1959: Primeros viajes del hombre al espacio
por Pierre de Latil

 

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El primer satélite tripulado norteamericano será probablemente un cohete Atlas, como el que aparece en la foto. En la parte superior del enorme cohete estará instalada una cabina donde se ubicarán los tripulantes.


En diciembre último, con motivo de la exposición astronáutica de Praga, la U.R.S.S. presentó la reproducción de un cohete lunar bastante futurista, cuyas dimensiones pueden apreciarse con el minúsculo camión que aparece abajo, a la derecha, y el helicóptero sobre la plataforma, a la izquierda. Los especialistas estiman que se trataba más de un instrumento de propaganda que de un verdadero elemento de juicio científico.


El conjunto de casco-combinación tubo, pesa unos 25 kilos.

 

DESDE HACE MESES la Luna está al alcance de la Tierra. La astronáutica se ha ido reduciendo paulatinamente a una cuestión de energía. Con sus respectivos cohetes lunares, rusos y norteamericanos han demostrado esta realidad técnica: desde ya la industria de los hombres es capaz de enviar un cohete a la Luna y también a Marte o a Venus. Lo que ahora importa es una utilización más juiciosa de la formidable energía que el hombre sabe liberar para subir al asalto de tos cielos.
Pesaba alrededor de 250 toneladas el enorme cohete ruso que pudo proyectar una masa de 1.472 kilos a una velocidad que había de acercarse a tos 13 km. por segundo (sabemos, en efecto, que al pasar el "punto neutro" donde se equilibran, hacia tos 340 mil kilómetros de altura, las atracciones de la Tierra y de la Luna, el cohete seguía a una velocidad comprendida entre 1 y 2 km/segundo). Cuando cesó la combustión del último piso del cohete, la fuerza viva del mismo representaba la de unos 150 trenes lanzados a 140 km/hora.
Sin duda, habrá que trabajar mucho todavía en las cuestiones energéticas antes de llegar a los verdaderos viajes interplanetarios, con hombres desembarcando en los planetas vecinos, por medio de cohetes capaces de traerlos de vuelta a la Tierra. Pero la técnica de los cohetes permite ya enviar varios cientos de kilos hasta la Luna y quizá también depositarlos allí con delicadeza, es decir, anulando la velocidad de caída. Tal es aproximadamente el límite de las posibilidades actuales.
Tratándose de una exploración por el hombre, ya no son unos cientos de kilogramos sino varias toneladas las que hay que llevar hasta la Luna. Y como no puede concebirse la idea de abandonar a esos hombres a la suerte de ser los primeros seres terrestres en morir fuera de la Tierra, hay que prever un cohete para su regreso, el cual ha de tener casi el mismo peso del cohete capaz de llevar hasta la Luna una expedición suicida.
Por lo tanto, habría que aumentas varios miles de veces el peso del cohete en su partida de la base terrestre, lo cual queda completamente descartado en el estado actual de las técnicas de lanzamiento.
Para realizar tamaños viajes no bastan los carburantes clásicos, ni siquiera los más revolucionarios carburantes químicos. De modo que los científicos deben trabajar en el reemplazo de la propulsión química por otro sistema, atómico, iónico o fotónico.
Cualquier adelanto en esas técnicas absolutamente nuevas costará mucho dinero, tiempo y trabajo. Los cohetes capaces de realizar tamaña hazaña no estarán listos de un día para otro.
Por lo tanto, debemos descartar esas perspectivas y limitarnos al terreno ya bastante amplio de nuestros conocimientos actuales. Con la ayuda de los carburantes químicos estamos en condiciones de lanzar varios centenares de kilos fuera de la zona en que domina la atracción terrestre. Con algunos adelantos, esa "carga útil" podrá llegar basta varias toneladas. Cohetes análogos al reciente cohete soviético podrán viajar hasta Marte o Venus, sin proporcionarnos informaciones muy completes sobre dichos planetas. Asimismo, cohetes tripulados podrán repetir las hazañas realizadas actualmente por los artefactos teleguiados que lanzan norteamericanos y rusos.
En ambos casos no se plantearán problemas de energía, sino cuestiones de conducta, es decir de cibernética, y también problemas humanos.

UNA LICITACIÓN ORIGINAL
En los Estados Unidos, tanto los técnicos como la administración se ocupan ya de enviar hombres al espacio. Antes de fin de año, los primeros cohetes habrán llevado pasajeros fuera de su atmósfera natal. Aquí se trata de una realidad concreta. En efecto, el 7 de noviembre último, el A.R.P.A. (organismo oficial encargado de dirigir los proyectos espaciales) entregó a los industriales los planos sumarios de la cabina tripulada que ha de llevar un proyectil Atlas. Condiciones muy precisas dejaban sólo un muy reducido margen de iniciativa e invención a los futuros ejecutantes. Además la fecha de entrega de las propuestas estaba fijada para... ¡el 4 de diciembre!
Se trata de una licitación muy original. En efecto, cuando varias empresas privadas compiten para un mismo pedido de la administración, siempre gana la propuesta más barata. Pero los poderes públicos habían lanzado una advertencia, informando que no podrían aceptar un plazo de entrega mayor de un año. Otra condición categórica establece que el constructor del último piso no debía exigir modificación alguna de los pisos inferiores del Atlas. En efecto, el cohete estaría listo a la mayor brevedad posible.
La administración exigía absolutamente que el modelo realizado reuniera las mismas características que el último piso del cohete, a fin de poder reemplazar directamente por el habitáculo del hombre ese último piso, es decir, la "nariz" que, en la versión militar, contiene la bomba atómica.
Las operaciones definitivas terminaron en enero y se publicó la noticia de que todo estaría listo para el mes de octubre. De modo que son posibles, antes de fines del presente año, el envío de un hombre en un Atlas y su satelización. 
Si bien pueden sorprender estas perspectivas tan cercanas, que parecen pertenecer todavía al dominio de la ciencia-ficción, cabe recordar que si el hombre se lanza de pronto al asalto del cielo es porque los técnicos norteamericanos han superado una etapa intermedia que habían previsto para llegar en forma metódica a la realización de cohetes espaciales tripulados.
"ADÁN", EL PRIMER HOMBRE DEL ESPACIO
Para ganar tiempo, hace un año fué suspendido un proyecto llamado "Adán", que había sido estudiado durante largos meses por el ejército, la marina y la aviación, bajo la dirección general de Werner von Braun. ¿Cuál era ese proyecto? El solo nombre de "Adán" es significativo, pues se trataba de lanzar el primer hombre al espacio.
Volvamos dos años atrás, un año antes del Sputnik I. Sin tener aún inmediatas preocupaciones astronáuticas, los técnicos norteamericanos preparan metódicamente el próximo paso adelante de la aviación. Todo el mundo está de acuerdo. Los aviones alcanzan su límite de velocidad en la atmósfera, donde se recalientan. Su porvenir está fuera de la atmósfera, donde el recalentamiento dinámico dejará de ser un obstáculo para las formidables velocidades.
Pero, fuera de la atmósfera, las leyes de la aerodinámica ya no ayudaran a sustentarlo, de modo que el avión del futuro ha de convertirse en un artefacto "balístico", un proyectil lanzado por cohete y sometido luego al solo efecto de su fuerza viva y de la gravitación terrestre.
Para preparar esa metamorfosis, la aviación norteamericana ha pedido a la North American un artefacto híbrido entre el avión aerodinámico y el cohete balístico, el X-15. Este aparato tomará impulso sobre el trampolín de la atmósfera, pero recorrerá lo esencial de su trayectoria a tales alturas que dejará de responder a la aerodinámica.
Sin embargo, toda la aeronáutica se halla perturbada por la muerte trágica del mayor Apt, que, a bordo del Bell X-2, había perdido el dominio de su aparato en el punto culminante de su vuelo experimental. Se creyó entonces que el aviador había sido víctima de fenómenos nuevos, pues ninguna razón técnica explicaba el accidente. El avión había terminado de acelerar y no había sido brutalmente "decelerado". Tampoco se podía culpar al motor-cohete, pues éste había terminado su combustión.
La explicación que se adelantó entonces fué la siguiente: que el mayor había sufrido en su trayecto balístico el efecto fisiológico de una ausencia de gravedad. Sin duda, desorientado por ese estado que jamás conocen los hombres sobre la Tierra, el mayor había cometido una falsa maniobra, o quizá había perdido el conocimiento ante la falta de gravedad que siguió brutalmente a una gravedad aumentada por la aceleración.
DE LA AVIACIÓN A LA BALÍSTICA
Los especialistas llegaron entonces a la conclusión de que debían explorar sistemáticamente los efectos fisiológicos de un estado prolongado de falta de gravedad. Se realizaron experimentos con aviones comunes, lanzados en picada y enderezados sobre su impulso. Durante la maniobra los aviadores se hallan liberados de la atracción terrestre. Esos experimentos son clásicos, pero no permiten obtener más que una ausencia de gravedad de apenas unas decenas de segundos.
A fin de prolongar esa duración, era preciso abandonar la aviación y pasar deliberadamente a la balística, es decir, colocar un hombre en un cohete. Así nació el proyecto "Adán". Hijo de la V-2 y padre del Júpiter, el cohete Redstone era entonces el mejor elemento del arsenal norteamericano. Había que colocar un hombre en la "nariz" de un Redstone. Se lanzaría dicho cohete en las condiciones más simples de tiro vertical hasta la mayor altura posible, unos 250 kilómetros, para descender luego, siempre a la vertical, y ser recuperado sobre el mar.
Desde el momento en que cesara la combustión del cohete hasta el instante del descenso en que el retorno a la atmósfera diera un golpe de freno, el hombre encerrado en la "nariz" del cohete se hallaría completamente liberado de la gravedad. Ese estado se prolongaría así durante 6 minutos, en un regreso cuya duración total alcanzaría una decena de minutos. Podrían estudiarse las reacciones fisiológicas a la prolongada ausencia de gravedad, en un hombre que no tendría ninguna maniobra que hacer, y que por lo tanto podría perder sin perjuicio alguno sus facultades intelectuales y hasta el conocimiento.
Gracias al proyecto "Adán" se podría estudiar el comportamiento del piloto del futuro X-15 durante su trayectoria balística, en la cual ese piloto sí tendría que realizar maniobras muy delicadas.
Asimismo, el envío de un hombre en un Redstone permitiría estudiar otros aspectos de los vuelos futuros. El pasajero tendría que soportar una aceleración de 7 g. (siete veces la fuerza de la gravedad) durante 10 segundos (dentro de los limite más o menos tolerables para el organismo humano) y enfrentar también el problema del recalentamiento dinámico en el regreso. En fin, el experimento "Adán" habla de suministrar valiosas informaciones en torno a los fenómenos que el hombre habría de afrontar en un próximo futuro.
El cohete "Adán" debía estar listo en un año, mientras el X-15 necesitaba dos para si realización. El experimento preliminar resultaría no sólo útil sino perfectamente rentable, pues los especialistas podrían sacar conclusiones antes que el X-15 se lanzara a espacio. Así, pues, un hombre se preparaba ya a encerrarse dentro de una cabina de 1m28 de diámetro y 2m16 de longitud.
En los primeros meses de 1958, sin embargo, el proyecto fué suspendido por la aeronáutica. En efecto, recientes experimentos sistemáticos sobre estados de falta de gravedad a bordo de aviones habían demostrado que no existía prácticamente peligro de perder el conocimiento. Por otra parte, el análisis minucioso de las condiciones en que el mayor Apt había encontrado la muerte, demostraba que la falta de gravedad no podía ser incriminada. Resultaba inútil pasar por la fase intermedia del proyecto "Adán".
Los aviadores decidieron entonces seguir adelante con el proyecto X-15, al cual se acababa de agregar un dispositivo de pilotaje automático que entraría a funcionar si el hombre perdía el dominio de su aparato. Otra precaución nueva preveía que el piloto podría ser expulsado y lanzado en paracaídas por medio de una señal radiada desde el suelo. Tales son las razones por las cuales el primer hombre del espacio no se llamará Adán.
TÉCNICA Y CIENCIA-FICCIÓN
El X-15 es un proyecto inmediato, pero ya existe otro, derivado de él, para preparar una etapa aún más decisiva, en la que un hombre se "satelizará" alrededor de la Tierra. Es el proyecto "Dyna-Soar", palabra formada de la raíz griega "dyna" que significa "fuerza" y de la raíz anglosajona "soar" que significa "vuelo". El término evoca perfectamente el fantástico vuelo de ese avión que ya no es uno. Se trata de alcanzar una velocidad de "18.000 millas", es decir, de 28 a 29.000 km/hora. Es la de los satélites.
Se trata, pues, de satelizar una máquina tripulada por dos hombres. El proyecto está ya muy adelantado en la Boeing, donde 200 científicos trabajan bajo la dirección de Harold Goldie, de sólo 32 años de edad. Sólo se sabe que el artefacto constará de dos secciones: un primer piso constituido por 8 cohetes, probablemente alineados, y un segundo piso de punta que se desprenderá de esos cohetes. Esta última parte es un verdadero avión, pero un avión de sección casi triangular cuyo aspecto será el de una flechita le papel. Dos cohetes le permitirán efectuar cambios de dirección, y sus angostas alas en forma de flecha le permitirán volver a tonar contacto con la atmósfera y luego con la Tierra según la técnica que habrá sido explorada entre tanto por el X-15.
El "Dyna-Soar" disfruta de considerables créditos, pero no sólo porque compite en la carrera internacional al espacio, sino y sobre todo porque las fuerzas aéreas lo consideran como "el bombardero que reinará dentro de 10 años".
No han sido fijados aún los plazos dentro de los cuales comenzarán los ensayos, pero ciertos diarios norteamericanos han hablado de fines de 1960. De todos modos, los dos hombres de la tripulación han sido ya designados y se están entrenando. Son dos jóvenes padres de familia, Bill Becker y Ralph Cokeley, de 32 y 33 años respectivamente. Su entrenamiento consiste por ahora en cultura física. También están sometidos a grandes diferencias de temperatura y de aceleración. Asimismo, se acostumbran a resistir calambres...
Con el X-15 y el "Dyna-Soar" nos hallamos en el programa normal de evolución de la atmósfera. Nos situamos en perspectivas que se preveían normalmente antes de la aparición de los Sputniks en el cielo. Por ambiciosos que sean y cualquiera sea la aceleración que se trate ahora de darles, los programas normales de la aviación norteamericana ya no bastan para luchar con la U.R.S.S. en esa alocada carrera si no útil, al menos espectacular, que presencian boquiabiertas las muchedumbres del mundo entero.
EL "ATLAS" TRIPULADO
Por lo tanto, en las distintas direcciones de las investigaciones espaciales, los Estados Unidos tratan de organizar experimentos que surtan mucho efecto y no exijan preparativos demasiado largos. En dicha perspectiva hay que ubicar el proyecto del Atlas tripulado del que hablamos: al principio.
Recordamos ante todo que dicho programa ha de cumplirse este año. Será utilizado un Atlas del tipo D, es decir, del modelo normalmente entregado a los militares. Sus primeros pisos serán los mismos que los del cohete operacional. Sólo el último piso —el habitáculo— será cambiado completamente de acuerdo con los términos del contrato firmado después de la licitación mencionada.
Cuando, en diciembre último, los norteamericanos lanzaron un Atlas que entró en órbita, el "Score", no le dieron el mismo ángulo de ascensión que cuando se trata de un tiro operacional a 10.000 ó 11.000 kilómetros de distancia. El Atlas tripulado será lanzado sobre una trayectoria similar a la del "Score". Con anterioridad, en una primera fase de los experimentos, un Atlas con la nueva "cápsula",' pero conteniendo sólo instrumentos, será lanzado del Cabo Cañaveral hacia la isla de la Ascensión, sobre el "cohetódromo" ya clásico. En una segunda etapa, se tratará de colocarlo en órbita con un mono en la cápsula. Sólo en la tercera fase el cohete estará tripulado.
El lanzamiento se hará desde el Cabo Cañaveral, hacia el nordeste o el sudeste, bajo un ángulo de 10 grados con el Ecuador. La órbita será casi exactamente circular, con un perigeo y un apogeo de 200 km. La ascensión someterá al piloto a una aceleración de 9 g., lo cual es algo sumamente considerable (9 veces la fuerza de gravedad terrestre).
Está previsto que el artefacto dará dos vueltas alrededor de la Tierra, lo que representa unas 3 horas de vuelo, pero todo ha sido estudiado como si el artefacto debiera cumplir 20 revoluciones y permanecer durante 28 horas en el cielo.
Al volver a la atmósfera, el piloto tendrá la espalda hacia adelante y estará protegido contra el formidable aumento de la temperatura por una espesa chapa de metal pesado, que absorberá parte del calor y la irradiará en cierta medida. Cabe recalcar que ya no se trata de hacer maniobrar el artefacto, a su regreso en la atmósfera, para evitarle un recalentamiento demasiado elevado. Serán utilizadas las soluciones perfeccionadas durante los últimos años y aún durante los últimos meses para luchar contra el recalentamiento de los proyectiles intercontinentales (I.C.B.M.).
Cuando se haya alcanzado una velocidad aceptable, el hombre se hará expulsar del cohete dentro de su habitáculo hermético. Se hallará entonces sobre el mar, en que podrá flotar durante 12 horas, con víveres a su disposición para dos días.
Hasta ahora la gran aventura espacial sólo fué mecánica. En 1959 comenzará la epopeya humana del espacio.
Revista Vea y Lea
abril 1959