Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

HITS
JOVEN VENEZOLANA VIENE A CANTAR

Revista Periscopio
24/02/1970

 

Su llegada a Buenos Aires, en noviembre del año pasado, hubiera merecido la intervención de algún agente de la Asociación de Ayuda a la Joven. Una de esas inevitables confusiones que rodean a la organización de los certámenes artísticos la empujó a sortear con candor, casi provinciano, las dificultades aduaneras, a discar un número telefónico que permanentemente dio ocupado y a decidirse, finalmente, a tomar un taxi que la trasladara de Ezeiza a un "hotel limpio y honesto".
Sin resortes promocionales o cosa que se le parezca, la desvalida Mirtha Pérez llegó por fin al estadio del Luna Park y tímidamente presentó sus credenciales a imposibles factótums del Primer Festival Buenos Aires de la Canción. Su condición de primera figura de la canción en su país no pareció convencer demasiado a Dino Ramos, autor de las reincidentes congojas líricas de 'La nave del olvido', el tema que la presentaría ante el público argentino. No demasiado dispuesto a arriesgar un posible éxito comercial a la garganta "de una mujer que para colmo se llama Pérez", a su pesar dio el ok a la atribulada intérprete. Lo que siguió a su último gorjeo fue el delirio. A las pocas horas de aquella memorable noche triunfal, las radios del país comenzaron a reiterar las acompasadas instancias de "espérame un poquito más... a solicitar otro tipo de dilaciones en el ánimo de los oyentes. Mirtha Pérez, en cambio, no debió esperar casi nada para cobrarse el desquite por el abandono sufrido en el aeropuerto y el todavía más antipático recibimiento de Dino Ramos. Con algo más de 200.000 placas vendidas en pocos días llegó a hacer tambalear los records de Libertad Lamarque, Mina y Rita Pavone, hasta el momento las únicas gargantas femeninas capaces de competir con los hits de Frank Sinatra y Los Beatles.

FELIZ RETORNO
Pero más allá de los best sellers, el fenómeno protagonizado por la diminuta cantante merecería figurar en algún estudio de la ALALC, como ejemplo acabado de las posibilidades que ofrecen nuevos promisorios productos de exportación no tradicionales.
En su segundo viaje a la Argentina, esta vez acompañada por maternal chaperona, el frío ambiente nada tenía que ver con los ánimos de sus admiradores, sino más bien con la temperatura casi invernal con que se descolgó febrero sobre Buenos Aires. Sin ropa apropiada para soportar la repentina invernada, se la vio aparecer invariablemente vestida de chaquetón y gorro guerrillero de cuero rojo, que para peor le quedaba demasiado grande: "Es que ni tiempo tuve para salir de compras. Mi representante salió a buscarme algo abrigado y no encontró mi talle", explica burlándose de sí misma y exhibiendo, chaplinesca, las mangas demasiado largas del conjunto. A los 23 años, la Pérez puede permitirse estos descuidos e incluso olvidarse de las afiladas indicaciones de su manager, el corpulento Aldo Fabré. Sus felices, candorosos aciertos, vuelven sin duda inoperantes las recomendaciones para evitar desmayos en la escalada que la aguarda. Una serie de espectaculares para el Canal 7, apariciones varias en los bailes de carnaval, y el Festival de Río Ceballos, la filmación de tres películas bajo la dirección de Emilio Vieyra y la grabación de un long-play para el sello Music-Hall amenazan convertirla en firme candidata a la histeria y caprichos estelares tan frecuenten entre los divos locales. Pero el cobro de inquietantes 15 mil dólares seguramente la apartarán de estos caminos y la compensarán del frío, la colitis provocada por la primera mayonesa consumida en prestigioso restaurante céntrico y los afectos abandonados —temporariamente, insiste— en Caracas: el Topo Gigio, cuyas querendonas reflexiones tiene el honor de poner en cantarino castellano en la televisión venezolana y la troupe familiar de siete hermanos, padre, madre y abuela incluidos, que aloja y mantiene con todos los fuegos de su voz.

 

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Mirtha Pérez
Mirtha Pérez


 

 

 

 

 
 

 

 

 

 

 

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