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Gurion - Lavon

 

"Este Mapai ya no es apto para dirigir los destinos del país —proclamó—. Ha destruido el espíritu de camaradería y el sentido moral del partido." Y lanzó una orden fulminante: sus amigos deberán concurrir a las elecciones generales de agosto con listas propias, para enfrentar al partido que lo tuvo por jefe durante medio siglo.
El anuncio de esta escisión por parte del ex Primer Ministro David Ben Gurion introduce en la política israelí un sombrío factor de perturbación. Si el Mapai (socialismo moderado), que gobierna a Israel desde su primer día, pierde su carácter mayoritario, puede sobrevenir la anarquía: centrista, es el nexo obligado de toda coalición. Esto ocurre justamente cuando una de las personalidades más importantes del régimen egipcio se pronuncia claramente en favor de una solución pacífica del "problema palestino". Nunca se habían escuchado en El Cairo palabras más razonables que las de Khaled Mohyeddin, miembro de la junta militar que derrocó a la monarquía en 1952. El comité central del Mapai condenó acerbamente la actitud divisionista de Ben Gurion: sólo "elementos irresponsables" pueden creer que, despedazando a la fuerza mayoritaria, sirven a los intereses del Estado.
La decisión de Ben Gurion es consiguiente a otra del Mapai por la cual Levi Eshkol, actual Primer Ministro, será candidato del partido para continuar en ese cargo después de los comicios. Su antecesor le reprocha una culpable complacencia para con Pinhas Levon, quien, en noviembre del año pasado, se apartó también del Mapai para constituir una fuerza más radical: el Min Hayesod (Bases). El ex Ministro de Defensa —a quien él hizo condenar por "traidor"— seguiría "infectando" al Mapai, para lo cual aprovecha el temor de Eshkol a perder votos de izquierda.
Aflora nuevamente, pues, el tenebroso "asunto Lavon", cuyo balance es abrumador: un complot fracasado de los servicios especiales, una traición, un escándalo diplomático, dos ejecuciones capitales, un suicidio, falsificaciones de documentos, la dimisión forzada de un secretario general de los sindicatos, tres comisiones de encuesta, dos crisis ministeriales, la división del Mapai.

El asunto vergonzoso
Lavon ocupó el Ministerio de Defensa entre diciembre de 1953 y febrero de 1955. El "asunto" es llamado también, de manera púdica, 'essek bisch', lo que en hebreo quiere decir "el asunto vergonzoso".
Todo comenzó en 1954, cinco años después de la guerra israelí-árabe. El coronel Gamal Abdel Nasser, Primer Ministro egipcio desde abril, negociaba con los ingleses la evacuación de las bases británicas de la zona del Canal de Suez. También por entonces, y aprovechando el eclipse de los ingleses, los Estados Unidos propusieron su ayuda a Egipto. Israel se inquietó: sus servicios de inteligencia temieron que los egipcios, tras la evacuación de las tropas inglesas, y aprovechando la ayuda norteamericana, se lanzaran a un segundo "round" contra Israel.
Así nació en la fértil mente del jefe de aquellos servicios, coronel Benjamín Givli, una maquinación diabólica destinada a probar a la opinión inglesa que la retirada de sus soldados de Egipto dejaba sin protección los bienes británicos, y también a demostrar a los norteamericanos que Nasser era, en el fondo, un enemigo de Occidente. Para conseguirlo, bastaba con organizar atentados contra inmuebles ingleses y norteamericanos, de manera que se sospechara que sus autores pertenecían a organizaciones árabes. Un agente secreto israelí, Abraham Dar, infiltrado en Egipto desde 1951, donde creó organizaciones clandestinas "sionistas" de información y de acción, recibió instrucciones para ello. Las órdenes le llegaron en 1954 a través de otro agente secreto, Paul Frank, enviado a Egipto por el coronel Givli.
El 14 de julio de 1954, en el momento en que las negociaciones anglo-egipcias se hallaban ya muy avanzadas, tres explosiones se sucedieron en El Cairo. No eran potentes y parecieron más bien obra de aficionados. Una de ellas incendió un buzón de correos británico, otra ocurrió en un centro de información dependiente de la Embajada de los Estados Unidos, y la tercera bomba estalló en las propias manos de uno de los conspiradores, Natanson, de 19 años. Inmediatamente, la policía egipcia detuvo a once sospechosos, entre quienes se encontraba el Dr. Marzouk, del hospital israelita de El Cairo y del Instituto Azzar. Más tarde se supo que Paul Frank, agente doble, había traicionado a la organización por una suma de 40.000 marcos. Abraham Dar, y naturalmente Paul Frank, escaparon de la policía egipcia.
Los servicios egipcios del coronel Osmán Nuri consiguieron mantener en secreto el episodio hasta el final de las negociaciones con Inglaterra, y sólo hacia octubre, progresivamente, se revelaron los primeros detalles y los nombres de los acusados. El 19 de octubre se firmó el acuerdo anglo-egipcio sobre la evacuación de la zona del canal. Simultáneamente, las confesiones de los implicados fueron transmitidas por los egipcios a los servicios secretos norteamericanos, para probarles "los métodos de provocación de los sionistas". El proceso a los terroristas se desarrolló del 7 de diciembre de 1954 al 27 de enero de 1955. Dos acusados fueron condenados a muerte (Marzouk y Azzar), dos a cadena perpetua (Levi y Natanson), dos a 15 años de prisión (uno de ellos era la única mujer que figuró en el complot, Marcelle Nino), dos a 7 años y dos resultaron absueltos. Uno de los procesados, Max Bennet, se suicidó en la cárcel.

En busca de un responsable
El caso tuvo desastrosas consecuencias para Israel, puesto que el efecto psicológico perseguido se volvió en favor del enemigo. La censura militar de Israel, que se extiende a la prensa, la radio y el correo, quiso evitar inmediatamente toda publicación "de iniciativa israelí" a propósito de lo sucedido en El Cairo. La prensa habló mucho, por aquel tiempo, de los sangrientos incidentes que tuvieron lugar en julio de
1954 en la frontera israelí-egipcia, en Gaza.
¿Quién estaba al corriente del asunto? ¿Quién ordenó la operación? ¿Quién fue el verdadero responsable del 'essek bisch'? Esto es lo que comenzó a investigarse inmediatamente y lo que se investiga todavía, diez años después.
Para unos, no podía haber más que una responsabilidad: la del propio Ministro de Defensa, Pinhas Lavon. Lavon declaró más tarde que nunca estuvo al corriente de los preparativos de la operación de El Cairo, que jamás dio orden alguna sobre esa intentona y que había sido, en realidad, complicado en una maquinación destinada a hacer recaer las culpas sobre él.
Según las mejores fuentes y pruebas, en ningún momento el gabinete del Primer Ministro Mosche Sharett fue informado de los proyectos del coronel Givli. Quedó también probado que el Comandante en Jefe del Ejército Israelí, Mosche Dayan, y el director general del Ministerio de Defensa (futuro Ministro), Schimon Peres, tampoco recibieron aviso. Solamente el 16 de julio de 1954 pidió el coronel Givli la aprobación oficial de su plan.
Lo que Lavon no sabía entonces era que el plan había sido ya puesto en práctica (el 14 de julio); que había fracasado, y que la solicitud de Givli era solamente una "cobertura" buscada a posteriori. El 26 de julio, una vez obtenida la autorización, el coronel Givli informó de la derrota al Ministerio.
La primera pesquisa no logró ningún resultado. El 31 de enero de 1955 fueron ejecutados los dos condenados a muerte del proceso de El Cairo. El 2 de febrero, Lavon presentó su dimisión a Sharett, quien la aceptó quince días más tarde y únicamente la hizo pública el 21 de febrero, cuando Ben Gurion, volvió de su retiro en el kibbut de Sde Boker.
El coronel Givli perdió su puesto, y pasó del Ejército a un lucrativo empleo en una industria privada, donde se halla todavía.
Con la vuelta de Ben Gurion al poder, el asunto continuó complicándose y marcando a fuego la vida política de Israel. En el fondo, lo que ha entrado en conflicto en este asunto son los dos principios, del Honor y de la Razón de Estado (con mayúsculas), que se enfrentan en un duelo sin cuartel Pinhas Lavon no tardó en convertirse en el héroe de una concepción democrática de la organización militar, es decir, del control del Ejército por la Nación. Lavon, que fue elegido en 1956 para una función de importancia esencial, secretario general del Histadruth (la central sindical israelí), es uno de los hombres más representativos del socialismo pionero.
Frente a él, el patriarca Ben Gurion es el hombre que siempre acertó en sus visiones casi proféticas y que solamente encuentra la justificación de sus actos en lo que para él —que la "creó" en la guerra— es y debe ser la patria israelí. Para Ben Gurion, el Ejército posee la "llave del porvenir" en mayor grado que los sindicatos o el régimen parlamentario de partidos.
Así, pues, hubo en torno de este affaire un verdadero "diálogo de sordos". Lavon, convaleciente en Suiza de una enfermedad cardiaca, retornó a Israel, donde abrió (abril de 1960) una violenta campaña de rehabilitación moral.
Ben Gurion confió la "operación de El Cairo" al fiscal general, Haim Cohen; pero Lavon, rápidamente informado, puso el asunto en manos de la Comisión de Defensa Nacional del Knesseth (cámara única de Israel). Un comité formado por siete ministros disculpó a Lavon (diciembre de 1960). Ben Gurion se vengó haciéndolo excluir de la secretaría general del Histadruth, por 159 votos contra 96.
¿Es consecuencia, el encarnizamiento de Ben Gurion, de su convicción de la culpabilidad de Lavon, o más bien de un profundo deseo de desquite causado por la humillación que le hizo sufrir la decisión del Comité de los Siete? No se sabe. Pero las bombas de El Cairo han perjudicado la vida israelí.
Sin embargo, para los jóvenes, todo este oscuro conflicto les presenta la ocasión de decidirse entre un aventurerismo justificado por la razón de Estado y una vida paciente de construcción económica y social. Economista y pionero, el actual Primer Ministro israelí, Levi Eshkol, ha tomado partido, claramente, por el segundo término de la disyuntiva. Por eso se niega a abrir al nuevo el "expediente Lavon". 

PRIMERA PLANA
6 de julio de 1965