Volver al Indice
Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

REVISTERO
INTERNACIONAL

Casals: la paz por la música
La presencia del músico catalán en la Argentina, donde volverá a ejecutar su oratorio "El Pesebre", obra dirigida a la hermandad entre los pueblos, dará base al gran homenaje a uno de los hombres ejemplares de nuestro tiempo
por Sergio Morero

Revista Vea y Lea
1964


Pablo Casals junto a su esposa Marta

 

 

 

EL CABLE informa seca, lacónicamente: "En los primeros días de abril próximo arribará a Buenos Aires el violoncelista y director de orquesta Pablo Casals quien, invitado por la Dirección General de Cultura y el Mozarteum Argentino, dirigirá en el Teatro Colón su oratorio «El Pesebre». El maestro vuelve a la Argentina luego de 26 años de ausencia".
Durante demasiado tiempo requerimos de nuestros mayores, que alguna vez lo escucharon, detalles sobre el arte y la personalidad de este hombre que con su conducta llena por sí solo un importante capítulo en la historia de la música. Aprendimos a soñar entonces en un encuentro con el maestro para pulsar personalmente los acentos de su vida y de su arte.
"Tengo de su país recuerdos muy gratos. Me agradaría ir otra vez, pero son muchas las invitaciones que recibo y, debo confesárselo, le huyo al frío", le había dicho hace unos años a un periodista argentino. Pero ahora Pablo Casals ha hecho sus maletas y cerrado el estuche de su instrumento para venir a traernos un mensaje de paz hecho música. Mensaje que definiera ante la Asamblea de las Naciones Unidas el 24 de octubre de 1958, cuando dijo: "La música, este maravilloso lenguaje universal comprendido por todos en el mundo, debe contribuir a la comunicación y entendimiento entre los hombres. Por ello, me dirijo de modo especial a los músicos de todas partes, mis colegas, y les pido que pongan la pureza de su arte al servicio de la humanidad, procurando que se restablezca una relación fraternal e inteligente entre los hombres del mundo entero".
Estas palabras sintetizan de modo ejemplar toda una vida dedicada a la defensa de los ideales de libertad humana, contra cualquier tipo de opresión.

UNA NIÑEZ AZAROSA
Pablo Casals nació el 29 de diciembre de 1876 en Vendrell, pequeña localidad catalana situada a unos 70 kilómetros al oeste de Barcelona. Su padre, Carlos, era organista en la iglesia del pueblo. Del matrimonio con Pilar Defillo habrían de nacer once hijos, de los que sólo sobrevivirían Pau —el primogénito—, y sus dos hermanos Lluís y Enric.
No puede hablarse de vocación en el caso de Pablo Casals dado que la música fue siempre el elemento natural de su existencia; su hogar era un mundo de sonidos, a tal punto que cantaba afinado antes de poder expresarse correctamente con palabras. A los cinco años ingresa como segundo soprano en el coro de la iglesia, al mismo tiempo que estudia piano con su padre. Al cumplir los ocho aprende los rudimentos del violín, y acompaña a su progenitor en el órgano del templo local, a pesar de que sus cortas piernas apenas alcanzan a tocar los pedales del instrumento,
Un día, al salir de la iglesia, un zapatero que vivía enfrente y tenía por costumbre trabajar en la calle los días de sol, lo detuvo diciéndole: "¡Cuánto me gusta oír a tu padre!" "Mi padre está enfermo", contestó el niño. "Era yo quien tocaba el órgano". El zapatero se levantó emocionado y llamó a su mujer: "Oye; hoy no era 'Carlets' el que tocaba sino Paulito". Y el matrimonio, luego de abrazarlo y besarlo, le obsequió con 'carquinyolis y vi bo' (bizcochos y vino dulce).
A pesar de su entusiasmo por los estudios musicales, era bastante travieso y poseía inusitada fuerza física, pero nunca la utilizó para imponer sus puntos de vista: por el contrario, casi siempre se erigía en defensor de sus amigos más débiles. "Recuerdo lo sucedido con el «niño malo» del pueblo. Lo llamábamos «Pepe, el carpintero», y tenía la costumbre de imponer a todos su voluntad, por las buenas o las malas. Un día no pude más y le hice morder el polvo, a pesar de que tenía tres o cuatro años más que yo. En 1938 daba yo unos conciertos en Buenos Aires, y en el hotel donde me alojaba me entregaron varias tarjetas de visita. En una de ellas decía: 'Soy Pepe, el carpintero'. Pasamos un día entero evocando viejos recuerdos. El niño malo era ahora un hombre caritativo y bondadoso". (Estos recuerdos personales fueron recogidos por un amigo del maestro, José María Corredor, y publicados en un libro: "Conversaciones con Pablo Casals".)

LA REVELACIÓN DE SU VIDA
En aquellos tiempos acostumbraba recorrer las regiones catalanas un grupo de músicos ambulantes, que ofrecía sus conciertos al aire libre. Al llegar a Vendrell, Pablo se sintió atraído por un instrumento que traían estos modernos trovadores, de sonido similar al del violoncelo. Le pidió al padre que le consiguiera uno igual, y éste no tuvo más remedio que fabricárselo, utilizando una calabaza como caja de resonancia.
A los 11 años Pablo ya intervenía en conciertos de música de cámara, pero ahora con un violoncelo verdadero. Unos meses después viajaba a Barcelona con su madre, y se inscribía en los cursos de interpretación y composición. Poco tiempo después pone en práctica una nueva teoría para la ejecución del instrumento, que hoy se utiliza mundialmente. Tenía apenas 12 años.
Debía trabajar en los cafés para poder solventar sus estudios, pero ésto no le creaba ningún conflicto espiritual. Decía: "Las grandes cosas no son las únicas que cuentan en la vida".
Un año después descubre en una vieja casa de música una edición de las seis suites para violoncelo solo de Juan Sebastián Bach. Aquella fue la gran revelación de su vida. Estudió con ahínco las partituras, "nota a nota" antes de interpretarlas en público... lo hizo doce años después.
A los 16 años sufre una profunda crisis espiritual y piensa en el suicidio. "Me sentía incompatible con el mundo, con su injusta organización, el desencadenamiento de egoísmo y la falta de caridad". Se refugia entonces en un fervoroso misticismo religioso, que abandonaría bien pronto por considerarlo "pura rutina". Lo atraen las ideas socialistas y se sumerge en la literatura de Marx y Engels. Nueva decepción; "prometen un mundo demasiado bello".

NACE EL ARTISTA
Al año siguiente, finalizados sus estudios, viaja a Madrid con una carta de presentación de Albéniz. Conserva gratos recuerdos de los dos años pasados en la capital, pero poco después se traslada a Bruselas con una beca otorgada por su protector madrileño, el conde de Morphy. Poco había de durar este privilegio pues un altercado con su profesor en el Conservatorio lo inducen a tentar suerte en París.
París, 1895. Los tiempos son duros, pero no lo suficiente para doblegar el entusiasmo de este hombre de 19 años. Trabaja en los teatros de vaudeville por 4 francos diarios, que no alcanzan para estudiar y alimentar a la madre y sus hermanitos que lo han acompañado a Francia. Finalmente, desilusionado pero no vencido, Pablo regresa a Barcelona.
Por fin allí, en tierra catalana, la suerte se pone de su lado e inicia una carrera artística que no conoce declinaciones. A los 22 años es solicitado por los centros musicales más importantes del mundo. Los conciertos y giras se suceden. Todavía encuentra tiempo para componer, y llena numerosos pentagramas con sinfonías, cuartetos, obras para violín, para violoncelo solo, motetes, oratorios, etc.
Ninguna de estas obras ha sido publicada. "Ya se verá si tienen algún valor cuando yo haya muerto".

EL EXILIO
Las críticas, de todo el mundo, con rara unanimidad, coinciden en afirmar que Pablo Casals es único. Su nombre se convierte en sinónimo de Arte. Pero no bastaría para evitarle todavía muchos años de amargura.
En julio de 1936 una sublevación militar se extendió por España. Casals no es político. "Las funciones políticas no son de la incumbencia del artista, pero para mí éste tiene la obligación de manifestarse categóricamente —cualquiera que sean los sacrificios que ello le acarree— cuando se trata de la dignidad humana amenazada". Desde el primer momento denunció que la responsabilidad de la guerra civil recaía en los que pretendían derribar por la fuerza un gobierno elegido por el pueblo, y que ante el fracaso de su pronunciamiento pedían auxilio a la Italia fascista y a la Alemania nazi.
Durante los años de lucha dio numerosos conciertos en España y el extranjero a beneficio de los hospitales y los niños de su patria. En 1937 efectúa una gira por África del Norte, Egipto, Grecia y Turquía, y en 1938 otra por América del Sur. Debido a su toma de posición ante el conflicto español, en todas partes encontraba reticencias por parte de ciertos sectores. "En Buenos Aires, por ejemplo, donde di nueve conciertos en el Teatro Colón, en los tres primeros no había casi nadie en la platea..."
El final de la guerra civil lo encuentra en París, enfermo y angustiado. Desde su obligado exilio envía donativos a las victimas españolas, y a los refugiados en Francia. Poco después estalla la segunda guerra mundial. Desde América le piden que abandone Europa pero se niega a hacerlo. Los sucesos de junio de 1940 en Francia lo encuentran en su casona de Prades, al pie de los Pirineos; ha abandonado los conciertos. "En un país sojuzgado por las tropas hitlerianas el silencio me parecía la única actitud posible".
Su casa fue registrada varias veces por agentes de la Gestapo, pero nunca encontraron nada que justificara medidas contra su persona.
Poco después se produce el acontecimiento tan anhelado: las tropas alemanas evacuan la ciudad. "Nuestro exilio —por lo menos así pensaba— llegaba a su término".

UNA ESPERANZA FRUSTRADA
Después de su retiro voluntario, reemprende las giras por el extranjero y espera ansiosamente volver a su patria como ciudadano libre. Creía que la victoria aliada significaba de hecho la desaparición del régimen franquista. La decepción no tarda en producirse, y entonces decide la renuncia más dolorosa de su vida: vuelve a Prades y declara que no aceptará en el futuro ninguna invitación ni contrato, vinieran de donde vinieren. Cuando el maestro Casals hizo pública su decisión, le llegaron centenares de cartas con la intención de disuadirlo. Una de ella adjuntaba un cheque con la cifra en blanco, ofrecido para realizar una gira por los Estados Unidos. Todo fue en vano.
Pero llegó 1950, año de la celebración del segundo centenario de la muerte de Juan Sebastián Bach, y sucedió algo inusitado. Ya que Casals no se movería de Prades, músicos y melómanos de todo el mundo irían a reunirse con él para conmemorar la gloria del gran Cantor de Santo Tomás. Y desde entonces, año tras año se realizan en aquella pequeña localidad de los Pirineos franceses los Festivales Musicales de Prades, que un comentarista de la Radiodifusión francesa denominó "el acontecimiento musical del siglo XX".
En 1956 realiza Casals la gran ilusión de su vida: conocer Puerto Rico, donde naciera su madre. Allí encuentra que el paisaje y el clima se asemejan mucho a su Cataluña natal, y resuelve radicarse en la isla definitivamente. Un año después se casa con una de sus jóvenes alumnas, Marta Montánez; al poco tiempo organiza el Primer Festival Musical. La labor que desarrolla en Puerto Rico es intensísima, a pesar de su avanzada edad. Se diría que ha logrado detener el tiempo. Funda la Orquesta Sinfónica y el Conservatorio de Puerto Rico, cuyo decanato fue concedido al director argentino Juan José Castro.
En estos últimos años Casals celebra sus festivales en Puerto Rico y en Prades, y atiende cursos especiales de violoncelo en Siena (Italia) y Zermat (Suiza).

"EL PESEBRE" EN BUENOS AIRES
Luego de su voluntario silencio de tantos años, Pablo Casals ha emprendido una cruzada de paz, armado sólo con su batuta y el violoncelo. Y el cumplimiento de esa misión lo trae ahora a la Argentina.
El oratorio "El Pesebre" fue estrenado en 1958 en los Estados Unidos, y ejecutado luego en varios países de Europa. Está basado en un poema de Joan Alavedra. "Mi música se adapta, lógicamente, a la intención poética. Cuando las figuritas del pesebre bailan la sardana delante del portal de Belén, después de presentar sus ofrendas al recién nacido, ya saben que el Niño será crucificado. La sardana anuncia ya el sacrificio de la redención".
El autor la ha dirigido siempre en homenaje a la hermandad entre los pueblos, lo que le ha valido ser propuesto para el Premio Nobel de la Paz.
El oratorio "El Pesebre", que se canta en catalán, tendrá como intérprete solista a la soprano portorriqueña Olga Iglesias, invitada especialmente por el maestro Casals. Será acompañada por los solistas argentinos Tota de Igarzábal, mediosoprano; Carlos Cossutta, tenor; Ángel Mattiello, barítono, y el bajo Joge Algorta. La orquesta será la Sinfónica Nacional y el conjunto coral el Coro Estable de Rosario.
Será éste el estreno sudamericano de la obra.
La Argentina rendirá así su homenaje al hombre que es "una de las conciencias de nuestro tiempo", como lo denominara el ministro Georges Bidault al otorgarle la cruz de "Grand oficier de la Legión d'honneur", en 1945.