Vietnam o el filo de la navaja


Johnson y su equipo acrecen el "escalonamiento" (al lado, McNamara, enfrente, Lodge

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Desde hace quince días, artistas de cine y el show-business distraen a las tropas norteamericanas en Vietnam: no se necesita más para inferir que los Estados Unidos están, por fin, en guerra formal contra el gobierno norvietnamita del Presidente Ho Chi Minh. Cuando USA apela a sus cómicos, la situación es seria.
Walter Lippmann escribía la semana pasada en Newsweek: "Esta guerra se vuelve diferente de la que se libró bajo las Administraciones Eisenhower y Kennedy y, hasta hace poco, bajo la del propio Johnson. Era una guerra entre vietnamitas, en la cual los Estados Unidos ayudaban a quienes adherían al gobierno de Saigón. Ahora está por convertirse en una guerra sostenida por el gobierno de los Estados Unidos, con soldados norteamericanos secundados por lo que queda de las fuerzas de Saigón."
Durante los días previos al artículo de Lippmann, el Presidente Johnson había deliberado con sus principales asesores para poner a punto la estrategia norteamericana, después de la última visita de Robert McNamara, Secretario de Defensa, a Saigón, y del reemplazo del Embajador Maxwell Taylor por Henry Cabot Lodge. Por fin, el miércoles 28 de julio anunció que el contingente de USA en Vietnam pasaría de 75 a 125.000 hombres y que se reclutarían conscriptos a razón de 35.000 por mes.
"Nuestro propósito en Vietnam —indicaba Johnson el 17 de febrero último— es unirnos a la defensa y protección de la libertad de un pueblo valeroso..." Cinco meses después, este concepto ya es inactual. El gobierno de los Estados Unidos no es aliado de Vietnam del Sur; es el verdadero contrincante de Vietnam del Norte.
La propaganda norteamericana sostiene que "Hanoi suministra el personal clave para la agresión armada contra Vietnam del Sur". Los principales aliados de Washington —Gran Bretaña, Francia, la República Federal Alemana— no comparten esta opinión. Es probable que estén peor informados que los servicios de inteligencia de USA.
Pero aun admitiendo que son el Presidente Ho Chi Minh y el general Giap quienes, en Vietnam del Sur, tienen a raya a la primera potencia militar de la historia, quedaría aún por explicar por qué la intervención norvietnamita ha logrado, indiscutiblemente, un apoyo interno mucho más sólido que la intervención norteamericana.
El hecho es que actualmente el país está en manos del Vietcong en una proporción superior al 75 por ciento, y que los Estados Unidos sólo logran retener, a duras penas, el control de las principales ciudades.

Las bombas de la trampa
Hace tres semanas, el coronel Pham Ngoc Thao fue acribillado en un bosque por soldados de Vietnam del Sur. Era uno de los más prestigiosos jefes del Ejército survietnamita. Sus actividades fueron consideradas peligrosas por las autoridades de Saigón, que lo enviaron a la Embajada en USA, como agregado de prensa, al promediar 1964.
A fines, de ese año, Thao dejó a su mujer y sus seis hijos en Washington y desapareció. Se supo de él en febrero, el 19, cuando encabezó un golpe de Estado contra el general Nguyen Khanh, su antiguo jefe. La sedición fracasó en cuestión de horas, porque los tanques y los batallones que respondían a Thao no lograron el apoyo de otras fuerzas, ni siquiera el de la misión militar de USA.
Desde entonces, Thao fue un fugitivo; un día antes de su muerte, Lloyd Norman, corresponsal de Newsweek en el Pentágono y amigo del coronel, recibió una carta, fechada el 4 de junio cerca de Saigón, donde se hacen atrayentes apreciaciones sobre la actualidad:
"Una cierta forma de socialismo humanitario es indispensable (en Vietnam). Si temen esta palabra, utilicen la que les plazca. Se trata esencialmente, de una profunda reforma social, y deben comenzar con la reforma agraria. Políticamente, debemos reconocer que la resistencia contra Francia fue para nosotros una guerra nacionalista. Por lo tanto, los elementos de la resistencia merecen estar en el gobierno, y nadie debe temer las tendencias socialistas o izquierdistas de estos nuevos hombres. Cuentan con la confianza del pueblo, y si USA los respalda sinceramente vencerán al comunismo.
"Cuantos más aviones y bombas envíen ustedes más prestigio perderán en Vietnam del Sur y en el Sudeste Asiático... La táctica de hombres como Diem, Khanh y Quat es siempre la misma: identificar a la oposición con el comunismo. El peligro es que los Estados Unidos están cayendo también en esa trampa. No somos comunistas, somos nacionalistas. Estoy seguro de que, finalmente, triunfaremos, con la ayuda de los norteamericanos inclusive la Agencia Central de Inteligencia (CÍA)."
De alguna manera, Thao (43 años, tercera generación de católicos) adelantaba la realidad de hoy: la guerra civil de su patria ha dejado de ser tal; como la de Corea, degeneró en guerra internacional. Sólo falta que la potencia rectora del otro bloque —queda por ver si será la URSS o China— mueva su propio dispositivo bélico.
Con todo, las nuevas técnicas de aniquilamiento pueden crear situaciones imprevistas. Los rusos han instalado bases fijas para el lanzamiento de cohetes teleguiados alrededor de Hanoi. Se supone que hay también bases semimóviles, más difíciles de destruir. No se ratificó si unas y otras están servidas por personal militar soviético.
La semana pasada, un bombardero F4C fue derribado en Vietnam del Norte por un proyectil que, aparentemente, no
emanaba de las clásicas baterías antiaéreas. Pilotos de la misma escuadrilla aseguran que se trataba de cohetes suelo-aire, de puntería infalible, puesto que los atrae el calor de los motores. La investigación no concluyó o, por lo menos, sus resultados no se divulgaron.

La segunda Corea
"La otra mañana me dijo Lady Bird: «¿Qué haces a esta hora, caminando por el cuarto?» Le contesté: «Estoy pensando qué pensaría yo de un Presidente que manda a Luci y a Lynda a Da Nang.» Pues no creo que un hombre quiera más a un hijo que a una hija. Y yo tenía que firmar la orden enviando tropas a Da Nang. Pero si nos retiramos de Vietnam, eso costaría muchas más vidas de las que perderemos si nos quedamos."
Así habló Lyndon Johnson a un par de periodistas que lo reporteaba. Y el 28 de julio volvió sobre el tema: "¿Por qué razón tantos jóvenes norteamericanos deben acudir a un país remoto, para pelear allí y morir allí? —preguntó—. La respuesta es fácil. En Asia se halla en curso una agresión contra Vietnam del Sur, dirigida y controlada por Vietnam del Norte y fomentada por China comunista. Su objetivo no es solamente sojuzgar al pueblo, sino también extender el comunismo a todo el continente asiático."
Es razonable, desde luego, contener el enemigo antes de que sea demasiado fuerte. Pero esta certeza deja en pie una poderosa incógnita: si en todo el mundo, no sólo en Asia, el comunismo puede luchar mediante la población local, y USA, en cambio, necesita recurrir a sus propias fuerzas, ¿hasta cuándo podrá aceptar el desafío?
El viernes último, una división aerotransportada con base en Georgia aterrizó en Vietnam del Sur: su poder de fuego, su apoyo aeronaval, su logística, superan al Vietcong en una proporción superior a la de 100 a 1. Pero no hay otras fuerzas comparables que puedan descender también sobre Laos, Camboya, Indonesia, Thailandia, Congo, Angola, Argelia, la República Dominicana y en los demás países donde se manifieste la conspiración comunista.
Hace una quincena moría olvidado en Honolulú el ex Presidente Syngman Rhee, apodado El tigre de Corea. Había alcanzado los 90 años, y los últimos 5 los pasó en el exilio, como la mayor parte de su vida. En 1960, una revuelta de estudiantes y militares lo obligó a marcharse de un país que lo había convertido en símbolo de la resistencia al comunismo.
Durante una década, fue el hombre de USA en Corea; pero el respaldo norteamericano no alcanzó para preservar su sistema. Tampoco en Vietnam del Sur los norteamericanos han encontrado aliados más aceptables para la opinión local, quizá porque los aliados no se eligen: son impuestos por las circunstancias.
El Vietcong no puede vencer; los recursos de los Estados Unidos son infinitamente más cuantiosos que los de Francia, derrotada en Dien Bien Phu hace 11 años. Antes de que sobrevenga un Dien Bien Phu norteamericano, el hongo atómico florecería sobre la civilización. Es la amenaza implícita en las últimas declaraciones de Johnson y en la estrategia del "escalonamiento", fundada en el supuesto de que el enemigo, en algún momento, cejará.
El único punto dudoso de la estrategia consiste en que provoca un "escalonamiento" de la parte adversa. A pesar de su renuencia —ya demostrada en la guerra de Corea— los rusos se ven obligados a multiplicar sus esfuerzos en favor de sus aliados. Como ha sucedido tantas veces desde 1945, parecen escribirse entonces los prolegómenos de la tercera conflagración mundial.
La cuestión que se plantea es por demás inquietante: se trata de saber qué objetivo se logrará primero, si los rusos protegerán Vietnam del Norte, con sus cohetes, de la abrumadora superioridad aérea norteamericana, o si los Estados Unidos, previamente, podrán acabar con las rampas —que comenzaron a atacar la semana pasada— sin forzar a la URSS a una acción directa.
La guerra crece como una marea, pero ambas partes tratan de asegurarse en cualquier caso una puerta de escape. En lo que concierne a Johnson, no sólo pidió la intervención de la UN sino que —según confidencia que trasmitió a la prensa George Brown, Gobernador demócrata de California— estaría dispuesto a encontrarse con Ho Chi Minh en cualquier lugar del mundo, incluido el Vietnam. Esta versión no ha sido confirmada oficialmente; en todo caso, ya implica una insólita promoción para el gobierno de Hanoi y sus amigos en el resto del país.
3 de agosto de 1965
PRIMERA PLANA