Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

REPORTAJE A LULA DA SILVA

HABLA LUIS INACIO (LULA) DA SILVA DE SU PROYECTO POLÍTICO
El líder sindical y candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT} resume los principales temas de la actualidad socioeconómica de su país
Por SILVIO J. MENDIANDUA

Luis Inacio (Lula) da Silva es uno de los dirigentes que con mayor fuerza y celeridad se han situado en la cúspide del escenario político latinoamericano.
El hombre que dirigió en 1978 a más de 250 000 trabajadores en la huelga metalúrgica más grande del país, cuando todavía no militaba en partido alguno ni contaba con una ideología definida, es hoy el candidato del partido que ganó las elecciones municipales de 1988 y las encuestas lo sitúan en un lugar privilegiado para las presidenciales de 1990.
Lula, en conversación con Prisma, abordó los principales temas de la realidad brasileña como la situación política, económica y social, las perspectivas de las elecciones de noviembre próximo, su programa de gobierno, y el carácter de la nueva Constitución.
Prisma.- ¿Cuál es el proyecto político del Partido de los Trabajadores (PT)?
Lula.- El Partido de los Trabajadores (PT) está en fase de elaboración de su propuesta de programa para solucionar los problemas económicos y sociales del país. Pretendemos probar a la sociedad brasileña que es posible encontrar una solución a esos problemas, en la cual está priorizada la necesidad de desarrollar una política exterior que una a los países del Tercer Mundo con el propósito de enfrentar a los acreedores internacionales.
En el caso de Brasil sabemos que el país está en condiciones de lograr una distribución de rentas que permita a los trabajadores una vida mejor, de poner en práctica una política agrícola capaz de producir los alimentos para el pueblo y para suplir las necesidades de otros países mediante la exportación.
Pero tenemos conciencia de que eso no podrá ser logrado si no se toma posición frente a la deuda. Estamos convencidos de que ningún país deudor puede pagar en las actuales condiciones. Es por eso la necesidad de una política más unitaria del Tercer Mundo, principalmente de América Latina, a fin de poder lograr una nueva política internacional de intercambio en el campo cultural y en las relaciones comerciales.
Prisma.- ¿Qué perspectivas visualiza para el PT en las elecciones de noviembre de este año?
Lula.— Yo pienso que el PT disputa las elecciones de 1989 con amplias posibilidades de triunfo. Todas las encuestas realizadas en los últimos meses indican que el Partido de los Trabajadores es el de mayor credibilidad dentro de la opinión pública brasileña y con cada encuesta el partido crece como alternativa. Por eso estamos convencidos de que tenemos condiciones para presentar un buen programa económico-social y pensamos que éste debe hacer énfasis en los aspectos siguientes:
Deuda externa.— Es el inicio y fin de todo. En esta materia la propuesta del PT es muy clara: la suspensión del pago de la deuda externa y la realización de una auditoría para que le demos a la sociedad la información que requiere sobre la deuda, es decir, quién recibió los préstamos, dónde fue invertido ese dinero.
Reforma agraria.— Brasil es uno de los pocos países que no conoce la experiencia de reforma agraria y ella es el punto inicial para una política integral agrícola que contemple el otorgamiento de créditos, recursos materiales e incentivos fiscales a los campesinos para que aumente la creación de empleos, la productividad y se logre el abaratamiento de los productos.
Queremos que en la sociedad brasileña todos tengan acceso a la tierra para ponerla a producir y la reforma agraria que nos proponemos realizar prevé que todos los ciudadanos que quieran trabajar la tierra tengan acceso a ella. Aplicaremos una política racional de distribución de tierras, una política de incentivo al pequeño productor.
En Brasil las experiencias de reforma agraria son pobres. El gobierno tiene una política de asentamientos mediante la cual traslada a los campesinos de una región a otra y los radica en tierras de baja calidad sin otorgarles créditos ni garantías de precios para los productos de su cosecha.
Política económica.— Otro aspecto importante es el control del gasto público al que se llegará mediante una racionalización de la administración del Estado y la eliminación de la corrupción.
Prisma.- ¿Por qué el PT está convencido de que disfrutará el triunfo en los comicios de noviembre?
Lula.— Pienso que ésta convicción se debe, ante todo, a la coherencia política del Partido en los últimos años y a su triunfo en las elecciones municipales de noviembre de 1988.
Esos comicios se dieron en un clima en que el pueblo brasileño estaba desesperanzado. El PT comenzó a ganar confiabilidad porque ese mismo pueblo percibió que existía un partido coherente, con una línea de procedimiento capaz de emprender la solución de los problemas que la sociedad reclama.
En Brasil no se votó contra otros partidos sino a favor de la coherencia, de lo nuevo.
En Sao Paulo la cuarta ciudad más grande del mundo, una mujer es la alcaldesa desde el pasado día primero de enero. El caso de Luisa Erundina es una prueba que la coherencia prevaleció. Es muy importante para el PT que haya triunfado su candidato, una mujer, una compañera nordestina, de una de las regiones más pobres del país. Esa mayoría de votos con que Erundina ganó la municipalidad demuestra que se están venciendo los prejuicios.
Prisma.— ¿Tiene el PT definido en este momento su política de alianzas?
Lula.— En su último pleno nacional el PT acordó una política de alianzas con los sectores de izquierda como el Partido Comunista Brasileño (PCB), Partido Comunista de Brasil (PC do B), otros sectores progresistas como el Partido Verde, el Partido Socialista Brasileño, y grupos independientes de izquierda.
En cuanto al Partido Democrático de los Trabajadores (PDT), de Leonel Brizola, es muy difícil que dos organismos políticos que tienen posibilidad de ganar las elecciones, uno vaya a retirar su candidato a la presidencia para apoyar al otro. Eso sería posible en una segunda vuelta, es la única posibilidad de alianza. En un segundo escrutinio podrá haber esa alternativa.
Nosotros estamos convencidos de que llegaremos a la segunda vuelta, porque el PT está en condiciones plenas de disputar la presidencia.
Prisma.- En cuanto a la nueva Constitución, ¿apoya su texto a un eventual gobierno progresista? ¿Por qué no se han emitido las leyes para su puesta en práctica?
Lula.— Primero es importante precisar que nosotros tenemos que promulgar 150 leyes ordinarias y 58 leyes complementarias para poder reglamentar la Constitución.
Los partidos de izquierda y progresistas somos minoría en el Congreso. Tenemos unos 100 diputados, cuando más 130, que no son suficientes para imponerse a la mayoría conservadora y reglamentar la Constitución.
Estamos previendo que 1989 será un año de mucho trabajo en que haremos todo lo posible para que la Constitución entre en vigor inmediatamente. Tenemos que hacer un trabajo muy serio para presionar a los diputados conservadores y lograr que la Carta Magna sea reglamentada. La Constitución de 1946 nunca fue reglamentada y tenemos que impedir que esto se repita en 1989.
No obstante, la Constitución es conservadora porque contempla intereses del poder económico. Innegablemente en algunos aspectos tiene conquistas para las clases sociales populares: se amplió la libertad de autonomía sindical, el derecho a la huelga y el derecho de la mujer.
Si comparamos los resultados con la propuesta presentada por la Izquierda llegamos a la conclusión de que perdimos, pero si comparamos la Constitución con la correlación de fuerzas en el Congreso, llegamos a la conclusión de que es un avance social porque la mayoría de la constituyente estuvo integrada por empresarios.
Nosotros conseguimos avances por la presión de la sociedad y el movimiento sindical, pero en sentido general la Constitución es conservadora.
Además jugó un papel importante la presión de los militares que, aunque no participaron en el plenario, constituyeron el "lobby" más eficaz de la constituyente. Ellos enviaban mensajes a través de la prensa. "No queremos 40 horas semanales" (no se aprobaban las 40 horas); "No queremos Ministro de Defensa al cual estén supeditados los militares" (no se aprobaba); "no queremos Consejo de Defensa Nacional con mayoría de civiles", y no se aprobaba.
Eso demuestra que estamos viviendo un período de democracia bajo el síndrome militar. En nombre de la ley y el orden, los militares pueden intervenir en la represión o en cualquier aspecto de la vida nacional.
Prisma.- Y partiendo de estas afirmaciones; ¿puede considerarse posible un golpe de Estado en la eventualidad de que triunfe un candidato de izquierda?
Lula.— Ningún político latinoamericano dice en una entrevista que no hay posibilidad de golpe de Estado. Basta que haya militares y un poco de ignorancia para que exista el peligro del golpe, pero la diferencia es que hoy no hay explicación para la opinión pública interna y externa como en 1964.
Las Fuerzas Armadas sufrieron un período de desgaste muy grande en los últimos 20 años de gobierno (1964-1984). En 1964, el pueblo brasileño, por falta de información, vio en los militares una posibilidad de solución a la crisis por la que atravesaba, pero en 1989 ve que los problemas han persistido y que no hubo solución. De ahí el por qué se hace más difícil que en función de un candidato de izquierda se vaya a interrumpir el proceso democrático.
La tarea básica de cualquier gobierno latinoamericano en los próximos cuatro u ocho años es convencer a los militares de que su verdadera tarea es proteger a la sociedad contra los enemigos externos y no los supuestos enemigos internos.
En los países latinoamericanos y principalmente en Brasil se consulta a los militares para todo, si se va a elaborar una política salarial o sindical o si se va a firmar un contrato colectivo, pero esa mentalidad hay que cambiarla. Esa es una de las tareas que el PT se propone desarrollar durante la campaña electoral.
Prisma.- ¿Cómo explica usted el tránsito de Luis Inacio (Lula) da Silva del dirigente sindical de 1978 al líder del PT y candidato presidencial de 1989?
Lula.— Pienso que no tiene mucha comparación porque el Lula de 1978 era un hombre que no gustaba de la política, era totalmente apolítico. No militaba en ningún partido, tenía una visión muy corporativista pues pensaba que los problemas del mundo comenzaban y terminaban en los sindicatos.
Fue a partir de las huelgas de 1978 que mi cabeza se abrió y comencé a comprender que la única salida para los trabajadores era la organización política. No imaginaba entonces llegar siquiera a Consejero Municipal, no imaginaba pertenecer a un partido político.
Y terminé siendo candidato a Gobernador, fundador de un partido político y hoy candidato a presidente de la República. El Lula de hoy es una persona con mayor visión de su país, de América Latina y de la esencia de la lucha de clases.
En el 78 la responsabilidad de Lula era dirigir la huelga más grande del país y en el 89, presentar propuestas para dirigir la octava economía mundial.
Revista Prisma
marzo 1989

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