todo, no son hipócritas. No tengo ganas de envejecer mal, de sentirme triste porque tengo una arruga o un mechón blanco. Entonces, a los 40 años, me retiraré a mi granja. Buscaré una en el Vaucluse. Allá, las relaciones que tenga con los seres humanos serán auténticas. Al principio, alguien dirá: "Fíjate, ahí está Brigitte, la de la granja Tal, que viene a comprar al mercado". Y los amigos que me visiten no vendrán para vivir gratis en Saint-Tropez, sino porque les gusta la naturaleza o porque tienen ganas de verme.
—Brigitte en la granja. ¿Así da vuelta una página de su vida?
—¿Por qué no? Hay momentos en que uno no tiene más ganas de ver a sus amigos. En que se siente el escaso interés de una vida que, al fin de cuentas. .. ¿Qué es lo que uno hace, de la mañana a la noche? Nada apasionante, como el doctor Schweitzer, o como el doctor Barnard, que injerta corazones. Uno se pregunta: "¿Qué diablos estoy haciendo?". Yo no hago más que dar vueltas en redondo. Sí, hay momentos en que siento deseos de mandar todo al diablo y cambiar de existencia.
—A través de su actividad profesional, a través de sus films, usted aporta una imagen que para miles de personas...
—De todo eso, verdaderamente, me importa un bledo. Después de mí, el diluvio; nadie es irreemplazable.
—No. Nadie. Pero tome, por ejemplo, un empleado de banco en México. El ve un film de Brigitte Bardot, ella es para él como un rayo de sol...
—¡En fin, si yo no tengo más ganas de vivir, no se me van a despertar de repente porque le lleve un rayo de sol a un empleado de banco en México! Me importa un rábano del bancario mexicano. Pienso que en la vida yo puedo ser útil a algunas personas, a gente que me quiere, a las ancianitas de las que me ocupo y a las que adoro, o a mis padres, que se sentirían muy desdichados sin mí. O a mis animales: los que tengo conmigo, son felices.
—¿No cree usted, entonces, que un gran número de mujeres, por el hecho de ser usted Brigitte Bardot, podrían esperar que las ayudase en su lucha?
—Cien veces me han pedido ser el portaestandarte de tal o cual reivindicación. ¡Grotesco! Dios sabe, sin embargo, que soy una mujer a la que se la puede calificar de libre. Pero soy ante, todo una mujer. Y las mujeres nunca serán como los hombres. Si ellas son infelices, es porque ya no quieren ser más lo que son. No ser más el objeto, sino reivindicar los derechos propios de las mujeres...
—¿No debería buscarse un equilibrio entre la mujer-objeto y las reclamaciones del Movimiento de Liberación Femenina?
—El M.L.F. me parece absolutamente cómico y estúpido. ¡Claro que hay que buscar el justo medio! Pero, a fin de realizarse plenamente, las mujeres deben seguir siendo mujeres. Verdaderas mujeres, ya no hay más. Tampoco hay más verdaderos hombres. En estos momentos se comprueba la mutación de un sexo al otro. Los hombres se dejan elegir, se dejan atrapar, se dejan abandonar. Fíjese en los hombres de 20 años. De espaldas, ya no se sabe a qué sexo pertenecen. Hay en ellos como una lasitud. Los hombres son como gatitos y las mujeres intentan ser hombres.
—¿No piensa usted que se está creando un nuevo tipo de relaciones entre hombres y mujeres? ¿Que es menos importante saber quién lleva los pantalones que admitir vinculaciones de intercambio y de igualdad, opuestas a la noción tradicional de dominio?
—No quiero saberlo, no me interesa. Un hombre debe proteger a una mujer, una mujer debe ser el reposo del guerrero. Estar en la casa cuando el hombre vuelve de trabajar, llenar la casa de flores. Su obligación es hacerle la vida agradable al hombre, y no lo contrario. El papel del hombre no es cocinar, ni arreglar ramos de flores, ni ocuparse de los chicos mientras su mujer se va a trabajar.
—Usted es linda. Eso crea relaciones especiales, si bien no fáciles, con los hombres. Usted los atrae. Pero, ¿y las demás mujeres?
—Justamente, las mujeres feas pierden el tino. Como no saben qué es una verdadera mujer, se dedican a la militancia.
—¿Habría, pues, mujeres irremediablemente feas?
—Sí, hay mujeres muy feas porque no tienen nada: ni belleza, ni encanto, ni algo de adentro. Nada más que la agresividad. ¡Y eso se trasluce! A los 40 años, uno tiene la cara de su alma, Me he preguntado siempre por qué hay gente linda y gente fea. Por qué hay gente que nace rica, unos sin problemas, otros con problemas. ¡Qué injusticia!
—Esa injusticia, ¿podría disminuir cambiando la sociedad? ¿Y cómo?
—Seguramente, no con la agresividad del M.L.F. Hay que empezar por la honestidad, la pureza, la cortesía con los demás. Pero cada cual no piensa más que en sí mismo, no vive más que para sí, y por eso nuestra sociedad se vuelve tan egoísta.
—¿Más que antes?
—Siempre ha sido así: no se puede cambiar el carácter de los hombres. Está en su naturaleza. Por otra parte, detesto a la humanidad, soy alérgica a ella. No veo a nadie, no salgo. Me he creado un universo propio, que es como yo desearía que fuese, y que es el de mi infancia. Porque los adultos, la gente seria, la gente mala, que se combaten, que se matan, a esa gente no la quiero nada.
—Su celebridad, sin embargo, le permitiría otorgar peso a las posiciones que pudiera adoptar...
—¿Para defender qué causa? No será porque me asocie mañana a Jane Fonda y grite: "Estoy contra todas las guerras, sean las que fueren", que voy a impedir las guerras. Desde que los hombres existen, combaten entre sí.
Siento disgusto por todo, por la guerra, la violencia, las triquiñuelas de los impuestos, la manera como se trata a los enfermos en los hospitales, los viejos que mueren sin un cobre. Los hombres son bestias, Y ni siquiera las bestias se comportan como ellos,
—Así, pues, usted va a ser granjera,., ¿Eso quiere decir que tendrá una familia?
—No están los tiempos como para traer niños al mundo. ¡Qué va! La gente que tiene hijos está loca. Hay mucha, demasiada gente sobre la Tierra.
—No podría decirse que Francia esté superpoblada. Debería darme mejores razones,
—Yo digo que es de un egoísmo inconmensurable concebir, ciegamente, un niño, lanzarlo así como así a la vida. Y, sin embargo, si mi vida se estabilizara, y aunque mi primera experiencia no haya sido concluyente, tal vez tendría otro hijo. ¿Por qué no? Si bien confieso que mi espíritu maternal no está muy desarrollado.
—¿Nunca encontró un hombre por el cual sintiera tanto amor que pudiera decir: Me gustaría tener un hijo de él? ¿Cómo una especie de prolongación?
—A mi modo de ver, sería una prolongación de nada. Es muy romántico, es muy lindo. Pero la verdadera prolongación es permanecer juntos, lo que cada vez resulta más raro. Preferiría ocuparme de un chico desgraciado, de un chico "ya hecho"... Si un día me encontrara con un chico perdido, seguramente me lo llevaría conmigo. Pero, como yo misma necesito ser protegida, ¿podría darle a él la protección que busca?
—¿Querría ser su hermana y no su madre?
—Preferiría ser su bisabuela, su tatarabuela, para poder explicarle las cosas que sé... Porque las bisabuelas tienen siempre un lado infantil... No sé, me siento incapaz de criar un chico.
—Pero... ¿y su hijo, Nicolás Charrier?
—Yo no lo crío. No lo veo más que para jugar con él, para divertirnos. Además, los chicos me intimidan, y mi hijo también.
—¿Qué hacen cuando están juntos?
—No voy a empezar a decirle: "Hace esto, no hagas aquello". Jugamos al poker, él se prueba mis pulóveres; a todos los encuentra feos. Revuelve mis cajones para ver si algo le queda bien; y eso es todo. ¡Felizmente, lo cría su padre, Jacques Charrier! Me parece muy bien, un varón tiene que ser criado por un hombre.
—El ideal sería, sin embargo; que fuera criado por una pareja.
—¡Bueno, pero no hay pareja! Si fuera una chica, me la habría quedado, Pero un varón, mejor que esté con su padre. Porque si se queda con la madre resulta homosexual.
—¿Qué edad tiene Nicolás?
—12 años.
—¿Es usted feliz?
—No lo sé. La felicidad es una serie de instantes fugitivos. La felicidad desde la mañana hasta la noche, alguien que sonriera desde la mañana hasta la noche, sería un aburrimiento... Se volvería una mueca. Fíjese, no es Don Juan lo que debiera haber filmado, sino El misántropo. 
Copyright L'Express y Panorama, 1973

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Brigitte Bardot
con su padre - con Charrier y Nicolás - con Gunther Sachs y su perro predilecto


Brigitte Bardot al comienzo de su carrera y con otro de sus predilectos

 


 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

 

 

 

 

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