Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

A DONDE VA LA REVOLUCIÓN CULTURAL CHINA
LO QUE ME DIJO MAO
Por EDGAR SNOW

Mao Tsé-tung

Revista Análisis
6 de marzo de 1967

un aporte de Héctor Álvarez

El drama de China presta intensa actualidad a la entrevista que la red radiofónica francesa Europa 1 hizo a Edgard Snow, amigo personal de Mao y uno de los hombres que han intentado con más profundidad penetrar en el enigma chino. Su enfoque es favorable a Mao, por el que no escatima su admiración, pero independientemente de ello, el testimonio que Snow recoge es de un valor indudable. Reproducimos el texto de la entrevista, registrado en cinta magnética.

Pregunta: Según usted, ¿cuáles son las causas de la revolución cultural? 
RESPUESTA: Quisiera antes que nada precisar que no soy experto en problemas chinos. No existen expertos acerca de China contemporánea. Existe, en todo caso, un grupo de eruditos duchos en ignorar más o menos todo de China. Ninguno entre miles de expertos y de especialistas de las cuestiones chinas ha previsto esto que está sucediendo hoy y yo no soy una excepción. Nada ha sido previsto ni sobre la dirección en la que hoy se desarrollan los acontecimientos ni sobre su alcance...
Una de las respuestas correctas podría ser ésta: la revolución cultural era necesaria para que el viento del Este resultara más fuerte que el viento del Oeste. Esta es la consigna difundida en China desde 1957, Es decir, desde que Mao Tsé-tung proclamó en Moscú que la lucha entre los bloques socialistas y capitalistas habría desembocado en la victoria del viento del Este sobre el viento del Oeste.

LA DIVERGENCIA CHINO-SOVIÉTICA
En 1960 encontré al primer ministro Chou En-lai y en aquella Ocasión le pregunté su opinión sobre el conflicto ideológico entre China y la Unión Soviética. El primer ministro chino admitió que existían divergencias entre los dos países pero agregó que esto era natural y sucedía siempre entre aquellos que creían en las mismas cosas. En el caso de China y de la Unión Soviética estas divergencias podrían definirse de la siguiente manera: los chinos no están de acuerdo con los soviéticos sobre la manera de encarar los problemas de la guerra y de la paz. Por ejemplo, me decía Chou En-lai, el hecho de que la Unión Soviética esté representada en las Naciones Unidas mientras China no lo está. He aquí por lo tanto un motivo de oposición en el plano táctico y estratégico.
El hecho de que una de las dos partes sea miembro de una organización de éste tipo y la otra no lo sea, provoca fatalmente una diferenciación de este tipo y la otra no lo sea, vista.
El grupo dirigente actual de China ha tomado el poder tras una revolución que culminó hace 18 años. Durante todo este período el país ha conocido una estabilidad notable. Por todo ello cabría preguntarse a qué viene tanto hablar de revolución en este momento. Creo que esto se debe principalmente al hecho de que China ha sufrido durante estos años profundas trasformaciones sociales y económicas, que a la larga, y en el plano político, no dieron los resultados deseados. Se podría también ir más allá y decir que la lucha actual tiene como objetivo conquistar el corazón y la mente de la juventud de hoy. Esta es, por otra parte, una afirmación hecha repetidamente por Mao Tsé-tung. A este respecto él mismo me dijo en 1964 que el problema más importante, el que tenía prioridad sobre todos los demás, era aquel que se refería a la formación y la educación de las jóvenes generaciones para impedir que éstas tomaran por el camino equivocado del revisionismo y del capitalismo.
En sustancia, Mao afirmaba que imperialistas y khruschevistas, todos juntos, ahora esperaban que la tercera y la cuarta generación, una vez llegadas a la edad adulta, habrían renunciado al patrimonio revolucionario heredado por los padres; por lo tanto, si no se atinaba a aislar a la juventud de influencias similares, todo corría peligro de perderse. No es éste, ciertamente, el único motivo de la revolución cultural. Os señalo algunos otros factores que pueden explicar el fenómeno. La revolución se basa sobre el pensamiento de Mao Tsé-tung. Mao y su grupo creen en el hombre comunista y tratan de forjar un tipo de hombre lo más adaptado posible a esa imagen. Hasta que no hayan alcanzado este objetivo no estarán satisfechos. No debemos olvidar que los chinos, al lanzar este movimiento revolucionario, persiguen también miras nacionalistas. Con la ayuda de esta revolución tratan de fijar la posición de China en el mundo como una de las grandes potencias, y no hay contradicción entre esta tendencia nacionalista y el deseo de querer representar nada menos que al movimiento proletario universal.
P. Usted conoce bien a Mao Tsé-tung y ha escrito sobre él obras que ya son textos consagrados en China. Díganos ahora por qué Mao ha elegido este camino. 
R. Mao tiene el carácter, la voluntad, las dotes y el talento de un gran jefe. Pero en China, después de la revolución, existe además de él un gran número de otros dirigentes competentes y capaces. Creo que Mao obtuvo mayor éxito que los demás porque, contrariamente a los intelectuales puros, ha logrado comprender a las clases campesinas. El mismo es la síntesis entre lo intelectual y lo campesino, y ha comprendido que los intelectuales por sí solos no habrían podido llevar a cabo la revolución. Por otra parte, no habría sido una revolución social si no hubiesen tomado parte en ella los campesinos.
Mao es un gran dirigente. Un héroe auténtico; el primer chino que haya logrado en siglos hacer simultáneamente, una serie de cosas fundamentales: lanzar la revolución y dirigirla; organizar la clase campesina e integrarla en la revolución con el fin de trasformar la vida en los campos; dar una ideología al campesino y elaborar la estrategia necesaria para ganar la guerra; trazar un programa de gobierno y al mismo tiempo lanzar una idea universal. No se puede negar que esa idea ha ejercido una influencia considerable.
Para los chinos, o por lo menos para una gran parte de ellos y para la juventud, Mao es como un padre. En estas condiciones, ¿cómo podrían los miembros del Partido Comunista vivir sin el pensamiento de Mao?
No es concebible que haya adversarios que gocen de verdadera autoridad y se opongan al pensamiento de Mao. En todo caso es posible imaginar que por una razón u otra se llegue a crear una situación que haga perder a Mao la posición que tiene actualmente. En tal caso estaríamos ante un grupo de dirigentes que trata de realizar el maoísmo sin Mao, y no sería una empresa fácil.
P. ¿Puede la situación actual en China llegar a convertirse en un conflicto entre personalidades?'
R. Sería una manera pésima de intentar la explicación de lo que está sucediendo en China. No es justamente el caso de reducir la cuestión a un choque entre personas. Hay otras fuerzas que entran en juego y los factores que he citado sirven para explicar las divergencias existentes. Es obvio que donde surge un conflicto, la naturaleza humana tiene su parte. Sin embargo, los conflictos entre las personas que están en la cúspide surgen de divergencias auténticas y reales que se refieren a las soluciones requeridas por los problemas puestos sobre el tapete.
P. Por lo tanto usted es de parecer que se trata de una confrontación sobre la manera de conducir las cosas, más que de rivalidades verdaderas entre distintas personas. ¿Es esto lo que usted ha querido decir?
R. Sí. Hasta donde estoy en condiciones de juzgar, no existen divergencias fundamentales entre los dirigentes en la cúspide.
P. ¿Ni siquiera entre Mao Tsé-tung y Liu Shao-chi?
R. Diría que no por lo que se refiere a los objetivos a alcanzar y los problemas ideológicos. Así, por ejemplo, si Liu Shao-chi (que ha sido atacado por los guardias rojos), o Lin Piao alcanzaran el poder, no por esto habría un cambio en la política exterior china ni se iría hacia el revisionismo.
P. ¿Por lo tanto usted considera que Liu Shao-chi es un maoísta?
R. Liu Shao-chi está entre los fundadores del maoismo. Si usted lee los textos se dará cuenta que Liu Shao-chi ha sido el primero en China, a fines de 1945, en afirmar que Mao Tsé-tung había creado una nueva interpretación asiática del marxismo.
No recuerdo exactamente las palabras por él usadas ni la ocasión. A grandes rasgos era esto lo que él decía. Liu había escrito un largo ensayo sobre este argumento que permaneció ignorado por todo el período en el cual China estuvo estrechamente ligada a la Unión Soviética.
P. ¿Usted excluye que ahora la Unión Soviética pueda apoyar una facción favorable a Mao u otra de oposición?
R. No creo que ello ocurra, al menos por el momento.
P. ¿Pero considera que podría ser posible en el futuro?
R. El futuro es lejano. Pero lo mismo hagamos una hipótesis: por ejemplo que China terminara por adoptar el revisionismo. ¿Cuáles serían las consecuencias? Una tal eventualidad significaría subordinar totalmente China a la Unión Soviética. El problema no es únicamente el de un conflicto de intereses nacionales entre chinos y soviéticos. Se trata de saber si será el comunismo soviético o el comunismo chino quien conquiste Asia oriental.
P. Sé bien que es imposible hacer profecías, pero ¿cómo ve usted él porvenir de la revolución cultural? ¿Qué podrá suceder?
R. No hay pruebas de que las noticias tan confusas que se publican estén inspiradas únicamente por lo que dicen y. escriben los más jóvenes, es decir, los guardias rojos. Para orientarse mejor será preferible atenerse al comunicado del Comité Central publicado en agosto del año pasado.
Parece verosímil que se llegará a una reconciliación entre todos aquellos que hoy aparecen como adversarios. Claro, no existen pruebas oficiales, pero no hay tampoco elementos que prueben lo contrario. No olvidemos que en el pasado el Partido Comunista chino ha conocido otros graves conflictos y sin embargo a partir de 1934 jamás se le ocurrió a ninguno de sus miembros cuestionar la persona de Mao Tsé-tung. Tal vez sea necesario subrayar también otro hecho: que los acontecimientos que actualmente se desarrollan, sirven por paradójico que pueda parecer, para evitar una verdadera catástrofe para el porvenir de China. Si por ejemplo Mao Tsé-tung hubiese desaparecido antes de que los problemas fundamentales fueran puestos sobre el tapete, es probable que el drama hubiera tomado proporciones mucho mayores.
6 DE MARZO DE 1967
REVISTA ANÁLISIS

Ir Arriba

 

 



guardia roja
muchachas de la guardia roja en Pekín

guardia roja
un mitin de la guardia roja en la capital

 


 

 

 

 

 

 


Mao Tsé-tung
Mao aplaude a los Guardias Rojos

 

 

 

 

 

 

Búsqueda personalizada