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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE TODAS PARTES


Durante un cuarto de siglo Nat Cole ha mantenido a todo el mundo encantado con su música. Hoy se venden sus discos a un promedio de 7.000.000 de dólares anuales. Esto lo consagra un monarca indiscutido.

Nat "King" Cole
REY EN CUALQUIER IDIOMA
enero 1962

 

—ME SIENTO como un muchacho después de todos estos años en las candilejas —dijo Nat "King" Cole, mientras almorzaba—. Sigo todavía enamorado de mi música, de la vida y de las gentes. Cuando deje de sentir este amor, habrá llegado el momento de retirarme a cuarteles de invierno.
El apuesto cantante de color, nacido en Alabama hace 39 años, hijo de un ministro protestante, ascendió a las alturas de la fama en menos de diez años y hoy su carrera ha llegado a la cima.


Nat Cole en Buenos Aires

 

 

El cálculo más aproximado de las ventas de los discos de Cole llega a la increíble suma de 85 millones de dólares, Y ha conseguido ahorrar una fortuna con el 6 por ciento de esta cantidad, pudiendo ser considerado como el más adinerado cantor negro de los Estados Unidos, sin excepción en todos los tiempos.
Gesticulando como un orate con su tenedor y cuchillo, Nat nos dice que está ampliando sus actividades y que la venta de sus discos sigue, como desde hace mucho tiempo, viento en popa.
—En lugar de presentarme tan seguido en clubes nocturnos, estoy organizando y ensayando mi propio "show" musical. Todo lo que recaudo por las funciones que damos, lo reinvertimos en el "show". Dentro de poco, el público de Europa, América latina, Asia, etcétera, podrá ver el espectáculo. Después de esta gira, quizás me presente en Broadway.
Cole ha planeado las cosas con tiempo. Al comienzo, con la compañía Capitol Records, Nat aceptó un porcentaje del 4 por ciento de la venta de sus discos, cantidad que fue aumentando como ha aumentado su popularidad.
—Una cosa: no soy un tacaño. Jamás he tratado de llegar a poseer dos millones de dólares o algo parecido, pero siempre he querido ganar el dinero suficiente para mantener a mi esposa e hijos en comodidad y armonía. Vivimos felices. Tomamos una casa de dos pisos, estilo Tudor, en Los Ángeles. Y, teniendo en cuenta cómo aumenta la familia, tendremos que cambiar de casa, por otra más espaciosa. Tenemos un hijito adoptivo: Nat Kelly, de 2 años de edad, dos hijas, Carol, de 17 y Natalie, de 11, a quienes llamo Cookie y Sweettypie. Las últimas son nuestras hijas mellizas, Casey y Timolin. Como puede apreciar, necesito seguir trabajando.
Anualmente, Cole viaja unas 25.000 millas, volando a lugares como Australia, Inglaterra, Japón y otros muchos países con el fin de actuar personalmente. Con este tren de actividades, sólo le quedan tres meses para residir en su hogar.
—El viajar y trabajar incesantemente me mantienen en excelentes condiciones físicas —nos dice—. Pero me priva de gozar de la vida. Tengo siete pianos en mi casa en este momento, pero solamente Sweettypie juega con ellos. Tenemos una gran pileta de natación con un fondo y jardín, donde mi esposa y los niños pasamos el mayor tiempo posible. Nuestros dos coches, un Cadillac y un Thunderbird, permanecen en el garage, esperando que nos decidamos a salir. Yo, comúnmente, estoy viajando en avión para cumplir con mis actuaciones.
El popular cantor empuja su plato vacío en medio de la mesa y acerca el pocillo de café. Su piel es oscura y brilla como si alguien le hubiera sacado lustre con un cepillo. En su cuerpo no hay nada de grasa, hecho que le enorgullece.
—Me gusta pensar que soy joven —dice, a la vez que pone un cigarrillo en la boquilla de oro—. En el negocio de entretener al público, uno se encuentra rodeado de gente joven, de manera que no es difícil sentirse joven. Cuando estoy en casa resulta una tarea bastante ardua seguirme el tren de actividad. Juego al golf, al béisbol, al bowling, o bien estoy en la playa con mi familia. Mientras tanto, el teléfono suena y suena, pero yo no estoy para nadie.
Mientras se habla con Cole, uno comprueba que, a diferencia de otros actores y cantores, con él se puede hablar de tópicos diversos, como política, filosofía, sociología y demás.
En la conversación, tiene un recuerdo para la Argentina:
—Cuando viajé el año pasado a la Argentina, millares de personas me esperaban para verme. Rodearon mi coche y la marcha fue lentísima, tanto que para cubrir un trayecto de diez minutos tardamos casi dos horas.
Después agrega:
—Un hecho curioso, que quiero destacar es que ningún funcionario de la embajada en Buenos Aires vino a recibirme en el aeropuerto. No obstante, el público vitoreaba mi nombre, aclamándolo, y nadie me silbó, ni dijo muera, como cuando llegó Nixon. Creo que todos los políticos en Washington debieran tomar un curso de canto y así contarían con más amigos en el exterior.
Los dominios de Nat "King" Cole, además de los conocidos, son vastos y variados. Es socio de una fábrica de vasos de papel en Puerto Rico; tiene bajo contrato a un peso mediano de nombre Gene Johns; es tutor del joven cantante Frank D'Rone y, finalmente, posee su propia compañía productora de "shows" especiales para la televisión y el cinematógrafo.
Nacido en Montgomery, Alabama, el astro se trasladó a Chicago a la edad de cuatro años.
—Pertenezco a una familia muy unida. Mi madre tuvo gran influencia en mi vida musical. Dirigía el coro en la iglesia de mi padre y me instó a que aprendiera a tocar el piano.
En 1937, después de recibirse de bachiller, Nat viajó a California a probar suerte.
—Trabajé en todos los clubes de la ciudad. Y aunque nunca cobré más de cinco dólares por noche, no me desanimé. Más tarde formé un trío y mi sueldo subió a ochenta y cinco dólares semanales. Lo demás es la historia de todos: luchar, insistir, tratar de mejorar y esperar la oportunidad, para atraparla e imponerse.
Nat se casó el 28 de marzo de 1948, con María Ellington, hermana y compañera de actuación de Duke Ellington, en la ciudad de Nueva York.

 

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