Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

 

Vietnam
Un diálogo de sordos

 

Primera Plana
26 de noviembre de 1968

Acabados los bombardeos, también la negociación se ha suspendido. Tres semanas después de la coincidencia entre Washington y Hanoi para poner término a las "conversaciones preliminares" y deliberar sobre el cese del fuego en todo el país, la sala del hotel Majestic donde Averell Harriman y Xuan Tuy cambiaron invectivas durante 28 sesiones—para luego hablar en serio mientras sorbían su taza de té— sigue vacía.
Se continúa luchando en Vietnam del Sur, en tanto que la diplomacia norteamericana presiona al Presidente Nguyen Van Thieu para que acepte aquel compromiso, cuyos autores polemizan sobre sus términos reales. Situación inextricable, porque no se trata de un acuerdo escrito: cada cual lo interpreta a su manera. Para los comunistas, quedó sentado el principio de la igualdad jerárquica entre las cuatro delegaciones, principio inadmisible para sus compatriotas de Saigón; estiman, además, que los bombardeos han sido interrumpidos en forma incondicional, no así la actividad militar del Vietcong, puesto que el Vietcong no estaba representado en París. Los norteamericanos, en cambio, reafirman su derecho a servirse de la superioridad aérea tan pronto como decidan que él adversario —los comunistas del Norte y del Sur— busca ventajas militares.
El miércoles pasado, sin embargo, se advertían signos de avenimiento en la actitud del Presidente Thieu: su lenguaje, antes tempestuoso, se había vuelto seráfico. La prensa, en la capital francesa, había reparado en la presencia de diplomáticos survietnamitas que buscaban un palacete para sede de la delegación. En Saigón se celebraban reuniones para ofrecer al Vicepresidente Ky, si éste accedía a deponer su intransigencia, un numeroso séquito, compuesto por funcionarios del Gobierno, todos los grupos del Parlamento y las cuatro confesiones religiosas (católicos, budistas, Hoa Hao y Cao Dai).
Desde que Thieu, hace 13 meses, asumió la primera magistratura, los oficiales de Vietnam del Sur confiaban en él para hallar el camino que uniera a los enconados sectores de la opinión survietnamita: irónicamente, en estas tres semanas lo ha conseguido, pero contra los norteamericanos. Todas las fuerzas del país —y, desde luego, el Ejército— le han prodigado su solidaridad, producto del miedo, el orgullo y una cuidadosa evaluación del peligro. "No queremos que nuestra piel adorne las paredes del rancho del Presidente Johnson, como cualquier Otro trofeo", declaró un parlamentario. Otro explicó: "El día en que nosotros empecemos a discutir con el Vietcong, la República se despeñará; si Thieu se rinde, provocará una crisis, tal vez un golpe de Estado".
La mayoría de la población survietnamita parece, en cambio, inclinada hacia la paz. "Espero que los políticos vayan a París", declaró un soldado a Newsweek; "por mi parte, quiero volver a mi hogar en Soc Trang y abrir una tienda". La elegante empleada da un supermercado de Saigón confesó: "Deseo la paz, pero estoy orgullosa de Thieu. Al fin perderá, porque los norteamericanos son muy poderosos; pero él actuó con dignidad".
Es posible que el boicot survietnamita se haya desvanecido como consecuencia del encuentro entre Lyndon B. Johnson y Richard M. Nixon, el 11 de noviembre: el Presidente electo endosó sin reservas la política de la Administración saliente, al menos hasta el 20 de enero. Nixon no aceptó una invitación de Thieu para viajar a Saigón —aunque, durante la campaña, había prometido hacerlo—; en todo caso, no se olvida de que en uno de sus discursos como candidato se pronunció contra un futuro Gobierno de coalición en Saigón. Durante las fatigosas conversaciones del Embajador Bunker con el Presidente Thieu, Johnson mostró paciencia y comprensión; sólo en los últimos días, cuando necesitaba hacer su anuncio antes de la elección presidencial, urgió a Harriman y Vance, sus delegados en París, para llegar a un acuerdo con los norvietnamitas, aunque fuera equívoco.
Este apresuramiento final se reflejó en una sorpresiva escisión entre los consejeros más antiguos del Presidente. Clifford, el Secretario de Defensa, culpaba abiertamente a los survietnamitas, que lo habrían aceptado todo hasta el último momento y luego dijeron: "No, nosotros no podemos ir". En cambio, el ayudante especial, Walt W. Rostow, se levantó del lecho en la madrugada para asistir a un programa de tv que se difunde a primera hora: "Vietnam del Sur —dijo— no debe ser forzado a un acuerdo que estime desfavorable". En cuanto a la insinuación de Clifford —negociación sin delegados survietnamitas— era, a su juicio, "una contingencia que tenemos la esperanza de que no se realice".

A cuatro voces
Sea como fuere, L'Express (revista asociada de Primera Plana) ha logrado reanudar, en cierto modo, las conversaciones interrumpidas: el periodista Jean-Francois Kahn obtuvo de cuatro fuentes oficiales unas declaraciones que, aun envueltas en fraseología propagandística, resumen el entredicho y dejan percibir la posibilidad de un entendimiento.
—¿El cese de los bombardeos contra el Norte fue realmente incondicional? —preguntó al coronel Hau Van Lau, quien integra la delegación norvietnamita con rango de Embajador.
—Desde luego: nosotros no hemos aceptado ninguna condición; por eso lo consideramos como una victoria de todo el pueblo vietnamita y de las fuerzas progresistas de los Estados Unidos.
—¿Cuál es, para usted, la autoridad legítima en Vietnam del Sur?
—Consideramos al Frente de Liberación Nacional como el representante auténtico de la población survietnamita, Después de la ofensiva del Tet [Año Nuevo lunar] hemos visto, además, el nacimiento de la Alianza de las Fuerzas Nacionales Democráticas y de Paz, que representa igualmente una tendencia patriótica.
En cuanto a la administración de Saigón, es una administración fantoche, impuesta por los norteamericanos Las elecciones han sido una farsa. Sin embargo, en prenda de buena voluntad, aceptamos la presencia de sus emisarios en la conferencia cuatripartita; esto no significa que reconozcamos su autoridad.
—¿Piensa usted que podrá sobrevenir el cese del fuego antes de que todas las cuestiones estén resueltas?
—El arreglo político engloba varias cuestiones: en el aspecto militar, el retiro de todas las fuerzas norteamericanas y satélites y la destrucción de las instalaciones militares; en el político, la base se halla en el programa de cinco puntos del FLN, que exige, en particular, la formación de un Gobierno de amplia unión nacional. El cese del fuego, antes de un acuerdo sobre estos dos puntos, no sería realista.
—¿Están dispuestos ustedes a respaldar la lucha del FLN todo el tiempo que se precise hasta el cese del fuego?
—Mientras continúe la agresión norteamericana sobre la mitad de nuestro suelo, la población del Norte considerará un deber respaldar la lucha de sus hermanos hasta la victoria final.
—Los norteamericanos pretenden que ustedes bombardean el Sur.
—Quiero recalcar que se trata de una simple mentira. La artillería norvietnamita no bombardea la parte sur de la zona desmilitarizada; tales acciones corresponden a las fuerzas patrióticas del Sur, que tienen derecho a resistir la agresión de USA. Los norteamericanos se sirven de ese pretexto para no ejecutar el acuerdo.
—¿Es exacto que ustedes aceptaron la fórmula de "las dos partes" [reduciendo las cuatro delegaciones a una comunista y otra aliada]?
—Completamente falso: nunca hubo un acuerdo con los norteamericanos para una conferencia bilateral. Ellos hicieron esa proposición, pero nosotros la rechazamos. Finalmente, nos pusimos de acuerdo sobre la fórmula de una conferencia cuatripartita: Estados Unidos, República Democrática del Vietnam, Frente de Liberación
Nacional y Administración de Saigón cada cual por separado.
La señora Nguyen Thi Binh es jefa de la delegación del FLN y miembro del Presidium de esa organización.
—¿La actitud de Saigón imposibilita la negociación convenida?
—No, ciertamente. A nuestro juicio, el Gobierno norteamericano debe asumir la completa responsabilidad por la obstinada actitud de sus sirvientes.
—¿Estima usted que sea posible una tregua, o un cese del fuego, antes de embarcarse las tropas extranjeras?
—Mientras los Estados Unidos no hayan renunciado a sus designios agresivos en Vietnam del Sur, sus palabras sobre el Cese del fuego significan, apenas, que quieren forzar a nuestro pueblo a cesar en su lucha, dejando las manos libres a medio millón de soldados norteamericanos para perpetuar sus crímenes contra nuestro país.
—¿Los representantes del actual Gobierno de Saigón podrán participar en un Gobierno de coalición?
—Nosotros preconizamos la formación de un Gobierno de amplia coalición nacional y democrática que incluiría las personalidades más representativas de todas las capas sociales, de todas las confesiones y de todos los partidos patrióticos y democráticos. La población y el FLN acogerán cálidamente a todos aquellos que, cualquiera sea su pasado político, reconocen ahora el camino justo y desean; contribuir a la causa de la independencia y la libertad de Vietnam del Sur...
—Se habla de "neutralización". ¿Es usted partidaria de ella?
—El programa político del Frente especifica con claridad que aplicará una política exterior de paz y neutralidad; Vietnam del Sur no participará en ninguna alianza militar con países: extranjeros, cualquiera sea su forma.
El embajador Pham Dang Lam, ex Ministro de Relaciones Exteriores, representa a Vietnam del Sur en París.
—El Secretario de Defensa Clifford dio a entender que las negociaciones podrían iniciarse sin el Gobierno de Saigón. ¿Qué piensa de eso?
—Somos la principal parte interesada; los norteamericanos no son sino aliados que vinieron a ayudarnos a combatir la agresión. Es inconcebible que puedan iniciarse negociaciones sin participación nuestra. Aceptando una conferencia tripartita, los norteamericanos aparecerían como "agresores", justificando la propaganda comunista.
—¿Y si, a pesar de todo, se hiciera un arreglo sin ustedes?
—Seria una grave amenaza para la paz. Se repetiría el error de los acuerdos de Ginebra, en 1954, que son el origen del actual conflicto.
—¿Pero ustedes no aceptan negociaciones con el Vietcong frente a frente?
—No nos es posible participar en negociaciones cuatripartitas con el Vietcong como delegación independiente: un Gobierno legal y constitucional no puede situarse en el mismo plano que un movimiento rebelde. Nuestro bando, el de las víctimas de la agresión, será naturalmente dirigido por la República de Vietnam del Sur. A nuestro juicio, no hay otra solución nacional, porque la guerra de Vietnam es ante todo nuestra.
—¿No podrían reconocer, por ejemplo, a los representantes del Frente como delegados de una "tendencia" que combate efectivamente?
—Si, como usted dice, el Frente es una tendencia política que combate, entonces nos encontramos ante un caso de rebelión armada contra un Gobierno legal.
Fue consultado, finalmente, el Embajador Cyrus Vance, primer ayudante de Averell Harriman.
—Las causas profundas del conflicto no han cambiado —declaró—. Hanoi sigue hablando de "combatir y negociar al mismo tiempo". Las tropas norvietnamitas permanecen en Vietnam del Sur y ocupan amplias regiones de Laos y Camboya. La guerra podría terminar rápidamente si Hanoi se resolviera a vivir en paz con sus vecinos. En cuanto a nosotros, estamos dispuestos a restablecer las condicionas esenciales de los acuerdos de Ginebra, 1954 y 1962. No queremos bases ni presencia militar en Vietnam del Sur.
Nos hemos comprometido en esa región asiática para cumplir nuestros compromisos con esos pueblos, a los que prometimos defender contra la agresión. Queremos obrar de tal modo que estén en condiciones de determinar su propia suerte sin ingerencia extraña ni coerción.
—¿Qué papel asigna usted en esas conversaciones al FNL?
—Nosotros no lo reconocemos como una entidad separada: es una creación de Hanoi. Esto no significa que carezca de adeptos en el Sur, y es evidente que podrá hacer conocer su punto de vista durante la conferencia. Sin embargo, la presencia del Vietcong en la mesa de deliberaciones no afecta ni altera la legalidad del Gobierno soberano de la República del Vietnam, ni sus derechos a hablar en nombre del pueblo survietnamita.
Hay mucha confusión sobre este punto, y Hanoi enturbió las cosas hablando de una conferencia cuatripartita, e incluso de "cuatro potencias". Rechazamos categóricamente esta manera de describir las negociaciones.
Nosotros propusimos aquí una fórmula simple, destinada justamente a soslayar la interminable controversia que preveíamos. Dijimos que la cosa importante es llevar a los principales beligerantes a sentarse juntos, para empezar el acercamiento a la paz. Henos informado a Hanoi que, de nuestro lado, habrá representantes de la República de Vietnam y del Gobierno norteamericano; por su parte, podrían incluir a quienes quisieran. Declararon que estarían los representantes del Vietcong. Cada parte era libre de organizarse como le pareciera conveniente.
Esta fórmula —"nuestro lado", "vuestro lado"— es claramente pragmática, y evita el aplazamiento de negociaciones serias, el regateo sobre cuestiones de reconocimiento diplomático y de protocolo.
—¿Se puede negociar sin la presencia de la delegación survietnamita? . 
—Hemos declarado que no podría fijarse el futuro de Vietnam del Sur en ausencia de los representantes del Gobierno legal. Desde el 13 de mayo, como usted sabe, hemos discutido con Hanoi cuestiones de naturaleza esencialmente militar; en el aspecto político, contamos, sin embargo, con que asistirán los representantes de la República de Vietnam.
—¿Cree usted que un Gobierno de coalición podría restablecer la paz?
—Es un buen ejemplo de la clase de preguntas que deberíamos dejar a los propios vietnamitas. Nadie sino ellos tienen derecho, libremente y sin ingerencia extranjera a determinar su futuro político. En cuanto a nosotros, siempre dijimos que nuestro objeto, en Vietnam del Sur, era ayudar a defender ese país contra una agresión exterior, y que no teníamos el propósito de imponer un Gobierno de coalición, ni de cualquier otra clase.
Es, evidentemente, un diálogo de sordos. A pesar de todo, se disciernen algunos puntos positivos:
1) Vietnam del Sur y el Vietcong se califican recíprocamente de "fantoches", pero aceptan encontrarse frente a frente. Tampoco hay objeción de parte de los respectivos protectores.
2) Es verdad que no habrá cese del fuego, ni las partes estarán obligadas a nada, mientras no sea posible formar un Gobierno de unión nacional en Saigón. Pero ese Gobierno no tiene que ser necesariamente de "coalición"; tal vez por eso, el Vietcong ha creado la Alianza de las Fuerzas Nacionales Democráticas y de Paz. Los budistas aceptarían cooperar con ese grupo.
3) Las fuerzas norteamericanas no se retirarían sino después de haber respaldado la integración de ese Gobierno.
4) Vietnam del Sur quedaría neutralizado (con garantía internacional), no así Vietnam del Norte: es una indicación adicional de que la unidad del país deberá esperar mejores tiempos (como la de Alemania y la de Corea).
A fin de semana, usa pedía formalmente a su aliado que depusiera su actitud, y el acuerdo no se había producido aún; aparentemente, Thieu encontraba resistencia en su Gobierno y en el Parlamento. El Sumo Pontífice enviaba un expresivo mensaje al arzobispo de Hanoi, Joseph-Marie Trin-Nhu-Khue: como se sabe, los católicos —que emigraron del Norte al Sur después de la partición— constituyen el grupo mas refractario a una transacción con los comunistas.

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