Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

 

CINE
Guevara's the one

 

Revista Primera Plana
10 de diciembre de 1968

Como Dios y Lucifer, Darryl F. Zanuck, de la Twentieth Century-Fox, y Fidel Castro, de la twentieth century Cuba, se pelean por los restos inmortales de Ernesto Guevara,
Después de su holocausto, Cuba instaló al Che en el panteón latinoamericano de los héroes-santos de la guerrilla, y sus admiradores empapelaron las paredes del mundo con carteles que reflejaban su apuesta cara morena. Ahora le correspondió a la Fox el turno de crear su propio mito con la película 'Che!', y una legión de hagiógrafos trabaja con la vista puesta en el próximo otoño, fecha del estreno; entonces, los acólitos del Che descubrirán que sus conmovedores afiches no hacían más que reflejar la cara de Ornar Sharif.

Los huesos de Guevara
La semejanza es real: huesos fuertes, ojos oscuros, pelo largo, bigote y barba. Por suerte para las masas oprimidas del mundo, Guevara no se parece a Peter Lorre. "Como soy idéntico al Che, trato de actuar lo menos posible y dejo que los huesos hablen por sí solos", comenta Sharif. Está sentado en el silencioso cuarto de un hotel de Ponce, al Sur de Puerto Rico, que se asoma a los cocoricós y los gritos infantiles de una villa miseria. La Fox eligió esta isla a causa de sus paisajes típicamente latinoamericanos y de su atípica amistad por los Estados Unidos; es un lugar seguro para los revolucionarios de Hollywood.
Sharif holgazanea en medio del aire acondicionado, después de pasar las últimas semanas chapaleando en el barro, para las escenas de combate, en una selva tropical situada a 90 minutos y 461 curvas de montaña de Ponce. Contó las curvas el maquillador alemán que cada mañana construye una nueva nariz para que Jack Palance se aproxime a Fidel. La autenticidad es el signo de esta empresa; faltó la lluvia en la selva, pero el barro era demasiado veraz.
Hay, también, una verdadera novelería en el hecho de que Hollywood pretenda narrar la biografía de un enconado enemigo de los Estados Unidos (Guevara fue abatido el 8 de octubre de 1967, ya está terminado un film italiano sobre su vida, que protagoniza el español Francisco Rabal. Otros dos realizadores se zambullirán en el mismo tema: Franco Rossi y Tony Richardson.)
Se ignora si la producción de la Fox señalará las contradicciones internas del capitalismo o su invencible adaptabilidad; de todos modos, es difícil imaginarse a un estudio cubano filmando, par ejemplo, un melodrama llamado Rusk!.
El departamento de publicidad de la Fox, nervioso con Che!, subraya su "objetividad". Según un agente de prensa, "el guión se coloca, políticamente, a mitad de camino"; pero más que discutir las ideas políticas de Guevara; los responsables insisten en las cualidades del héroe: idealismo, dedicación, coraje, inteligencia, incorruptibilidad. "El Che era un inconformista, Castro no —opina Sharif—. Para Castro fue suficiente con llegar a La Habana y convertirse en Premier."
"Decir que el film es honesto ciento por ciento sería absurdo —añade Sharif, con espontaneidad—. Está pagado por un grupo de capitalistas. Sin embargo, mostrará al hombre como era: simpático; esa clase de persona a quien todos quisiéramos tener de amigo."
Sharif cree que el Che era lo contrario de un sentimental, y con la misma escasa sentimentalidad describe el fenómeno de la capitalista Fox invirtiendo dinero en el comunista Guevara. "Las nuevas generaciones son antinorteamericanas —diserta—.
Más bien, están contra el sistema norteamericano, y el Che fue el máximo opositor a los sistemas. En todas partes, mucha gente empieza a creer que es ésta la posición correcta." Así crecen los mercados del cine de USA.
Richard Fleischer, director de Che!, busca que "el film dé una sensación de documental; por eso usamos cámaras de mano y lentes de distancias". El libreto, según él, combina episodios dramatizados con entrevistas, donde distintas figuras juzgan al personaje. "Mi propósito —se explaya— es elaborar un estudio objetivo del carácter de un hombre complejo." El realizador de Compulsión y El fabuloso doctor Dolittle no tiene apuro en acabar la obra: "Lidiamos con uno de los fenómenos de nuestro tiempo. Por el momento es un gran símbolo para la juventud, pero no estoy tan seguro de que lo recuerden, en la misma medida, dentro de cinco años. No dejó una verdadera herencia, era un hombre sin sustancia, fue un gran perdedor".
Fleischer, cuya última obra es El estrangulador de Boston, coincide con Sharif: es necesario tratar a Guevara con simpatía. "Si el espectador, al abandonar el cine, se apiada del Che, me sentiré muy contento —prosigue—. Fue un idealista que murió por sus ideales, y eso para mí es importante. Pienso en el estrangulador de Boston: hizo cosas terribles, pero no era un monstruo, y uno termina sintiendo lástima por él. La compasión es una de las mayores virtudes humanas."

La saliva de Fidel
Jack Palance, de píe sobre un camión militar, fuma un cigarro en el domingo suburbano de Ponce, y espera el rodaje. La escena revivirá la entrada triunfal de Castro en La Habana. Los vendedores callejeros deambulan con sus helados teñidos con jugos de frutas. Un utilero distribuye banderines "26 de Julio", rojos y negros, para que la multitud los agite. Un precepto para fotografiar multitudes —y para la política— establece que los seres humanos tienden a agitar cualquier cosa que se les ponga en las manos.
"Vamos —arenga un asistente, a la muchedumbre, a través de un megáfono—. Vamos, ahora, ¡viva!" La gente vitorea, pero poco. Por la mañana temprano, los ayudantes de Fleischer habían vestido, barbado, armado y cigarreado a cien ciudadanos como guerrilleros (la cuenta de los cigarros suma 100 dólares diarios: son Roi-Tans, fabricados en USA, y cuestan diez centavos); otros 300 vecinos fueron contratados para hacer de vecinos. El equipo confiaba en que esos 400 extras atrajesen un alud de curiosos; sus esperanzas, no obstante, fracasaron.
Si se piensa que ésta es una entrada triunfal, hay que convenir en que resulta bastante íntima. Pero mucho se hará con sonido y montaje, para sugerir una vasta aglomeración. Si las películas, como dice Jean-Luc Godard, son la verdad a razón de 24 cuadros por segundo, también pueden engendrar igual cantidad de fraudes.
La toma siguiente muestra a Fidel encima de una plataforma, arengando al pueblo. Palance desarrolla una composición formidable, exacta, llena de bravura y de saliva, aunque su audiencia permanece muda, salvo una que otra risita. "Se le está cayendo el bigote", susurra. La cámara se detiene. El bigote es asegurado. Palance reanuda su letanía de antiyanquismos, en la pacífica plaza de Ponce. Los puertorriqueños siguen empeñados en no llevarle el apunte a las indicaciones que les formulan. De pronto, Palance descarga su puño sobre el borde de la tribuna. Este gesto es característico no solamente de Castro sino también del Gobernador electo de Puerto Rico, Luis A. Ferré. Los extras, por fin, rugen su aprobación.

El baile de los travestis
Al día siguiente, el último de la compañía en Puerto Rico antes de volver a Hollywood, 'Che!' se muda a la ciudad más vieja de la isla, San Germán. Aquí se filmará lo que otro agente de prensa llama "fragmentos de tipo atroz", para evidenciar cómo el régimen de Batista provocó su propia caída. Alguien pende, ahorcado, de la rama de un laurel, en la plaza Francisco Mariano Quiñones. Dos chicas vestidas de negro se cuelgan del cadáver. Los mirones aguardan hasta que Fleischer grita '¿Corten!', y después aplauden alegremente, como en el circo.
Otra escena incluye a mujeres de duelo, golpeadas y apaleadas por tropas de Batista. La mayoría de las enlutadas son del lugar y, bajo estrictas órdenes, sé hallan lejos de la refriega; quienes reciben el castigo son hombres vestidos con ropajes de viudas, con rouge y bombachas rosadas. Las cámaras ruedan, las tropas y los enlutados chocan, los garrotes de goma y las culatas de los rifles vuelan. Los travestís caen al suelo, como se había previsto, pero también lo hacen muchas mujeres del pueblo, arrastradas a la lucha por sus emociones desatadas.
A los espectadores les encanta este sórdido juego del opresor y la víctima, y aplauden con entusiasmo desde el otro lado de la plaza. Es un día de fiesta para la población, habitualmente mustia, de San Germán.

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Jack Palance y Omar Sharif


Fidel Castro y Che Guevara


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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