CHINA
Un país exiguo para dos mujeres

Según cierta audición Paz y Progreso, que se transmite por Radio Moscú, Mao Tse-tung es culpable de la muerte de su primera mujer y de su hijo. Este ataque contra la vida privada del jefe chino no reconoce precedentes: aunque la controversia entre Moscú y Pekín ha durado ya una década, ambas partes se habían abstenido de trasladarla a un terreno tan ingrato. En este punto, tal vez se deba considerar que el conflicto ruso-chino no tiene solución pacífica.
Sean o no verídicos los hechos que evoca la emisora soviética, asombra el tono convencional y edificante del relato, semejante al de la literatura anticomunista más primaria.
En 1927, Mao habría abandonado a su esposa —el matrimonio había sido concertado por los padres, al uso chino— a la crueldad de sus enemigos, los nacionalistas. "Las noticias de la ejecución de su mujer lo dejaron completamente impertérrito. Esto prueba la sangre fría y la falta de sentimientos que lo distinguen." En otros tiempos, el estoicismo de un bolchevique.
Sin dignarse revelar el misterio que aún flota sobre la vida conyugal de Stalin, los redactores de Paz y Progreso pretenden que las mujeres de Mao han sido víctimas de una persistente mala suerte. De su segunda esposa, Yang Kai-hui, creen saber que él la acosaba, la injuriaba en público, y que, por fin, la repudió. Otro tanto —añaden— ha sucedido con su tercera mujer, una maestra llamada Ho Chiu-cheng, que compartía su vida durante el "período de Yennan": se sabe que la envió a la URSS para un tratamiento médico. Nunca regresó.
Entretanto, Mao se había enamorado de Chiang Ching ("Río Azul"), actriz cinematográfica de los años 30. Es su actual esposa —madre de dos hijas mujeres—, quien adquirió notoriedad política como vehemente promotora de la Revolución Cultural; oficialmente, se la nombra después de Lin Piao y de Chen Po-ta, y se ocupa, como ellos, de introducir los nuevos principios en el Ejército.
"Hasta su encuentro con Chiang Ching —leyó el locutor—, Mao se dedicaba íntegramente a sus actividades políticas; pero desde entonces sus compañeros cambiaron su visión acerca del jefe sabio, austero y patriota. Ellos lo amonestaron para que tuviese piedad de su mujer enferma; no podían concebir que un comunista pudiese llevar una vida privada desordenada; él no lo había permitido a ninguno de sus compañeros."
"Los devaneos amorosos de Mao fueron intolerables para el hijo de su tercera mujer, quien escapó a Moscú; volvería cinco años más tarde, con otras ideas en la cabeza, y se rebelaría contra su padre. Lo acusó de revisionista; a su vez, él lo trataba de pequeño burgués. Las cosas acabaron mal para el muchacho: piloto de un avión de caza, murió en la guerra de Corea." ¡Casi exactamente, es la historia de un hijo de Stalin!
La semana pasada, Newsweek consignaba que "la esposa de Mao Tse-tung tornó a emerger, más fuerte que nunca, a la vanguardia de la Revolución Cultural; se halla en el mismo nivel que el Ministro de Defensa Lin Piao, y antes que el respetado Primer Ministro Chou En-lai". El hecho revelador: el Alto Mando militar ordenó "tomar lecciones de la camarada Chiang Ching", algo que nunca se dijo sino de otros dos camaradas, el jefe máximo y su presunto sucesor. Simultáneamente, un experto inglés en asuntos chinos, Roderick MacCarquhar, emite en el New Statesman la hipótesis de que esta mujer de 52 años podría, en fin de cuentas, desplazar a Lin Piao en el momento de enviudar. Como es sabido, Mao tiene 76 años y está seriamente enfermo.

Marea de cadáveres
La presencia de Chiang Ching en la política china se manifestó hace dos años, época en que Liu Shao-shi —hoy vilipendiado como "el más alto exponente de las ideas de Kruschev en China"— aún parecía ser el más dilecto, amigo de Mao.
En el pasado habían disentido alguna vez: en 1927, Liu defendió las teorías de Trotsky (la "revolución permanente"); después del triunfo abogó por un "partido obrero", en tanto que Mao buscaba el apoyo de la población rural. Pero no sólo consiguió sobreponerse al colapso trotskista, sino que en 1959, al ceder Mao la jefatura del Estado, fue sustituido por Liu. En realidad, el equilibrio de poder, en el Politburó, había cambiado, y Mao se retiraba para iniciar la lucha contra la nueva mayoría: la tesis de la "revolución permanente" es ahora suya; sus instrumentos son los Guardias Rojos y, por fin, el Ejército.
Fue Chiang Ching, en agosto de 1966, quien anunció ante el micrófono e! comienzo de la RevoIucíón Cultural y el desplazamiento de Liu Shao-shi por Lin Piao como el hombre Nº 2.
Se dijo entonces que, si Chiang alentaba a su marido en esa empresa, lo hacía por odio a la atrayente Wang Kuang-mei, la bella esposa de Liu. Había trascendido, en efecto, que poco tiempo antes, cuando el Jefe de Estado y su mujer visitaron Indonesia, Chiang criticó, enfurecida, el boato vestimentario de Wang: era frívolo, no adecuado para una comunista. Durante la Revolución Cultural, no contenta con verla dibujada por los caricaturistas como una vieja ramera, su rival la hizo secuestrar por los Guardias Rojos, utilizando como cebo a sus propios hijos (un varón y una mujer). Wang ha debido comparecer ante un tribunal revolucionario, que la obligó a ponerse el mismo traje de seda y el mismo collar que había usado para "coquetear" con el inflamable Presidente Sukarno.
De hecho, Mao recobró el poder: en el Comité Central de 63 miembros, 34 han sido "depurados" y 9 padecen rudas críticas. Así y todo, un diario de Shanghai aludió, la semana última, a una posible "guerra civil". Las facciones rivales continúan la lucha en Kwantung: las mareas arrastran hacia la bahía de Hongkong cadáveres con las manos atadas a los muslos y al cuello; el martes se recogieron 23.
Hoy, el Presidente de la República y su esposa habitan todavía en la Ciudad Prohibida, un reducto pequinés reservado a los dirigentes de más categoría; en realidad, están enterrados en vida, con Guardias Rojos a la puerta y cortada su línea telefónica. La hija, Liu Ping-ping, ha sido encarcelada: la crítica que escribió contra sus padres fue menos convincente que la de su hermano.
2 de julio de 1968 - N° 288
Primera Plana

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Mao y Liu

 


 

 

 

 

 

 

Chiang Ching - Wang Kuang-mei

 

 

 

 

 

 

 

 

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