Revista Siete Días Ilustrados
29.11.1971 |
Hacia el final de la visita de Fidel Castro, el
enviado especial de SIETE DIAS entrevistó al presidente chileno.
Allende se refirió al periplo del premier cubano y analizó la
situación interna de su país, en momentos en que la oposición
arrecia frente al futuro plebiscito sobre el proyecto de Cámara
Única
Que la visita de Fidel Castro a Chile provocó la reacción de vastos
sectores en todo el continente, no es novedad. Sí lo es, en cambio,
el balance que el periplo del caribeño permite producir: un saldo
positivo para la convivencia latinoamericana, resultante del
aquietamiento de las tensiones que jalonaron los últimos diez años y
que podían conducir a un atolladero sin salida. Del cúmulo de
resultados se podrían apartar algunos que, por su significación, sin
duda, son los descollantes, a saber:
• Fidel Castro —otrora tenaz enemigo de la vía pacifica— avala, con
su viaje, la línea política de la UP chilena. No sólo eso: la
escalada "técnica" que realizará en Lima a su regreso a Cuba supone
también un apoyo explícito al nacionalismo militar peruano y
constituye, en ese sentido un giro aún más profundo —aunque
coherente— que su laison con el comunismo prosoviético trasandino.
El aval se manifestó en Puerto Montt, sobre todo cuando Allende
replicó a los manifestantes que lo hostilizaban al grito de
"revolución, revolución", diciendo "Jamás aceptaré imposiciones de
la extrema izquierda. Si Fidel está en Chile es porque tiene
conciencia de que estamos haciendo una revolución y de que cada
pueblo enfrenta ese reto de acuerdo con su propia realidad".
Obvio, el "giro" de Castro obedecería a dos causas primordiales: 1)
El fracaso del foquismo guerrillerista como manera de impulsar los
procesos revolucionarios en el continente; 2) La necesidad de
quebrar así es aislamiento de Cuba; 3) La creciente influencia
soviética sobre su país —para resolver agudos problemas económicos—,
desestimando alianzas con China. A estas causas podría agregarse una
cuarta: el auge del tercerismo, el estilo peruano, en el cual Cuba
podría encontrar respaldo en su búsqueda de una definitiva y más
independiente salida económica.
• El segundo saldo de la visita adquiere relevancia sí se interpreta
que la presencia de Castro en Chile implica el comienzo del deshielo
continental con respecto a la isla. El bloqueo entra en una etapa
decadente, y aunque este fenómeno se da sobre bases políticas
distintas de las que previo Ernesto Guevara, necesariamente obligan
a Cuba a una "moderación" del revolucionarismo. O sea: ceden las dos
partes. Los Estados Unidos —presionados por una realidad ineludible—
no tienen más remedio que aceptar a Cuba, al igual que diversos
gobiernos latinoamericanos que ahora flexibilizan sus posiciones
(Argentina, Colombia, Venezuela). Y Cuba —al morigerar sus planteos—
adopta de hecho la tesis que antes no juzgaba como más aconsejable:
vía pacífica, alianza con sectores nacionalistas.
De este modo, sólo queda un elemento como resabio de la vieja línea
en la política cubana: su repudio a la OEA. A partir de ahora —el
proceso no es lineal ni inmediato, claro está— la perspectiva de
América latina está signada por lo que puede llegar a ser una suerte
de coexistencia pacifica al uso nostro, apoyada por el ala liberal
de USA y por los popes de la política soviética. Frente a este
cuadro, SIETE DIAS logró una entrevista exclusiva con el presidente
chileno, Salvador Allende Gossens (64, 3 hijas), en la que, además
de referirse a la visita de Castro, desgranó abundantes comentarios
sobre el proceso que vive su país —la visita arroja, también, un
saldo positivo como peculiar campaña proselitista—, a poco de un
enfrentamiento que puede convertir al proceso chileno en
irreversible o en una debacle imprevisible: el plebiscito a que se
someterá al pueblo luego del rechazo, por parte de la oposición, del
proyecto de Cámara Única, en reemplazo del actual sistema
parlamentario.
—¿Qué significación tiene, en lo personal y para Chile, la visita
del primer ministro cubano, Fidel Castro Ruiz?
—Para nuestro país, esta visita constituye un histórico paso de
reafirmación de solidaridad continental y conjugación de voluntades
de dos pueblos y dos gobiernos comprometidos en un ideario de
liberación democrática, que permita el término definitivo del estado
de dependencia política, económica y cultural. Este estado, como
usted comprenderá, es un morbo oprobioso para los países de esta
parte del mundo y de otras regiones de la tierra. En lo personal,
representa una coyuntura feliz el hecho de poder recibir en mi
patria a un gobernante ilustre y a un amigo entrañable por quien
siento admiración y un profundo afecto.
—¿De qué manera, participa el pueblo en su gobierno? ¿Cuál sería su
respuesta a los embates derechistas acerca de la falta de
abastecimiento de algunos productos? Y, en el mismo sentido, ¿es
real dicha carencia?
—En sólo un año de gobierno de la Unidad Popular hemos creado
innumerables oportunidades de carácter institucional para que las
distintas organizaciones representativas de los trabajadores, en su
más amplia gama, tengan acceso directivo o carácter asesor en la
gran mayoría de las instancias que aseguran la marcha de la
sociedad chilena. Este proceso de democratización del poder se irá
acentuando y perfeccionando en la medida en que se asienten las
bases de las nuevas formas políticas de participación popular que
estamos construyendo. Pero, en relación al desabastecimiento de
algunos productos de consumo alimenticio, puedo decirle que en
efecto se ha producido escasez en algunos rubros, y ése es el pivote
fundamental para la más enconada crítica por parte de la oposición.
Pero éste es un fenómeno que deriva de la violenta expansión del
poder de compra de vastos sectores de chilenos que hasta hace poco
vivieron marginados casi enteramente de una racional y humana
capacidad de consumo. Lo que pasa es que la política de
redistribución del ingreso nacional ha permitido el crecimiento de
la demanda a que aludí y, por consiguiente, la satisfacción de
necesidades vitales postergadas por muchas décadas. Y la estrechez
del mercado, entonces, es la consecuencia lógica. Fíjese que los
niveles globales de producción han aumentado en un 30,9 por ciento y
que el proceso inflacionario tiende a controlarse cada vez con mayor
éxito.
—¿Pero usted atribuye el desabastecimiento —en tanto que es el
"caballito de batalla" de sus opositores — solamente a la mayor
demanda de productos por parte de sectores que se incorporan al
consumo?
—No. Indudablemente que hay otras causas. A lo anterior debemos
sumarle que existe en Chile una ostensible estrategia psicológica
para que los consumidores compren más de lo que necesitan,
sugiriendo que en un futuro próximo se agotarán las posibilidades
productivas. Entonces usted puede ver dónde se encuentra la raíz del
desabastecimiento del que tanto ruido se hace. . . En el campo de la
alimentación, Chile ha estado importando en los últimos años entre
180 y 210 millones de dólares anuales, pero si estas cantidades
crecen se deberá a factores como, por ejemplo, el consumo de miles
de personas modestas que aumentó verticalmente. La carne, que antes
no figuraba en la dieta de estos compatriotas, provoca hoy un
consumo correlativo muy alzado. Además, el último terremoto y la
nevazón destruyeron un 30 por ciento de la infraestructura agraria,
en especial la relacionada con la crianza de aves, que se pulverizó
en un 40 por ciento. Para resolver estas deficiencias, el gobierno
procederá al estricto control de la distribución de productos
esenciales, pero sin que ello, claro, signifique eliminar las
organizaciones comerciales privadas. No queremos
ni vamos a montar aparatos burocráticos en este orden de cosas. En
cambio, realizaremos una labor incansable por que los comerciantes
—y, en especial, los minoristas— tengan un abastecimiento seguro e
incondicionado por exigencias intolerables. Asimismo, esos sectores
dispondrán de líneas de crédito favorables. Estamos embarcados en la
tarea de que se produzca una toma de conciencia popular a fin de que
ella posibilite el control de la distribución y los precios y se
liquide la extorsión de los intermediarios inescrupulosos.
—Usted acaba de referirse a "nuevas formas de participación
popular". ¿Son ellas, acaso, las que entornan el proyecto de Cámara
Única, como nuevo poder legislativo? Y, en tal caso, ¿qué
perspectiva le ve a ese proyecto? ¿Es una antesala o paso previo a
la constitución de la Asamblea Popular?
—Yo creo que es conveniente aclarar algo que es medular: nosotros no
hemos propiciado, ni antes ni ahora, una Asamblea del Pueblo, al
estilo de las que existen en otras naciones. En nuestro caso se
trata simplemente de modificar el sistema bicameral por otro de
carácter unicameral. Ni siquiera esta iniciativa podría considerarse
como instancia previa o antesala para otros cambios en nuestro
régimen constitucional y legal. Ocurre que la organización bicameral
chilena actual ofrece serias deficiencias que afectan al
funcionamiento del trabajo legislativo.
—¿Usted se refiere a la lentitud?
—Claro. Y ello resulta trascendente si se considera que en estos
instantes necesitamos acelerar reformas jurídicas que respondan a
las urgencias de transformaciones sociales y económicas. Además,
tenemos el convencimiento de que la actual fórmula de organización
legislativa no garantiza de un modo cabal la representatividad
democrática que debe tener el Congreso Nacional. En suma: deseamos
que nuestro Parlamento exprese con autenticidad las diversas
manifestaciones de opinión pública y los intereses de los distintos
sectores que configuran la territorialidad de Chile.
—La libertad de prensa, en Chile, es uno de los puntos en que sus
opositores hacen más hincapié. Los titulares de los periódicos
chilenos parecerían desmentir el temor que esos sectores, nacionales
y extranacionales, tienen al respecto. ¿La libertad de prensa puede
tener pronto fin?
—No será ciertamente mi gobierno el que lesione en lo más mínimo la
vocación democrática del pueblo chileno. La libertad de prensa, por
lo mismo, goza y gozará de excelente salud. Si la oposición comete
excesos que dañen la imagen interna y externa del país, perjudicando
los altos intereses de la República, se atendrá a las consecuencias
que resultan de la recta aplicación de las normas constitucionales y
legales. En este sentido, el gobierno que presido está perfectamente
tranquilo y seguro de lo que hace. No teme las críticas; las recibe
con la serenidad propia de un régimen maduramente democrático.
—En septiembre del año pasado, una agencia de noticias
norteamericana formuló comentarios sobre una supuesta base de ese
país en la isla de Pascua. Usted, entonces, prometió ocuparse del
asunto, y, de confirmarse, erradicarla. ¿Se ocupó, en efecto, del
asunto?
—Efectivamente, el gobierno investigó los hechos en el terreno y se
pudo establecer que se trataba de un Observatorio Meteorológico
norteamericano en la isla de Pascua. A posteriori se decidió
desmantelarlo con el propósito de evitar dificultades que a nadie
favorecían.
—¿Cuáles son, en líneas generales, los tópicos que trató con el
primer ministro cubano?
—Bueno, conversamos de todo. Absolutamente de todo. O, si usted
prefiere, hablamos de todos los problemas que atañen al mejoramiento
de las relaciones entre los dos gobiernos soberanos empeñados en el
bienestar y progreso de sus respectivos pueblos.
—Esta visita fue muy resistida por parte de sus opositores.
¿Ejercieron éstos presiones ilícitas o deshonestas? En caso
afirmativo, ¿cuáles?
—En verdad, la visita del comandante Fidel Castro traduce la
voluntad de gobernantes que, en pleno uso de facultades privativas,
deciden reunirse amistosamente para conversar sobre asuntos de
superior significación internacional. Hecha excepción de ciertas
destemplanzas de cuatro o cinco deschavetados que pretendieron
realizar contramanifestaciones, la inmensa mayoría nacional ha
recibido con los brazos y el corazón abiertos a nuestro ilustre
visitante. Y eso no es más que una estricta convergencia con las
mejores tradiciones de hospitalidad del pueblo chileno.
—¿A qué se debe el activismo de los grupos que pecan —según algunos—
de "infantilismo revolucionario", a los que usted aludió en su
discurso del 4 de este mes? ¿Cuál es y cuál será su actitud para con
ellos?
—Bueno, en todos los regímenes políticos, y particularmente en los
que hacen cosas de verdadera trascendencia histórica, es inevitable
que surjan segmentos minoritarios que pretenden forzar los hechos en
abierta pugna con los elementos que configuran la realidad. Y, en
tanto sus acciones no entorpezcan gravemente el desarrollo de la
política social y económica, no tienen por qué preocuparnos. Pero si
ello ocurriese,
tenga usted la certeza de que cualquier extremismo, sea cual fuere
su orientación, será contenido y eliminado con los instrumentos que
nos franquea la organización jurídica vigente.
—Ahora que usted recibe a un visitante, sin duda que esta visita le
recordará a otra. Por ejemplo, la del presidente argentino. ¿Qué
impresión le causó Lanusse, a un mes de haberlo entrevistado?
—Excelente, desde el punto de vista humano. Y en cuanto a su
posición internacional, de desestimar las barreras ideológicas en
pro de elevados fines de acercamiento y cooperación entre los
pueblos, coincide plenamente con la que he venido propugnando desde
hace muchos años y que estamos materializando en estos momentos.
—¿En qué punto se encuentra la política de su gobierno en materia de
reforma agraria y de nacionalización del cobre?
—En materia de reforma agraria sólo deseo expresar que en un año
hemos nacionalizado un número de predios que supera lo que el
gobierno anterior hizo en seis años de su mandato. Es una buena
cifra ¿no? Y debo agregarle que en 1972 eliminaremos la totalidad de
los latifundios. Ahora, en lo que respecta al cobre, el proceso de
nacionalización está sustantivamente terminado; sólo falta el
capítulo de apelaciones que deberá fallar la Corte Especial, en la
forma que se contempla en nuestra ordenación legal.
—¿Son ciertas las versiones —varias veces difundidas en Argentina—
de que su gobierno habría invitado al general Perón a visitar o
radicarse en Chile?
—-Mire, el gobierno de Chile no tiene misterios en este asunto.
Nosotros y nuestro pueblo recibiremos con la mayor cordialidad al
general Perón y él sabe muy bien que no ocultamos este sentimiento
de aprecio hacia su persona... Si viene a Chile, encontrará las
puertas abiertas de par en par.
—¿Y qué opina de las recientes declaraciones del general Onganía
según las cuales crítica la ruptura de fronteras ideológicas por
parte del gobierno del general Lanusse?
—Sobre las apreciaciones del general Onganía, pienso que es
suficiente respuesta lo que ya le dije sobre la completa
convergencia que existe entre mi gobierno y la posición del general
Lanusse.
—¿Qué gravedad le asigna a las tomas de fundos por parte del M.I.R.
(Movimiento de Izquierda Revolucionaria)? ¿En qué medida perjudican
su labor?
—En referencia a la gravedad que poseerían algunas tomas ilegales de
predios agrícolas, estimo suficiente informarle que ellas carecen de
importancia cuantitativa. Del total de fundos expropiados para el
país, alrededor de mil, sólo unos pocos han sido objeto de "tomas"
al margen de la ley. Ahora bien: sus autores están sometidos al
rigor de lo que establecen nuestras leyes. Pero quizá le sea
ilustrativo saber que este problema de las expropiaciones al margen
de la legalidad corresponde a un penoso legado del régimen
precedente. Aún más, en el gobierno anterior ese tipo de 'tomas' fue
más considerable que lo sucedido en el presente régimen.
Oscar Giardinelli
Ir Arriba
|
|
Oscar "Mempo" Giardinelli y Salvador
Allende
Salvador Allende |
|
|
|
|
|
|