Si cayera Madrid
por Francisco Ciccotti

España -1936-

 

Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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HIPÓTESIS PREMATURA
Deseo analizar brevemente —con absoluta objetividad— las posibles consecuencias estratégicas y políticas, nacionales e internacionales, de la eventual caída de Madrid en poder de los revolucionarios. Quien se propone desarrollar tema semejante no tiene la menor necesidad de creer en la hipótesis que plantea como base de su disertación. Por ejemplo, personalmente creo que la expugnación de Madrid por parte de los revolucionarios resulta mucho más difícil y se halla mucho menos próxima de lo que hacen creer los generales rebeldes, en el momento en que empiezo a escribir esta nota, a mediados de octubre.
Por de pronto, formulo una observación, que por cierto no va a colocarme en el excelso nivel de los ilustres estrategas, y que, sin embargo, sirve para demostrar que no siempre el talento y la estrategia se casan felizmente. En la medida en que las columnas revolucionarias se acercan a Madrid, van considerándose menos importantes los obstáculos que todavía se deben franquear, y más rápida la última fase de la marcha arrolladora. Parece lógico, pero es un error: los obstáculos, en la última fase del sitio total, siempre resultan más intensos, y la resistencia generalmente se vuelve mayor cuanto más se reduce el territorio en que se realiza. Naturalmente, estas son reglas que los hechos ratifican en la medida en que actúa el factor psicológico: el valor humano. Dentro de los muros de Numancia y de Sagunto, gente de distinta raza posiblemente habría cedido mucho tiempo antes y no habría tomado la trágica decisión de los ibéricos sitiados por las legiones romanas. El factor moral puede dar a la resistencia de Madrid una prolongación absolutamente imprevista. La trágica disyuntiva que se planteará a los leales en Madrid —vivir esclavos o morir libres— ha creado muchas veces en los españoles poderes de reacción imprevistos y de inmensa y estoica originalidad. Y debe ser un carácter racial imborrable. Yo lo pensaba así leyendo, en algunos párrafos del antiguo cronista romano Appiano, este curioso y expresivo juicio sobre los españoles: 'Los esclavos ibéricos son los menos apreciados en los grandes mercados de Sicilia y de Cirene. En efecto, cuestan la mitad que los esclavos galos y apenas la cuarta parte del costo de los esclavos frigios y griegos. El motivo del costo barato de un esclavo ibérico es que ese esclavo casi siempre se suicida para no seguir en la esclavitud.' No se podría decir la cosa con mayor expresividad.
En la época de Appiano había esclavos de otras razas que rehusaban su liberación y se dejaban clavar con una oreja a la puerta de sus amos, para indicar que preferían seguir sirviéndoles. En nuestra época, más civilizada, a esa gente que nace con una librea, y tiene vocación de servir, en lugar de un clavo en la oreja, se le pone en la solapa una escarapela oficialista...
EL "PESO" DE UNA CAPITAL
Desde el punto de vista militar, generalmente es un error creer que la posesión de la capital de un país en guerra tenga un gran valor para quien la ocupa. La verdad es que se trata de un valor meramente moral, sin duda importante, mas que a veces se puede pagar demasiado caro. Después de la guerra europea, todos los grandes estrategas coincidieron en manifestar que el empeño puesto por el Estado Mayor Alemán en intentar reiteradamente la conquista de París causó a Alemania más perjuicio que los que hubiera podido ocasionar a Francia la pérdida de su capital. La derrota del Marne no fué la única consecuencia del espejismo "parisiense" engañador de von Kluck. También determinó el enorme
derroche de energías y materiales alemanes, en la primavera de 1918, para, expugnar París, lo que impidió al Reich poder más tarde oponer una resistencia más eficiente a la contraofensiva de los aliados.
Si, para los leales, conservar la capital de España resulta una necesidad moral y una utilidad estratégica, constituye también, una gran pasividad desde el punto de vista de los aprovisionamientos y la paralización de una parte, al menos, de la eficiencia bélica de sus tropas. En una revista francesa, el general Guillemin —ex subjefe del Estado Mayor de Francia— examinó, hace dos meses, el problema estratégico de Madrid, y llegó a las conclusiones siguientes:
1º Un ejército en guerra puede y debe consagrar y sacrificar fuerzas —hombres y materiales— a un objetivo de carácter moral, solamente cuando sus fuerzas resultan suficientes para enfrentar necesidades y situaciones de otra clase más imprescindibles.
2º Estratégicamente, Madrid es un no-valor; y constituye un grave peso muerto para quien debe defenderla, por cuanto absorbe e inmoviliza inevitablemente, en una lucha de posiciones, fuerzas considerables, que podrían conseguir resultados mucho más importantes sobre los rebeldes en una lucha maniobrada, confiada a varias columnas móviles.
3º Quien tenga el dominio de Madrid carga con la responsabilidad y la pasividad del aprovisionamiento de una numerosa población civil. En caso de guerra, el esfuerzo requerido para alimentar, defender, abrigar, etcétera, a una población de mujeres y niños debilita las posibilidades de aprovisionar a las fuerzas combatientes, lo que ya en la actualidad constituye un problema grave para los leales. .
He resumido esas opiniones del general francés, no ya para adoptarlas íntegramente, sino únicamente para indicar que, desde el punto de vista estratégico, la posesión de la capital, en España, no representa de ninguna manera an factor de éxito definitivo. Queda, lo repito, el importante factor moral. En todo caso, un gobierno legal, obligado a abandonar por razones militares la capital de su Estado, no abandona definitivamente nada: el gobierno de Francia, en 1915, no cometió el error de dejarse enjaular por los alemanes en París, y se trasladó a Burdeos, lanzando en el frente del Este las considerables fuerzas que hubiera tenido que inmovilizar en la defensa de París. Ni el hecho de que el gobierno legítimo de Bélgica, durante cuatro años, tuviera que residir fuera del territorio del Estado le impidió regresar triunfalmente a Bruselas, al final de la guerra. Lo que importa, para los leales de 
España, no es tanto tener en sus manos territorios y ciudades sino tener a su alcance fuerzas tan poderosas como para asestar, en cualquier momento, y en cualquier punto del territorio nacional, un golpe rudo a los rebeldes. Una vez debilitados por una grave derrota, no sería difícil expulsarlos progresivamente del territorio ocupado, cuya extensión impone inmovilizar, para guardarlo y conservarlo, fuerzas y materiales necesariamente substraídos a las exigencias de las operaciones militares.
INCÓGNITAS POLÍTICAS
LAS perspectivas de la situación política en España son aún más confusas y menos definitivas que la situación militar. Hasta ahora se ha dedicado, en general, poca atención a lo que pasa en Cataluña, y que tiene aparentemente una enorme importancia. Los catalanes, por cierto, han dado y dan a la defensa de la República Española su contribución valiosa de hombres y recursos materiales. Pero resulta visible que el gobierno autónomo de Barcelona está constituyendo un ejército propio, bien numeroso y pertrechado, y lo adiestra con aplicación intensiva a la defensa territorial de Cataluña, para cuando los revolucionarios vayan a medir sus dientes contra aquel hueso muy duro. Existen también indicios de un entendimiento entre catalanes y vascos para defenderse recíprocamente y defender su conquistada autonomía contra los revolucionarios, en el supuesto de que éstos logren destruir la república en España. La tendencia de Cataluña a hacer "rancho aparte" resulta también de notorio conocimiento.
La lucha que Cataluña ofrecerá a los generales rebeldes no debe considerarse un
simple episodio más o menos final de la guerra civil. Será ya otro aspecto de la guerra civil; y, consideradas las estrechas relaciones, no solamente morales, sino también económicas, entre la rica Cataluña y toda la Francia meridional, posiblemente será por motivo de los catalanes por lo que hará crisis la neutralidad francesa.
¿QUÉ SE PROPONE RUSIA?
La iniciativa rusa contra la conocida ingerencia de Alemania, Italia y Portugal en los asuntos españoles no puede terminar ni terminará con una declaración académica de la Junta de Vigilancia de Londres. Puesto que Stalin ha tomado la decisión de poner el dedo sobre el punto neurálgico de la neutralidad, es evidente que se propone un objetivo que no resulta difícil identificar. Rusia se ha asociado a la neutralidad francesa y ha declarado que sería útil conservarla para la paz europea, mas que de ninguna manera tenía confianza en lo que respecta en general a esa neutralidad. Para hacerla efectiva, ciertos Estados deberían renunciar a funciones esenciales de su soberanía —someter sus barcos, por ejemplo, al derecho de visita— y como nadie admitirá tal cosa, Rusia quiere aclarar toda la realidad y sacar rápidamente de esa comprobación de la mentira neutralista su libertad de acción en favor del gobierno de Madrid. Esta actitud de Rusia seguramente pondrá a Francia en situación muy delicada. Los franceses siguen aferrados a la neutralidad; pero tienen también que correr detrás de sus aliados, que se les escapan por todos lados. Y no es en el momento en que Bélgica está saludando.,. "a la francesa" a Francia cuando esta última podrá encarar con indiferencia la eventualidad de una acción separada por parte de Rusia.
Tengo la impresión de que nos acercamos a una fase trascendental de la tragedia española, la que nos reserva en el terreno político los imprevistos más sensacionales y, tal vez, más catastróficos.
Revista El Suplemento
1936

pie de fotos
-Tropas rebeldes en una posición cerca de la sierra del Guadarrama, en las proximidades de Madrid.
-Los dos generales insurrectos Franco y Mola son aclamados al salir de misa, en la ciudad de Burgos.
-Barricada de los leales para la defensa de la capital.
-Jóvenes carlistas desfilando por las calles de Burgos, cuartel general de las fuerzas rebeldes.
-En una pausa del combate, los soldados se refrescan con vino, que les es proveido a costa de grandes dificultades.
-Barricadas de los leales, levantadas en una carretera, en previsión del avance de las fuerzas insurrectas hacia Madrid.
-Uno de los aspectos del transporte de víveres, para atender a los distintos frentes, que es el problema principal de las fuerzas en campaña.
-Lo que unos ni otros podrán reparar jamás: la destrucción fraticida...
-El cadáver de un teniente del regimiento de caballería de Valencia, que se rebeló contra el gobierno y falleció en la refriega, permanece tirado en la calle.