Gobierno - Perón: El Acuerdo
empieza cuando usted llega Vea, m'hijito: el
que quiera pescado, que se moje. Porque para sacar el país
adelante, es inevitable correr ciertos riesgos. Yo prefiero eso,
a quedarme sentado en la Casa de Gobierno, esperando que explote
la bomba que tengo debajo del sillón. Con un vaso de whisky
(nacional) en la mano derecha, Alejandro Lanusse sonrió, hizo
una breve pausa, y en seguida redondeó su pensamiento: Hay
alguna gente que no quiere entender; sobre todo, cierta gente de
posición acomodada. Ahora bien, yo me pregunto: ¿adonde van a ir
a parar después? ¿A la estancia de la tía? La humorada provocó
una general aprobación entre los presentes, y abrió paso a
nuevas reflexiones. Pero ya estaba todo dicho: el jefe del
Estado acababa de ratificar (durante una charla informal con un
grupo de periodistas, efectuada hace pocos días en la Casa
Rosada) las líneas directrices de la estrategia oficial:
arriesgar hasta el límite de lo posible, afectando incluso la
avaricia troglodita de ciertos intereses para evitar que
"explote la bomba" y todo el sistema salte por los aires. De ahí
dos proyectos de idéntico objetivo pacificador que se están
tramitando en estos días: incorporar a la izquierda moderada
(ver página 60) al esquema del Gran Acuerdo, e impedir que Juan
Perón rompa las negociaciones con el gobierno; a fin de semana,
ambos proyectos estaban bien encaminados. Ciertos hechos, sin
embargo, enturbian el proceso. Uno es grave: el avance en el
campo estudiantil —único sector social donde la izquierda es
mayoría— de las tendencias más extremas, y el consiguiente
repliegue de los grupos juveniles (ver página 15) proclives a
sumarse a la apertura política oficial. El otro es menos
importante, pero mancha la imagen "popular" que quiere forjarse
el gobierno: el presidente apareció apoyando al general Oscar
Colombo, en el mismo momento en que el ex ministro de Obras
Públicas se batía a duelo con el septuagenario escritor
peronista Arturo Jauretche. "Nadie puede ignorar —escribió
Lanusse en su carta a Colombo, difundida el martes 15—- la
firmeza de sus decisiones y la inteligencia de sus conceptos".
Ese mismo día, el general, de 49 años, enfrentaba en el campo
del honor a Jauretche (ambos salieron ilesos), quien lo había
acusado de precipitar la defenestración del nacionalista Manuel
Reimundes de la administración general de YPF, "para favorecer
—decía— los monopolios extranjeros". En realidad, Colombo no es
un general politizado: su especialidad es la ingeniería militar
y sus camaradas lo recuerdan, sobre todo, por ser aquel "a quien
le estalló el arsenal", un hecho ocurrido hace varios años,
cuando era comandante de arsenales (una violenta explosión
arrasó el polvorín San Lorenzo, de Santa Fe). Sobre uno de sus
padrinos en el duelo, el coronel retirado Jorge Lenain, circulan
también curiosos rumores: dos años atrás habría sido sancionado
por incluir su grado militar en las tarjetas personales que
utilizaba en sus actividades privadas. En cambio, los padrinos
del anciano Jauretche ostentan antecedentes mas polémicos; el
mayor Felipe Lavalle es peronista mientras que la trayectoria de
Oscar Alende es conocida: implacable fiscal de los monopolios,
propició en su momento, el partido político de signo "nacional
que soñó labrar Roberto Marcelo Levingston. De esa forma, las
dos líneas del pensamiento castrense aparecieron enfrentadas en
un hecho menor. Mas aún, esas líneas son las mismas que en estos
momentos están jugando en Madrid una carta decisiva: los
"nacionales", por ejemplo, tratando de que Perón abandone al
gobierno y el oficialismo que autorice a Jorge Daniel Paladino a
seguir las negociaciones con la Casa Rosada. De los informes
que llegan de Madrid surge una evidencia: Perón no va a
amputarse el brazo dialoguista. ¿Qué ganaría con ello? Solo
quedar embretado en la conjura "nacional", uno de cuyos slogans
es la no convocatoria a elecciones, algo que lo perjudicaría
seriamente. Es por eso que el paladinista Héctor Sainz declaró
el lunes 14, al regresar de Madrid, donde participó en la
reunión cumbre del peronismo, que "nosotros vamos a avalar a
Lanusse en la medida que el gobierno cumpla sus compromisos".
El desterrado, pues, habría resuelto mantener al Justicialismo
dentro de La Hora del Pueblo (otro tanto decidieron los
radicales, ver página 17) con lo cual el gobierno está
consiguiendo un importante margen de maniobra. Una ventaja que
el oficialismo está dispuesto a aprovechar a fondo: espera que
la apertura de la válvula política — centrada en la
reorganización de los partidos, la que se iniciará el 1º de
julio, y en el amplio debate que anegará a partir de ahora todos
los medios de difusión— tienda una muralla de contención al
avance de sus enemigos mortales: los "nacionales" golpistas, y
la izquierda subversiva. Hasta un primo hermano del propio
presidente —Raúl Lanusse, factótum de la firma Pedro y Antonio
Lanusse— viajó a Madrid la semana pasada. Pese a que declaró que
su periplo nada tiene que ver con las negociaciones, Lanusse
primo formuló jugosos comentarios al diario Pueblo, cuyo
director es íntimo amigo de Perón: "El secretario general de la
CGT, José Rucci —razonó—, sólo responde a intereses nacionales".
Y agregó: "Con respecto al regreso del ex mandatario argentino,
entiendo que sólo él puede resolver cuándo será la fecha de su
viaje". El gobierno, pues, continúa acorralando a Perón
(mediante el método de publicitar que es él quien no quiere
regresar), un juego que puede poner nervioso al afectado. Con
todo, el oficialismo sigue arremetiendo: el lunes 14, el
ministro Arturo Mor Roig concedió una audiencia a una hermana de
Evita, Herminia Duarte de Bertolini, para dar la sensación de
que es inminente la reaparición de los restos de la ex primera
dama. La noticia de la entrevista causó cierta desazón en
Madrid, pues la entrega del cadáver comprimiría las
posibilidades de Perón: si se produce, no podría salirse
fácilmente de las conversaciones acuerdistas. En suma: tanto
Perón como el gobierno siguen semblanteándose: el primero amaga
con volcarse a la oposición (seguirá alentando el diálogo, pero
también auxiliará a los "duros") mientras que el oficialismo
pretende integrarlos a su esquema, blandiendo también una
amenaza: si el Gran Acuerdo no prospera, abrirá paso a una
dictadura. Es obvio, sin embargo, que el logro del equilibrio
político depende en gran medida de la situación económica. El
lunes pasado, Francisco Manrique profirió una de sus habituales
audacias. "Hay muchos jubilados —admitió en el acto de
inauguración del Instituto de Obras Sociales para Jubilados— que
cobran realmente menos que hace seis meses". De ahí que el
ministro de Hacienda, el semidesarrollista Juan Ouilici, haya
elevado a Lanusse un plan de medidas económicas para aplicar en
el corto plazo. El trabajo —quince carillas a doble espacio—
propone aumentar la emisión monetaria y emitir bonos para
colocar en el país y en el exterior. Objetivo: acumular un total
de 310 mil millones de pesos viejos, achicando así el déficit
presupuestario. El flanco liberal, en cambio, puede acarrearle
al gobierno serios problemas políticos: el Banco Central
presiona para aumentar las tarifas de todas las empresas
estatales. ¿La asfixia económica quebrará las piernas del Gran
Acuerdo? A mediados de semana Lanusse cayó enfermo, victima de
una gastritis con eventuales complicaciones ulcerosas.
Universitarios: Del mosaico de tendencias al poder
paralelo (página 15) "Hay que subvertir el orden
y ordenar la subversión." Acaso esta consigna sea la mejor
definición de un hecho nuevo en el espectro estudiantil porteño:
la creación del Cuerpo de Delegados de la Facultad de Filosofía
y Letras. Este ensayo de "democracia directa" —según los
alumnos— es el primer intento masivo de reemplazar a los viejos
centros de estudiantes, 53 años después que la Reforma
Universitaria implantara el gobierno tripartito estudiantil en
las casas de estudio. Pero eso no es lo más importante: la
novedad es que alumnos y docentes declaran haber constituido un
"doble poder", al margen de las autoridades legales. Todo
comenzó el pasado 30 de abril, cuando las agrupaciones "duras"
del peronismo y la izquierda acompañaron a un millar de
estudiantes sin exacta definición política a una asamblea en la
que se eligió un Cuerpo de Delegados para reemplazar al
debilitado Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFYL),
dirigido por el Movimiento de Orientación Reformista (MOR), de
tendencia marxista pro-soviética. "Desde un punto de vista
marxista, promovemos el acercamiento entre todas las fuerzas
revolucionarias, sean peronistas o de izquierda", define Alberto
Conte (23), quien milita en Carta Abierta, un núcleo exclusivo
de Filosofía y Letras. "Somos antisectarios por convicción
—explica— y no olvidamos que en 1969 otro intento de formar un
Cuerpo de Delegados fracasó por el boicot de las tendencias, que
lo único que hacían era pelearse entre ellas." Este primer
"soviet porteño" está integrado por más de 260 delegados de
trabajos prácticos —las tres cuartas partes del total— y sus
funciones ejecutivas son cumplidas por un Cuerpo Ejecutivo de 30
miembros (uno por materia) en el que coexisten peronistas
"duros" del Frente Estudiantil Nacional (FEN), guevaristas
insurreccionales del FAUDI (Frente de Agrupaciones
Universitarias de Izquierda, grupo orientado por el Partido
Comunista Revolucionario), maoístas de la Tendencia
Universitaria Popular Antiimperialista Combativa (TUPAC),
marxistas, peronistas de "Carta Abierta" y una gran mayoría de
"revolucionarios independientes", como se autodefinen los que no
están enrolados. "Una de las razones para la creación del
Cuerpo de Delegados fue tratar de impedir la división de la
facultad en dos partes; una de ellas (Sociología, Psicología,
Antropología y Ciencias de la Educación) sería trasladada al
albergue Warnes", afirma Héctor Veslir (23), dirigente del FEN.
"El plan no es nuevo —según él—; ya en 1964 Julio Alsogaray,
siendo Director de Gendarmería Nacional, proclamó mientras
aniquilaba a la guerrilla salteña que Sociología constituía un
foco subversivo. Los objetivos en 1971 son los mismos: atomizar
al movimiento estudiantil y alejarlo de las luchas populares."
"El Cuerpo de Delegados se erige como poder paralelo al de la
intervención; no pedimos ni exigimos que se nos
institucionalice, porque no queremos volver a ser una isla
democrática alejada del pueblo y de sus luchas", pontifica
Marcelo Peña (27, adherido a TUPAC). "Pero tampoco —aclara—
somos partidarios del "poder joven" que reivindicaron los
franceses en mayo de 1968; nuestra lucha se alinea junto a la
del pueblo, hacia la toma del poder." Este poder paralelo
hizo su irrupción el viernes 11, cuando 1500 universitarios
forzaron la puerta de la Facultad —cerrada por orden del
decano—, dispuestos a realizar una asamblea. Ante la llegada de
fuerzas policiales, un secretario de juzgado y el decano, los
alumnos enviaron una delegación a parlamentar. El diálogo, según
la versión estudiantil, habría sido éste: —Jóvenes,
administrativamente la Facultad hoy está cerrada. —Pero
políticamente hoy está abierta por 1500 estudiantes...
—Bueno, pero es que si les dejo siempre realizar asambleas, ¿en
qué situación me ponen? Finalmente, tras largos cabildeos, se
acordó permitir el acto. Entonces el comisario de la seccional
habría terciado en estos términos: "Asumí el cargo en enero y
esto es un merengue que no lo arregla nadie. Doctor, ¡dígales a
los muchachos que se calmen!". En tanto, los rebeldes vivían
un clima festivo: se compusieron poemas a Leopoldo Marechal, a
Emilio Jáuregui y a "los compañeros en asamblea", mientras se
improvisaban estribillos contra el decano. "La gran importancia
de estas movilizaciones reside en que el estudiante toma
conciencia de sus fuerzas, desprendiéndose del pesimismo
tradicional de la clase media", suponen, eufóricos, tanto los
peronistas como los izquierdistas. La asamblea fue un triunfo
del "independientismo", pues los peronistas fracasaron cuando
pretendían comparar al Cordobazo con el asesinato de Aramburu.
"La muerte de Aramburu fue provocada por la lucha entre las
mismas clases dominantes", rugió la mayoría. También sufrieron
un revés los guevaristas del FAUDI, quienes pugnaron por
"imponer a las autoridades el reconocimiento de) cogobierno
docente-estudiantil." "Sólo exigiremos que las autoridades
reconozcan nuestras medidas. Pero no vamos a pedir autorización
para que siga funcionando el gobierno docente-estudiantil",
replicó la asamblea. "No obstante seguiremos insistiendo",
anticipa Osvaldo Romanó (24, adicto a FAUDI).'"No queremos
—dice— que ocurra lo mismo que en Arquitectura de Córdoba, donde
hicimos una experiencia de este tipo y los compañeros se
cansaron porque se hablaba de todo menos de los problemas de la
facultad. Sostenemos que la intervención existe y no hay que
ignorarla sino enfrentarla." Entusiasmados, estos alumnos
realizarán ahora un juicio político a algunos profesores, para
reemplazarlos por otros "que estén de acuerdo con nuestros
postulados y luchen por la liberación". Pero al mismo tiempo
prevén un cierre de la Facultad, "en cuyo caso — previenen—
iremos a Arquitectura a dictar clases".
CONTRA LAS DOS
FUA La asamblea declaró el apoyo "a los combativos gremios
cordobeses SITRAC y SITRAM" y a las organizaciones subversivas.
Al mismo tiempo desconoció a las dos FUA (FUA La Plata,
orientada por el MOR, y FUA Córdoba, conglomerado de radicales,
socialistas nacionales y guevaristas). No obstante, la FUA
Córdoba realizó, en Tucumán, la reunión del Consejo Nacional de
Centros (CNC), al que concurrieron aquellos dominados por los
grupos que adhieren a esta central. Además del FAUDI,
participaron la Agrupación Universitaria Nacional (AUN, que
responde al historiador Jorge Abelardo Ramos y reciente
interlocutor de Mor Roig), Franja Morada (donde radicales de
izquierda conviven con algunos anarquistas) y liberales
(Movimiento Universitario Reforma Auténtica y Movimiento
Nacional Reformista). El FAUDI —mayoritario pero no hegemónico—
registró un repunte respecto de anteriores cónclaves; pero no
pudo impedir que lo derrotaran con la unión de las tendencias
restantes. Estas se manifestaron a favor de elecciones sin
proscripciones (FAUDI desdeña las urnas y es partidario de una
"insurrección popular") y abrieron a los comunistas
prosoviéticos del MOR la posibilidad de que se reincorporen al
tronco madre. El FAUDI logró, a su vez, un desvalido éxito al
imponer al Che Guevara como "presidente honorario" del congreso.
Si bien los guevaristas aspiran a manejar la FUA dentro de
cuatro meses, esta posibilidad se puede diluir si el MOR
reingresa. Es que, pese a sus mutuas acusaciones, la línea del
MOR es similar en los hechos a la AUN y Franja Morada. Acaso
por ello el MOR —cuya fuerza radica en la Capital Federal— hizo
un balance de fuerzas el sábado 12 en su Congreso de la
Federación Universitaria de Buenos Aires —FUBA—, donde
participaron otros grupos minoritarios como TAREA (brazo
estudiantil del Partido Revolucionario de los Trabajadores,
sección La Verdad, expulsado del Cuerpo de Delegados de
Filosofía y Letras) y el Movimiento de Acción Programática (que
responde al Partido Obrero Trotskysta). Curiosamente, los
pro-soviéticos son auxiliados por las fracciones "ultras" del
trotskismo. Las perspectivas de unión de ambas FUA serían
ahora mejores, aunque tal vez no podrán concretarse hasta fin de
año, cuando las elecciones de los centros otorguen una nueva
correlación de fuerzas. La experiencia de Filosofía y Letras
—cerrada el martes 15 por el decano— abre un nuevo panorama
dentro del complicado mosaico estudiantil. De su éxito o fracaso
dependerá, quizás, la posición estudiantil ante el Gran Acuerdo
auspiciado por el gobierno nacional.
Cómo será el futuro Consejo Económico y Social
En su última conferencia de prensa, el presidente Alejandro
Lanusse confirmó la intención de su gobierno de crear un Consejo
Económico y Social, como organismo consultivo sin atribuciones
ejecutivas, que actuaría con dependencia directa de la órbita
presidencial. Aunque no se especificó posteriormente cuál sería
el mecanismo que regirá las funciones del nuevo ente, SIETE DIAS
estableció que en diversas corporaciones empresarias y
financieras el proyecto ha sido objeto de cuidadosos análisis.
Se ha discutido también su posible ubicación a nivel de
secretaría de Estado o simplemente como un equipo de
tecnócratas. "¿Pero para qué se necesitaría un equipo de
doctores, si la consideración de los grandes problemas está a
cargo de los ministros y sus colaboradores?", advierten ahora
quienes sostienen que diversificar es burocratizar. Sin embargo,
para Claudio Enrique Hardoy (ex vocal de la Bolsa de Comercio,
ex empresario, ex asesor delegado ante ¡a OIT, entre otros
cargos) los negocios del Estado se tripularán con más cautela y
fundamento con el concurso de hombres "que saben y están más
allá de intereses sectoriales". Hardoy es autor de un proyecto
para la constitución del Consejo, que ha llegado ya al pupitre
presidencial (a través de la secretaria general de la Casa
Rosada) y expone cómo instrumentar la labor de "hombres de
representatividad en el país que dirán su palabra antes de la
promulgación de decretos y medidas trascendentales". El
trabajo menciona, a manera de antecedentes, al The Council of
Economic Advisers que asesora al presidente Nixon en todo lo
relativo a las medidas de carácter económico que deben ser
adoptadas. "Es un cuerpo que analiza atentamente la economía
nacional, que propone soluciones ágiles y posibles —dice
Hardoy—, y que actúa con absoluta independencia de las
secretarías de Estado". El Consejo sería, también, un agente
equilibrador entre los intereses que pueden estar en pugna.
Hardoy reflexionó que a veces los organismos empresarios se
aterran a posiciones profundamente antagónicas. "Entonces, en
las decisiones presidenciales deben gravitar quienes tengan
entera libertad e independencia de opinión". Y reiteró: "Hombres
de inapelable nivel cultural, técnico y empresario". "Se
puede pedir un juicio acertado solamente a quien esté libre de
toda suspicacia". Hardoy, pues, parece inclinarse hacia la idea
de integrar el Consejo con un grupo de "notables" más o menos
independientes de los sectores sociales; de ese modo, se
esquivaría la negativa de la CGT y la CGE a incorporarse
oficialmente. "Si nosotros —agregó— por razones varias no
logramos crear un organismo con los empresarios y obreros, por
lo menos podríamos comenzar con un equipo de «consultores».
Posibilidad ésta que, por ahora, no está a consideración del
gobierno: o un equipo de primera o nada, entonces, parece la
consigna de algunos sectores oficiales."
UCRP: Volvió a triunfar el espíritu de la guardia vieja
"No sería una buena reunión radical sin unas cuantas piñas
sueltas", explicaba serenamente un veterano correligionario. La
vehemencia campeaba en el viejo local de la calle Belgrano, en
Avellanada, cuando los 74 delegados convocados para el plenario
del comité nacional de la UCRP se enfrascaron en el discurso
inaugural de Ricardo Balbín, rodeados por una barra tumultuosa y
joven (más de la mitad de los 800 asistentes contaba menos de 35
años de edad). Para el atento observador, esa juventud expresó
con belicosa impaciencia la pregonada "necesidad de cambio" en
el partido, mientras que el prestigio y la habilidad de la vieja
guardia —sumados a factores emotivos siempre latentes en el ser
radical— supieron controlar los desbordes e imponer un
documento, Por un cambio en paz, aprobado por unanimidad.
Allí se proclama la recuperación de los derechos por parte de la
ciudadanía, la derogación de la pena de muerte, la defensa del
valor adquisitivo del salario, la plena vigencia de la
democracia y la inconveniencia de otra enmienda constitucional,
entre otros reclamos. Justifica, asimismo, la aquiescencia para
La Hora del Pueblo, un compromiso para arribar a "una sociedad
justa, libre e igualitaria". Expuesto así, el proceso del
plenario puede ser visto como un capítulo más, aunque
importantísimo, del radicalismo. Habrá que buscar en el clima
apasionado y agresivo de la barra, algunas claves que podrán
decidir la orientación partidaria cuando termine el
procedimiento de la reafiliación en todo el país y la elección
—por voto directo de los afiliados— de los futuros delegados.
Por de pronto, el ala izquierda de la juventud acentuó aún más
sus posturas díscolas. Leandro Illia, hijo del ex presidente,
propuso un homenaje a los "caídos en la lucha de liberación".
Luis Alberto Cáceres (27, abogado, santafecino) exigió una
inmediata convocatoria a comicios sin condiciones ni
proscripciones; la justa distribución de la riqueza y el planteo
del dilema "pueblo argentino contra imperialismo". Cuando
Cáceres reanudó su arenga con los brazos en alto y dijo:
"¡Compañeros!", se desató la gresca! Entonces lo trataron de
"bolche", pero Cáceres dijo luego a SIETE DIAS: ."Quienes acusan
a la juventud radical de comunista, son los mismos que en su
momento acusaron a Crisólogo Larralde y que piensan lo mismo que
Alfonsín, aunque no se atreven a decirlo públicamente. Son los
que colaboran con el gobierno y participaron del espíritu de la
ley 17.401, de represión ideológica". El saldo,
concretamente, significó un triunfo de Balbín, con aristas
sentimentales que lo conmovieron, en una especie de apoteosis de
despedida. Se enfatizó también sobre la independencia de la
UCRP respecto del gobierno, colocando al partido en excelente
situación para negociar desde posiciones de fuerza y volver a
colocarse en órbita si fracasa el Gran Acuerdo. La otra
conclusión alcanzada se refiere al vigor alcanzado por la
izquierda radical, que pretende algo más que los viejos slogans.
Tal vez se la pueda confirmar con un adelanto en el escalafón
partidario.
La Hora del
Pueblo y el Encuentro de los Argentinos (página 60)
Desde el primer cordobazo hasta acá, el "problema de los
problemas" de la política argentina es la búsqueda de
mediaciones capaces de encauzar, en forma pacifica, la protesta
de los ciudadanos. En el fondo de los sucesivos cambios de
gobierno, y del complejo juego de fuerzas que operan hoy en el
país, subyace siempre esa preocupación esencial, común a
liberales o nacionalistas, izquierdistas moderados o
desarrollistas. Naturalmente, el poder militar no es ajeno a ese
elemento clave de la crisis: tanto las presuntas conjuras
planeadas en las sombras como el oficialismo gobernante son
conscientes de que el "vacío político" nutre las hogueras de las
barricadas o de la guerrilla, ya que no ofrece a la población la
oportunidad de expresarse por otros medios. El lanussismo
cree haber encontrado la fórmula para resolver la cuestión:
convocar al Gran Acuerdo Nacional, abriendo las compuertas para
una reactivación general de la vida política. En ese marco han
cobrado enorme vigencia los dos nucleamientos más nuevos: La
Hora del Pueblo y el Encuentro de los Argentinos. Si bien nadie
está en condiciones de pronosticar, por el momento, que dichas
fuerzas polarizarán la consulta electoral prometida, es obvio
que son casi las únicas —o las más representativas en la
actualidad— que esgrimen métodos pacíficos y tienden a
proyectarse como eventuales opciones en la arena comicial. Lo
curioso es que, pese a la profusa propaganda realizada en torno
a ambas coaliciones, la mayor parte de los llamados "sondeos de
opinión pública" indican que el ciudadano común no conoce, o
conoce vagamente, la composición, el programa y los propósitos
de La Hora y el Encuentro. En muchos casos, no pocos argentinos
escasamente politizados saben siquiera de esa existencia. Por
eso SIETE DIAS encaró una doble tarea: explicar qué son y qué
quieren los dos núcleos y, además, desbrozar la ubicación
precisa de cada uno de ellos en la actual coyuntura, separando
lo aparente de lo real, lo retórico de lo concreto. La Hora
del Pueblo es el nombre que se dio a la acción conjunta que
desarrollan en forma orgánica los partidos tradicionales. Este
movimiento nació en una mesa redonda realizada justamente por
SIETE DIAS (Nº 169) en agosto de 1970: aquélla fue la primera
vez que aparecieron en público, formulando juicios coincidentes,
los líderes mayores de La Hora, el radical Ricardo Balbín y el
representante de Perón en la Argentina, Jorge Daniel Paladino.
Posteriormente, el núcleo se amplió con la participación de casi
todas las agrupaciones clásicas: el socialismo argentino, la
democracia progresista, el conservadorismo popular y un partido
provincial (el radicalismo bloquista de San Juan). El
Encuentro, en cambio, no está integrado por movimientos
políticos sino por individualidades de diversas corrientes. Sólo
existe un partido, el Comunista (línea Moscú), volcado
masivamente en la alianza; el resto de sus integrantes son
dirigentes que, en su mayor parte, militan en el ala izquierda
de los partidos agrupados en La Hora: peronistas, radicales,
socialistas argentinos y demo-progresistas que, sin abandonar
sus primitivas agrupaciones, se coaligaron junto al comunismo
moderado para forjar una "alternativa popular y
antiimperialista", con métodos pacíficos y un programa
reformador. Los puntos de disidencia entre La Hora y el
Encuentro son varios. Pero lo notable es que son muchas,
también, las coincidencias. El programa económico de ambos
frentes es similar: proponen una serie de medidas de corte
nacionalista y popular, alientan la defensa de las empresas
argentinas y propician una mayor injerencia estatal en el mundo
de los negocios. Las diferencias estriban en que el Encuentro
pone mayor énfasis que sus congéneres en todo aquello que tenga
tinte popular; la mayoría de sus integrantes, además, afirma que
el programa del Encuentro es de "transición al socialismo", pero
éste es también un punto de coincidencia con algunos miembros de
la otra alianza: los socialistas argentinos, por ejemplo, que
caracterizan del mismo modo el programa de La Hora. En el
campo político, ambos grupos despliegan una misma estrategia de
poder: aceptan el camino electoral como vía de acceso al
gobierno y rechazan la violencia. Se ubican, por lo tanto,
dentro de las reglas de juego que el poder militar se propone
establecer, más aún si son ciertas las versiones que indican que
la izquierda no subversiva tendrá "un lugar" en la futura red
institucional. Pero existe un ítem que los separa profundamente:
mientras la táctica de La Hora se proyecta hacia un acuerdo con
el gobierno, el Encuentro impugna su legitimidad y sostiene, al
menos públicamente, que antes de cualquier consulta electoral es
imprescindible derrocar a las actuales autoridades e instalar en
la Casa Rosada una coalición cívico-militar. Hace dos
semanas, SIETE DIAS entrevistó a cuatro de los principales
líderes de uno y otro grupo y los enfrentó a cinco temas claves:
reforma de la Constitución, Estatuto de los Partidos, ley
electoral, posición frente al gobierno y actitud hacia la
violencia. En nombre de La Hora del Pueblo, respondieron Ricardo
Balbín, presidente de la Unión Cívica Radical del Pueblo, y
Jorge Selser, secretario general del Partido Socialista
Argentino; por el Encuentro lo hicieron Héctor P. Agosti,
miembro del comité central del Partido Comunista, y Roberto
Cabiche, dirigente metropolitano de la UCRP. Se trata de dos
radicales y dos izquierdistas que, a pesar de su misma
extracción, militan en frentes políticos distintos.
LA
HORA DEL PUEBLO (Ricardo Balbín) Balbín • Reforma
constitucional. La UCRP oficialmente no ha fijado aún su
posición; no es difícil que con la publicación de los dictámenes
de las comisiones asesoras del gobierno, pueda ser considerado y
tratado en la reunión del 12 de junio. Personalmente mi opinión
es contraria a la reforma, porque estimo que la Constitución
debe reformarse en un clima de tranquilidad, cuando no haya
tantas angustias y preocupaciones; cuando el pueblo pueda, con
serenidad, tocar un instrumento vital como la Constitución del
país. Balbín • Reforma electoral. La reforma electoral no
roza la Constitución, es simplemente la ley electoral. Nosotros
tenemos opinión por alguna comisión, no por pronunciamiento del
partido, ya que entendemos que para el afianzamiento futuro de
los gobiernos será necesario una ley lo suficientemente idónea
como para otorgar mayoría al gobernante. Balbín • Actitud
frente al gobierno. En un comunicado que se dio a publicidad
el 27 de marzo, hemos afirmado que el alejamiento de Levingston
era un hecho positivo, y que las modificaciones en el gabinete
del gobierno nada modificaba la actitud que tiene el partido,
que quiere y desea ver al país sobre la base de un
pronunciamiento libre del pueblo. Balbín • Actitud frente al
gobierno. En un comunicado que se dio a contrario a la
violencia, pues no creo que con violencia pueda construirse
nada. Sin embargo, algunas son explicables; a veces es la
respuesta natural a otras violencias que vinieron de arriba,
ante un país silenciado. Es decir, explico la violencia, cierto
matiz de la violencia, pero no participo de ella.
LA HORA
DEL PUEBLO (Jorge Selser) Selser • Reforma constitucional. El
socialismo argentino sostiene la necesidad de la reforma
constitucional, pero considera que no debe producirse bajo el
gobierno militar de facto.
ENCUENTRO DE LOS ARGENTINOS
(R. Cabiche) Cabiche • Reforma constitucional. La reforma
constitucional es inoportuna y carecen de facultades quienes
intentan llevarla a cabo, pues el poder constituyente reside en
el pueblo, y fuera de éste, nadie puede modificar esa voluntad
sin intervención del ciudadano a través del sufragio. Cabiche
• Reforma electoral. Creo que el llamado a elecciones debe
hacerse con la Ley Sáenz Peña, porque cualquier creación
jurídica en esta materia puede servir para violar la voluntad
del pueblo. Cabiche • Actitud frente al gobierno. Nuestra
posición es de franco enfrentamiento a la dictadura militar. En
cuanto al llamado a elecciones, entendemos que debiera haberse
producido hace mucho tiempo. El plazo que propone el Poder
Ejecutivo me parece demasiado extenso. Si las fuerzas militares
que gobiernan el país desean con sinceridad que el pueblo les
crea, es necesario que tomen el camino simple y corto: llamar a
elecciones con los elementos legales conocidos, sin ningún tipo
de instrumentación extraña, pues ella resultaría (a esta altura
de la temperatura política) totalmente innecesaria. Cabiche •
Actitud frente a la violencia. No tiene razón de ser. La
violencia engendra violencia y en encadenamiento de sucesos
violentos no puede producir frutos constructivos. Los
movimientos llamados subversivos o de liberación no son una
causa sino una consecuencia, y se generan por el empecinamiento
de algunos sectores en mantener un régimen que ya no puede
sostenerse sino por medio de la violencia y el desprecio a la
ley.
ENCUENTRO DE LOS ARGENTINOS (Héctor P. Agosti)
Agosti • Reforma constitucional. En primer lugar, el partido
comunista no integra como partido el Encuentro, pues hasta ahora
no hay ningún partido adherido, aunque coincidimos con las bases
programáticas del Encuentro. Nuestra actitud es de total rechazo
a cualquier tentativa de reformar la Constitución; el Encuentro
ya expuso con claridad las razones que imponen el rechazo.
Primero porque la dictadura (a la que nadie ha elegido) carece
de potestades para intervenir en la vida civil de los
argentinos. Además le negamos capacidad para legislar, no
creemos que las leyes —con una sobreabundancia aluvional
desatada en el país— constituyan un cuerpo legal coherente, a
pesar de los cazadores de brujas, instalados en la Corte
Suprema. No es que nosotros seamos devotos de la Constitución de
1853, pues nuestro programa partidario tiende justamente a
reclamar la reforma para adecuarla a las nuevas condiciones de
desarrollo de la sociedad argentina, pero pedimos una
constituyente libremente elegida por el pueblo para producir esa
reforma. Selser • Estatuto de los partidos. Las bases
ofrecidas para el estatuto de los partidos políticos nos parecen
restrictivas. Es inconcebible que luego de cinco años de
proscripción y persecución contra los partidos políticos, se
pretenda que para existir deben tener numerosos afiliados. El
concepto de lo que significa la afiliación y la participación
real de los afiliados varía de partido a partido. En el
socialismo argentino, tradicionalmente la participación de los
afiliados es permanente, pero las exigencias para la afiliación
pueden ser mayores que en otros partidos. No es posible medir la
participación en la dirección partidaria simplemente por el
número de afiliados. Por otra parte, en estos momentos, debemos
oponernos enérgicamente a todo intento de control de la
filiación de nuestros adherentes. En los numerosos vaivenes de
nuestra vida institucional hay demasiados ejemplos de
persecución, especialmente contra militantes de izquierda, como
para que aceptemos poner en manos de "autoridades" y servicios
de inteligencia las fichas de afiliación de nuestros compañeros.
La existencia o desaparición de los partidos políticos debe
resolverla el pueblo en los comicios y no un estatuto
restrictivo. Selser • Reforma electoral. Nuestro partido está
estudiando en estos momentos el problema del régimen
electoral mas adecuado. Por el momento no puedo emitir opiniones
al respecto. Aqosti • Estatuto de los partidos. Nosotros (El
Encuentro) estamos contra toda forma de estatuto de los
partidos políticos, contra toda intromisión del Estado en la
programación organizada y fiscalización de los partidos. Y como
Partido Comunista hemos estado en contra de esto en reiteradas
oportunidades. Nuestro camarada Rodolfo Ghioldi, en el Luna
Park, recordó que ni Yrigoyen ni Alvear ni Perón fueron
presidentes de "estatuto"; es decir, que no hubo necesidad de la
existencia de una reglamentación y de una intromisión del Estado
en la vida pública de los partidos para que éstos pudieran
funcionar democráticamente. Esta fórmula de intromisión en la
vida interna de los partidos bajo el pretexto de un estatuto,
está denunciando el origen fascista de la dictadura. Agosti •
Reforma electoral. Todavía no sabemos en que régimen electoral
vamos a desembocar, siempre que haya elecciones. El encuentro de
los argentinos no se ha pronunciado, pero nosotros como partido
tenemos una posición: somos partidarios de la representación
proporcional porque entendemos que es la forma más apta para
estimular la representación democrática de acuerdo con el peso
real que tenga en la vida política del país, y porque en cierta
forma también esto exigiría cierta política de entendimiento
entre quienes tienen coincidencias sobre aspectos fundamentales.
No estamos contra la solución electoral del proceso político
argentino, pero creemos que hay un paso previo: la eliminación
de la dictadura. El llamado debe hacerlo un gobierno provisional
de amplia coalición, integrado por fuerzas civiles y militares
opuestas a la política de entrega al imperialismo.
LA
HORA DEL PUEBLO (Jorge Selser) Selser • Actitud frente al
gobierno. De ninguna manera estamos en el apoyo de este gobierno
que ha surgido del proceso reaccionario iniciado el 28 de junio
de 1966. Creemos sí, y estamos dispuestos a apoyar las medidas
conducentes, en un proceso de institucionalización del país,
devolviendo el poder político al pueblo y restableciendo los
canales de participación popular en la conducción
político-económica. Para ello nos parece indispensable, por
parte del actual gobierno, fijar inmediatamente una fecha
electoral, rectificar la política económica, que es un factor
irritante —en tanto siga la línea anterior—, devolver la
personería a los partidos políticos sin condiciones restrictivas
y anular la legislación represiva. Selser • Actitud frente a
la violencia. En nuestro país la violencia ha sido provocada,
esencialmente, por el cierre masivo de los canales de
participación y por una política económica destinada a reducir
los consumos populares. Los cordobazos son la respuesta
necesaria a ese proceso. Otra cosa es el tipo de violencia
involucrada en el rapto de Aramburu y posterior asesinato, o en
los casos de Vandor y Alonso. Aquí aparece una violencia carente
de la más elemental ética, y a mi entender totalmente
repudiable. Estamos ante el dilema de que o conseguimos
institucionalizar al país devolviendo los canales adecuados de
participación democrática o volvemos a caer en nuevos intentos
de mantener la opresión, y entonces la violencia se planteará
como una alternativa aceptable para muchos argentinos.
ENCUENTRO DE LOS ARGENTINOS (Héctor P. Agosti) Aqosti •
Actitud frente al gobierno. Nosotros aspiramos a una limpia
finalización electoral, pero insistimos en que hay un paso
previo: la eliminación de la dictadura. Pero si los partidos que
deseen entrar en el gran acuerdo nacional, palabra de muy
espúrea tradición en la política argentina, se ponen de acuerdo
en una fórmula que asegure la continuidad de los intereses que
este gobierno viene representando, probablemente no habrá
dificultades para realizar las elecciones. Agosti • Actitud
frente a la violencia. Aspiramos a una solución pacifica del
problema social y político argentino. Pero esta posición
pacifista no está dada con un sentido de beatismo, sino que
tratamos de que el problema del país sea resuelto sin sangre.
Nuestra aspiración coincide con el deseo del pueblo, pero no hay
que confundir esta voluntad del pueblo como un sentimiento de
sumisión. Aspiramos a esta solución pacífica, pero
responsabilizamos a la dictadura de las actitudes a que puede
haberse visto forzado a asumir el pueblo argentino, al ponérsele
impedimentos en su camino hacia la liberación nacional y social.
Nosotros no concebimos ninguna acción política desvinculada de
la acción y la organización de masas, sin entrar a juzgar las
intenciones de los que transiten otros caminos. Las
circunstancias dirán cuál es el camino que habrá que recorrer.
Revista Siete Días Ilustrados 21.06.1971
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