Volver al Indice

crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE TODAS PARTES


Después de Indira, la crisis

Revista Somos
noviembre 1984

un aporte de Riqui de Ituzaingó

 

La hija de Nehru fue muerta y cremada. Al mediodía (4 de la madrugada del sábado en Argentina) la cureña se puso en marcha desde el Palacio Teenmurti hasta la orilla del río Jamuna. Adelante iban Rajiv Gandhi —el nuevo primer ministro de la India— y los jefes de las tres fuerzas armadas. Los seguía una escolta de 175 militares y más de un millón de personas. Junto al río Jamuna, 115 técnicos y 745 obreros acababan de levantar la pira. Delegaciones de 70 países extranjeros y de 30 organismos internacionales asistieron a sus exequias al pie de la plataforma. A las 4 de la tarde Rajiv tomó la antorcha y prendió fuego a la pira de madera de sándalo. "Mientras el sol brille Indira está viva" gritaban los hindúes. Y la hoguera ardió durante cuatro horas hasta la caída del sol.


Ahora, hasta para los hindúes —cuya tradición señala que el alma recién se eleva al cielo por la noche, después de la cremación— Indira Gandhi está muerta. La India y el mundo se preguntan qué habrá de sobrevenir de aquí en más. ¿Seguirá Rajiv los pasos de su madre o habrá cambios? ¿Será la crisis? "Todo el mundo sabe que este hombre honesto y de buena voluntad no posee el mismo talento político que poseía Indira. Y si en India no es respetado tampoco será respetado internacionalmente", pronosticó ante SOMOS Kisshore Kamboj, el mejor especialista político de Nueva Delhi. Pero el embajador argentino en la India, Fernando Fernández Escalante —amigo personal de la Gandhi desde 1976— trazó otro cuadro de situación: "Creo que Rajiv ganará las próximas elecciones. El Partido del Congreso, que ella fundó, ya tenía asegurada la victoria. Pero la de Rajiv va a ser ahora todavía mayor debido, precisamente, al shock que sufrió la población con el asesinato de su madre".
Pero más allá del mero triunfo electoral —que aún está por verse— interesa saber qué podrá hacer un hombre apenas preparado en política (era piloto hasta hace poco) para conducir a una nación con 730 millones de habitantes, que hablan en 17 idiomas oficializados y 844 lenguas y dialectos regionales, que practican no menos de 500 cultos diferentes, que descienden de una extraordinaria complejidad racial y que padecen una estructura social de castas tan rígida que —pese a la nueva Constitución, que lo prohíbe— discrimina todavía a 120 millones de intocables.
Si la situación interna de la India es complicada —se pronostica que para el año 2000 tendrá 1.000 millones de habitantes, quedará exhausta en petróleo y su única esperanza será el desarrollo de la energía nuclear— no lo es menos lograr mantener el delicado equilibrio internacional en que se encuentra. "El arte de conducir los asuntos exteriores de un país reside en la búsqueda de lo que es más ventajoso para ese país'', solía decir el fundador de la India Independiente, Jawaharlal Nehru, en 1947. Treinta y seis años después, el 6 de marzo de 1983, cuando acababa de ser elegida presidente del Movimiento de los No Alineados, ante preguntas relativas a sus poco claras relaciones con Estados Unidos y la Unión Soviética, su hija declaraba enérgicamente: "No tenemos aliados ni enemigos naturales''. De este modo Indira Gandhi volvía a expresar la continuidad de una política que muchas veces defendía apelando a esta fórmula: "La India no es prosoviética ni pronorteamericana, es prolndia". Pero hoy, cuando sus cenizas son enviadas en 22 urnas a cada una de las capitales estatales para permitir que el pueblo le rinda su último tributo (luego serán esparcidas por las cumbres nevadas del Himalaya) la palabra crisis acaba de ponerle puntos suspensivos al prolndia. Mil cien muertos lo certifican. Y la pregunta es: ¿qué pasará de ahora en más con el Movimiento de los Países No Alineados? De acuerdo con los reglamentos, lo presidirá Rajiv Gandhi hasta 1986. Si puede.
Ana María Bertolini
Informe: Ana Barón (enviada especial a Nueva Delhi)
Fotos: Gamma

 

Google
Web www.magicasruinas.com.ar