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crónicas del siglo pasado

 


No soy el carcelero de Ingrid
Roberto Rossellini, que se encontraba hace poco tiempo con toda su familia en Suecia, vuelve a evocar, en esta entrevista exclusiva, el debut italiano de Ingrid Bergman y las dificultades que encontró la famosa actriz en su nuevo ambiente. De paso se defiende contra la acusación de haber impedido a su mujer rodar películas con otros directores
por Máximo Mauri
fotos de Kary Lash

 


Revistero

 


 






 

 

LOS Rossellini se encuentran en Estocolmo desde hace más de un mes. Llegaron desde Barcelona, por tren, en forma tumultuosa: los suecos, asombrados y algo conmovidos, vieron bajar del coche, como torrentes en la primavera, niños, niñeras, valijas, bultos... Parecía que nunca iba a terminar. La "troupe" Rossellini consta de ocho unidades: papá, mamá, tres hijos, dos niñeras y un chofer. Al llegar a Estocolmo, sólo faltaba el chofer, que llegó al día siguiente manejando una Rolls-Royce color gris humo. La "troupe" iba a permanecer hasta mediados de marzo, antes de volver a emprender camino, en bloque, hacia el extremo sur, en demanda de Palermo, última etapa de la gran gira cumplida por Ingrid y Roberto para representar durante dos años "Juana de Arco en la hoguera".
Ingrid está muy cansada. Ha tenido una temporada agotadora. Aún no ve la hora en que podrá refugiarse en Santa Marinella con sus hijos. Espera poder descansar desde abril hasta fines de octubre. También la "familia" está cansada de tanto viajar. ¿Pero por qué Rossellini no viaja en avión? Nos contesta:
—Se trata de una promesa que me hice a mi mismo, en secreto, cuando nació Robertino, cuando me lo pusieron por primera vez en los brazos. Entonces me dije: "Desde hoy, nunca más volaré". Y he cumplido mi promesa. Desde aquel día viajo sólo en tren o en automóvil.

ROBERTINO DESCUBRE LA NIEVE
El 2 de febrero, Robertino cumplió cinco años. Cuando llegó a Estocolmo encontró la nieve. Por primera vez en su vida veía nieve, una nieve resistente, que no se derretía al contacto del suelo. Esa misma noche volvió al hotel con uno de sus bolsillos lleno de nieve medio derretida, sacó un puñado y la enseñó con aire de triunfo a las mellizas y a las niñeras, diciendo: "Miren".
Pero ahora la nieve ha desaparecido. Desde hace semanas, en Estocolmo brilla un sol romano y a Robertito no le interesa ya en nada Suecia. Dice su padre: 
—Ha viajado por media Europa, pero afirma que sólo le gusta Roma. Habla tres idiomas: el italiano y el francés, más o menos; el "romanche", a la perfección. ("Romanche" es un dialecto suizo fronterizo).
Suecia le gusta a Roberto Rossellini. Dice que en estos países nórdicos uno se siente protegido por la seriedad, la reserva, la cortesía y la honradez de la gente. Dice que en el Norte puede dormir largos sueños tranquilos. También a Ingrid, a pesar del cansancio por su actuación en "Juana de Arco en la hoguera", la estada le hace bien. En los primeros días estaba muy excitada: debía visitar a parientes y amigos, para presentarles a Robertino y las mellizas. Ahora ha terminado la agitación y el rostro de Ingrid está más compuesto. Para esta gran "amante" de la pantalla, la familia, a medida que pasan los años, se vuelve una razón de vida cada vez más exclusiva.
Pero creo que esto constituye, en cierto modo, un gran desquite de Ingrid y que ella se da perfectamente cuenta de ello. Un formidable desquite contra ciertas venenosas polémicas suscitadas hace varios años, del otro lado del Atlántico, en la época de su primera visita a Italia. Aquí, en Suecia, uno tiene la nítida impresión de que Ingrid, al rodearse de niños y niñeras, está tratando de demostrar cuan absurdas y malignas eran las cosas que se contaban entonces de ella. Le gusta llevar a pasear a Robertino, enseñar al niño los lugares donde su mamá pasó su infancia y adolescencia: el comercio de fotografía del abuelo, la pista de patinaje de Nybroplan, el Dramaten, donde ella fué alumna durante un año; el Strandvägen, con sus barcos blancos anclados entre los hielos como gaviotas en reposo. El sol resplandece, el frío es seco. La gente se detiene para mirar a la mamá y al hijo. Ingrid continúa su paseo contenta, con una ligera sonrisa en los ojos brillantes de orgullo. "Ha sido una larga batalla —dicen los ojos de Ingrid—, pero al fin la gané yo".

CRITICAS E INSULTOS
Pero los Rossellini tienen que ganar otra batalla, cuya suerte parece bastante incierta. También han llegado a Estocolmo algunos periodista italianos, cargados de críticas violentas, duras, enconadas. Esta vez Rossellini no quiere seguir callado. Hace algunos años que aguanta sin protestar. Pero esta vez las críticas han llegado al extremo, casi alcanzando el tono del insulto. Dice Rossellini, con una voz cargada de amargura infinita:
—¿Lo que me angustia es no poder nunca comprender cuándo verdaderamente me equivoco y en qué me equivoco. Siempre ha sido así: esperé un año para tener la certidumbre, la confirmación por parte del público y de al critica italiana, de que "Roma, ciudad abierta'' era una buena, excelente película. Para "Paisa" tuve que esperar dos años, dos largos años de amargo desconsuelo: por eso la quiero tanto a "Paisa".
Rossellini recuerda cómo se recibió a "Roma, ciudad abierta". Recuerda algunos comentarios que siguieron a la primera presentación en el Quirinal, de Roma: "Una película muy ordinaria"; "el director parece confundir la vida diaria con el arte"; "una película granguiñolesca", etc. En París la película obtuvo un éxito extraordinario. Pero transcurrió un año antes de que apareciera en Italia la primera retractación; y no por parte de un especialista, de un crítico oficial, sino de Mino Caudana, quien escribió un artículo titulado "Acto de contrición". Dice Rossellini:
—Debo reconocer que yo fui el primero en admitir que me había equivocado. Tal es la verdadera historia de "Roma, ciudad abierta", la historia de la manera en que el neorrealismo fué acogido en Italia por la critica oficial. Son éstas cosas harto conocidas, pero conviene recordarlas de vez en cuando. En el Festival de Cannes de 1945, cuando se presentó a "Roma, ciudad abierta", no había un solo crítico italiano en la sala.

PREMIO DE CONSOLACIÓN
Luego vino "Paisa". En Venecia. en 1947, obtuvo el premio de la ANICA, una especie de premio de consolación. A la mañana después de la presentación, Rossellini abrió un diario de Roma. El comentario comenzaba así: "La mente oscurecida del director...". Otros periódicos hablaban de "bocetismo", de "poblacho", de "complacencias en el dialecto". En Italia, durante un año entero, la película consiguió producir sólo siete millones. Se presentó también una petición de los propietarios de salas al Ministerio para impedir su distribución, por causa del "descrédito" que le iba a causar al país. Y más tarde, por segunda vez, en París, se produjo el éxito, imprevisto, tremendo. Dice Rossellini:
—Siempre fué así, aun para las otras películas que siguieron. Lea usted esta carta de un crítico francés.
Me alcanza una carta fechada el 28 de diciembre de 1954, que le fué dirigida a Barcelona desde París. Leo: "Viaje por Italia" es, quizás, con "I fioretti" (película sobre Francisco de Asís), su mas hermosa película y una de las más hermosas del mundo. Es ésta la primera vez que yo me doy cuenta, frente a una película, de que el cine es un arte capaz de "modernismo", tanto como, por ejemplo, la pintura. Su película tiene en el arte cinematográfico un lugar idéntico al que ocupa Matisse en la pintura moderna".

EL RENCOR DE LOS CRÍTICOS
—Por eso —concluye Rossellini— le decía al principio que no consigo nunca comprender cuándo me equivoco y cuándo estoy en lo justo. Por mi experiencia con la critica italiana, siempre necesito esperar al menos tres años para saber con certeza. Quisiera sinceramente comprender mis errores y, en cambio, me quedo embarazado, confuso, desorientado en cuanto al valor efectivo de mis películas. ¿Qué otra cosa podría hacer frente a juicios tan dispares como éstos? ¿Y cómo podría confiar directamente en una crítica que nunca se acordó de mis dos primeras películas. cuando hoy son reconocidas por unanimidad como dignas al menos de entrar en la historia del cine?
Rossellini hace una pausa, saca de la mesa dos grandes semanarios italianos, busca los comentarios de sendos críticos cinematográficos. Dice:
—Escuche lo que escribe éste sobre mi mujer —y comienza a leer—: "Rossellini ha llevado consigo en su decadencia —cada año más dramática— a Ingrid Bergman. Es una triste comprobación, pero en sus últimas películas Ingrid Bergman es la sombra de sí misma: transformada en un pasivo instrumento de dudosos experimentos de realismo cinematográfico, ha caído ya al nivel de una actriz "para quehaceres". Mal fotografiada y peor vestida, sin maquillaje y quizas también sin una preparación adecuada en cuanto a su actuación, Ingrid se mueve en el "set" con torpeza". Ahora —continúa Rossellini— escuche, en cambio, lo que dice Sacchi: "Verificamos en ''Paura" la presencia de un alma. En un momento en que el cine consta única y exclusivamente de físico, en el cual el busto ha llegado a ser el vehículo principal de la expresión dramática y se edifican celebridades sobre el arte de lo escultural, el hecho de encontrar un alma en la pantalla no es cosa de todos los días. Tal es aún Ingrid Bergman. En donde sea que aparezca, cualquier cosa que diga o haga, su paso por la pantalla deja ese misterioso halo, ese reflejo indistinto que constituye el signo con que, en materia de fotografía, se anuncia el espíritu". Y ahora, dígame usted lo que debemos pensar Ingrid y yo —agrega Rossellini—. No se trata de bueno o mal gusto, sino de saber quién tiene razón: ¿Sacchi o aquel otro?
Le pregunto cuál puede ser la razón de esta hostilidad, de esta especie de rencor de los críticos. Rossellini se encoge de hombros:
—En París —dice—, donde nos hemos detenido tres días, he cenado con algunos críticos, uno de ellos me ha dicho: "He vuelto a ver "Europa 51". Ya la había visto en Venecia, pero esta vez la encontré excelente". Otro me indicó: "Ya en Venecia me había gustado, aunque entonces yo había tenido que resistir las sugestiones del ambiente, cuya hostilidad sentía". Creo que la clave del misterio reside en esta última respuesta. La crítica puede ser por tendencia buena o mala. Resulta extraño decirlo, pero para mí la critica siempre pertenece a la segunda categoría, cuando, en cambio, le sucede lo contrario a Visconti. Para él la crítica es positiva desde un principio y negativa sólo para ciertas cosas muy particulares. Se dice de una película de Visconti: "Es algo admirable. Sólo se le puede reprochar esto o aquello". En cambio, cuando se trata de una película mía, se dice: "Está equivocado de punta a punta. Pero el principio está maravillosamente bien hecho y también el final es un trozo de gran dirección". Vea, para dar un ejemplo, el comentario de mi amigo Sacchi sobre "Paura".

UN DIRECTOR COHERENTE
Resulta difícil no darle la razón a Rossellini sobre este punto. Se le reprochará haberse colocado en un camino equivocado, pero él afirma que nunca cambió de camino y que es el hombre más coherente del mundo.
Aún se halla en el camino emprendido con "Roma, ciudad abierta" y "Paisa".
—Entonces —dice Rossellini— aquella dirección también estaba equivocada. "Alemania año cero", "I fioretti", "Viaje por Italia", siguen el mismo camino que "Roma, ciudad abierta". Se me podrá reprochar haber tenido éxito con esta última película y no con las otras, pero no por haber cambiado de ruta. Esto lo puede decir sólo una persona superficial, un critico despreciativo.
En esto también hay que reconocer que Rossellini tiene razón. Se encontró alguien para recordar cuántos millones había ganado en Italia la película "I fioretti", para poner de relieve la decadencia de Rossellini también desde el punto de vista de los ingresos. Pero en Norteamérica la película mencionada ha tenido un tremendo éxito de crítica. Y en cuanto a "Paura", a pesar del recibimiento negativo por parte de la crítica italiana, se han registrado curiosas reacciones en el público de la península: en la ""premiére" en Roma, varias mujeres no pudieron contener las lágrimas y lloraron desconsoladamente. Frente a semejantes contrastes resulta imposible arriesgar judos demasiado concisos o hablar de un "camino equivocado".

LA VIEJA HUELLA
Prosigue Rossellini:
—También me acusaron de ser una especie de carcelero de Ingrid y de no permitirle rodar películas con otros directores. Esto también es falso. Creo que una de las cosas que han resultado más saludables para nuestro cine fué la visita de Ingrid Bergman a Italia. Sin embargo, desde el momento en que llegó allí, no han hecho otra cosa que insultarla, indirectamente al principio, a través de mi; luego, aun directamente, en una forma realmente grosera. Como de costumbre, existe una leyenda en torno a las razones por las cuales Ingrid vino a visitarnos. Pero he aquí la verdad: Ingrid vio en Nueva York "Roma; ciudad abierta", y le gustó mucho. No dijo nada, porque es sueca, fría y reflexiva. Pero se acordó de mi nombre y esperó pacientemente una nueva prueba: ésta fué "Paisa", y entonces Ingrid me escribió. Estaba harta de Hollywood, de lo que le hacían hacer allí. Me escribió esto: "Si necesitan en Italia a una actriz que sepa hablar sueco y un poco de inglés y de francés, me pueden llamar". Así, pues, vino e hizo "Stromboli". Vino para deshacerse de Hollywood, del comercialismo. ¿Y yo podía, entonces, hacerle interpretar acaso alguna buena película comercial? ¿O debía darle lo que ella quería, aquello por lo cual ella se había ido a Norteamérica? Ingrid es una mujer de carácter muy fuerte, muy decidida, siete veces más fuerte que yo. Si le hubiese gustado hacer lo que se le daba la gana, yo no hubiera sido capaz de disuadirla, sin la menor duda. ¿Pero sabe usted lo que pusieron los "otros", desde el momento en que se hallaba en Italia?
He aquí los títulos: "Cavalleria Rusticana", "La hija de lorio", "La condesa Mara" y, finalmente, "Elena de Troya". Recibió sólo dos propuestas serias: "La llamarada" —pero en aquel tiempo esperaba a las mellizas y forzosamente no se pudo concretar nada—, y "Senso", con Visconti Pero, después de leer su papel, Ingrid no lo sintió: nuestro "Risorgimento" no le decía nada, no lo entendía. Su cultura es demasiado diferente. Fué ella quien decidió rechazar el papel, y yo no le dije ni una palabra.
¿Cuáles son los proyectos de la pareja Bergman-Rossellini para los próximos meses? Ingrid tiene uno solo: descansar hasta el otoño. Durante la primavera Roberto irá probablemente a España para dirigir allí un par de películas. Con toda posibilidad una será basada en "Carmen", de Mérimée. "No la de Bizet", subraya Rossellini. En la "Carmen" de Mérimée no hay esa pacotilla folklórica hecha de corridas y flamencos, sino sólo la historia de aquella estupenda muchacha que, siendo muy joven, tiene conciencia de poseer en su belleza la llave que abre puertas infinitas. "Una historia típicamente neorrealista —dice tranquilamente Rossellini—. La organización cinematográfica española es elemental: trabajaré sólo con actores tomados de la calle. Como usted puede ver, sigo la vieja y muy antigua huella de siempre."

UNA BATALLA GANADA
Ha desaparecido la amargura en la voz de Rossellini. Tiene por delante una nueva temporada de trabajo, nuevas experiencias, nuevas tentativas: el pasado, las críticas, ya no tienen importancia. Dice:
—Todo el cine mío es un experimento, una búsqueda de caminos nuevos, de medios de expresión más inmediatos y más verdaderos. Me encuentro siempre sobre la línea recta de "Roma, ciudad abierta", "Alemania año cero", "I fioretti". No me he apartado de esa linea, aunque haya podido equivocarme. Tengo una numerosa familia: ¿acaso cree usted que Ingrid y yo no podríamos "hacer dinero" si quisiéramos? Bastaría con que Ingrid acepte una "Condesa Mara" o "Cavallería Rusticana" cualquiera. O también que acepte volver a Hollywood por un par de años. Pero Ingrid no quiere saber nada de ello. Se escapó a Italia justamente para dejar todo esto, porque sabía que yo nunca hubiera podido darle o imponerle nada semejante.
Y Rossellini concluye esta larga entrevista:
—A veces, para consolarme, me dice Ingrid, hablando también de sí misma: "No te preocupes, nadie es profeta en su tierra".
En realidad, un diario sueco comentó en forma burlona el hecho de que Ingrid Bergman ganaba siete mil coronas por noche por su actuación en "Juana de Arco en la hoguera". Es una cifra enorme para los suecos. Pero Ingrid no se dio por aludida. Para ella es una tremenda felicidad llevar a pasear a sus hijos por las calles de Estocolmo. Sabe que ha ganado una batalla, y tiene la seguridad de poder ganar también la segunda.

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04/1955