Revista Periscopio
28.04.1970 |
"Vicentico es un tipo chévere, pero últimamente
no hacía otra cosa que dar cranque; ahora, Fidel le rompió el
pasodoble", comentó uno de los 300 mil cubanos de Miami, a la hora
en que el comercio de Flagler y Ocho entorna las puertas y las
discusiones arrebatan a los exilados.
Fue el domingo 19, poco después del mensaje que Fidel Castro dirigió
al pueblo cubano dando cuenta de una expedición de "mercenarios
procedentes
de los Estados Unidos, equipada con modernas armas automáticas del
Ejército yanqui", que había desembarcado el viernes 17. Se trataba
de un grupo de dimensiones inciertas, que escogió la cercanía de un
río, a 22 kilómetros de la pequeña ciudad de Baracoa, en la
provincia de Oriente. El contingente fue detectado por el Ejército,
que entabló combates con los invasores, matando a dos, capturando a
otros dos, y recogiendo sobre el terreno dos fusiles automáticos,
cargas de explosivos plásticos y millares de municiones. Los
castristas perdieron cinco hombres, dos soldados regulares y tres
milicianos.
Vicentico es Vicente Méndez, un veterano guajiro de 39 años, que
pertenece a la nebulosa masa de hombres violentos que afirma haber
estado junto a Castro contra Batista, y ahora conspira desde los
Estados Unidos para derrocar al régimen castrista. Tiene un puñado
de amigos que opera bajo el rótulo Alpha 66, y su pasión es dar
cranque, incitar. El año pasado envió un telegrama a Castro
haciéndole saber que se proponía invadir la isla en las siguientes
semanas; así lo hizo, pero el 29 de diciembre su chalupa repleta de
aventureros armados naufragó en aguas cubanas, donde los recogieron
los patrulleros navales de la base norteamericana de Guantánamo. La
obsesión de Méndez es que no lo tomen por guayabera, y los
mentirosos han desacreditado tanto la vida política del exilio que
hasta los topetazos insensatos como las expediciones del Alpha 66
provocan paros cardíacos en la "pequeña Habana" de Miami.
Allí fue donde Vicentico dijo a Dulce María, su esposa morena de
ojos lánguidos: "Voy a Cuba. No llores. Dáme ánimo". El miércoles
22, ella estaba llorosa, aunque alentaba una esperanza: "Si ha
llegado a las montañas —dijo—, va a ser difícil encontrarlo, porque
conoce muy bien esa zona". Los camaradas de Alpha 66, sin embargo,
en otro lugar de Miami reclamaban el apoyo de los demócratas del
mundo entero para "derribar al régimen comunista" de la isla,
"aunque no se pretenden tropas de los Estados Unidos". El alegato
tuvo el propósito de "recordar" a los gobernantes de USA y de otros
países latinoamericanos que muchas veces habían prometido que
"respaldarían, ayudarían y auxiliarían cualquier revolución interior
del pueblo de Cuba".
Por el momento, sin embargo, la "revolución interior" no parece a
punto de ocurrir. El Departamento de Estado se negó a comentar la
cuestión, pero su portavoz no parecía muy convencido de que
Vicentico haya echado pie a tierra y establecido dos frentes en las
estribaciones orientales de la isla.
Periódicamente el exilio se agita con la sensación de que Castro
pierde terreno y que el pueblo podría volverse en su contra. El día
antes de que Vicentico saliera a la mar, con sus largas patillas
hasta debajo de las orejas y un impresionante sombrero tejano, otro
cubano, José de la Torriente, había declarado al Miami News que "el
95 por ciento del pueblo está contra Castro, incluyendo su
Ejército". De la Torriente, que pertenece a una familia de próceres
tan amplia que hasta dio un comandante de las brigadas
internacionales de la guerra de España, creía que Castro "contará
sólo con 4 ó 5.000 hombres que lucharán; eso será todo, y quizá ni
siquiera lleguen a ese número5'. "Espero un gran levantamiento",
concluyó.
Pero Diego Medina, public-relations de Alpha 66, era menos optimista
el jueves 23. "Tengo fe de que Vicentico no está muerto. Fidel lo
habría dicho, ¿no le parece?" Castro, por su parte, reiteró que no
habrá piedad para los invasores, y "los que no mueran peleando serán
ejecutados por pelotones de fusilamiento". En su homenaje verbal de
tres horas a Lenin, el Primer Ministro sostuvo que el desembarco fue
tramado en Guantánamo; también pronosticó que desde la misma base,
este año se lanzarán otras invasiones. Un vocero del Departamento de
Estado negó, el jueves 23, las imputaciones del gobierno de La
Habana.
Pero Fidel no hizo caso y afirmó que "los promotores de esta nueva
agresión están repitiendo los mismos cuentos, el ridículo concepto
de que cuando desembarquen serán recibidos con flores". Informó,
simplemente, que los espera de nuevo.
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Fidel Castro |
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