Ángela Davis
"Mi lucha por la liberación racial"

 

 

 

 

 

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Enviada por Panorama a USA, Irene Hirsch entrevistó en la cárcel a Ángela Davis.
El viaje en auto desde Berkeley, California, hasta el vecino pueblo de San Rafael, no demora más de media hora, en medio de hermosos paisajes cercanos a San Francisco. Sin embargo, el trayecto se hace opresivo. Al cruzar el puente que conecta la bahía de Berkeley con el distrito de San Rafael, en la zona que se denomina Marin County —uno de los condados más ricos y conservadores de California—, se encuentra la cárcel de Marin. Allí, alojada en una celda individual, en reclusión solitaria desde hace unos 5 meses, se halla Angela Davis, una de las mujeres más brillantes a nivel intelectual y también una de las más rebeldes de la joven generación negra de USA.
La causa de su prisión es oscura como la piel de sus hermanos de raza. Legalmente, su supuesto delito consiste en ser propietaria de las armas que usara Jonathan Jackson, su amigo y acompañante ocasional, durante el revuelo de la cárcel de San Rafael, durante el cual fueron acribillados un juez de la Corte y 3 convictos que habían sido arrastrados como rehenes. Esto sucedió en agosto de 1970. Jackson (17) imaginó con su acto desesperado liberar a su hermano mayor George, encerrado desde 10 años atrás bajo acusación de haber robado 70 dólares en una estación de servicio. Su caso, célebre por la rebeldía que desplegó George Jackson en la cárcel, se conoce como el de "los hermanos Soledad".
El juicio, cuya iniciación —repetidas veces aplazada— se inicia en estos días, fue cuidadosamente analizado para la prensa por los abogados de la defensa: John J. Abt, Howard Moore, Margaret Burnham, Allan Brodsky, Mike Tigar y Dennis Roberts. Éste es su resumen: "Ángela Davis está acusada de incurrir en 4 ofensas capitales en San Rafael, cuando numerosos guardias dispararon sobre una camioneta que ocupaban varios presos y 4 rehenes. Durante el tiroteo que se produjo a raíz del intento de fuga, 4 personas perdieron la vida. Dado que no existe evidencia directa contra la Davis, excepto la posible complicidad, las autoridades están dispuestas a recalcar su rol de agitadora estudiantil, comunista y negra". Sólo así se explica que Ángela fuese la tercera mujer que en la historia de USA ingresó a la temible lista del FBI de "las 10 personas más buscadas". Se citan también las únicas evidencias que posee la Corte de Marin County para el juicio:
• Que Ángela solicitó permiso (negado) para visitar a George Jackson.
• Que fue vista y fotografiada por personal de la policía de Los Ángeles en compañía de Jonathan Jackson (muerto durante el tiroteo).
• Que adquiriera 4 armas de fuego en un período de 3 años, las mismas que usara Jackson. Sin embargo, aclara Abt, "Ángela jamás ocultó su identidad, y las armas fueron compradas con su propio nombre. A tal punto que uno de los vendedores la reconoció, pidiéndole un autógrafo. Por otra parte no existe una ley que prohíba la venta de armas, siempre que se realice abiertamente".
Jerry Halliman, abogado que integra uno de los numerosos comités pro Ángela, ante una consulta de Panorama resumió el caso así: "Aunque ella no esté acusada específicamente de haber cometido un crimen, sino en todo caso de complicidad directa, será juzgada por asesinato, lo que lleva implícita una pena de muerte. Pero, para declararla culpable, es necesario poder probar que ella sabía lo que pasaba en la mente de Jonathan Jackson".

EL PASADO. Quizá sea imprescindible rastrear el pasado de Ángela para entender las sutiles trasformaciones que poco a poco lograron alterar su serena postura intelectual. Después de todo las tres cuartas partes de su vida trascurrieron al amparo de estudios académicos, lejos de los compromisos dé la lucha política. No parece casual que sus primeros conatos de rebeldía —participación activa en meetings estudiantiles defensa de Panteras Negras encarcelados— los haya iniciado a mediados de 1969, al sentirse perseguida ella misma. Después de serle adjudicada la cátedra de Filosofía en la Universidad de California (UCLA), el estricto Consejo de Regentes universitarios trató por todos los medios de rescindirle el contrato debido a su filiación política, lográndolo a mediados de 1970.
Un profesor amigo supone que "el ingreso de la Davis a las filas del partido Comunista se verifica después de profundas cavilaciones, y empujada por una severa racionalización, más que por un impulso descontrolado". Sin embargo, nunca integró las filas de los Panteras Negras, aunque los defendiese; posiblemente porque sus actuaciones fuesen demasiado drásticas y violentas para una mujer de formación académica a la europea. Ella recién conoció el liderazgo cuando tuvo que asumir directamente las circunstancias de su despido como profesora.
Su historia comienza hace 27 años, en el corazón del deep south, donde desde niña aprende a identificar el racismo con los blancos, el sonido de bombas con la muerte. Como ocurrió en 1963, cuando 4 niñas negras murieron carbonizadas durante la explosión de una iglesia en su ciudad natal, Ángela pertenecía, sin embargo, a ese escaso grupo de familias de color de clase media (su madre, profesora; su padre, próspero comerciante) cuyo ideal era lograr una cultura blanca.
Su paso por los mejores centros de enseñanza ilustra ese trayecto. A los 15 años gana una beca para una exclusiva escuela secundaria de Nueva York. De allí emerge una joven hermosa pero apocada, interesada fundamentalmente en la literatura francesa. En esta materia se especializa merced a su segunda beca, esta vez para la destacada Universidad de Brandéis, también neoyorkina. Entonces escribe un ensayo sobre la obra del escritor francés Allain Robee-Grillet, premiado con un año de estudios en La Sorbonne.
De vuelta a Brandeis elige filosofía como materia complementaria para su último año. El titular de la cátedra es Herbert Marcuse, el filósofo marxista de origen alemán erigido después (1968) como abanderado de la rebeldía estudiantil. Marcuse seguramente influye en la elección por parte de la Davis de un claustro alemán para completar sus estudios de graduada. Su 'summa cum laude' le permite recibir otra beca, ahora para la Universidad Goethe, en Frankfurt. Quizás allí por primera vez se atisbe el cambio; participa en activas manifestaciones contra la guerra de Vietnam y al mismo tiempo elige formular su tesis doctoral sobre el concepto filosófico de la libertad formulado por Kant, en la medida en que pudiese ser aplicado al movimiento de liberación de su raza.
Cuando en 1967 vuelve a USA decide inscribirse en los cursos que dicta Marcuse en San Diego. Allí comprende que para sobrevivir en medio de la sociedad blanca que la acepta, pero rechaza a sus hermanos, necesita comprometerse ante ellos. De esa toma de conciencia data su afiliación al partido comunista, que luego se encadena a una secuencia que termina por conducirla, en octubre de 1970, a una prisión de Nueva York, después de una virtual cacería por todo el país. David Poindexter (37), el atractivo mulato que la acompañaba en el motel donde la hallaron, es militante comunista desde 1952. Considerado cómplice de la fuga interestatal, salió bajo fianza tras oblar su madre 100 mil dólares. En libertad, sigue promoviendo la defensa de su amiga. "Es inocente —proclama— y, además, un ser maravilloso."

LOS TRABAJOS DEL COMITÉ, La ciudad de Oakland, en California, se caracteriza principalmente por 2 hechos: de sus 400 mil habitantes, una amplia mayoría es de color; además limita con la más cuidada y culta (también más blanca) ciudad de Berkeley. No hay en Oakland, sin embargo, trazas del ghetto. Sobre las anchas calles pobladas de árboles se dejan entrever hileras de casitas bajas, correctas, con césped al frente. En una de esas casas vive una joven negra (28), que suma a sus desvelos de madre y ama de casa las agotadoras funciones de coordinadora general del comité californiano pro defensa de Ángela Davis. Se llama Cassandra Davis (el apellido es una coincidencia) y analiza cuidadosamente las declaraciones que formula a Panorama:
"Antes que nada, no podemos permitir que opiniones parcializadas distorsionen la realidad, quebrando el apoyo masivo popular de blancos y negros de todas las ideologías que nos dan su respaldo." "Todos, menos los conservadores", sonríe, "El partido Comunista, por ejemplo, está totalmente en contra de las tácticas violentas que empleara Jonathan Jackson, pero, apoya totalmente a Ángela, que nunca recurrió a la violencia. Nuestro comité, esencialmente pacifico, funciona a base de comunicados y conferencias que consisten tan sólo en explicar la injusticia básica del sistema penal norteamericano, que convierte en presos políticos a inocentes cuando sus puntos de vista discrepan con el establishment. Si así no fuera, no se justificaría el tremendo impacto que la encarcelación de Ángela provocara en tanta gente, en todo el mundo. A la carta de adhesión de 50 sabios soviéticos y de .profesores alemanes se acaba de sumar una nueva: un comité artístico norteamericano, que entre otros componen nada menos que Elliot Gould, Donald Sutherland, Carrei Snodgress, Paul Mazursky, Dalton Trumbo, Jane Fonda y Marke Lane. Su mensaje aparece encabezado por una cita de Pablo Casals: «Un artista, para mí, está obligado a tomar partido, aunque entrañe cualquier tipo de sacrificio, mientras la dignidad humana esté comprometida». Nosotros tomamos partido."
Las calcomanías Free Ángela decoran las ventanillas de casi todos los autos en Oakland y en Berkeley. Por la calle los peatones se paran para comprar afiches con el retrato de la Davis y esas sumas recolectadas pasan luego a los fondos del comité. Cassandra continúa: "Por ahora nos preocupa solucionar 2 problemas fundamentales: lograr que Angela sea juzgada con absoluta imparcialidad —nada fácil en un Estado conservador como éste—, y pedir su libertad bajo fianza, ya que es inocente". La segunda premisa es casi imposible: el Estado no ha mencionado siquiera una suma, ya que Angela será juzgada por ofensa capital.
La propia Cassandra Davis intercede para que Ángela conceda una entrevista a Panorama; su empecinada negativa a enfrentarse con los "representantes de la prensa burguesa, que generalmente sólo tergiversan los hechos", es una barrera que franquea la coordinadora. Frente a Una pequeña cabina individual está Ángela Davis. Vestida de grueso lino verde claro, lleva un sweater negro sobre los hombros. Es muy hermosa, pálida, de un color té con leche, ostenta con orgullo su origen racial en su peinado afro. Alza el auricular, muestra una sonrisa triste, y después de un tímido saludo personal, habla:
"Lamentablemente yo sé mejor que usted lo poco que duran 20 minutos. Es preferible entonces que yo le aclare mi postura política y luego usted me hará las preguntas que le interesen. Mi mayor preocupación consiste en no separar mi caso del de muchos prisioneros políticos negros como yo, presos en tantas cárceles de USA. No es casual el hecho de que el 30 por ciento de la población carcelaria en este país sea de color, mientras que los negros participan en el total de habitantes con sólo el 15 por ciento. Este dato es claramente indicativo del racismo inherente al sistema judicial norteamericano. Por eso mi causa es la causa de mis hermanos de raza. De allí la absoluta necesidad de un movimiento de liberación encabezado por los trabajadores negros y orientado hacia la destrucción de la estructura capitalista. Claro que cada vez resulta más difícil hablar de un movimiento de liberación coherente, debido a la represión masiva cada vez más violenta hacia los negros en USA."
PANORAMA: —¿Cuál es su actitud ante la represión?
A. D.: —Trato de no asumir una actitud egoísta. Me sería fácil contentarme con el apoyo que concita mi caso personal, no solamente en mi país sino también en el exterior. Desde hace meses recibo un promedio de 100 a 200 cartas de adhesión. Pero quiero dejar bien en claro que mi lucha es la de todos los prisioneros políticos. Me siento especialmente identificada con Ruchelle Magee (único sobreviviente del ataque armado de Jackson) y con George Jackson, preso solamente por las ideas de liberación que logró trasmitir a los demás prisioneros. Por otra parte, es lamentable reconocer que mucha gente de mi raza se ve obligada a tener que robar porque es su única chance de supervivencia dadas las injustas condiciones económicas presentes.
—¿Por qué el Consejo de la Universidad le rescindió su contrato?
—Sé que perdí mi puesto en la universidad por las implicancias políticas que significaba mantener en el staff a una profesora comunista. Y porque me permití contestar al Consejo que, efectivamente, era comunista y que negaba la validez de la quinta enmienda constitucional contra la incriminación personal, porque mis creencias políticas no me incriminan a mí, sino más bien a los Nixon, a los Agnew y a los Reagan de este país. Por otra parte, mi lucha política y racial no tendría sentido si yo no hubiese tratado de combatir el racismo en la universidad. Después de todo, justicia y ecuanimidad no son más que hermosos conceptos que decoran el sistema de los burgueses y que evidentemente sirven para establecer la igualdad entre ellos, pero no entre el pueblo. Por otra parte, la única manera de desenmascarar la irrealidad de esos conceptos es a través de una lucha masiva para extender los derechos a todos, demostrando que no nos sentiremos satisfechos hasta que esos derechos sean totalmente igualitarios.
—¿Cuál es su situación actual dentro de la cárcel?
—Se me tiene en confinamiento solitario aunque me haya declarado inocente, ya que para la ley de California estoy acusada de un delito capital. No me es permitido conversar con otras presas, ni salir a caminar en los horarios de recreo. Pero lo que más lamento es el estricto y absurdo control que se ejerce sobre mi material de lectura. He pedido que se me permita traer mis libros para terminar mi tesis doctoral. Todavía no los tengo conmigo.
—¿Se interesa por los problemas de América latina?
—Si, aunque desconozco muchos de esos problemas. Pero siento fuertes lazos de solidaridad con los pueblos latinoamericanos, porque nos identifican males parecidos. Allí, como en África o en USA, ha existido siempre el racismo. Además estuve viviendo 2 meses en Cuba hace un año y medio, cortando caña entre otras cosas. Fue allí donde vi claramente la necesidad de combatir simultáneamente el racismo y el capitalismo. Aquí se trata sistemáticamente de desvirtuar la imagen del esfuerzo que hacen los cubanos por llevar adelante sus ideas. Esta es una de las causas por las que me niego a enfrentarme a la prensa burguesa de mi país —con excepción de la revista Ramparts, izquierdista— por su distorsión continua y lapidaria de los hechos. El sistema en sí no es justo, ni al presentar los hechos, ni al negarse a desentrañar la verdadera causa de los hechos.
—¿Cómo fue el proceso que la acercó al partido Comunista?
—La decisión de afiliarme al partido Comunista surgió de mi convencimiento de que el único camino abierto para la liberación de mis hermanos de color es aquel que lleva a derrocar a la clase capitalista y a todos los múltiples apéndices institucionales de poder en este país, que por ahora aseguran la posibilidad de explotar a las masas y mantener esclavos a los negros. Una vez convencida de la necesidad de emplear los principios del marxismo-leninismo en la lucha por la liberación, decidí integrar el club Che-Lumumba, una célula negra del partido en Los Angeles, comprometida en difundir el marxismo entre la gente de color. Uno de los objetivos es derivar hacia una sociedad socialista y por lo tanto, no sólo liberar a nuestra propia gente sino también a todos los olvidados de USA. Otro objetivo es reconocer el carácter internacional de esta revolución, especialmente ahora, en que la batalla contra los imperialistas de mi país se está librando en muchos frentes del mundo: Indochina, África, Asia y América latina.
—¿Cómo ve el problema de la alianza entre blancos y negros?
—Todo lo que puedo decir, que no es mucho en este momento (el tiempo de la visita llega a su fin), es que para que la alianza entre negros y blancos sea efectiva, será imprescindible para los blancos entender que la necesidad primordial es combatir el racismo en todos los niveles.
Las declaraciones de Ángela Davis acaso explican el resultado final de un conflicto que la obligó a elegir el mundo —peligroso, difícil y casi siempre violento— de sus hermanos de color. Una opción que para ella no tiene retorno. 

Marcuse: "Mi mejor alumna"
"Fue mi alumna de filosofía más distinguida en todos mis años de profesor", dijo alguna vez Herbert Marcuse (72), de Ángela Davis. Dos mil estudiantes se agolparon en el aula de la Universidad de California cuando Marcuse pronunció una conferencia festejando el 27 cumpleaños de Ángela. Visitado por Panorama en su severa oficina, el profesor es contundente: "Ella no es culpable". Lentamente, con pesada dicción germana, Marcuse declara: "Creo que lo más importante en este momento es conseguir su libertad bajo fianza. Me siento absolutamente identificado con su situación y acabo de visitarla en San Rafael, hace una semana. La encontré igual que siempre, llena de sinceridad, de confianza y de serenidad. Tiene un calor humano y una energía muy especiales, que yo conozco desde que asistía a mis clases de filosofía. Sólo físicamente está desmejorada; después de todo la cárcel no es el mejor lugar para estar. Por otra parte, su tremenda lucidez le permite enfrentarse también en forma excepcional con los aspectos legales de su caso. Evidentemente, a pesar de estar acusada de asesinato, es imposible qué se le dé la pena de muerte, por las repercusiones políticas que semejante injusticia podría desencadenar. Lo que sí es posible es que se la declare culpable y tenga que cumplir una condena. Pero también eso causaría repudio popular a todo nivel, nacional e internacional".
PANORAMA, MARZO 30, 1971
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