Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


TRINIDAD
EL NO PODER DE LOS NEGROS

Revista Periscopio
05.05.1970

El portaaviones Guadalcanal y otras cinco naves de guerra norteamericanas, movilizadas juntamente con la aviación y la marina de Venezuela y cierto número de naves británicas, surcaban las aguas del Caribe, el martes 21, para aplastar el motín militar que estalló en Trinidad, una isla exótica de 5 mil kilómetros cuadrados y alrededor de un millón de habitantes.
En realidad, los rebeldes eran apenas 300 soldados negros, que dieron un golpe de mano y se apropiaron del arsenal de la base naval de Chaguaramas, a pocos kilómetros de Port of Spain, la capital. La soldadesca se había amotinado por un conjunto de motivos: Geddes Granger, jefe del Black Power en la isla y ex presidente de la Federación Universitaria de la Indias Occidentales, ha venido organizando manifestaciones tumultuosas contra el juicio que se celebraba contra diez compatriotas que destruyeron, en Canadá un centro de computación. Los desbordes arruinaron los mejores comercios de Frederick Street y del espacioso Marine Square, donde los comerciantes blancos, chinos e hindúes amasan sus fortunas sobre la resignación de los negros, una mayoría que crece en medio de la desocupación y el hambre.
También había un conflicto dentro del caótico clima imperante, a causa
de que Stokely Carmichael, un nativo de Trinidad, y jefe del Black Power en los Estados Unidos, debía hacer escala en Port of Spain para que su esposa, Miriam Makeba, pudiera dar un recital en Guyana. Las autoridades de Trinidad saben que mientras Makeba canta, Stokely discute con la gente; el peligro: la mayor parte de las casas de la isla son de madera. El orador fue mantenido a raya, y la BOAC canceló los pasajes de la pareja. La situación no estaba para arengas incendiarias, pero los incendios de todos modos ocurrieron. El miércoles 22, las columnas de humo se elevaban del Miller's Stores y del restaurante chino KimLing, mientras un grupo pegaba fuego a un viejo edificio desocupado, junto a la sede del Parlamento: millares de personas corrieron creyendo que ardía el Congreso.
El 50 por ciento de la tierra de Trinidad pertenece a los blancos europeos o norteamericanos, con plantaciones superiores a las ochenta hectáreas. Son menos de quince mil personas, de las cuales unos tres mil norteamericanos y sus familias abandonaban la isla por vía aérea, el pasado jueves 23. A ellos pertenecen las dos plantaciones más extensas, la Corony y la Saint Madlen, con más de diez mil hectáreas cada una. El 80 por ciento de los campesinos dispone de menos del diecinueve por ciento de las tierras, y unos cincuenta mil no tienen tierra de ninguna clase.
Pero la conmoción, sin embargo, estaba lejos de justificar el zafarrancho de combate de la flota norteamericana y británica del Caribe, como no sea por la sensible importancia de la base de Chaguaramas, el epicentro del motín. Los Estados Unidos la cambiaron a Gran Bretaña, en 1940, por una flotilla
de destructores, convirtiéndola en el puerto más seguro de la línea de defensa antisubmarina de la zona del Caribe y la costa oriental norteamericana. Todos los proyectos navales de usa consideran a Chaguaramas como un centro vital de la guerra submarina en cualquier época, y una estimación de hace diez años calculaba que otra base de su calado y seguridad costaría más de cien millones de dólares. El arco defensivo que se extiende entre Key West, al sur de la Florida —pasa por Guantánamo (Cuba) y Roosevelt Road (Puerto Rico—, no podría sufrir la pérdida de este punto de apoyo.
Un vocero del Departamento de Estado declaró, el jueves 23, que las naves de guerra norteamericanas ya estaban autorizadas para desembarcar tropas si lo consideraban indispensable para la evacuación de los blancos. Mientras tanto, el Primer Ministro Eric Williams ordenaba una represión en gran escala, que parece no haberse limitado a los fanáticos del Black Power sino también a las figuras sindicales del país: Georges Weekes, el presidente del Sindicato de los Petroleros de San Fernando y La Brea, y Clive Núñez, un coordinador del Poder Negro con el movimiento obrero, fueron a parar a la prisión, con otro centenar de individuos sospechosos y varias docenas de incendiarios espontáneos.
Aunque al terminar la semana la revuelta parecía desflecada, y una parte de los alzados había negociado su rendición con las autoridades, algunos soldados insurrectos y militantes de la subversión negra se habían internado en la zona selvática vecina a la capital. El cuartel de Teteron Bay, sobre el Golfo de Paria, que Cristóbal Colón reconoció en 1498, estaba rodeado. Pero los negros sueñan con probar su poder.

 

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Soldados de la represión
Soldados de la represión


 

 

 

 
Miriam Makeba
Miriam Makeba

 

 

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